epilogue
Aproximadamente dos semanas atrás, los padres de Lisa informaron sobre su próxima estadía en Corea durante una larga temporada, lo cual significaba que estarían visitándola continuamente o pidiéndole que se quedara con ellos por algunos días, limitando y desvariando así su rutina usual de actividades.
Con su regreso a clases y su incorporación al grupo de estudio por las tardes, se vería obligada a organizar aún más su tiempo si su madre quería llevarla de paseo o de compras como tanto alardeaba cuando hablaban por teléfono; pero de eso se preocuparía luego.
Ahora cuidaba de las bolsas plásticas que llevaba en sus manos, introduciéndose a su auto y dejándolas sobre el asiento de al lado. Sacó su celular para enviar un mensaje rápidamente, colocando música en el radio del auto después y emprendiendo camino tranquilamente mientras un hermoso atardecer que empezaba a ocultarse poco a poco se ponía al frente del cristal de su ventana.
Quiso cambiar su uniforme antes de ir al supermercado, pero temía tardar mucho, así que eligió dejarlo y hacerlo luego. Aprovechando que se encontraba libre de tareas, todo el día se mantuvo pensando en lo mucho que ansiaba ver a Jennie, lo cual terminó siendo un plan que decidió ejecutar al salir del grupo de estudio en la escuela.
No era como si durante los últimos tres meses desde que se hicieron novias pareciera vivir más en el apartamento de la mayor que en su propia casa, pero esta semana había sido especialmente distinta, puesto que Jennie había estado lo suficientemente ocupada como para dedicarle una sola noche entera a Lisa.
La castaña lo entendía a pesar de haberse acostumbrado a verla casi diario antes y después de la escuela, pero tampoco quería ahogarla con su presencia o sus necesidades, así que decidió tomar un poco de distancia para que cada una pudiera empezar a llevar un ritmo más normal y sano de sus actividades fuera de la relación.
Ciertamente se escribían o se llamaban para saber de la otra, pero al considerar que no habría problema si aparecía de repente esa noche en su apartamento, Lisa envió el mensaje a la mayor para informarle que estaría ahí en unos minutos. Después de todo, la extrañaba tanto y solo quería estar con ella unas cuantas horas si era posible.
Por eso, se apresuró a bajar del auto en cuanto hubo llegado, llevando consigo las bolsas también. Ya casi ni hacía falta que se identificara en el lobby, simplemente lo realizaba por procedimiento obligatorio para poder subir. Aunque de igual manera, hace un mes, Jennie le había brindado una tarjeta para poder entrar a su apartamento cuando quisiera, y realmente prefería nunca hacerlo de esa manera, pero en esta ocasión le resultaría muy útil.
Fácilmente tuvo acceso, escuchando el ligero sonido de la puerta desbloquearse antes de adentrarse silenciosamente y cerrarla con cuidado tras de sí. Divisó la figura de espaldas de la mayor, sentada en uno de los extremos del comedor, concentrada en su computadora y con sus audífonos puestos sobre sus oídos, por lo que no pudo verla ni escucharla llegar.
Todo el apartamento se encontraba levemente a oscuras debido a la noche que cada vez se hacía notar más afuera, siendo la tenue luz del pasillo de la entrada lo único que generaba un poco de iluminación al interior.
Dejó las compras que había hecho sobre la encimera de la cocina y empezó a caminar hacia la mujer con una media sonrisa, intentando curiosear un poco por detrás lo que hacía en su computadora.
Al parecer, su atención estaba puesta en un documento con largos párrafos de letra muy pequeña, por lo que tuvo que achicar un tanto sus ojos para notar esto. Y sin tomarle más importancia, se inclinó un poco hasta estar a la altura de los hombros de Jennie, en donde apoyó su mentón sobre la curvatura de estos sin previo aviso.
El susto y el escalofrío que se llevó la mayor por esto sería catalogado como el peor de su vida. Casi pudo sentir cómo su alma abandonaba su cuerpo al sentir la presencia y el toque de otro ser a sus espaldas sin esperárselo. Sin embargo, fue tanta su sorpresa, que ni siquiera tuvo la posibilidad de gritar o decir algo al respecto y únicamente se mantuvo en silencio gracias a la conmoción.
