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eleven

Era la hora del almuerzo y, extrañamente, Jaehyun no estaba con ellas como se había vuelto usual en las últimas semanas.
Al parecer, surgió un imprevisto y se vio en la obligación de presentarse a su agencia para atender asuntos importantes durante el transcurso de la mañana, por lo que ahora ambas podían conversar tranquilamente sin tener la presión de que el novio de su amiga escuchara algo vergonzoso o muy privado.

-¿Hablaste algo más con la señorita Kim luego de lo del sábado? -preguntó Jisoo justo antes de robar una papa del almuerzo de Lisa y después comerla.

-Nada interesante, conversamos un poco por mensaje y ella comenzó a desahogarse sobre lo frustrante que era ser mayor. Fue ahí cuando me di cuenta de que no tenía ni idea de cuál era su edad -respondió la menor, reposando su mentón sobre la palma de su mano-. Aunque, ahora que lo sé, no pienso que sea para tanto.

-¿Me dirás cuántos años tiene o puedo seguir suponiendo que está por llegar a los cuarenta?

Lisa se carcajeó y dio un pequeño golpe en el brazo de su amiga.-No digas eso, ni siquiera aparenta una edad superior a los treinta. Tiene veinticuatro -indicó con una sonrisa ladina, mientras Jisoo colocaba una confusa expresión en su rostro-. No me veas así, tampoco es como si pudiéramos haber esperado que tuviera diecinueve.

-Cierto, pero escucha... -se acercó más a la castaña para hablar en tono bajo-, debes ser muy precavida con todo esto. Te lo parezca o no, la diferencia entre sus edades puede ser algo muy peligroso, considerando que tú aún eres menor. Nadie más puede enterarse por absolutamente ninguna razón. ¿Entiendes lo que digo?

-Claro que lo entiendo. Dios, no quiero ni imaginar la vergüenza que sentiría si alguien más lo supiera -cubrió su rostro con sus manos por unos segundos-. Y no lo digo por ella, sino por lo que puedan decir de mí.

-¿Por qué te importaría lo que digan los demás?

-No, es que... -suspiró exhausta ante lo difícil que le estaba siendo expresarse-, es solo que no quiero que piensen que es de esa manera como obtengo mis calificaciones.

-Justamente por eso mencioné lo peligroso que sería si alguien externo llegase a enterarse, o a notar algún comportamiento extraño entre ustedes.

La menor asintió y apoyó sus manos juntas bajo su mentón-. Sí, bueno, tienes razón. Como sea, lo tendré en cuenta.

El timbre sonó y ambas chicas fueron directamente a tirar la basura restante de sus mesas, para luego caminar directamente hacia la salida e ir hacia sus salones correspondientes.

[...]

Cuando por fin llegó la hora de salida, Lisa esperaba junto con Jisoo a Jaehyun, quien había prometido pasar a recogerla.
Entre el pequeño silencio de las chicas, la pelimorado concentrada en su celular y Lisa sentada en el piso mientras miraba hacia la calle, se llevó una agradable sorpresa al observar a Rosé bajar de su auto, avisando rápidamente a Jisoo de esto.

La mayor guardó su celular de inmediato y le sonrió desde donde estaba a la otra chica. Lisa se puso de pie, colocando su mochila de nuevo sobre su espalda y también sonrió cuando la rubia apareció frente a ellas, saludándoles con amabilidad.

-Supongo que esto es tuyo -declaró, a la vez que extendía el bolso que había prometido devolver a la menor-. Ya no pude llamarte de nuevo, pero qué suerte que aún estén aquí.

-Gracias por traerlo -tomó el bolso y le sonrió de vuelta-. De hecho sí, es porque estoy acompañando a Jisoo a esperar por Jaehyun.

Jisoo sonrió tímidamente cuando Rosé volteó a verla al ser mencionada. Y para poder incluirse a sí misma en la conversación de las otras dos chicas, pensó que sería buen momento para mencionar lo que habían hablado con Lisa el día anterior.

-Oye, Rosie...

Rosé pareció sorprendida al escuchar la manera en que la pelimorado le había llamado, haciéndola sonreír ligeramente por ello. Mientras que Jisoo cubrió su rostro con ambas manos, avergonzada al notar lo que había dicho inconscientemente, pero de igual manera rió por lo bajo.

