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Lisa no fue capaz de procesar lo que estaba pasando en ese momento. Simplemente se sentía irreal y su cabeza no le permitía reconocer que sus labios por fin se habían encontrado con los de su maestra, después de una extensa y tortuosa espera en la que no había hecho más que desearlo con todo su ser.

Pero era real, estaba sucediendo aquí y ahora.

Se alejó tontamente de sus labios, interrumpiendo así el fugaz beso que su mayor le había proporcionado, y la observó con sus ojos levemente abiertos en sorpresa. No lograba conectar sus pensamientos tan rápido como para decir algo, pero aún así, sintió que no había necesidad de hacerlo, pues llegado este punto, ambas eran conscientes de lo que pasaba.

-Lisa, l-lo siento, esto... -la señorita Kim pareció reaccionar y se puso de pie inmediatamente, pero Lisa actuó rápido para detenerla.

-No -la miró a los ojos, y lentamente fue obligándola a sentarse de nuevo en el sofá-. Señorita Kim, ya no más, por favor.

Jennie frunció el ceño con confusión y volvió a su anterior lugar, pasando saliva con dificultad al momento en que su alumna tomó la decisión de abrirse de piernas y colocarlas a cada lado de su cuerpo sobre el sofá, para después sentir cómo se ubicaba sobre su regazo con lentitud.

-¿De qué hablas? -fue lo único que se le ocurrió preguntar ante tal situación.

-De que ya no quiero que me haga esperar más -entrelazó sus brazos alrededor del cuello de su maestra-. Necesito que vuelva a besarme porque es exactamente lo que usted y yo tanto deseamos.

Lisa ni siquiera sabía de dónde estaba sacando tanto valor para expresarse de esa manera, pero sabía con certeza una sola cosa, y era que esta vez no pararía hasta conseguir lo que quería.

-¿Por qué no me besas tú? -retó Jennie, con una traviesa sonrisa en su rostro-. Me parecería justo que, al haber sido la primera, ahora seas tú quien lo busque si tanto lo quieres.

La menor entrecerró sus ojos y soltó una pequeña risa nasal, mirando fijamente los labios de la señorita Kim, debatiéndose entre el impulso de hacerlo o de dejarse acobardar a último minuto.

Pero finalmente sacudió su cabeza, tomó un poco de aire para ahuyentar sus pensamientos intrusivos, y lentamente, observando la pequeña sonrisa de su maestra, se fue acercando a su rostro. A cada segundo que pasaba se encontraba más cerca de ese sabor que tanto había anhelado probar, hasta que sintió la proximidad de su aliento y supo que era el momento.

El mínimo roce que ocurrió entre sus bocas, más las mariposas que se agolparon en su estómago, provocaron que por fin uniera sus labios con los de su maestra, quien inmediatamente tomó la cintura de la menor y comenzó a pasear sus dedos por sobre la tela de su blusa.

Sus labios comenzaron un suave y lento vaivén, creando un beso despresurizado, y sin intenciones de detener sus abrasadoras caricias.
Sentía que estaba degustando el cielo, pues podía sentir la calidez de los labios contrarios y las manos que no dejaban de acariciar suavemente su cuerpo a través de la ropa, llenando cada vez más la copa de su deseo.

Sus lenguas no formaban parte de la ecuación, sino hasta que la experiencia de la señorita Kim se manifestó y decidió poco a poco ir transformando ese beso en uno un poco más apasionado.
Por lo que, apretó con una mano la cintura de Lisa y subió la otra, apartando su cabello del medio para poder tomar su nuca y ejercer presión en ella, consiguiendo profundizar el beso en cuanto sus bocas tuvieron mejor acceso a la contraria.

Lisa largó un sonido gutural ante tal acción, haciendo que la señorita Kim abriera sus ojos al escucharla y se alejara solo un poco para observar expectante a la menor.