Finalmente se tranquilizó en pocos segundos al sentir el característico aroma personal de su novia entrar por sus fosas nasales, tocando su pecho con una mano al verse aliviada e inhalando profundamente antes de girarse con ligereza para mirar a la chica recién llegada.
-Joder, Lisa, acabo de ver mi vida pasar frente a mis ojos -rió nerviosamente mientras se quitaba los audífonos y los dejaba sobre la mesa-. No hiciste ningún ruido al entrar, ¿cierto? ¿O me llamaste y no pude escucharte?
La mencionada se carcajeó de vuelta, alejándose de la mujer que parecía haber palidecido instantáneamente para ir hacia los interruptores y así prender la luz del lugar mientras seguía sin poder parar de reír; tanto, que tuvo que apretar su estómago con sus manos e inclinarse para obligar a detenerse de una vez.
Con sus mejillas enrojecidas y una suave risa por lo bajo todavía, Lisa volvió hacia donde estaba Jennie, quien la miraba con una expresión atónita en un intento por superar la fuerte emoción. Le resultaba aún más gracioso el hecho de que asustarla ni siquiera fuera parte de su plan, pues nunca pensó que hacer eso generaría esa reacción en ella, aunque fuera lo suficientemente obvio si se hubiera detenido a pensarlo por cinco segundos más.
-No, no llamé, pero sí dejé un mensaje antes de venir. Así que, en mi defensa, yo avisé que vendría -respondió dignamente mientras colocaba una de sus rodillas al medio de los muslos contrarios.
Jennie notó sus intenciones y decidió hacer espacio para ambas, arrastrando su silla hacia atrás para abrirle paso a la menor y que esta pudiera sentarse cómodamente sobre su regazo, siendo exactamente lo que la castaña hizo segundos después.
Alzó su rostro para mirar a la chica, con una de sus manos tomando el borde de la mesa y la otra colocándose en sus caderas para sostener firme el cuerpo contrario sobre el suyo. Por su parte, Lisa reposó ambos brazos sobre los hombros de la mayor.
-Lo siento por no ver tu mensaje, no tengo idea de dónde está mi celular -se disculpó, mirando vagamente por sobre la mesa para intentar encontrarlo-. ¿Pero qué haces aquí? Es tarde.
-¿Tarde? Apenas van a ser las seis -contestó la menor, riendo mientras jugaba distraídamente con el cabello de Jennie-. Cómo se nota que necesitas un descanso, solo mira todo esto.
Lisa señaló la gran cantidad de papeles y libros que tenía la mayor repartidos por toda la mesa, en los cuales no había reparado al llegar por la escasa luz de la que se deshizo minutos atrás. Jennie solo asintió lentamente, sin responder nada en concreto todavía, pero pensando en que debía ordenar todo eso antes de que algo pudiera perderse o confundirse con otra cosa.
-Tienes razón, no me he tomado ni un respiro desde el mediodía. Lo de papá y la universidad me han estado consumiendo por completo, solo quería acabar rápido, pero está tomando más de lo que pensé -cerró sus ojos por unos segundos y echó su cabeza hacia atrás.
-Incluso estabas usando la computadora en la oscuridad, eso no es bueno para tu vista -comentó la menor, acariciando su rostro con ternura al verla tan cansada.
Jennie asintió, estando de acuerdo con la castaña y abriendo nuevamente sus ojos para quitar sus lentes, colocándolos sobre su cabeza como una diadema y frotando sus párpados con los dedos. Hasta que Lisa la detuvo y volvió a bajar los lentes para ponérselos de nuevo, provocando que la mayor frunciera el ceño y preguntara con la mirada la razón de ello.
-Déjalos, te ves sexy con ellos -pidió, brindándole una disimulada expresión insinuante.
La aludida negó con su cabeza, acomodando sus lentes con la punta de su dedo medio y sintiéndose levemente cohibida por el cumplido, lo que hizo que la castaña sonriera victoriosa de lo que había causado.
-Mejor dime cómo te fue en la escuela -intentó distraer la atención cambiando de tema-. ¿Todo va bien? ¿Cómo te estás portando?
-Hmm, la señorita Kim quiere saber si sigo comportándome ahora que ella no está -empezó a provocar a su mayor con picardía-. ¿Qué pasará si no es lo que espera?
