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twelve

Su cuerpo empujó lentamente el de Lisa, poco a poco dirigiéndola hacia su propia cama, sin cortar en ningún momento la continuidad del beso, hasta que sus pantorrillas chocaron contra el borde de esta e hicieron que la menor se detuviera y por reflejo se separara de su maestra.
Se sentó sobre la cama y observó a Jennie desde arriba, tragando fuertemente cuando esta empezó a empujar su hombro y fue recostándola sobre la superficie acolchonada.

Sus ojos brillaban en anticipación, sus temblorosas extremidades delataban lo nerviosa que estaba y su media sonrisa trataba vanamente de disimularlo.

Por más intenciones que tuviera, no podía tomar control de la situación. No podía siquiera moverse lo suficiente debido al gran nerviosismo que le invadía.
Aunque, de todas formas, ni siquiera tenía idea de qué se suponía que debía hacer, así que simplemente esperaría a que algo sucediera para poder seguirle la corriente.

Colocó sus temblorosas manos a cada costado de su cuerpo y su cabeza tocó la superficie de la cama, quedando completamente acostada bajo la intensa mirada de la señorita Kim.
Su corazón se aceleraba más con cada minuto que pasaba. Tanto, que temió sufrir un ataque de taquicardia en esos momentos.

Sus piernas desnudas, junto con sus pies descalzos, fueron alzados por las manos de la mayor, quien los había tomado para colocarlos sobre su cintura.
Lisa enredó dichas extremidades inferiores alrededor de la señorita Kim, la cual se inclinó sobre su cuerpo mientras colocaba sus brazos a cada lado de la cabeza de la menor, su rostro enfrentando al contrario y depositando un corto beso sobre sus labios después.

Jennie pareció tener la intención de decir algo en ese momento, pero fue interrumpida por las manos de Lisa juntándose alrededor de su nuca y tirando levemente de ella para obtener más cercanía entre sus cuerpos.
Sus labios volvieron a encontrarse, pero esta vez, al caer sobre el cuerpo de la castaña, sus brazos se sostuvieron con más fuerza para no lastimarla, mientras que su pelvis se presionó contra el vientre de Lisa, quien decidió bajar sus piernas a cada lado para dar espacio a su maestra entre ellas.

Todo estaba sucediendo demasiado rápido y eso no estaba agradándole mucho a Jennie.

Lisa levantó sus caderas y se presionó aún más contra Jennie, provocando que esta se apartase del beso y soltara un entrecortado suspiro contra sus labios.
La menor cuestionó con la mirada a su maestra y se sintió avergonzada por unos largos segundos en los cuales la señorita Kim se dedicó a observarla sin decir nada, solamente con sus labios rozando delicadamente y sus aceleradas respiraciones chocando entre sí.

-Lisa... -la mencionada solamente respondió con un sonido gutural, sin siquiera ser capaz de hablar sin sentir que su tartamudeo la traicionaría-. ¿Estás segura de querer continuar?

-Mmm, y-yo... -tomó una profunda respiración mientras apretaba sus labios-, no lo sé.

La señorita Kim inmediatamente separó su cuerpo del de la menor y salió de entre sus piernas, sentándose a un lado de ella en la cama.

Lisa se levantó también y se sentó rápidamente.
-¡No! Quiero decir, yo podría intentarlo. Es solo que no estoy segura de qué es lo que debo hacer exactamente, pero no me gustaría que usted se sintiese mal por mi culpa.

Jennie rió suavemente y se acercó a Lisa, acariciando su rostro y observando su preocupada expresión.

-Calma, estoy bien -su voz trataba de sonar lo más tranquila posible para no preocuparla más por algo que no tenía tanta importancia realmente-. Lisa, no pienso continuar con algo de lo que tú no estás completamente segura, ¿entiendes eso?

-Pero...

-No, escúchame. Yo puedo esperar -afirmó-, pero tú debes estar segura de si verdaderamente lo quieres. No pienso tocarte de otra manera hasta que lo decidas. Nunca haría algo que no quieres, ¿bien?

