thirty one
Los primeros rayos de sol se reflejaron sobre su rostro en cuanto salió a la terraza; sus pies descalzos entraron en contacto con el frío mármol del piso, y una ligera ventisca la hizo tiritar suavemente.
La baja temperatura de la mañana empezaba a expandirse sobre su cuerpo a pesar de llevar puesto su suéter, por lo que tiró hacia abajo de las mangas para colocarlas por sobre sus manos y así protegerse de ello.
Se acercó a la valla de cristal de la terraza y se sostuvo con sus codos del borde de esta, antes de sacar su celular y empezar a buscar un número de teléfono en él.
No quería esperar a que fuese muy tarde para llamar al cerrajero, era un hombre bastante ocupado, pero de confianza, al que podía acudir en estos casos, así que era importante solicitar su servicio temprano por la mañana.
El tono sonó unas cuatro veces anterior a ser atendido, y luego escuchó la masculina voz contraria saludarle animadamente. Lisa respondió de la misma manera, con el celular pegado a su oreja y una de sus manos desenredando su cabello delicadamente por sobre su hombro.
Mientras tanto, la mujer a la que había abandonado hacía unos cuantos minutos en la habitación, recién empezaba a despertar de un profundo sueño gracias a la falta de calidez existente entre sus brazos, la cual se encontraba ahí anteriormente.
Con sus ojos aún cerrados, estiró su mano derecha y palpó insistentemente el espacio a su lado en la cama, en busca de aquel cuerpo que había desaparecido sin haberlo notado.
Puchereó con sus labios al sentir el espacio vacío y protestó con un sonido gutural, abriendo apenas sus ojos para comprobar lo que ya era bastante evidente.
Se giró hasta estar boca arriba sobre el colchón, enredándose todavía más entre sus cómodas sábanas e intentó levantarse de una sola vez, pero solamente consiguió incorporar su cuerpo con mucho desgano sobre la cama.
Un bostezo escapó de sus labios, mientras que finalmente abría sus ojos con dificultad debido a la luz que entraba por la ventana.
Sus párpados se encontraban levemente hinchados por la cantidad de horas de sueño, acompañando a su dulce aspecto desaliñado.
-Ah, niña... -habló al aire, con un tono inevitablemente áspero-. Voy a quitarte esa mala costumbre de huir por las mañanas y hacerme despertar sola.
Estiró su figura alzando sus brazos, y luego se deshizo de las sábanas que cubrían el resto de su cuerpo, saliendo de ellas enseguida. Sus pies tocaron la alfombra, pero rápidamente se dirigió a colocarse las pantuflas de felpa que estaban ubicadas al otro lado de su cama.
Salió de la habitación en busca de la menor, mas no le fue tan difícil dar con su paradero, ya que escuchó su encantadora voz venir de la parte externa de la sala de estar, así que se asomó por el pasillo y, efectivamente, vio su figura a través de la puerta de cristal de la terraza.
Frunció ligeramente el ceño al extrañarse de lo que podía estar haciendo ahí, hasta que empezó a bajar las escaleras y se dio cuenta de que hablaba por teléfono. Se dirigió hacia la cocina, en donde prendió la cafetera y se cruzó de brazos mientras recostaba su espalda sobre la encimera para esperar a que estuviera listo.
Tenía plena vista hacia la terraza, por lo que su mirada se centró en aquella chica castaña que jugaba inquietamente con sus piernas, cruzándolas una sobre la otra o poniéndose en puntitas de vez en cuando. El suéter que llegaba a cubrir parte de sus muslos por lo holgado que era y su cabello, ahora atado en una coleta, solo pudieron hacerle pensar que se veía completamente hermosa, aún cuando solo estaba viéndola por detrás.
Inconscientemente se encontró sonriendo al apreciarla por unos cuantos segundos más, en donde los suaves rayos de sol creaban una sublime sombra de su cuerpo, a la vez que la escuchaba hablar a lo lejos sin entender realmente qué era lo que decía, y ni siquiera le importaba, solo podía concentrarse en su espléndido aura que resplandecía por sí solo ante sus ojos.
El burbujeante sonido de la cafetera empezando a hervir la hizo reaccionar de nuevo, así que se dispuso a apagarla y luego a servir el café en su taza. Dio un pequeño sorbo a este, pero le pareció estar demasiado caliente, decidiendo entonces, esperar unos minutos.