-Tú sabes muy bien la respuesta a esa pregunta, cariño -replicó, siguiéndole un poco el juego a la chica-. Pero hablo en serio. ¿Cómo vas en la escuela?
No tuvo más remedio que resignarse a contestar, pero definitivamente no iba a detenerse hasta obtener algo mejor que eso.
-Mis notas están bien, al igual que las clases. Podría decirse que el grupo de estudio es menos aburrido de lo que pensé, al menos me ayuda a concentrarme mejor que en casa.
-Te lo dije -respondió, recordando que aquello había sido idea suya-. Así me gusta, y por lo tanto, espero que continúes de esa manera porque estás muy cerca de terminar.
-La nueva maestra de Lengua y Literatura me agrada mucho también, creo que es muy agradable -sonrió, jugando a enrollar la punta de su cabello y evitando la mirada de Jennie, quien claramente se removió en su lugar al escucharla-. El otro día me felicitó delante de toda la clase por hacer el mejor ensayo y...
-Sí, sí, ya entendí, es la mejor -interrumpió abruptamente-. ¿No te quieres casar con ella de casualidad?
Nuevamente había conseguido la reacción que deseaba de parte de la mayor, ampliando más su maliciosa sonrisa al notar cómo la mano que reposaba sobre su cadera empezaba a ejercer presión en ella. Inmediatamente se acercó al rostro contrario con intenciones de atrapar sus labios en un exuberante beso, mas no se esperó que Jennie se apartara rápidamente, ladeando su cabeza e impidiéndole realizarlo.
-¿Por qué...? -se quejó, haciendo un pequeño mohín con sus labios.
Jennie se quedó en silencio, alejando sus manos del cuerpo ajeno para cruzarse de brazos y mirarle fijamente, parpadeando lentamente al hacerlo. A lo que Lisa apretó sus labios para contener su sonrisa, pensando que realmente se había enfadado con ella. Por lo que se vio en la necesidad de ingeniárselas para evitarlo con una técnica que no le resultaba para nada difícil de ejecutar.
Se acomodó sobre sus piernas, abrazándose más a ella y tomando su rostro delicadamente entre sus manos, para después empezar a depositar pequeños besos alrededor de sus mejillas. Y aunque la expresión de la mayor fuera una muy neutra, por dentro estaba disfrutando de la atención y el perdón indirecto de la castaña mediante los labios que acariciaban tan tiernamente su piel.
Dejó unos cuantos más sobre su frente, nariz y mandíbula, bajando sus manos hasta el cuello de Jennie, en donde palpó los costados de este con la yema de sus dedos para dar suaves masajes que lograron bajar la guardia de la mayor casi de inmediato, dejándose adular por la relajante sensación.
Al ver que estaba funcionando, Lisa siguió besando sobre la comisura de sus labios sin dejar de masajear con sus dedos, embriagando completamente a Jennie al llenarla de diferentes afectos que jugaban con sus sentidos.
Y es que se encontraba tan cansada y tensa, que un poco de atención no venía mal de parte de su novia, aunque esto implicara que haya olvidado la razón por la que le negó un beso anteriormente.
Solo supo que ahora estaba correspondiéndole gustosamente, volviendo a colocar sus manos en su cuerpo, esta vez sobre su trasero, el cual apretó delicadamente para sentir a la castaña más cerca.
Sin embargo, la chica continuó jugando con el vaivén de sus bocas durante unos cuantos minutos más, deleitándose con la calidez y humedad que la envolvía cada vez que ladeaba su cabeza para adentrarse mejor en ella. Pero eso acabó cuando se separó de un momento a otro, mostrando sus labios evidentemente enrojecidos e hinchados.
-¿Eso responde a la pregunta? -dijo, sonriendo al volver a ver a la mayor, quien asintió lentamente.
-Te aprovechas de que no puedo resistirme a ti -alegó con falsa molestia.
Lisa se alzó de hombros en respuesta, riendo ante lo dicho y regresando a dejar un corto beso sobre los labios contrarios, pero esta vez siendo uno más afectuoso. Al volver a su posición anterior, pudo notar cómo Jennie frotaba sus dedos contra su sien, a la vez que entrecerraba un poco sus ojos.
-¿Qué pasa, te sientes mal? -preguntó con preocupación, colocando una de sus manos sobre su frente para comprobar su temperatura.