-P-Pero sí quiero... -susurró por lo bajo, a la vez que hacía un pequeño puchero con sus labios.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó con una media sonrisa, burlando inofensivamente los nervios de la menor.

-No sé qué es lo que quiero, pero... lo quiero.

Jennie no pudo evitar reír ante las palabras de la castaña, considerando realmente linda la manera en la que parecía no saber muchas cosas, pero aún así intentaba mostrarse convencida de que iba a por algo.

-Pero si tú no lo sabes, entonces, ¿cómo se supone que yo sí sabré lo que quieres? -la mayor sabía exactamente a qué se refería la chica, pero empezaba a gustarle jugar un poco con ella.

Lisa largó un sonido de frustración y, en segundos, se encontró sobre el regazo de su maestra. Tomó su rostro y lo guió hacia el suyo, tomando posesión de sus labios en el momento en que estos se encontraron. Justo ahora, cuando las palabras mo funcionaban para ella, la demostración le parecía la mejor manera de explicarse a sí misma.

Debido a la posición, la castaña tomó fácilmente las manos de la señorita Kim y las colocó sobre su trasero, deseando que no las apartara de ahí en cuanto la soltara.

-Usted puede enseñarme, ¿no? Es mi maestra -murmulló la menor contra sus labios.

Jennie rió inevitablemente ante su respuesta y apretó sus manos sobre el lugar en que le habían sido colocadas, provocando que la chica sobre su regazo diese un pequeño saltito.

-Yo enseño lengua, cariño. Pero si es lo que quieres, no tengo ningún problema con ello -susurró divertida.

-La única lengua que me interesa conocer es la suya en mi boca.

La mayor ni siquiera pudo reír ante tal comentario debido a lo mucho que eso la había provocado otro tipo de sensaciones. Pero en realidad, en cualquier otro momento, estuviese muriendo de risa por las palabras de la chica.

-Mmm, ¿y estás segura que solo es ahí donde quisieras conocerla? -preguntó, llevando sus labios hasta el cuello de Lisa.

La castaña no pudo hacer más que jadear cuando sintió los cálidos labios de la mayor posarse sobre su sensible piel, besando y bajando con paciencia sobre toda la extensión. Su cuerpo se inundó de una sensación extraña que solo pudo definir como electrizante en ese momento.

Sus extremidades seguían ligeramente temblorosas y sus movimientos torpes, pero algo de lo que era genuinamente consciente era de la inquietud, tanto física como mental, que la invadía en esos momentos.

Inquietud por tocar y ser tocada en lugares que nunca antes había imaginado con una mujer por primera vez.

Sus caderas empezaron a mecerse, intentando que su parte íntima rozara suavemente contra los muslos de la mayor, quien tomó su cintura y comenzó a controlar sus movimientos, presionándola más contra sus muslos y haciéndose soltar a sí misma pequeños jadeos.

Lisa, con el nerviosismo aún latente en sus manos, empujó cuidadosamente a su maestra hasta hacerla quedar con su espalda contra el respaldo de la cama y se acomodó sobre ella.
Jennie levantó su rostro para observar a la menor, quien aprovechó esto para bajar sus labios hasta su cuello, empezando a besarle despacio, justamente como ella se lo había hecho minutos atrás.

Sintió los dedos de la mayor escabullirse hacia el costado de su mentón, tomando suavemente esta parte de su rostro y acercándola lo suficiente a su oreja como para que pudiese escuchar los jadeos que su boca dejaba escapar inevitablemente.

Lisa sintió debilitarse completamente ante tal acción.

Sus besos se desplazaron hacia la zona semi cubierta del pecho de Jennie, en donde se detuvo pocos segundos después y levantó su rostro para darle una mirada dubitativa.
La señorita Kim sonrió ladinamente y tomó su rostro, besándole con cariño para luego deshacerse del cuerpo sobre sus piernas y recostarla sobre la cama de nuevo.