Con la taza entre sus manos, comenzó a caminar hacia la terraza, en donde ya podía escuchar mejor lo que la castaña estaba diciendo al teléfono. Colocó cuidadosamente la taza sobre la pequeña mesa del rincón y se dirigió sin hacer mayor ruido hacia la chica que se encontraba de espaldas.
-Sí, dos más estarían bien -la escuchó decir.
Al estar tras ella, Jennie situó sus manos a cada lado de su cuerpo, tomándose del borde de la valla, para después inclinar su cabeza por la izquierda y así provocar que Lisa pudiera ver su rostro aparecer a su lado mientras aún estaba pendiente de la llamada.
La menor le sonrió ampliamente y Jennie dejó un cariñoso beso sobre su mejilla, abrazándola por la cintura después.
-De acuerdo, estaré ahí a esa hora. Muchas gracias.
Lisa finalizó la llamada y se giró entre los brazos contrarios para mirarle de frente. Puso sus manos sobre los hombros de Jennie, quien tenía una media sonrisa plasmada en el rostro desde hacía un rato y que no se la quitaba ni un santo.
Sintió sus brazos envolver su cintura, a la vez que observaba su adormilada expresión y el lento parpadeo ocasionado por ello, lo que la hizo sonreír también y dejar un corto beso sobre sus labios en respuesta al anterior.
-Pedí que me hicieran dos copias más de las llaves, así que, si hay una próxima vez, será porque realmente quiero dormir con usted y no quiero admitirlo, o porque soy demasiado tonta si eso vuelve a pasar teniendo dos copias más.
Jennie rió ante las palabras de la menor-. Esperemos que sea la primera razón -Lisa rodó sus ojos con una sonrisa antes de que la mayor volviera a hablar-. ¿A qué hora llegará?
-A las diez, tengo un poco de tiempo todavía.
-¿Tiempo para qué?
-Para cambiarme de ropa, para duchar... -un nuevo beso sobre sus labios la hizo callar de repente-, me.
-Respuesta incorrecta -dijo, negando su cabeza.
-¿Ah, sí? Entonces, ¿para qué, si...? -nuevamente fue interrumpida con otro beso, siendo este un poco más extenso que el anterior.
Más pronto que tarde, los labios ajenos abandonaron los suyos para desplazarse hacia su cuello lentamente y empezar a dejar un camino de besos que provocaba cosquillas en la menor, quien alzó su rostro levemente para darle más espacio a la mujer, mordiendo su labio inferior con una sonrisa en ellos.
Se dejó hacer sin ninguna objeción, apretando su agarre sobre los hombros contrarios cuando aquello le causaba más cosquillas en zonas específicas. Tener los cálidos labios de la mayor atendiendo su cuello la incitaban a soltar entrecortados jadeos mientras cerraba sus ojos con satisfacción.
Los mismos besos cortos fueron subiendo progresivamente hasta la fina línea de su mandíbula, en donde, segundos después, se desplazaron hacia sus mejillas nuevamente, terminando aquí antes de separarse con una sonrisa.
-Tiempo para desayunar -dijo burlonamente-. Vamos adentro, te prepararé algo.
Lisa bajó su rostro con vergüenza, sintiendo sus mejillas calentarse, para después asentir con su cabeza mientras esperaba a que aquel estado de embelesamiento desapareciera. Se atrevió a mirar a los ojos a su maestra, dándose cuenta de que también la miraba con una sonrisa, como si supiera lo que había causado en ella.
Con un rodar de ojos y un suave empujón en su brazo causado por su hombro, pasó al lado de la mayor sin decir más, entrando al apartamento nuevamente. Jennie no pudo evitar reír cuando se encontró a solas, pero después siguió sus pasos sin olvidarse de tomar su café de la mesa y luego adentrarse al apartamento también.
A este punto, ya no sabía qué le enloquecía más, si el exquisito sabor del café al que tan adicta se proclamaba, o el de aquellos labios que siempre le harían suspirar cuando se encontrara a solas.
[...]
-¿Hablas en serio?
-Así es... -contestó una rubia con lentitud.
Jisoo, quien se encontraba con la espalda contra su pecho giró su rostro y lo alzó un poco para poder mirar a Rosé a los ojos, quien se sintió un poco nerviosa por lo que acababa de decirle y simplemente se acomodó sobre la cama sin soltar el abrazo por detrás con la menor.
-¿Cuándo dices que pasó eso? -preguntó frunciendo el ceño levemente.