-No, es solo que... -su mirada se desvió hacia los papeles de la mesa-, acabo de recordar que esta mañana, papá me pidió que revisara un documento antes de enviárselo de nuevo, y aún no lo hago.
-¿Y eso lleva mucho tiempo?
-No realmente, pero casi lo olvido, y es algo más que agregar a la lista de cosas pendientes -explicó con exhaustividad.
-Todavía tienes tiempo, es temprano -intentó tranquilizarla-. No te estreses tanto, ya verás que sales con todo.
-¿Cómo no hacerlo? Siento que va a acabar conmigo en cualquier momento.
-¿Me dejas ayudarte un poco con eso? -Lisa bajó su mirada y empezó a acariciar lentamente las clavículas de la mayor por sobre la ropa.
-Aunque quisiera, no podrías ayudarme con esto. Tendría que explicarte muchas cosas antes de poder hacer algo así -Jennie miró con distracción la pantalla de su laptop, totalmente indiferente a las intenciones de la castaña.
-¿Quién dijo que hablaba de trabajo?
Esta vez, su atención se fijó inmediatamente sobre la chica, volviendo su rostro para verla y tratar de comprender a qué se refería.
Comenzó a intuirlo al notar sus inquietas manos moviéndose sobre la parte superior de su cuerpo, jugando a delinear los resaltantes huesos de su clavícula e intentando escabullir sus manos dentro de su blusa poco a poco.
Los ojos de Jennie nunca dejaron de observar cada movimiento de Lisa, y es por eso que soltó un pequeño suspiro cuando la vio empezar a deshacerse de cada botón de la prenda, dejándola semi abierta para poder tocar libremente parte de su pecho. Llevó sus caricias de arriba hacia abajo sobre él, incluso pasando las manos sobre sus hombros para destensarlos.
-Entonces ya veo de qué se trata todo esto -articuló débilmente, dejándose llevar por el toque de la menor-. ¿No puedes evitarlo, cierto?
Lisa negó con su cabeza, mostrando una media sonrisa desvergonzada y continuando el masaje sobre la zona posterior de sus hombros, en donde no se detuvo por mucho tiempo antes de desplazar sus dedos hacia su nuca, presionando delicadamente sobre esta en círculos, mientras volvía a besar sus labios con serenidad.
Cada una de sus preocupaciones fueron desapareciendo a medida que la tensión en su cuerpo empezó a disminuir. No se había dado cuenta de cuánto necesitaba aquello hasta que la menor había tomado la espectacular decisión de brindárselo, mostrándole lo bien que podía hacerla sentir en cuestión de minutos.
Y detestaba encontrarse tan llena de trabajo porque, de no ser así, podría disfrutar de algo parecido todos los días. Teniendo a su novia moviéndose encima suyo, envolviendo tan adictivamente sus labios sin querer separarse un solo segundo de ellos, y sintiendo su cálida respiración chocar contra su rostro cuando esta se volvía más pesada.
La ligera fricción entre el trasero de Lisa y su pelvis empezó a despertar deseos más lascivos, los cuales fueron alentados por el incesable movimiento de sus manos sobre su cuerpo. Soltó una fuerte exhalación cuando la chica inclinó su cabeza para posar sus labios sobre su pecho, bajando gradualmente hasta alcanzar el inicio de sus senos, en donde se mantuvo besando tentativamente sin apartar su sostén todavía.
Se removió impaciente sobre la silla al sentir sus bragas mojarse inevitablemente en cuanto Lisa se frotó con más intensidad sobre su regazo, tomándola con fuerza por el costado de sus piernas y así marcando sus dedos en ellas.
Junto a su blusa a medio quitar, la castaña bajó un poco el sostén de Jennie, liberando parcialmente sus senos y dejando a la vista sus erectos pezones que pronto fueron presas de la boca ajena. Lisa abandonó su posición en las piernas de la mayor, desplazándose hacia abajo para poder actuar más cómodamente y tener mejor movilidad.
Estando ahora de pie, se sostuvo con ambas manos del respaldo de la silla en la que se encontraba Jennie, lo cual la dejó atrapada al medio de sus brazos mientras Lisa volvía a inclinar su cabeza para degustar la dureza de sus pezones con su lengua.
Se encargó de crear movimientos circulares sobre su areola, presionando satisfactoriamente y humedeciéndola en consecuencia.
