nine
-Oh... -hizo una pequeña reverencia desde su asiento al escuchar su nombre-, yo me llamo Lisa.
-Sí, eso ya lo sé -respondió la rubia, riendo.
Lisa se sintió avergonzada y procedió a beber agua, luego bajó su rostro y se mantuvo callada durante todo el trayecto, el cual continuó con normalidad.
El frío viento de la noche se colaba por las ventanas del auto, lo que hizo que Lisa se envolviera más en su cálida chaqueta y guardara sus manos en los bolsillos de esta.
A los pocos minutos, Rosé estacionó frente a una farmacia de veinticuatro horas, apagó el auto y abrió la puerta.
-¿Eres alérgica a algún medicamento? -preguntó antes de bajar, con un pie fuera del auto. Lisa negó con su cabeza-. Bien, vuelvo enseguida, coloca el seguro de las puertas.
Bajó del auto y Lisa hizo lo que se le pidió. La observó entrar a la farmacia desde la ventana y pudo notar que la chica tenía un rasguño en su brazo que sangraba un poco.
Mientras la analizaba detenidamente, cosa que no pudo hacer antes por obvias razones, la vio tomar su cabello y atarlo en un moño en lo alto de su cabeza. Arregló su ropa, que consistía en un pantalón de vestir negro y un crop top del mismo color que permitía apreciar su abdomen. Sin dejar pasar el detalle de sus altas botas de tacón, con las cuales debió haber dejado un gran dolor en el cuerpo del chico que la atacó.
La observó buscar algo en el bolso que colgaba de su hombro, hasta que de él sacó una tarjeta -supuso que de crédito-, y se la entregó a la mujer que estaba atendiéndola.
Rosé regresó al auto poco después y Lisa desactivó los seguros antes de que abriera la puerta por su lado. Le tendió un frasco de píldoras de paracetamol y otra botella con agua.
-Toma dos y conserva las demás para mañana.
-De acuerdo, gracias -musitó por lo bajo. Abrió la botella con agua y sacó las dos pastillas, poniéndolas sobre la palma de su mano, para después beberlas una por una con ayuda del agua.
La rubia asintió y cerró la puerta de Lisa. Rodeó el auto para entrar de nuevo en este, y ya dentro, extrajo de una pequeña bolsa plástica un paquete de curitas, las cuales abrió, seguido de un envase de agua oxigenada y un par de algodones.
Colocó las curitas sobre sus piernas y procedió a humedecer el algodón con el agua oxigenada, luego cerró el envase y empezó a dar leves toques con el algodón sobre la herida de su brazo. Su rostro se contraía en cada roce.
-¿Necesitas ayuda? -preguntó Lisa tímidamente, observando todo desde su asiento.
-No, yo lo hago -terminó de limpiar a los pocos segundos y dejó a un lado el algodón tintado con sangre.
Lisa decidió tomar la caja de curitas que tenía en sus piernas y sacar una para ella. Rosé la observó y prefirió dejarse ayudar.
La castaña ubicó con cuidado la tira a lo largo de la herida y después la pegó con suma delicadeza.
-Gracias -dijo ahora Rosé.
Guardó todos los artículos que había sacado de la bolsa y volvieron a partir, esta vez, por fin, hacia la casa de Lisa. Siendo así como, luego de varios minutos y de varias direcciones brindadas por la menor, la rubia aparcó al frente de esta.
Bajó del auto y se apresuró en abrir la puerta de Lisa, quien bajó también, agradeciendo a la otra chica en el acto.
-Puedes pasar, iré por dinero para pagarte -dijo cuando estuvo buscando sus llaves en la chaqueta.
-¿De qué hablas? -Rosé colocó una expresión confundida en su rostro-. No tienes que pagarme nada.
-Pero debo hacerlo... es lo único que puedo pagarte por lo que hiciste por mí hoy.
La rubia sonrió ladinamente y negó con su cabeza.
-No, no tienes que hacerlo. Solo acéptalo, tranquila.