-¿Qué es lo que querías decirme? -preguntó en un intento por hacer sentir menos avergonzada a la menor.

Lisa observaba la situación con una pequeña sonrisa, a la vez que jugaba con las cuerdas que colgaban de su mochila a los lados, tratando de no burlarse de su amiga en voz alta.

-Ah... -su ceño se frunció al no recordar por unos segundos lo que estaba por decir, hasta que lo consiguió poco después-. Oh, sucede que ayer hablábamos con Lisa acerca de invitarte a salir algún día.

Rosé se giró hacia Lisa con una expresión medianamente confusa, pero escuchó a la castaña cuando secundó las palabras de su amiga.

-Nos gustaría saber si quisieras salir a comer con nosotras.

-Me encantaría -la rubia relajó su rostro y sonrió enternecida a las chicas.

Jisoo y Lisa se miraron sonrientes la una a la otra, para luego proceder a ponerse de acuerdo del lugar, el día y la hora en que Rosé se encontrara libre. Concluyendo en que tendrían que hacerlo durante el fin de semana, ya que la rubia trabajaba medio tiempo luego de sus clases en la universidad.

Al cabo de algunos cuantos minutos, Jaehyun llegó finalmente por Jisoo y se sorprendió al ver a Rosé con las chicas, pero no le tomó mucha importancia y la saludó desde dentro del auto.
Jisoo se despidió rápidamente, no sin antes asegurarse de que la mayor prometiera no cambiar los planes, a lo que recibió una respuesta afirmativa varias veces, y así pudo subir al auto de su novio e irse finalmente.

-Discúlpala, es un poco intensa a veces -dijo Lisa cuando ambas se hubieron quedado solas.

-Es tierna -respondió Rosé, de brazos cruzados y con su vista puesta en la calle por la que acababa de partir el auto de su amigo.

Lisa estuvo silenciosamente de acuerdo con ello, respondiendo con una sonrisa a la mayor, quien, minutos después, también tuvo que irse para no llegar tarde al trabajo.

Tomó su celular y vio la hora en él, dándose cuenta de que era tarde y tenía tarea por hacer, por lo que era mejor que empezara a caminar para tomar el autobús a tiempo.
Guardó el aparato en el bolsillo de su falda y se dispuso a andar, siendo detenida al instante por una voz a lo lejos, proveniente del interior de la escuela.

-¡Lisa! -volteó justamente cuando la señorita Kim salía de la escuela y la alcanzaba en la acera de la calle, saludándose mutuamente después-. ¿Tienes algo qué hacer?

-Además de su tarea y la de los otros profesores, no -respondió bromeando.

Jennie rió y negó con su cabeza
-Está bien, entonces dejo que vayas a hacer tu tarea como la alumna responsable que eres.

La castaña se apresuró a excusarse cuando vio a su maestra con la intención de empezar a caminar hacia el estacionamiento.
-¡N-no! Bueno, no es tanta tarea, ¿sabe? Podría hacerla más tarde, de todas maneras aún no iba a empezar y...

-Acompáñame a una cafetería que está cerca de tu casa -interrumpió al ver con gracia a la menor esforzarse por detenerla.

Lisa se quedó en silencio por unos segundos, pero asintió lentamente con su cabeza, aceptando la invitación de su maestra sin dudarlo.
Jennie sonrió y le hizo una seña con su cabeza para que la siguiera hacia el auto, asegurándose de que no hubiese algún alumno o personal perteneciente a la escuela por los alrededores.

Ambas subieron al auto de la mayor y empezaron a andar hacia la cafetería, llegando a ella solo unos minutos después.
Cuando hubieron entrado, se acomodaron sobre la zona de los pequeños sofás con una mesa al medio.

Ordenaron lo que más les llamó la atención del menú, siendo Lisa quien al principio se había negado a pedir algo con la excusa de que no le apetecía nada.

-Tranquila, yo pagaré -le había dicho Jennie.

-Justamente por eso prefiero no hacerlo. No quiero ser una molestia -respondió nerviosa.

-Si fueras una molestia, no te habría invitado a venir conmigo en primer lugar -dijo la mayor con una media sonrisa burlona-. Ahora pide algo.