Bajó una de sus manos para apresar su pezón desatendido entre sus dedos, sacándole un corto gimoteo que no pudo contener a la mayor, para después succionar el que tenía en su boca, soltándolo poco a poco bajo la atenta mirada de Jennie. Su sensibilidad estaba aumentando y la situación entre sus piernas no hacía más que empeorar.
Otro gemido volvió a escapar de sus labios al sentir cómo se enterraba en su piel una exquisita presión, siendo los dientes de la menor los que lo provocaban cuando tiraron de su pezón con cuidado de no lastimarla. Y es que era esa delicadeza con la que Lisa disponía de su cuerpo lo que hacía que su entrepierna palpitara por su toque.
Sin resistirlo más, hizo descender su propia mano para tocarse por encima de su pantalón, apretando con cierta fuerza para detener el cosquilleo que le provocaba la boca de la menor adueñándose de la sensibilidad de sus senos. Pero no tardó mucho en que Lisa notara esto y decidiera cambiar el rumbo de sus atenciones.
Alzó su rostro, mostrando cuán brillantes se encontraban sus ojos sumergidos en la lujuria del momento, para luego sentir cómo apartaba su mano lejos del pantalón.Y sin siquiera molestarse en desabrocharlo, Lisa introdujo sus delgadas manos fácilmente dentro de ellos, palpando su ropa interior en un principio, la cual también logró omitir bajándola un poco, para deslizar sus dedos por el borde y así encontrar el cálido centro de Jennie.
Se dio cuenta de la humedad al instante, provocándole una sonrisa orgullosa al entender lo que había causado en tan corto tiempo, y continuó bajando hasta ubicarse sobre su clítoris, el cual presionó con sus dedos, consiguiendo que Jennie contrajera su abdomen y abriera su boca para soltar un jadeo.
Con sus dedos medio y anular, Lisa volvió a hacer lo mismo, pero esta vez empezó a frotar de arriba a abajo, aprovechándose de lo fácil que era deslizarse ahí. Juntó su frente con la de la mayor, apoyándose en ella para dejar cortos besos sobre sus labios a medida que aumentaba la velocidad de sus dedos y la escuchaba contener varios gemidos en consecuencia.
Jennie temía tanto no poder soportarlo por mucho tiempo, que cuando Lisa encontró el punto exacto en el que deseaba apretar sus piernas para contenerse, se vio en la necesidad de detenerla tomándola por el antebrazo. Esto dejó desorientada a la menor, pero al ver a la mujer jadeante, con su rostro contraído, sus ojos apretados y la fuerza con la que la estaba sosteniendo, supo que algo estaba sucediendo.
-¿Quieres que vaya más despacio? -preguntó para asegurarse.
-Por favor, preciosa -pidió apenas en un susurro, soltando el agarre que tenía en la otra.
Estaba muy sensible y no quería acabar tan rápido, pues si bien su justificante era el estrés que poseía últimamente, tampoco quería dejar de disfrutar la maravillosa habilidad de su novia con los dedos.
En respuesta, recibió un tierno beso de la misma, a la vez que sentía sus dedos desplazarse poco más abajo de su clítoris, delineando sus labios mayores con suavidad y tomando parte de su humedad para poder continuar frotando con libertad. Al ser consciente de esto, Jennie separó un tanto más sus piernas para que la otra pudiera tener comodidad.
Cerró sus ojos por unos segundos, disfrutando de la dulce caricia que resultaban los dedos de la chica moviéndose de un lado a otro sobre su intimidad, tentando con introducirse en su hendidura, pero abandonando la idea al volver a deslizarse hacia arriba.
Su ropa interior se estaba mojando cada vez más, y no se extrañaría de que sus pantalones también lo hicieran, volviéndose un desastre que después arreglaría metiéndolos a la lavadora.
Sus dígitos formaban una "V" al subir y bajar sobre sus labios, apretando con suavidad los pliegues y sacando nuevos gemidos a Jennie cuando ahora su pulgar se encargó de posarse sobre su clítoris al mismo tiempo, empezando a acariciar concisamente este.
Una vez más, la mayor volvió a estremecerse ante esto, por lo que levantó sus brazos y se tomó de los bordes del respaldo de su silla, apretó estos con fuerza, marcando así los músculos de sus brazos, y tensando sus piernas en cuanto un fuerte espasmo se apoderó de su vientre.