-Hace unas semanas, no lo recuerdo bien, pero fue cuando todo lo tuyo con Jaehyun explotó.
-Oh... ese día -bajó su rostro recordando las cosas que pasaron esa noche y los días siguientes.
Rosé tomó su rostro y volvió a alzarlo suavemente por el mentón para hacer que la mirara de nuevo. Sabía que eso seguía siendo un tema bastante delicado para la menor, pero de cualquier forma, ese no era el punto al que quería llegar con la conversación.
-Te lo digo únicamente para aclarar que fui yo quién incitó a que eso sucediera y fue demasiado estúpido, estaba ebria y confundida por ti. No significó absolutamente nada y estaba actuando sin pensar, hasta que Jennie me hizo poner los pies sobre la tierra -apretó sus labios al recordar el vergonzoso momento.
-Déjame adivinar, ¿te dio una cachetada? -cuestionó la pelimorado con una media sonrisa.
Al notar la tranquila reacción de la menor, Rosé se sintió internamente aliviada, destensó sus hombros y rió un poco ante su pregunta.
-No, Jennie nunca haría eso -acarició el rostro de Jisoo con delicadeza antes de seguir hablando-. Solamente me dijo que no fuera tan tonta como para arruinar las cosas contigo, y si bien no estaba en mis cinco sentidos, creo que la poca parte racional de mí le tomó la palabra ese día.
-A veces me cae bien esa señora -dijo entrecerrando sus ojos, luciendo tierna ante los ojos de la mayor.
Eso provocó que Rosé volviera a reír, esta vez un poco más aliviada que antes. Y no pudo ignorar lo mucho que deseó besar a la chica ubicada entre su cuerpo en ese momento, pero se contuvo un poco más para poder cerrar la conversación de mejor manera.
-No me hubiese gustado que te enteraras por Lisa, que seguramente ya lo debe saber -aclaró-. Realmente estoy huyéndole a los problemas.
-Bien, gracias por hacerlo entonces -contestó la menor con una linda sonrisa en su rostro.
Se puso de rodillas sobre la cama, siendo cuidadosa de no golpear a Rosé cuando se giró para quedar acurrucada en el espacio que se abría al medio de sus piernas, donde anteriormente estaba recostada.
Con ello, ya no fue necesario que Rosé esperara más, pues Jisoo había tomado su rostro entre ambas manos para luego sellar sus labios contra los suyos, fundiéndose en un apacible beso que le trajo mucha paz y calidez. Tanto, que la hizo cerrar sus ojos por inercia para disfrutar de la cálida injerencia a sus sentidos.
En ocasiones, sus manos se volvían torpes cuando esto sucedía, no sabía dónde ubicarlas de primer momento, pero esta vez, aprovechando la posición en la que se encontraba la otra chica, decidió reposarlas sobre sus caderas para atraerla más hacia sí, lo cual provocó que ahora estuviera sentada sobre su regazo, con las rodillas a cada lado de su cuerpo.
Ya le resultaba lo suficientemente difícil mantenerse serena al sentir a Jisoo de esa manera, por lo que, el hecho de que se hubiese dispuesto a acariciar su cabello por detrás con tanta delicadeza mientras le besaba, estaba nublando su juicio.
Se encontraban en casa de la menor, pero realmente no sabía hasta dónde pretendía llegar con eso, así que se limitó a apretar el agarre sobre sus caderas cada vez que sentía que podía perder el control de sus acciones.
Pero como si del hecho más cruel se tratara, Jisoo se alejó de ella, cortando el beso de golpe y dejándola aturdida por unos segundos. Mentiría si dijera que no se alarmó al pensar que la menor pudo haberse sentido incómoda, pero ese pensamiento se esfumó al escucharla hablar nuevamente.
-Quítame la blusa -pidió con voz jadeante.
Rosé parpadeó varias veces, intentando procesar lo que acababa de escuchar, y fue casi graciosa la manera en la que su cerebro de repente dejó de ordenar a su cuerpo, ya que se quedó quieta observando a la pelimorado desde abajo.
Volvió a reaccionar cuando sintió cómo la mencionada tomaba sus manos y las ubicaba ella misma sobre el borde de su blusa. Finalmente logró regresar en sí y solo pudo pensar en lo mal que se estaba viendo al actuar como una primeriza por su aturdimiento mental.