-No estoy de acuerdo con eso... -Lisa abrió por fin la puerta de su casa y prendió las luces-, pero está bien.
-Eso me basta -respondió-. Debo irme. Tal vez regrese a la fiesta para comprobar que todo siga bien con Jisoo.
-Oh... sí, avísame si sabes algo, por favor.
-Creo que para eso necesitaré tu número de teléfono -respondió con gracia. Lisa rió avergonzada y Rosé sacó su celular. Dictó su número a la chica y lo guardó finalmente-. Listo, te llamaré en cuanto sepa algo.
-Oye, muchas gracias, de nuevo. No sé qué más habría pasado si no hubieras aparecido -declaró la castaña con aflicción.
-Ya... no fue nada. Entra, descansa y ponte hielo, ¿sí? -respondió la chica con una media sonrisa, para luego comenzar a caminar hacia su auto nuevamente.
Por último, ambas se despidieron y Lisa entró a casa. Se deshizo de su abrigo y también de sus zapatos, dejando estos cerca de la entrada con esperanzas de recordar quitarlos de ahí luego.
Buscó en la nevera algún alimento congelado para poner sobre su cabeza, siendo así como encontró fácilmente una bolsa de verduras congeladas.
Apoyó uno de sus codos sobre la encimera, mientras el otro brazo sostuvo la bolsa sobre su cabeza. Cerró sus ojos un momento, tratando de relajar un poco el ajetreo en sus sentidos, y notó lo mucho que le dolía el estómago.
A los pocos segundos, sus ojos se abrieron de golpe y reparó en que hacía falta algo consigo, recordando cómo nunca había tomado su bolso del sofá de aquella casa al salir.
Se preocupó, pero aún así volvió a cerrar sus ojos y a respirar hondo. Rosé tenía su número de teléfono, mas ella no tenía el suyo para llamarle en ese momento y pedirle que lo buscara y se lo diera a Jisoo al despertar.
Si de por sí, la noche estaba siendo un desastre, ahora solo hacía falta que hubiese olvidado su celular dentro.
Bajó un momento la bolsa de verduras y la puso a su lado, secó su mano en el pantalón y fue ahí cuando pudo sentir el bulto sobre su bolsillo delantero.
No pudo sentirse más agradecida en ese momento, así que sacó su celular del bolsillo y lo colocó sobre la encimera, habiendo olvidado por completo que lo traía en su ropa.
Tomó de nuevo las verduras y las llevo consigo, junto a su celular, hacia arriba. Entró a su habitación y se sentó sobre su cama, sintiendo su estómago volver a punzar de dolor, además de un pequeño mareo que la invadió repentinamente. Esperó a que esa sensación se esfumara y se recostó lentamente, acomodando la bolsa entre su almohada y su cabeza para que pudiera detenerse.
Desbloqueó su celular y le escribió rápidamente a Jisoo, pidiéndole que le llamara en cuanto pudiese.
Minutos después, dejó el celular sobre su abdomen y se quedó observando el techo por un largo rato.
A su mente empezaron a llegar de golpe recuerdos de lo que había sucedido esa noche, de lo bien que la estaba pasando antes de que todo se arruinara por completo, del tipo que no podía quitarse de encima, de cómo la tomó del cabello, provocándole un dolor que aún no se iba y que era imposible de ignorar. Lo recordó todo tan vívidamente, que su vista se nubló de nuevo y supo que las lágrimas no tardarían en caer.
No lo pudo evitar más y lloró. Se dejó llevar por sus sentimientos y por lo injusto que le parecía que su noche se hubiese arruinado de esa manera. Si bien se trataba de algo que ni siquiera pudo prevenir, de igual forma le provocó cierta impotencia contra la situación, pues de no haber sido ella la afectada, lo sería la chica con la cual fue confundida.
Luego de unos instantes, volvió a sentarse sobre la cama, cruzando sus piernas bajo su cuerpo y luego tomó su celular. Con lágrimas aún descendiendo por sus mejillas, buscó en sus contactos y marcó.