Lisa siguió frotando en círculos, mientras mantenía su mirada fija en la de Jennie, quien la consideraba cada vez más difícil de sostener. Otra fuerte sensación hizo que sus piernas se apretaran y su mano abandonara su agarre sobre el respaldo para volver a tomar el brazo de la menor, deteniéndola.
Con gentileza, se dispuso a hacer que la chica sacara su mano de dentro de su pantalón, lo cual la dejó un poco extrañada, pero atendió a sus direcciones.
-Quítate la falda -ordenó con voz agitada.
La aludida comenzó a deshacerse de los seguros de la prenda, bajándola fácilmente cuando estos estuvieron fuera, y quedándose únicamente en bragas mientras observaba cómo su mayor también se liberaba de su pantalón junto a su ropa interior.
Esto la llevó a pensar que debía hacer lo mismo, por lo que igualmente intentó bajar sus bragas por sí misma, seguido de su blusa, pero en pocos segundos recibió ayuda de Jennie, quien lanzó las prendas al suelo después.
Teniendo su parte inferior ahora descubierta, Lisa sintió una mano introducirse al medio de sus piernas, apretando la cara interna de su muslo derecho para obligarla a girarse en dirección opuesta. Sintió una muy breve vergüenza cuando estuvo de espaldas a Jennie, pero esto duró poco al notar que intentaba atraerla hacia sí misma, así que se dejó hacer y terminó sentada sobre su regazo nuevamente.
Sus pieles entraron en contacto en cuanto el trasero de Lisa chocó contra la pelvis de la mayor al sentarse en ella, provocando que sus manos se tomaran de la mesa que tenía al frente. Jennie se aferró a su cintura y lentamente empezó a empujarle de adelante hacia atrás para que la menor se moviera encima suyo.
La cálida intimidad de la castaña se presionaba lascivamente sobre el pubis de su mayor, deslizándose en él con ayuda de su propia humedad. El vaivén de sus caderas era controlado por Jennie, quien se mantuvo firme en su agarre hasta que una de sus manos se escabulló por la ingle de la menor y se abrió paso hacia el medio de sus labios, los cuales separó con sus dedos para frotar delicadamente.
Esto generó un pequeño sobresalto en Lisa, quien continuó moviendo sus caderas en el mismo sentido en que Jennie se resbalaba por sus pliegues, hundiéndose suavemente entre estos para acariciar su clítoris a la vez que estimulaba su intimidad completa cuando sus dedos le recorrían de arriba a abajo. Y para conseguir una sensación más intensa, Lisa tomó la muñeca de la mayor para mantenerla estable, mientras ella misma comenzaba a frotarse contra su mano.
Atenta a los gemidos que salían de su boca, Jennie separó su cuerpo del respaldar de la silla para acercarse más a la castaña, apegando su torso contra la espalda ajena y pasando su brazo por el frente para envolver toda su cintura y así mantenerla firme. Colocó su mentón sobre el hombro derecho de Lisa, quien sintió cómo la respiración contraria golpeaba pesadamente sobre su cuello y le provocaba escalofríos en todo el cuerpo.
La incesante fricción de su trasero contra su pelvis hicieron que la mayor afianzara el agarre en ella y nuevamente moviera su otra mano para continuar estimulando el centro de Lisa, sacándole algunos gemidos más altos que los anteriores. La piel de sus piernas se percibía tan tersa al rozar con las suyas, que solo aumentaba su gran deseo por correrse.
-¡Mgh, sí! -obligó a su mayor a que alzara un poco más su mano y ahora tomara uno de sus senos desde detrás, apretándolo con cierta fuerza que la hizo cerrar sus ojos y abrir más su boca-. Se siente tan bien...
Estaba siendo tanto su éxtasis y se encontraba demasiado perdida en su propio placer, que solamente podía querer más y más. Por lo que no pudo inhibirse de empezar a dar pequeños saltitos sobre la mayor, disfrutando del descuidado choque de sus intimidades el cual estaba enloqueciéndola.
Ahora fue Jennie quien también gimió ante la intensidad de las sensaciones que Lisa le provocaba con el improvisado cabalgar en su regazo, besando su cuello después y viéndose tentada a dejar algunas marcas en este. Sus dedos continuaban hundiéndose entre la separación de sus labios, empapándose cada vez más, al igual que lo hacía su entrepierna.