Lisa mordió suavemente su labio inferior cuando su cabeza tocó la almohada, sintiendo la fuerte respiración de Jennie sobre sus clavículas esta vez.
No entendía por qué sentía la fuerte necesidad de soltar muchos sonidos que ella consideraba vergonzosos en ese momento, por lo que decidió que se contendría lo más que pudiera.

La señorita Kim levantó un poco la camisa que Lisa se había puesto recientemente y escabulló su mano dentro de esta, pasando por su abdomen primero hasta llegar a acariciar su cintura.
Su cuerpo se encontraba cálido bajo la tela, lo cual la llevó a disfrutar de esto sin prisa, simplemente acariciando lento y con delicadeza.

Paseó la punta de su nariz sobre el lado izquierdo en su cuello, bajando poco a poco hacia la zona de su pecho cubierto por la tela de su camisa. Se detuvo aquí, levantando su mirada hacia Lisa, quien también la miraba a ella, y Jennie intentó disimular su sonrisa al escuchar los fuertes latidos que emanaban de la zona cercana.

La menor pudo darse cuenta de esto, sintiendo mucha vergüenza cuando la notó sonreír, pensando en que podría estar burlándose. Lo cual estaba lejos de ser así.

Sin embargo, Jennie prefirió no decir nada al respecto y simplemente volvió a bajar su mirada. Su mano recorrió desde la cintura hasta el torso contrario, trazando un pequeño camino con sus dedos para llegar a la mitad de su pecho, justo en medio de los senos de la menor.
Lisa pareció sobresaltarse un poco cuando esto sucedió, puesto que nunca nadie le había tocado de esa forma.

Se sentía extraña, pero a la vez no sabía qué estaba pasando consigo misma.
Quería que su maestra continuara, aún sin saber exactamente cómo se desenvolvería toda la situación, pero a su misma vez, su preocupación le pedía que parase todo en ese momento por miedo a que luego no pudiera ni mirarla a los ojos.

No obstante, la señorita Kim, con sus ansiosas manos, se acercó a uno de sus pequeños pechos y rozó suavemente contra su sostén, haciendo sentir a Lisa un pequeño cosquilleo en su entrepierna.
Mordió su labio inferior e inhaló entrecortadamente cuando Jennie volvió a repetir dicha acción, pero esta vez haciéndolo de manera un poco más intencional, tomándolo con toda su mano y apretando ligeramente.

Lisa gimió sin poder contenerlo más. Fue un sonido con un tono realmente bajo, pero que claramente pudo ser escuchado por la mujer frente a ella, quien simplemente la observó de inmediato y esbozó una picaresca sonrisa ladina.

-Eres tan tierna -comentó, alejando su mano de aquella zona.

La castaña no pudo responder cosa alguna, ya que, la mano que se ubicaba sobre su pecho, se había desplazado hacia su vientre de un momento a otro.

Jennie se paseó con sutileza sobre la suave piel de su abdomen, antes de bajar completamente hacia su vientre y acariciarlo despacio, no sin antes levantar el elástico del short que llevaba puesto la menor e introducir su mano para tener una mejor accesibilidad.

La observó temblar levemente ante su reciente acción, por lo que tuvo que detenerse un momento; aguardando, con la mirada sobre sus expresiones faciales antes de poder continuar al verla asentir despacio, sin necesidad de decir nada.

Lisa sentía que en cualquier momento podría desmayarse.
Sus latidos ya estaban en un rango fuera de lo que jamás habían alcanzado, haciéndola preocuparse por su salud. Pero, el hecho de que eran simple y sencillamente causados por su nerviosismo y ansias, la tranquilizaba un poco, ya que realmente nunca había pasado por esto antes.

La señorita Kim descendió cautelosamente sus caricias hacia la zona de su feminidad, provocando de nuevo un pequeño estremecimiento en la chica bajo ella.
Esta vez continuó acercándose más, sin esperar una respuesta exacta, pero consciente de que se detendría en cualquier momento que se lo pidiera.