En su pantalla apareció el nombre "Señorita Kim 😍" y ubicó el celular en su oreja.
Eran las once y media de la noche, por lo que solo rogaba por que la mujer aún se encontrara despierta y que no fuese a molestarla con esa llamada. La línea estuvo a punto de cortarse hasta que finalmente fue atendida.
-¿Lisa? -escuchó su voz confundida a través de la línea.
-Ho-hola, yo... -su voz se quebró inevitablemente y quiso disimularlo, lo cual fue en vano-, lamento llamar a esta hora, pero...
-¿Estás bien? -la menor sorbió su nariz y respiró profundo para poder responder a esa pregunta, pero su maestra no la dejó continuar-. Lisa, contéstame, ¿estás bien?, ¿dónde estás?
-Estoy en casa, pero... -su voz se entrecortó nuevamente al momento en que quiso continuar-, no lo sé. E-En la fiesta, yo... fui al baño y-y cuando salí... -se vio incapaz de seguir y prefirió silenciar la llamada.
-Voy para tu casa, no tardo -dijo, antes de cortar la llamada.
Lisa se echó a llorar de nuevo y esta vez se recostó boca abajo sobre su cama, dejando que sus lágrimas cayeran sobre la almohada.
Malos recuerdos del pasado habían llegado a su mente sin poder evitarlo, lo cual provocaba mayor rechazo hacia la situación, consiguiendo empeorarla. Aunque, de igual manera, intentó distraer esos pensamientos con el hecho de que ahora se encontraba a salvo y nada había sucedido.
Solo esperaría a que la señorita Kim llegara y rogaba por poder tranquilizarse para entonces.
[...]
La castaña bajó de prisa cuando escuchó el timbre, abrió la puerta y se encontró con su maestra vistiendo un short de mezclilla y una sudadera color lila de algodón. Sus manos sostenían su celular y unas llaves, que supuso eran de su auto.
Cuando la mayor miró a Lisa aparecer tras la puerta, con los ojos enrojecidos e hinchados, sus mejillas húmedas y su maquillaje parcialmente corrido, solo pudo sentir una profunda curiosidad y lástima por lo que sea que haya sucedido.
Lisa saludó en voz baja y la invitó a pasar, a lo que Jennie simplemente accedió y entró a la casa de su alumna. Dejó las pertenencias que cargaba en sus manos sobre la mesa del comedor y procedió a acercarse a la menor.
-¿Qué fue lo que pasó? -frunció su ceño y trató de tomar su cabello para arreglarlo, pero Lisa encogió sus hombros y se alejó para evitar sentir algún dolor si su maestra tocaba la zona en la que dolía-. Lo siento. ¿Puedes explicarme?
-Sí... -empezó a caminar hacia la sala de estar, siendo seguida por Jennie.
Ambas se sentaron, una al lado de la otra, en el mismo sofá. Lisa empezó a relatar todo lo que había ocurrido desde que llegó a aquella casa, hasta que salieron de ahí con la "agradable chica que le había salvado".
También contó a detalle cada aspecto importante, mientras que Jennie escuchaba atentamente cada uno de ellos, con su semblante serio observándole en cada momento.
-¿Y pudiste ver su rostro? -preguntó.
-N-no, yo ni siquiera lo recuerdo bien. Solo recuerdo que me llamó con el nombre de otra persona, y no lo sé, supongo que pensó que era yo. Pero juro que si no hubiese sido por esa chica, no sé hasta dónde habría escalado esto -la castaña hacía un esfuerzo máximo por no volver a romper en llanto.
Jennie se quedó mirando al suelo por unos segundos, procesando cada una de las palabras que había escuchado en los últimos minutos. Su ceño seguía levemente fruncido al momento de volver a observar a Lisa.