Un fuerte cosquilleo en su centro causó que su vaivén se detuviera por unos segundos y que sus manos se sostuvieran del borde de la mesa, alcanzando su ardiente orgasmo en cuanto Jennie no dejó de masturbarle en ningún momento. Su vientre se contrajo y un último gemido agudo salió de su garganta, encontrándose lo suficientemente aturdida como para recomponerse de inmediato.
-Quédate así -ordenó Jennie.
El cuerpo de Lisa estaba ligeramente inclinado hacia el frente, su trasero se encontraba a total disposición de la mayor, con sus brazos extendidos sobre la mesa con un poco de debilidad y su espalda ligeramente arqueada por el reciente orgasmo. Jennie podía sentir sus propios muslos ser humedecidos con los fluidos que se derramaban de entre las piernas de la menor, lo cual pensó en usar para su provecho.
Con ambas manos tomó su cintura y ejerció presión en ella cuando empezó a mover a la chica encima suyo, guiando el desliz de su trasero de arriba hacia abajo sobre su pelvis. Volvió a recostarse sobre la silla para poder observar mejor la manera en que la esbelta figura de Lisa descendía con vigor sobre sus piernas, provocándole gran placer con el húmedo roce sobre su pubis.
Apoyó sus codos a cada lado, sin dejar de controlar los movimientos de la menor con sus manos, y contemplando con una mirada lasciva lo perfecto que parecía su trasero chocando contra su piel, tanto como el impúdico sonido que generaba su mojada intimidad. No tenía dudas de que aquello era simplemente celestial; podría repetirlo una y otra vez todos los días.
A pesar de que Lisa había recibido su orgasmo minutos atrás y debido a ello se encontraba un poco más sensible que antes, estaba disfrutando el hecho de frotarse contra la mayor, sobre-estimulándose en el proceso, pero soltando sigilosos gemidos de placer que contribuían a que Jennie se sintiera más cerca de alcanzar lo que tanto había contenido.
En el momento en que sus intimidades se encontraron durante el roce, la castaña se esforzó por no abandonar ese punto que había hecho a Jennie empezar a gemir continuamente. Sintió su cintura ser apresada con más fuerza y sus movimientos controlados se volvieron más penetrantes, teniendo a la mayor consumida por su propio deseo.
Y con un pesado jadeo, acompañado de un quejido gutural, Jennie debilitó su agarre sobre la menor, tensando sus piernas y cerrando sus ojos cuando el apabullante orgasmo se concentró en su sexo, haciéndola inclinarse nuevamente para abrazar a la menor por detrás en lo que el cosquilleo desaparecía gradualmente de su centro.
Su agitada respiración golpeaba contra la espalda de Lisa, quien buscó las manos contrarias para tomarlas y entrelazar sus dedos, a la espera de que su mayor se recuperara de la reciente distensión de su cuerpo. Con esto, a los pocos instantes, Jennie comenzó a dejar pequeños y tiernos besos sobre sus hombros, manteniendo sus ojos cerrados e invadiendo sus fosas nasales con la suave esencia de la piel de su novia.
-Eso fue increíble -comentó con un tono de voz agotado-. No sabía lo mucho que lo necesitaba.
Lisa soltó una pequeña risa nasal, deshaciendo el enlace de sus manos para girarse sobre la mujer, viéndole de frente ahora y sonriéndole ampliamente cuando sus miradas se encontraron.
-Uhm, de nada -declaró con gracia, robando un beso de los labios contrarios, a lo que Jennie sonrió ladinamente complacida-. ¿Tienes hambre?
-Demasiada -aceptó, palpando su abdomen con suavidad-. ¿Quieres pedir algo?
La castaña salió de sus piernas, poniéndose de pie nuevamente y buscando sus bragas por donde sea que estuvieran-. De hecho, hice unas compras antes de venir, así que solo préstame la cocina y empieza a rezar que no la incendie.
Jennie se la quedó mirando con desconfianza, pero luego soltó una carcajada al recordar que la chica no era tan mala cocinera como para ocasionar algo así. Negó con su cabeza y se dispuso a tomar su ropa del suelo también.
-Bien, pero si veo que algo va mal no dudaré en llamar a los bomberos... o un delivery -señaló con su dedo a la menor.