Estaba extremadamente nerviosa aunque no lo demostrara en lo absoluto, justo como hacía siempre, pero la verdad es que tenía cierto tipo de temor. pues estar tocando de esa manera a una menor de edad no era exactamente algo por lo que le gustaría estar inculpada legalmente. Nada lo era realmente, pero eso menos.

Estaba al pendiente de sus reacciones constantemente, rogando internamente por que Lisa le dijera si estaba haciendo algo que ella no quería, o si se sentía incómoda. Cualquier cosa que le disgustara, tenía que saberlo para alejarse inmediatamente.

De hecho, Lisa no se sentía incómoda en lo absoluto, pero prefería callar en esos momentos por temor a soltar alguna estupidez, o hacerla directamente, y provocar que su maestra se arrepintiera.
Por lo demás, se sentía en la gloria, afortunada de que algo tan íntimo estuviese sucediendo entre ellas al fin, aunque eso le costara su vergüenza ante ella.

Previo a que su atención se concentrara en la aprobación de la menor, su mano se encontraba posada sobre la tela de la ropa interior de la chica.
Jennie notó que la cálida zona de su cuerpo estaba un poco húmeda, por lo que se vio tentada a palpar más, buscando recorrer la línea exacta en que su humedad se marcaba.

Lisa volvió a gemir de nuevo, esta vez un poco más audible, sintiendo el cosquilleo anterior volverse más intenso justamente sobre su intimidad.
Su pelvis se elevó unos mínimos centímetros, mordiendo su labio inferior cuando sintió la mano de su maestra abarcar la zona completa.

Por su parte, Jennie ocupó su dedo medio para jugar a recorrer el lugar en donde se encontraría su entrada, acariciando hacia arriba y abajo lentamente sobre la humedad de su braga, provocando que Lisa cerrara sus ojos en ese instante y apretara sus labios.
Su espalda se arqueó un poco y soltó un pequeño jadeo a causa de la grata sensación que le provocaba el accionar de la mayor sobre la sensible parte de su cuerpo.

Los movimientos rectilíneos del dedo medio de Jennie subieron hasta llegar a su clítoris, presionando ligeramente sobre el lugar, para disfrutar de la reacción que tuvo la menor al sentir esto. De sus labios se liberó un gemido considerablemente audible, de manera que sus manos intentaron cubrir su propia boca luego de esto, mientras que sus piernas se encogieron por inercia.

La extremidad libre de Jennie fue hacia su otro pecho, tomándolo por encima de su camisa y apretando este ligeramente.
Mientras tanto, su derecha seguía moviéndose bajo el short de Lisa, quien simplemente mantenía sus ojos cerrados y alcanzaba a gemir en tono bajo.

La señorita Kim aumentó la velocidad con la que acariciaba su sensible lugar, su dedo volviendo a jugar verticalmente sobre la humedad y subiendo hasta donde se ubicaba su cubierto clítoris.
Cada vez la notaba un poco más débil que antes, sus piernas temblaban a su costado, sus ojos se apretaban más fuerte y la retención de sus gemidos había cesado.

Sabía perfectamente que Jennie estaba por hacerla experimentar su primer orgasmo. Y realmente esperaba que fuera eso y no que estuviese a punto de desmayarse.

Lisa tomó la mano que amasaba su seno por sobre la prenda y la apretó con fuerza, tratando de canalizar toda su desesperación en esta acción.
Le frustraba encontrarse sintiendo unas incontrolables ganas de liberar algo que se formaba en su vientre y bajaba de golpe hacia la zona en que Jennie mantenía frotando con sus dedos.
Simplemente no sabía cómo sacarlo de sí misma.

Jennie estaba disfrutando tanto de observar a la menor tan absorta en sí misma, sin parecerle importante lo mucho que estaba desinhibiéndose frente a ella, continuando así por varios segundos más en los cuales ambas se hicieron saber lo mucho que disfrutaban de esto.