Por un momento le resultó extraña su reacción, ya que eso había sonado más a un gemido que a alguna otra cosa, pero no comprendía su motivo cuando sus manos únicamente acariciaban su cintura ahora.
Incluso pensó en que ni siquiera debía estar haciéndolo, pero no se vio capaz de corregirlo en ese instante.

La castaña volvió a buscar los labios de su maestra al momento en que estos la abandonaron, ignorando completamente la mirada de extrañeza que esta le había brindado. Jennie decidió ignorar dicho acontecimiento y regresó a besar a la menor también, esta vez situando ambas manos sobre sus caderas.

Luego de unos segundos de más besos y caricias, decidió ponerse en pie, llevando fácilmente el cuerpo de Lisa consigo. Con mucho cuidado posicionó a la menor sobre la cómoda superficie del sofá, seguidamente de ella colocándose entre sus piernas abiertas, con el espacio justo para su cuerpo.

Intentó buscar sus labios de nuevo, pero esta vez pudo sentir la respiración agitada de la menor, observándola con sus ojos brillantes en curiosidad. Notó cómo sus labios se encontraban un poco más hinchados y sus mejillas marcadas con un ligero tono rojizo. Jennie le sonrió y acarició el costado de uno de sus muslos.

Prontamente volvieron a besarse, teniendo cuidado de no incomodar a la menor con su ligero peso sobre ella. Su pulgar acariciaba suavemente la piel de su mejilla, a la vez que no podía dejar de debatirse entre si tocar otra parte de su cuerpo o no.

Por fuera se mostraba muy segura de lo que hacía, incluso su expresión lo reafirmaba; sin embargo, por dentro se sentía confundida y no sabía exactamente cómo proseguir, o si siquiera debía hacerlo.

Lisa colocó sus manos sobre los brazos cubiertos por la sudadera de la señorita Kim, los cuales se encontraban a cada lado de su cuerpo luego de haber abandonado el toque sobre su rostro, acariciando estos con sus inexpertas y temblorosas manos. Sintió a su maestra rozar contra su entrepierna y ahogó un pequeño jadeo en los labios adversos.

Al escucharla, la señorita Kim pareció recién haber caído en cuenta de lo que estaba sucediendo y rápidamente se separó de la chica, saliendo de entre sus piernas. Se quedó unos segundos observando a Lisa, quien se dispuso a reincorporarse de manera nerviosa sobre el sofá mientras arreglaba su ropa.

Jennie aclaró su garganta y empezó a caminar hacia el comedor.
-Ya es muy tarde, debo irme. Si necesitas algo puedes llamarme de nuevo -tomó las llaves que había dejado sobre la mesa al llegar, y Lisa se levantó lo más rápido que pudo para ir hacia la entrada principal-. Ve a descansar.

Estando en el umbral de la puerta, la castaña asintió en silencio. Sabía que sus mejillas seguían sonrojadas, además de que su torpe accionar delataba lo que estaba sintiendo en ese momento.

Antes de partir, observó a cada lado de la calle para asegurarse de que no hubiese algún vecino fuera de su casa o alguien más que pudiera verlas, y al comprobar que no era así, dio un paso más y se acercó nuevamente a Lisa, tomándola por la cintura para después plantar un beso corto cerca de sus labios.

-Buenas noches, Lisa -dijo cerca de su oreja, antes de separarse y empezar a andar hacia su auto.

-Buenas noches, señorita Kim -susurró anonadada, sin que ella pudiera escucharla realmente. Luego entró de nuevo y cerró la puerta tras de sí.

Cualquiera podría notar claramente lo estupefacta que se encontraba mientras caminaba hacia su habitación, no sin antes apagar las luces de la sala y el comedor.
Al llegar, se dejó caer sobre su cama y sintió algo extraño, a lo cual no le tomó mucha importancia, pero más tarde se obligó a levantarse otra vez para cambiarse de ropa y finalmente poder dormir.