-Tú tranquila, que tan pronto como termine de cocinar vas a estar chupándote los dedos con mi spaghetti de bajo presupuesto -presumió graciosamente, mientras terminaba de vestir su ropa interior y recogía su uniforme del piso-. Aunque, si te das prisa con el trabajo que tienes pendiente, puede que también disfrutes del postre...
-Sin duda, esta es la motivación que necesito -contestó, apresurándose a retomar su puesto tras la mesa, con su laptop y hojas medio dispersas.
-Qué interesada, señorita Kim. No sabía que le gustaban tanto los postres -se cruzó de brazos, ocultando una media sonrisa en sus labios.
-Simplemente me encanta degustar cosas dulces -Jennie se encogió de hombros, empujando sus lentes con la punta de sus dedos y mirando a la castaña con suficiencia.
-Sí, claro -rodó sus ojos con una sonrisa, antes de empezar a caminar hacia las escaleras que llevaban a la habitación de la mujer-. Voy a tomar de tu ropa para cambiarme, ¿está bien?
Jennie respondió con un sonido afirmativo, volviendo a concentrarse en la pantalla de su computadora. Ahora estaba mucho menos tensa que antes, con sus hombros relajados y su mente más despejada, por lo que abandonó el pesimismo anterior y se creyó capaz de acabar con todos sus pendientes a tiempo.
Por otro lado, Lisa suspiró tranquilamente cuando acabó de vestirse con las prendas más cómodas que encontró en el closet de su novia, saliendo de la habitación para iniciar con el preparativo de la cena. De igual forma, se sentía un poco agotada y con sueño, pero nada la satisfacía más que ser de ayuda para Jennie; así que, lavó sus manos y se dispuso a cocinar cuanto antes.
Su atención se distraía por unos instantes, observando desde el marco de la cocina a la bella mujer denotarse profundamente concentrada, de semblante neutral, con sus cejas ligeramente ceñidas y el dorso de su mano sosteniendo su mentón.
Por innumerable vez, Lisa reparó en lo fuertemente atraída que se encontraba por ella, siendo ahora cuando podía jactarse de ya no ser algo únicamente físico, sino más puro y sincero. Pero el fugaz recuerdo de su incorrecta intención de hace algunos meses se inmiscuyó en su cabeza, provocando que volviera su mirada arrepentida hacia la salsa que estaba preparando.
La culpabilidad era un problema del que poco a poco intentaba deshacerse, o al menos disiparlo cuanto más le fuera posible. Le resultaba difícil en sus momentos de mayor vulnerabilidad; sin embargo, verse envuelta entre los brazos de aquella mujer que tanto calor y cariño le ofrecía, siempre conseguía calmar sus afanosos pensamientos. Justo como se encontraba haciéndolo ahora, luego de algunos minutos.
A pesar de no tener conocimiento de lo que sucedía en la cabeza de la castaña en ese momento, en alguna otra ocasión Jennie comprendía completamente ese sentimiento. Aquel que a día de hoy seguía siendo recurrente y lograba perturbar su tranquilidad, pero del que también esperaba deshacerse posteriormente.
-No es por nada, pero esa salsa se ve deliciosa. ¿Me dejas probar? -preguntó, con sus brazos acogiendo su cintura delicadamente.
Lisa asintió y con su dedo meñique tomó una pequeña cantidad del contenido del tazón, ofreciéndosela a Jennie, quien la recibió en su boca y la degustó inmediatamente, sonriendo para demostrar su agrado por ello.
Volvió a recibir a la menor entre sus brazos cuando esta se dio la vuelta para mirarle de frente, yendo directamente a besar sus esponjosos labios que tanto adoraba, provocándole una ligera sonrisa enternecida.
Y eso fue todo lo que necesitó para censurar cualquier tipo de mal designio que su mente le lanzaba repentinamente, sintiéndose segura e intensamente enamorada.
Sin darse cuenta, pero siendo conscientes de ello, ambas se habían convertido en la zona segura de la otra, siendo algo que ninguna se veía capaz de reemplazar. Porque se querían, y se aseguraría de que así continuara siendo mientras la amplia burbuja que las mantenía unidas no se rompiera.
Definitivamente, ser la alumna favorita de su profesora nunca se sintió tan extrañamente agradable.
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