Finalmente, Lisa tomó la mano que Jennie seguía frotando sobre su ropa interior y la detuvo, presionando fuertemente sobre ella para permitirse sentir la pequeña satisfacción que le provocó hacer esto.

No pudo experimentar exactamente lo que era el orgasmo, ya que ni siquiera sabía cómo debía sentirse, además de que había detenido a la señorita Kim antes de que ese momento llegara; pero claramente notó algo nuevo en su cuerpo, algo distinto y que ciertamente terminó gustándole.

Simplemente sintió ese constante cosquilleo entre sus piernas deshacerse de repente al detener la fricción de los dedos contrarios, abriendo sus ojos cuando eso hubo terminado.
Sus mejillas estaban ligeramente rojizas y la vergüenza volvió a apoderarse de ella, haciendo que cubriera su rostro con su antebrazo de inmediato.

Jennie sacó su mano de debajo del short de algodón de la chica y lo acomodó correctamente sobre su cintura de nuevo, bajando su camiseta que también había desordenado ella misma.

-¿Qué sucede? -preguntó hacia la chica, riendo con ternura.

Lisa negó con su cabeza, todavía tapando su rostro y sin poder moverse aún.
La mayor se apartó del cuerpo contrario y se sentó en el espacio de la cama a su lado, comenzando a acariciar su cabello en un intento por hacerla sentir menos avergonzada.

-Tú... ¿terminaste? -preguntó con incertidumbre, esta vez en un susurro.

Cuando escuchó esto, la castaña apartó su antebrazo de su rostro y giró su rostro hacia Jennie.

-¿Hm? -cuestionó con el ceño ligeramente fruncido.

-Cuando me detuviste, ¿fue porque habías terminado?

-Honestamente, no lo sé.

La señorita Kim desvió su mirada hacia un costado de la habitación y pareció estar muy confundida por unos segundos. Entonces, se vio en la necesidad de hacer la pregunta que no se había pasado por su mente antes.

-Lisa, ¿eres virgen? -regresó su mirada hacia la menor.

La vio asentir tímidamente con una expresión de inseguridad, evitando verla a los ojos.
Su respuesta la asombró un poco, no porque no se lo esperara, sino porque no lo pensó ni por un momento cuando estaba sucediendo todo lo anterior. Pero ahora que lo sabía, procuraría tenerlo en cuenta para su próximo posible encuentro, porque no iba a engañarse, ninguna tenía dudas de que eso volvería a ocurrir.

-¿Hay algo de malo en eso? -preguntó Lisa.

-No, no, en lo absoluto -se apresuró a responder Jennie-. Es solo que no lo había pensado hasta ahora. Ya sabes, algunos chicos a tu edad ya no lo son y... mira, no tiene nada de malo, eso es lo que quiero decir. Solo olvidé preguntarlo antes.

-¿Algo hubiese cambiado de haber sido así?

-No lo creo -fue su única respuesta.

Supuso que no hubiese cambiado nada por dos sencillas razones:
La primera, porque ambas estaban luchando contra su propio deseo de estar juntas y, debido a esto, poco a poco se fueron encontrando con un punto límite.
Y la segunda, porque consideraba que la manera en la que se dieron las cosas y en cómo le trató no fueron algo de lo que pudiese arrepentirse. Al contrario, le reconfortó sentir que su comportamiento fue bastante adecuado.

Lisa continuó recostada sobre la cama, disfrutando de las suaves caricias que su maestra había empezado a brindarle en su cabeza, jugando a desenredar su cabello y provocando que anticipara el sueño apoderarse de sus sentidos.

Sus latidos por fin pudieron cesar la acelerada carrera que parecían tener dentro de su pecho y consiguió relajarse un poco.
Estaba teniendo un momento para decirse a sí misma que estaba bien, que tal vez no había razón para temer por el qué pasaría mañana con la señorita Kim, y eso la hizo sentir mejor.

Porque probablemente, lo que pasaría mañana, y de ahora en adelante, sería mucho mejor si así lo deseaban. O al menos eso esperaba.

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