Introdujo sus dedos a cada lado para alzar la blusa, mientras que Jisoo alzaba sus brazos para facilitarle el trabajo, haciendo que en cuestión de pocos segundos la prenda estuviese fuera de su cuerpo, y luego la tomó de manos ajenas para tener la satisfacción de tirarla ella misma hacia donde sea que cayera.
Para su escasa suerte, al momento en que la blusa pudo terminar cayendo tranquilamente sobre el suelo, en realidad lo hizo a los pies de la persona que abrió la puerta inesperadamente, quien abrió su boca con sorpresa y se quedó anonadada por la imagen que tenía al frente.
-¡¿Kim Jisoo, qué crees que estás haciendo?! -preguntó alterada.
-¡Mamá! -exclamó, sintiendo el terror.
La puerta se cerró de golpe, haciendo que Jisoo apretara sus ojos y se sobresaltara un poco. Corrió en busca de su blusa para después colocársela rápidamente y pensarlo dos veces antes de salir de la habitación tras su madre, hasta que decidió que no lo haría y se quedó con la mano puesta sobre el pomo de la puerta.
Durante esto, Rosé simplemente lo había visto suceder todo frente a ella, respirando aceleradamente y mirando con pánico a la chica que hacía lo mismo desde la puerta. No sabía qué hacer o qué decir, pero tampoco se iría sin más, dejando sola a la menor en un momento así; a menos que ella se lo pidiera.
La calentura que pudo llegar a sentir hacía tan solo unos segundos se esfumó abrumadoramente en tiempo record, reemplazándola por nerviosismo y necesidad de actuar inmediatamente para ayudar a Jisoo, por lo que también se levantó de la cama y fue hasta ella.
La chica se había dejado caer en el suelo, sentándose lentamente sobre él mientras mordisqueaba sus uñas, pero se detuvo a observar a la rubia acercarse a ella con calma. No sabía si lo que estaba sintiendo era vergüenza por la situación o preocupación por la manera en la que su madre lo tomaría, aunque probablemente se tratara de ambas.
-Calma, deja que pase un momento antes de salir -se apresuró a acariciar su cabello con suavidad para transmitirle la tranquilidad que ni siquiera ella misma era capaz de tener, pero que lo pretendía.
-Es que... Rosie, qué vergüenza -se quejó con desespero, tapando su rostro con ambas manos-. Qué vergüenza contigo y con ella.
-Escucha, está todo bien. Intenta explicarle, aunque sea más que evidente lo que vio, nada pierdes con hablar con ella.
-No te vayas, por favor -pidió, tomando el brazo de la mayor para hacer que se sentara junto a ella en el suelo.
-No lo haré, ven aquí -abrió un poco sus brazos para que Jisoo pudiera ubicarse entre estos y así consolar su aflicción.
Acarició su espalda con delicadeza, sintiendo la respiración chocar contra su cuello y la cual se fue ralentizando de a poco, hasta que ya ni siquiera pudo percibir más tensión en su cuerpo. Se separó unos cuantos centímetros para poder mirarla de frente y su corazón se comprimió cuando la misma le sonrió ladinamente.
-¿Estás mejor?
-Eso creo... -susurró, tomando su mano para entrelazarla con la suya.
-¿Quieres que me vaya para que puedas hablar con tu mamá?
Jisoo suspiró mientras asentía, dejando un corto beso sobre la mano de Rosé-. No quiero que te vayas, pero es mejor hacerlo ahora.
La mayor dejó un beso en sus labios, dando a entender que comprendía sus palabras y desenlazó sus manos para poder levantarse del suelo. Ayudó a la pelimorado a levantarse también y después se dirigió hacia la ventana, en donde se despidió con un último beso.
Siempre que creía estar libre de situaciones incómodas, el universo se encargaba de recordarle que no era así. Pero siendo sincera, valía la pena por esa chica, así que sonrió todo el camino de regreso.
[...]
Luego de dos semanas, entre clases y mucha tarea, el tiempo libre de Lisa y Jisoo se había visto reducido considerablemente, pues la temporada de pruebas finales estaba cada vez más cerca. Únicamente habían podido encontrarse unas tres veces al salir de la escuela, por lo que no estaban tan enteradas de lo que sucedía en la vida de la otra de momento.
El timbre de salida resonó por todos los salones, haciendo que los alumnos empezaran a retirarse alborotadamente de ahí. Y no esperaba menos de un día como ese, los miércoles siempre eran odiados por casi todos, especialmente porque su última clase era impartida por la señorita Kim.