Lisa seleccionó un café capuccino solamente, pero Jennie se encargó de agregarle un pequeño postre para acompañarlo, para luego pasar a ordenar lo suyo.

La persona que las atendía se retiró y la mayor posó su mirada sobre Lisa.

-¿Cómo estuvo tu día en la escuela? -preguntó para iniciar la conversación.

-No estuvo tan mal para ser lunes -afirmó-. ¿Qué hay de usted?

-Un poco estresante, a decir verdad -Jennie masajeó ligeramente su sien con la yema de sus dedos, bajo la atenta mirada de la castaña-. No conseguí dormir bien y probablemente esa sea la causa del dolor de cabeza que está matándome justo ahora.

-Cuánto lo siento -Lisa apretó sus labios en sutil mohín por su maestra-. Debería tomar algo y descansar al llegar a casa.

Jennie esbozó una sonrisa ladina y asintió ante la recomendación de la chica-. Sí, eso haré.

El silencio se apoderó del ambiente por unos segundos, siendo en los cuales la mayor no pudo evitar observar a Lisa, jugando con sus manos sobre sus piernas y viendo por la ventana constantemente.

Sus órdenes llegaron justo a tiempo y fueron servidas sobre la mesa. Ambas agradecieron y la mesera se retiró.

-No podía esperar un minuto más, moría hambre. La reunión en la sala de profesores se extendió tanto que no me quedó tiempo ni para almorzar -comentó Jennie, antes de dar un mordisco al croissant en su plato.

Lisa respondió que eso podría ser otra razón más por la cual su cabeza dolía y que debería intentar no saltarse las comidas.
La mayor estuvo de acuerdo y la conversación empezó a trascender al cabo de unos minutos.

Pasaron de hablar sobre asuntos de la escuela, a comentar algunas cosas acerca de su vida personal, creando así, poco a poco, un ambiente un tanto más íntimo entre ambas.
No obstante, la conversación empezaba a centrarse un poco más en Lisa.

-¿Te resultó complicado aprender coreano en ese momento? -preguntó la señorita Kim con interés al enterarse de dónde provenía realmente su alumna.

-No fue tan difícil, pero tuve que aprenderlo en poco tiempo y eso me generó algo de inseguridad. Cuando nos mudamos aquí, la temporada de inicio de clases estaba cerca, entonces me vi en la necesidad de hacerlo para poder comunicarme con los demás y recibir las clases sin tanto problema -bebió un poco de su capuccino y continuó-. Tuve una maestra que me enseñó los aspectos básicos del idioma, pero a medida que pasaba el tiempo, fui haciendo amigos y empecé a aprender directamente de ellos. Fue divertido.

Jennie estaba muy sorprendida, sus facciones lo denotaban con cada palabra que decía la menor.
-Eso explica por qué ni siquiera puedo notar alguna diferencia en tu acento -comentó, antes de beber de su café también.

Asintió rápidamente con su cabeza.
-Al principio solía sentirme más cómoda hablando inglés, temía que eso fuese a ser muy evidente -agregó la menor, encogiéndose en su lugar al recordarlo.

-No por nada destacas tanto en la escuela -declaró en tono sereno y con su mirada fija en la menor-. No me cabe la menor duda de que eres muy inteligente.

Lisa emitió una pequeña risa tímida y agradeció por el cumplido.
Empezaba a sentirse un poco más libre a medida que la conversación avanzaba y, por alguna razón, la señorita Kim le transmitía cierta confianza al interesarse tanto por lo que decía y las cosas que preguntaba.

-Es lindo saber que usted piensa eso de mí.

-¿Cómo no hacerlo? -se apresuró a responder-. No es algo que pueda decir de todos tus compañeros.

La menor sonrió y bajó su rostro, su corazón dio un vuelco en su pecho y rogó por que su nerviosismo no delatara lo mucho que le habían emocionado los halagos de su maestra, pues para ella, saber que de alguna manera la señorita Kim pensaba que destacaba, era lo mejor que le podía pasar hoy. Y por supuesto, le dejaba en qué pensar también.

-¿Te parece si nos vamos ya? -preguntó amablemente cuando ambas hubieron terminado de comer.

