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Solo hay risas al ver como todo se aleja
— Estas demente, Harry — Louis aprieta los labios intentando controlar su carcajada. Se gira sobre el asiento, lo más que el cinturón de seguridad le permite sólo para percatarse de que no hay más paparazzis detrás.
Apenas recuperan el aliento de su huida improvisada.
Se siente tan diferente de su tarde en el restaurante.
— ¿Es siempre de esta manera?
— Casi siempre. No es tan malo — pero su voz presenta una ligera variación.
Nada destacable pero suficiente para que Louis, ya levemente acostumbrado a escucharlo y además, condicionado para detectar mentiras, se de cuenta.
Así que alza las cejas. Interrogando sin pronunciar palabra.
Harry le ve e inmediatamente se encoge de hombros, ladeando la cabeza.
— De acuerdo, lo es. Ni siquiera importa el país donde esté o que esté haciendo. Ellos solo me quieren a mí. Y no a mi música, no a mis palabras, ni siquiera a mi como persona... Solo a mi como producto, ¿sabes?
Gemma dice que todo este medio se trata de venderse a sí mismo, es como se consigue el éxito.
Te vendes en el como te vistes, y como hablas. Y si le agradas a alguien es porque te has vendido bien en tu forma de ser. Si compras algo es porque te han vendido más que el producto, tal vez es una promesa o una sonrisa.... No lo se. Tiene sentido pero tiene que haber más que eso. — empieza a decir, haciendo gestos a cada palabra y apretando el volante conforme más tenso se siente. — Debe haber más que eso. Más que un flash cegandome antes de siquiera poder hablar. Antes de siquiera poder disfrutar de cualquier lugar.
Louis asiente.
De una forma u otra. Entiende de que habla.
El Señor Bruce había explicado algo parecido en una ocasión. Si quieres una entrevista, conseguir una historia, o un lugar en el periódico.
Incluso el mismo se sentía de aquella manera en algunas ocasiones. Solo que el vende, son sus palabras y no su voz.
— ¿Y que es lo que quieres? — se atreve a preguntar.
Harry le mira y sonríe mostrando sus hoyuelos. Es apenas un segundo y regresa la vista al camino.
— Quiero lo que siento cuando estoy en el escenario.
— Espero que todo mejore para ti, Harry. Lo mereces. Mereces más de lo que la vida podría darte — No sabe de donde ha salido ese comentario. Niega ligeramente antes de seguir hablando — Aunque debo decir... No eres tan bueno en eso de venderte como piensas que eres. Me tiraste una puerta encima, ¡dos veces!
Las risas vuelven a inundar el auto.
— Tal vez tengas razón en eso.
— Pero no lo se. Tal vez valga la pena, es decir, estas gafas son muy buenas — bromea jugando con ellas en las manos — Creo que debería de quedármelas.
— Claro que son buenas — se ríe. — Pero devuélvemelas por favor. Las necesito. Aunque puede que te las regale después.
— ¡No puede ser, voy a tener las gafas de Harry Styles! — vuelven a reír, Louis le pasa sus gafas y el cubre su rostro de nuevo.
" No es lo mismo hablarle sin verle los ojos "
— Vamos, orillate para que pueda volver caminando a la playa. Y tu vete a tu casa.
— ¿Estas loco, Louis? Ya he avanzado demasiado como para que regreses a pie. Y no puedo dar la vuelta... Hay que hacer algo.
— Tienes que ir a tu casa, ¿recuerdas?
El sonríe de lado. Mirandole sobre el hombro.
— Vayamos por el camino largo. Ahora, preparate que voy a impresionarte con esta ciudad. — promete.
— No lo se. He tenido muy buenos guías antes.
Harry enciende la radio y comienza a tararear.
Una tarde más lejos del mundo, no podría hacer daño.
Bailan dentro del auto, lo más que el espacio les permite moverse antes de llegar a su primer destino.
Ven la playa de Venice, donde corren sin los zapatos, sintiendo la marea mojar sus pies.
En cuanto el lugar se conglomera se escapan entre risas y miradas que ya saben lo que significa. Deben subir al auto aún con granos de arena en las piernas y los tenis colgados al hombro.
Entonces visitan el centro de la ciudad, turisteando como cualquier otra persona y deteniéndose en los pequeños puestos informales de comercio.
Caminan lado a lado con Harry señalando cada lugar, cada cruce o cada edificio. Y siempre le acompaña una frase que empieza como «Ahí fue donde....»
— ¿Como recuerdas todos esos datos?
— Me gustan las historias que esconden los lugares. Visito muchos de ellos — responde con simpleza antes de continuar con la anécdota.
Por un segundo, Louis imagina todos los lugares que ha visitado en alguna ocasión. Y lamenta no habérselo preguntado antes.
" Tantas oportunidades de las cuales escribir...."
Y piensa, que forma tan agradable de ver la vida. De esa manera todo se vuelve especial.
— ¡Espera! — le llama cuando esta muy adelantando. — Necesito otra cajetilla.
Cruza la acera para tomarla entre sus manos, pero en cuanto se dispone a pagar es Harry quien saca un billete mucho más grande de lo que ha gustado.
— ¿Que? Tu has pagado la comida la última vez. Creí que la cosa funcionaba de esta manera.