Aunque, de hecho, la mayoría de estudiantes podían notar un cambio en ella últimamente, lo cual les generaba desconfianza, pero a la vez pensaban que era beneficioso. Y sin duda lo era, mas no se trataba de un cambio en el que su método de enseñanza se volviera mediocre o flojo, sino en su actitud; eso había dado un giro inesperado para muchos, ya que había comenzado a ser un poco más accesible y menos difícil de tratar.
No quería cargar con esa mala fama por siempre, porque en el fondo sabía que ella no era así, que podía ser mucho mejor que lo que su pasado la había obligado a convertirse.
Por la puerta apareció dando saltitos aquella castaña en la que había estado pensando hace unos minutos atrás, cerrando tras de sí y adentrándose al salón ahora vacío. No era muy tarde, pero ya no tendría ninguna otra clase ahí, así que no hubo mayor problema con eso.
Lisa se acercó sonriente a su maestra, sosteniendo con ambas manos su mochila sobre sus hombros, para después sentir cómo besaba sus labios fugazmente y soltaba una pequeña risa. Jennie sonrió, pero a la vez puso una expresión de extrañeza en su rostro al notarla tan sonriente desde que entró.
-¿Tú qué tienes o por qué tanta risita? -preguntó con gracia, viéndola sentarse encima de su escritorio-. Bájate de ahí, Lisa.
-Nada en especial -se encogió de hombros sin quitar su expresión e ignorando las últimas palabras de su maestra-. Tal vez sea porque Química me pone de buen humor, o porque saqué la mejor calificación que he podido tener jamás en la tarea de cierta asignatura...
La señorita Kim alzó sus cejas con interés y se cruzó de brazos, sentándose frente a la menor en su silla. Alzó su rostro para poder mirarla, ya que, debido a la altura del escritorio en el que Lisa estaba sentada, podía verse bastante más elevada que ella.
-¿Y se puede saber por qué Química te pone de tan buen humor? -indagó, entrecerrando sus ojos.
-Nop, mejor hablemos de que mi maestra favorita al fin puso una excelente calificación a su alumna favorita en la última tarea -contestó coquetamente mientras mecía sus pies colgantes del escritorio.
-Bueno, ¿qué esperabas? Hiciste un buen trabajo y te lo ganaste. Pero si quieres puedo cambiarlo para que...
-¡No, no, no! -se apresuró a interrumpirla y Jennie rió-. Estoy bien así, no era una queja ni un agradecimiento, solo estoy feliz porque por primera vez obtuve una calificación así de buena en su asignatura y eso ayuda mucho para mi promedio final.
-Solo necesitabas enfocarte, y me alegra que hayas podido hacerlo -acarició su pierna por encima de la falda de la menor, quien sonrió y colocó su mano encima de esta.
-A quien no le está yendo muy bien es a Jisoo -comentó con un pequeño mohín-. ¿Usted podría...?
-No voy a subirle calificación a Jisoo -determinó seria, sin antes dejar acabar a la menor.
-Bueno, lo intenté -se encogió de hombros, apretando sus labios resignada, para después soltar una risita nuevamente.
Jennie rodó sus ojos y miró la hora en el reloj de su muñeca, levantándose de su silla para buscar su bolso y sus libros. Lisa sólo la miró hacer todo eso sin decir una palabra, a la espera de escucharla decir algo más.
Aún habiendo pasado algunas semanas desde la última vez que la señorita Kim se sinceró con ella, constantemente se seguía cuestionando sus sentimientos. Sin embargo, ahora podía decir que estaban un poco más claros que antes, ya que estaba teniendo la oportunidad de conocerla desde diferentes perspectivas diarias, y no le disgustaba en absoluto quién era la señorita Kim como persona.
Jennie Kim era bastante dulce dentro de esa barrera imaginaria que se había visto obligada a construir para sí misma. Nunca perdía sus rasgos objetivos o seductoramente sarcásticos, eso formaba parte inherente de ella; pero el lado tierno, apacible y sincero que mostraba con la castaña en las últimas semanas, la hacían ver más humana, y por lo tanto, más atractiva a sus ojos.
-¿Me escuchaste?
Lisa parpadeó varias veces mientras sacudía su cabeza para volver a la realidad de nuevo.
-No, lo siento. ¿Dijo algo?
-Sí, dije que necesito hablar contigo de algo importante, pero no puede ser aquí, y tampoco puedo demorar mucho en decírtelo -con su bolso recargado sobre su hombro y un suspiro, continuó hablando a la menor-. ¿Estás libre el sábado?