Lisa asintió y Jennie se dispuso a llamar a la mujer que las atendía, pagando con su tarjeta la cuenta que esta les entregó minutos después.
Salieron del lugar y subieron al auto, colocaron sus cinturones y se dirigieron finalmente hacia la casa de Lisa.

Jennie aparcó justo al frente y Lisa se dispuso a salir del auto, no sin antes detenerse para ofrecer algo que estuvo pensando desde que su maestra le comentó de su malestar.

-Señorita Kim -llamó casi en un susurro, provocando que la mayor atendiera al instante,
mirándole en espera de que continuara-. Las píldoras que tomé el día de la fiesta aliviaron muy rápido mi dolor de cabeza, así que, me preguntaba si le gustaría pasar mientras yo las busco para que pueda sentirse mejor.

Dios, era la excusa más tonta que había podido idear para poder estar con ella un poco más de tiempo. Lo confirmó aún más al notar cómo su maestra arqueó sus cejas y sonrió luego de que terminara de hablar, como si su intención se hubiese mostrado demasiado obvia.

Era perfectamente consciente de que hacía este tipo de cosas a propósito, pero era algo que nunca iba a aceptar para evitar sentirse más avergonzada de sí misma.

Sus deseos de hacerse tan pequeña como una hormiga ante su mirada se esfumaron al momento en que la mayor apagó el auto y salió de él, acompañándola hacia el interior de la casa.
Cuando entraron, Lisa arrojó su mochila por algún lado de la sala y fue directo hacia su habitación a por el frasco que se encontraban en su mesita de noche.
Pero antes de salir, decidió quitarse el molesto uniforme de la escuela.

Mientras se desvestía, buscó un short cómodo de algodón, junto con una camiseta holgada y trató de colocárselas rápidamente para no hacer esperar mucho a la señorita Kim allá abajo.
De hecho, la escuchó decir algo que no alcanzó a entender en absoluto, pero pensó que seguramente hablaba por teléfono y no le tomó importancia.

Hasta que escuchó su voz un poco más cerca por segunda vez.

Justamente se encontraba terminando de bajar la camiseta por su cuerpo, cuando la puerta de su habitación, la cual se había olvidado de cerrar por completo, se abrió de repente y la señorita Kim apareció tras de ella, cargando a Leo entre sus brazos.

-¡Pero qué preciosidad! ¿Por qué no me lo habías presentado antes? -exclamó distraídamente, antes de notar el uniforme de Lisa sobre el suelo y luego subir su mirada hacia la chica-. Uh... lo siento, no debí entrar así.

Lisa entró en pánico por unos segundos, pero logró calmarla solo un poco el hecho de saber que ya tenía la ropa puesta cuando sucedió, o de lo contrario hubiese muerto de la vergüenza.

-No hay problema, yo... solo quise cambiarme antes de bajar -pasó su mano por su nuca con nerviosismo y le sonrió apenada, yendo hacia ella-. Leo no acostumbra a salir tanto de su casita, duerme mucho. Es por eso que olvidé que estaba aquí la otra vez y usted no pudo verlo.

En realidad, ese día se encontraba tan nerviosa que dudaba de si podría siquiera pensar en su mascota en esa situación.

-Es demasiado adorable, me encanta -expresó con ternura, acariciando el pelaje del pequeño animal.

Lisa acompañó la mano de su maestra con la suya y comenzó a acariciar al gatito también.

-¿Usted tiene mascotas?

-Sí, tengo una perrita llamada Kuma -respondió la mayor, destilando fascinación-. Es una Pomerania, su pelaje es tan suave y café. Ah, es realmente linda.

-¡Aww! Debe ser muy adorable también -exclamó Lisa, imaginando a la mascota de su maestra.

-Lo es, te enviaré una foto luego.

Lisa aceptó sonriente y se asustó un poco cuando Leo saltó de los brazos de la señorita Kim repentinamente, yendo hacia su cama, en donde saltó para acostarse justo sobre sus almohadas.

-Claro, espero estés más cómodo ahora -volteó y le habló al pequeño felino desde su lugar, seguido de una pequeña risa de la mayor.

En su distracción, sintió la mano de la señorita Kim posarse sobre su cintura. Se giró hacia ella de nuevo y le tomó por sorpresa cuando la acercó a su cuerpo, quedando a una corta distancia que bien podría estar separada por muy pocos centímetros.