Sin embargo, al momento en que levantó una de sus piernas mientras quitaba su pantalón, pudo sentir ese 'algo' extraño de nuevo. Volvió a ignorarlo y lo sacó de una vez, cambiándolo por un short de algodón que había tomado de uno de sus cajones. Pero cuando subió su short y este rozó contra su piel, volvió a sentirlo.

Esta vez, la duda fue más grande que ella y se vio obligada a palpar suavemente su entrepierna, sorprendiéndose cuando percibió algo húmedo sobre sus dedos al momento de tocar su ropa interior.

Corrió hacia el baño a comprobar que su menstruación no se había adelantado, pero grande fue su sorpresa cuando no había líquido rojo por ninguna parte; solo una pequeña y delgada línea transparente al centro de su ropa interior.

Lisa frunció su ceño y tocó su intimidad con un poco de miedo, sintiendo un ligero cosquilleo al momento de hacerlo. De inmediato apartó su mano y observó sus dedos con el mismo fluido extraño que poseía su ropa interior. Frotó sus dedos como acto reflejo y pudo sentir su textura resbaladiza y viscosa.

¿Es que acaso la menstruación se le había vuelto transparente?

A sus dieciséis años, nunca le había sucedido algo parecido, o no que ella lo recordara al menos.

Su rostro se contrajo con confusión al pensar en que algo extraño estaba sucediendo con ella, así que rápidamente lavó sus dedos, secó su intimidad con papel de baño y cambió sus bragas por otras limpias, tirando esa directamente hacia la cesta de ropa sucia.

A pesar de haberse asegurado de estar limpia ahora, un pequeño cosquilleo sobre su intimidad seguía llamando su atención.
Realmente nunca había presentado esos "síntomas" antes, sin poder ignorar el hecho de que también su rostro se encontraba un poco caliente, obligándose a creer que fue a causa de la vergüenza que la embargaba por lo sucedido hace unos minutos con su maestra.

Luego de unos instantes, finalmente pudo volver a su cama. Cubrió su cuerpo con las sábanas y se acomodó entre ellas; apagó la luz de su mesita de noche y cerró sus ojos.

Todo los acontecimientos de ese día llegaron a su mente, reproduciéndose en su oscura visión de repente. La mayoría de las cosas la hicieron sonreír, pues omitiendo el desastre que ocurrió en la fiesta, se la había pasado muy bien.

Los besos con su maestra hicieron latir rápidamente su corazón al recordar toda la escena que se armaron en su sala. Reviviendo una y otra vez en su imaginación el sentimiento de haber acariciado sus labios con los propios por primera vez.
Su calidez, su toque, su delicadeza.

No logró conciliar el sueño en los siguientes minutos, viéndose absorta en las tantas cosas que estaba sintiendo. Sabía que el juego ya había comenzado, y no podía sentirse más orgullosa de haberlo logrado en menos de lo que creyó al inicio.

De repente, su celular sonó sobre la pequeña mesa a su lado, haciendo que se reincorporara rápidamente sobre la cama y lo desbloqueara para atender la notificación.

Se trataba de Jisoo quien le había escrito al fin, asegurándole que todo estaba bien con ella y que había llegado a casa hacía unos minutos.

I'm Jisoo, I'm okay 👍🏼
12:55 a.m
ㅋㅋ
12:55 a.m
¿tú estás bien?
12:56 a.m

Ugh, me preocupaste mucho
12:56 a.m
yo también estoy bien, aunque
hay mucho que debo contarte
12:56 a.m
Ya hablaremos luego 😴
12:56 a.m

De acuerdo ^-^
12:57 a.m
Buenas noches
12:57 a.m

Te quiero, tonta <3
12:58 a.m

Y yo te quiero a ti, tonta <3
1:00 a.m


Lisa apagó su celular y volvió a recostarse, aún con una boba sonrisa en su rostro.
Ahora sí se creía capaz de dormir tranquilamente, sabiendo que su mejor amiga estaba bien al igual que ella, y su maestra la había besado. Le era suficiente por hoy.

Era hora de descansar luego de un intenso, extraño y sin duda extravagante día.

[210620]

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