Louis aprovecha para tomar un mapa de turista y Harry toma una cámara fotográfica.
— ¿Así que ese es tu plan? — comenta riendo y abriendo la cajetilla para encender su cigarro — ¿Crees que he pagado pensando que nos veríamos otra vez?
Harry se encoge de hombros mirando hacia otro lado. No lo ve pero sabe que ha sonreído.
— Interesante. — y no dice más.
Él tiende la mano, ofreciendo entre sus dedos una fumada de su cigarro.
El niega con la cabeza.
— No soy un fan realmente — confiesa.
— Lo siento, ¿Quieres que lo apague?
— No. De alguna forma, queda bien en ti.
Intercambian una sonrisa antes de continuar.
Caminan demasiado sin que el sol moleste en la piel, hay atracciones por todos lados e incluso comparten una botana que se han encontrado por ahí.
La gente sonríe y realmente, no nadie que les preste atención a pesar de estar rodeados de centenares de personas. Es agradable.
Visitan el cruce de la calle Vine y Hollywood. Y una fotografía se suma a la historia contada.
Se mueven a la Puerta Chinatown, justo al borde de Broadway y observan cada detalle.
Visitan el paseo de la fama, platicando sobre las estrellas que ahí han quedado grabadas y conversando sobre aquellas que Harry ha tenido el placer de conocer y aquellas otras a las cuales Louis le gusta seguir su trabajo.
Ven todas las grandes atracciones y más fotografías se suman a la lista. Incluso se encuentran con un espectacular con la cara de Harry en el, posando para promocionar las giras de su disco.
Louis lo convence de acomodarse para sacar una foto imitando el anuncio tras él.
Y por último, visitan las aclamadas letras de Hollywood. Donde, sin que nadie les vea, Harry no deja pasar la oportunidad de sacarse una selfie con la cámara.
Les lleva unos pocos intentos pero al final lo logran.
Y algo en su mirada cuando la toman, que por instante, no pueden romper el contacto visual ni la tensión que parece que sus ojos han formado.
Un parpadeo es lo que toma, y regresan al auto para continuar con el canto y los bailes en su camino por la autopista.
— Este día ha sido perfecto — ríe Louis una vez más.
No tuvo que haberlo dicho.
Porque apenas termina la canción la van característica de los reportes aparece en su campo de visión. Ya habían identificado el auto.
— Parece que ya no — Harry aprieta el volante con frustración y baja la cabeza en un intento inútil de esconderse.
Louis saca el mapa que han comprado de su mochila, y lo despliega con rapidez antes de decir — En la siguiente a la izquierda, hay una salida.
Sin preguntar, Harry obedece.
Salen a un camino de tierra que levanta polvo conforme rueda. Pero no les da tiempo de subir las ventanas.
— Según esto... A la izquierda tendríamos que salir de nuevo a la autopista.
Solo que no hay nada a la izquierda.
— ¿Estas seguro?
Louis gira el mapa, y de repente, leerlo se vuelve más complicado de lo que esperaba.
— Creo que no.
Comienzan a discutir sin prestar atención al camino. Únicamente dejando salir la tensión acumulada y repartiendo culpas sin percatarse de las palabras comentadas.
Podrían haber seguido por horas.
Pero el auto deja de moverse.
Se ha trabado en el lodo y presionar el pedal de vuelve inútil.
— Genial. Ahora hay que empujar — Louis escupe con recelo. Pero en cuanto se dispone a abrir la puerta del auto. Este se remueve, los ruidos aumentan y el auto se tambalea.
— ¡Esto no es lodo! — exclama Harry.
— ¿¡Y quien estaba conduciendo?!
— ¡Solo porque tu me lo dijiste!
— ¿Y eso que? ¡Nos estamos hundiendo!
— ¡Sal por la ventana!
Escalan hasta el tope del auto sin dejar de gritar.
— Tenemos que brincar, carajo
— No voy a brincar.
— ¡Entonces usa el puto tronco!
— Pero no se ve firme.
— ¡No me interesa!
Intentan hacerlo.
El tronco se gira.
Ellos han caído al agua llenándose hasta el cabello de lodo.
Como pueden se acercan a la orilla sólo para ver como el auto desaparece por completo.
— Has matado a Petunia. — sentencia el castaño. Harry no puede contra argumentar.
Es tarde cuando Louis se percata de su bolso no está.
Y con ello, su libreta.
— ¡Carajo, carajo! — grita rebuscando en el agua. — ¡Ayúdame, maldición!
Harry también se tira para intentar buscar pero su teléfono suena sumando tensión a la escena.
— ¡Contesta el jodido teléfono!
" Gemma, no escucho nada " dice el. No es relevante.
Louis lo ha encontrado pero de nada sirve ya. Saca su cuaderno y la tinta se ha corrido por completo.
No hay más que manchas ilegibles de colores azul y negro. Y el encuadernado comienza a deshacerse.
Con esa presión encima, todo se vuelve un poco nuboso.
Caminan sin dejar de discutir. Se gritan más cosas y de un momento a otro, Louis ha amenazado a Harry.
Le toma por el cuello, sujetándolo cerca con el puño apretado y el ceño fruncido.
Pero entonces solo ve verde.
Sus ojos miran a los de Louis, analizando su rostro. Se queda sin aire.
Y después, simplemente sucede.
Louis besa a Harry.
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