-Lo estoy, pero... ¿Sucede algo? -decidió preguntar con un poco de temor, ya que parecía estar hablando muy seria de repente.
-No exactamente, es solo que me gustaría hacerte saber algunas cosas. No es nada de qué preocuparse, pero es muy importante.
-¿Respecto a qué o de qué se trata?
-Preferiría hablarlo mejor luego, pero para adelantarte, es sobre algo que ocurrió el día que te encontraste con mi padre saliendo del apartamento.
Lisa colocó una expresión pensativa en su rostro, lo cual indicó a la mayor que no podía hacerse una idea de lo que podría ser, y era mejor así, no tenía intenciones de preocuparla cuando ni siquiera ella misma sabía qué esperar.
Quiso indagar más en la mayor, cuando el sonido de la puerta del salón abriéndose la hizo sobresaltar y mirar en esa dirección inmediatamente. Fue la primera vez que agradeció estar a una distancia prudencial de de su maestra, pues de no haber sido así, estaría metida en graves problemas ahora mismo.
Era el director de la escuela quien había aparecido tras la puerta, claramente sin esperarse la presencia de la castaña ahí, quien sólo lo miraba expectante desde que había llegado.
-¡Lalisa, bájate del escritorio! -reprendió antes que cualquier cosa-. Señorita Kim, ¿por qué permite que sus alumnos se comporten de esa manera?
-Te lo dije. Bájate, ya -murmuró entre dientes a la menor, para después girar su rostro y encarar al director-. Le ofrezco una disculpa, Manoban estaba aquí porque ocurrió un malentendido con una de sus calificaciones, pero tiene razón, no debería haberla dejado usar el escritorio de esa manera.
Lisa se bajó sin esperar un segundo más, acomodando su mochila sobre su espalda y mirando nerviosamente al hombre que sostenía la puerta semi-abierta entre sus manos.
-En ese caso, si ya terminó de hablar con ella, voy a tener que pedirle que se retire -dijo, dirigiéndose a la castaña-. Necesito hablar a solas con la señorita Kim.
Asintió, empezando a caminar hacia la salida sin volver a mirar a su maestra ni despedirse de ella. Pasó al lado del director e hizo una corta y rápida reverencia antes de abandonar el salón a paso apresurado.
Exhaló aliviada cuando se hubo alejado lo suficiente como para detenerse un momento, dirigiéndose después hacia su casillero más tranquilamente, en donde sacó algunos libros que no utilizaría esa tarde y los introdujo en él.
Constantemente miraba hacia los extremos del pasillo, pero únicamente veía a otros alumnos andar por ahí o saliendo de otros salones, así que intentó despreocuparse de lo que había sucedido y cerró su casillero antes de colocarse la mochila nuevamente y empezar a andar.
Lo único que no podía dejar de sobrepensar era la conversación que estaba teniendo con la mayor antes de que el director apareciera oportunamente en el salón. Quería saber de qué se trataba, pero supuso que debía esperar a que llegara el fin de semana para descubrirlo, por lo tanto, se esforzaría por olvidarse de eso en los tres días restantes.
Escuchó su celular sonar con una notificación, así que lo tomó para verificar de qué se trataba, siendo esto una serie de mensajes de Doyeon y los cuales la hicieron sonreír levemente.
Lalisa
2:36 pm
Lalalalisa
2:36 pm
Lisaaaa
2:36 pm
ㅋㅋㅋㅋㅋㅋ
2:37 pm
¿Qué sucede?
2:37 pm
Sucede que estoy buscando
alguien que me acompañe al
entreno de hoy y tú siempre pareces
ser la mejor opción para todo :)
2:37 pm
¿Te interesaría?
2:38 pm
Por cierto, eso fue un halago ㅎㅎ
2:38 pm
🤣
2:38 pm
De acuerdo, ¿dónde te veo?
2:39 pm
Date la vuelta 😋
2:39 pm
Lisa apagó su celular y se giró hacia el lado contrario en el que estaba, notando la presencia de la pelinegra a tan sólo unos cuantos metros de ahí. Le sonrió mientras negaba con su cabeza y empezó a caminar hacia ella.
Tal vez la idea de despejar su mente luego de todo no parecía ser muy complicada o alejada de sus posibilidades, menos cuando sabía que su compañía le traería muchas risas y buenos momentos. Algo que siempre valoraría sin importar qué.
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