-Siento mucho todo esto, imagino lo horrible que debió haber sido. No voy a cuestionar lo que hacías en una fiesta con personas mayores, porque no es el momento adecuado y tampoco una excusa para lo que sucedió, pero si puedes evitarlo en el futuro, será lo mejor.
-Entiendo, sí -Lisa asintió y bajó su mirada-. Pero ya no quiero pensar más en eso, es algo que quiero evitar que me atormente. Ya acepté lo que sucedió y mi incapacidad para hacer algo al respecto, así que solo quiero olvidarlo.
-Me parece perfecto -la señorita Kim esbozó una corta sonrisa hacia la menor y dio un pequeño toquecito con su mano sobre la de ella para reconfortarla-. ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?
El celular de Lisa empezó a sonar sobre el sofá en el que se encontraban, interrumpiendo su respuesta. Lo tomó y observó que la llamada entrante era de un número desconocido. Jennie notó esto y frunció su ceño al ver a Lisa contestar de inmediato.
-¿Hola?
-Hey, habla Rosé, ¿cómo sigue todo?
-Uh, ¡hola! Me encuentro mejor ahora, no te preocupes. ¿Cómo está Jisoo?, ¿seguían ahí? -se puso de pie y empezó a caminar por el espacio libre de la sala.
-Al parecer sí, aunque los encontré cuando estaban por subir al auto. Jisoo se veía un poco aturdida, así que Jaehyun ya está llevándola a casa.
-Bien, esperaré la llamada de Jisoo, le dejé un mensaje hace un rato -volvió a sentarse bajo la mirada adversa-. Oye, por cierto... ¿aún sigues en el lugar?
-Sí, ¿por qué lo preguntas?
-¿Podrías revisar en uno de los sofás si encuentras un bolso pequeño? Es negro, lo olvidé ahí cuando subí al baño.
-Cierto, recuerdo que Jaehyun me lo dio y luego yo lo lancé hacia el asiento trasero de mi auto. Olvidé dártelo, lo siento.
Lisa suspiró y le tranquilizó saber que al menos se encontraba en manos seguras. De cualquier forma, no había nada valioso ahí dentro, únicamente un poco de dinero y su labial.
-No te preocupes, luego me la devuelves. Y gracias otra vez.
-No es nada, ya te lo dije. Ve a dormir, descansa -escuchó una pequeña risa al otro lado.
Ambas se despidieron y Lisa cortó la llamada. Dándose cuenta de que, en todo momento, tuvo la mirada de Jennie puesta sobre ella, lo que la puso muy nerviosa por alguna razón. Consideraba que su mirada era demasiado penetrante, capaz de hacerla bajar la suya por inercia.
-¿Y bien? -preguntó con serenidad.
-La chica que me defendió acaba de llamar para decir que Jisoo está bien y que va camino a casa junto a su novio.
-Supongo que ya puedes estar un poco más tranquila entonces -dijo la mujer, sin dejar de observar a la castaña en ningún momento.
Lisa asintió y mordió su labio inferior nerviosamente mientras apartaba su rostro. Sentía que empezaría a sudar en cualquier momento ante la imponente presencia de la señorita Kim, quien, segundos después, empezó a brindar caricias sobre su antebrazo con la parte externa de sus dedos, provocando que Lisa alzara su mirada con timidez.
Jennie subió los suaves roces hasta su rostro, en donde se detuvo a limpiar delicadamente lo que pudo del maquillaje corrido con su pulgar, brindándole un mejor aspecto a la chica, quien estaba conteniendo su respiración mientras esto sucedía.
Si de por sí la ponía muy nerviosa la mirada contraria, que ahora estuviera tocándole de esa manera tan repentina y encantadora, lo volvía peor para sus sentidos.
En el ambiente volvió a sentirse la tensión, esa atracción por ella que no podía negar. Se acomodó solo un poco más de lo que le fue posible sobre el sofá, brindándose mayor cercanía entre sus cuerpos. Y fue cuando sucedió.
Finalmente sucedió.
La señorita Kim la había besado.
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