La respiración de la menor se entrecortó por unos segundos, temiendo que su maestra pudiera escuchar los fuertes latidos que palpitaban dentro de su pecho. Y no pudo evitar desviar su mirada hacia los labios de su mayor, sintiendo esa recurrente necesidad de volver a sellarlos contra los suyos y nunca deshacerse de la increíble sensación que estos le provocaban.

-Sé que quieres hacerlo -susurró Jennie, provocando que Lisa levantara su mirada inmediatamente, conectándola con la contraria-. Hazlo.

Y, tal y como se lo pidió, lo hizo sin dudar.
Cortó la mínima distancia entre sus rostros y rozó sus labios contra los otros, acentuándolos mejor luego de unos segundos. Ambas cerraron sus ojos, Jennie posó ambas manos sobre la cintura de Lisa, quien tomó el rostro contrario para tener más cercanía entre ellas y dio inicio al beso.

Al encontrarse, se acariciaron cálidamente por segunda vez, saciando la fuerte necesidad de ambas por comunicar lo mucho que se deseaban mediante esta acción.

Jennie desplazó el toque de sus manos hacia la espalda baja de la menor y se detuvo ahí, controlando sus intenciones de continuar más allá. Succionó lentamente el labio inferior de Lisa, separándose por unos segundos, para luego retomar el movimiento de sus labios. Lento, apasionado, travieso.

A pesar de que la menor parecía no tener mucha experiencia, cosa que podía notar al sentirle tardar un poco en seguir la dinámica entre sus bocas, no desvalorizaba lo mucho que lo intentaba y lo bien que lo hacía de todas formas.

Pensó que no sería mala idea tener unas cuantas clases prácticas en las que sus labios fueran los aprendices.

Lisa tomó los manos de Jennie y las colocó intencionalmente más abajo de su espalda baja, haciendo que estas la tocaran con un poco más de atrevimiento cerca de su trasero. Justo lo que no se había atrevido a hacer antes, pero ahora que había sido guiada por la menor, sabía que de cierta manera contaba con su aprobación y no estaría fuera de lugar.

Empezaba a desconocerse cuando se veía involucrada en situaciones parecidas con la señorita Kim, pues era como si otra faceta suya brotara de ella sin siquiera querer que fuera así, simplemente sucedía. Y esa era otra de las muchas razones por las cuales disfrutaba aquello.

Finalmente, Jennie se arriesgó a bajar más sus manos y tomó el trasero de la chica entre ellas, provocando que esta se sorprendiera un poco y se separara de su boca por unos segundos para poder liberar un pequeño jadeo que quiso escapar de su boca.
Le había gustado la sensación que le provocó dicha acción, así que volvió a besarle, esta vez siendo ella quien colocó sus manos sobre la cintura contraria, acariciando despacio y con un poco de nervios que hacían temblar a sus dedos.

A este punto, Jennie sabía que lo que estaba ocurriendo no era específicamente correcto, pero, siendo sincera consigo mismo, ya nada lo era. Incluso dudaba de que algo lo hubiese sido alguna vez desde el día en que accedió a coquetear con su alumna y empezó a enredarse en su juego.

Desde entonces debió tener claro que nada de lo que sucedería a continuación sería correcto.

Sin embargo, teniendo los cálidos y suaves labios contrarios acariciando los suyos, jugando con su lengua de manera inexperta, pero totalmente agradable y impetuosa, lo único que podía hacer en ese momento era aceptarlo, dejando sus cuestionamientos para más tarde.

Aún con una parte de sí misma reprochándole sus acciones, la otra se encargaba de convencerle de que un poco de calidez humana y lujuria no le harían daño a nadie.

A menos que se hiciera daño a sí misma, pero eso no podía saberlo por ahora.

Podría continuar ciegamente y dejar que pasara lo que tendría que pasar. Aún si eso implicaba dar el siguiente paso y llevar las cosas a otro nivel.





📌

Cómo olvidar el día en que le cambié el género a Kuma, JAJAJA 😭
Pude haberlo editado y colocarlo correctamente esta vez, pero no quise hacerlo por amor al recuerdo :')

Un besito en la cola a quienes releen, los tqm <3

[050720]

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