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Louis llega al aeropuerto arrastrando una ligera maleta con ruedas y un bolso de mano donde permanece una libreta con más rayones y manchas de tinta que borradores útiles para su artículo.
Unas ligeras marcas violáceas se dibujan bajo sus ojos revelando una noche sin sueño aparente.
Da un sorbo más a su café antes de suspirar con resignación por las inminentes vacaciones.
Los turistas desbordando y el flujo de actividad entre cada puerto solo logran provocarle náuseas matutinas. Ninguno parece lo suficientemente interesante como para construir su historia de las virtudes contemporáneas.
Sin historia, estaba perdido.
— ¡Lou, Lou! — llama su hermana, pegando brincos con más energía de las que cualquier persona debería de tener a las seis de la mañana.
Sin poder evitarlo, sonríe. Hace tiempo que no veía a su familia.
Camina con paso lento hacia ellos, sus padres le reciben también un poco menos energéticos que su hija menor.
— Cariño que gusto verte — exclama con cariño su madre, abriendo los brazos — Dios, te ves tan cansado. ¿Estas comiendo bien? Apenas podría decirlo con esa sudadera tan grande que traes encima. ¿Estas más delgado? Tu rostro se ve más delgado.
Le satura con preguntas a la par en que besa su rostro y acaricia con dulzura su cabello.
— Dale un respiro Johannah. Seguro que apenas va despertando. — ríe su padre. — además, tu madre podrá encargarse de recuperar esos kilos faltantes una vez que lleguemos a su casa.
— Mamá, papá — saluda con una media sonrisa besando la mejilla de su madre. — Estoy comiendo bien, no hace falta que la abuela se encargue de nada. Es solo la universidad, me tiene un poco cansado.
— Podrás dormir en el avión Lou. Que llegando tenemos un montón de cosas por hacer. ¡Quiero ver toda la ciudad y conocer el club donde Harry se ha presentado! Y tu, hermanito querido, vas a llevarme.
— ¿Que? ¡Ni hablar! Creí que íbamos a pasar tiempo con la abuela — intenta quejarme ganando la atención de algunos pasajeros.
— Habrá tiempo para todo.
" No, no realmente " comienza a preocuparse. Instintivamente lleva la mano a su bolso pensando en las palabras que no ha logrado escribir.
— Pero mamáaaaa — se queja — me has dicho que Lou iba a llevarme, lo prometiste.
Ambas mujeres de giran para verlo. Es una combinación de miradas que no tiene corazón para resistir.
Así que siente la ansiedad acumularse en su pecho al momento en que da la respuesta.
— Supongo que podría llevarte a algunos lugares.
— Vale, ya veremos esos detalles. ¿Porque no vas a documentar tu equipaje hijo? Ya casi es hora de abordar.
Louis asiente dando otro sorbo a su café.
Se abre camino entre las filas de personas intentando pensar en algún tema para su artículo, observando el equipaje, las azafatas y las tiendas de recuerdos. ¡Mierda! ¿Porque todo tiene que ser tan monótono?
Nada ahí valía suficiente la pena como para escribir sobre ello. Y aquel pensamiento únicamente logra desesperarlo.
— Buenos días, identificación y coloca tu maleta en el panel para poder pesarla — le reciben en la documentación.
Sigue las instrucciones sin siquiera caer en la cuenta de ellas. Hasta que un grito llega a sus oídos.
Logra sobresaltar a los presentes lo suficiente como sentir un escalofrío. Se voltea levemente asustado al reconocer el tono de su hermana en aquella llamada de auxilio.
Su corazón de agita por el miedo. Moviendo sus ojos por todo el lugar hasta que logra encontrarla.
Rodando sobre el piso, agitando las piernas y con el celular abrazado al pecho.
— ¡Harry Styles se va a quedar en Los Angeles! — grita con emoción. — ¡Mamá, mamá, voy a poder verlo! ¡Vamos a estar en el mismo lugar!
Louis vuelve a respirar y recibe su pasaje de avión.
Saca su teléfono y busca entre los contactos a Liam.
" Puede que tu teoría tenga algo de razón "
Teclea pensando en cuanto tiempo más tendrá que soportar las ocurrencias de su hermana.
" Toma notas para mi " Responde.
Eso no lo hace sentir mejor.
Con algo de suerte, ambos dormirían todo el camino.
Louis no tuvo suerte.
Lottie había decidido escuchar en bucle la discografia entera del cantante con el volumen lo suficientemente alto en sus auriculares como para que el sonido llegase de forma sutil —y aun así, increíblemente molesta— a los oídos de Louis.
Para cuando llegan a California el mayor de los hermanos tiene un dolor punzante en su cabeza y las náuseas cada vez más presentes.
La falta de sueño, la cafeína como único alimento, la estúpida diferencia de horario y la irritación por haber escuchado a su hermana cantar a todo pulmón cuando Kiwi de Harry Styles salió en la radio del taxista comenzaban a jugarle una mala pasada.
Llevaba casi diez horas despierto y habían aterrizado siendo la mitad de la mañana en la soleada ciudad.
Ls luz le había calado los ojos y la humedad le había desesperado al punto en que tuvo que deshacerse de la comodidad de su amplia sudadera. Incluso sus pantalones deportivos lograban pegarse a su piel.
" Jodida ciudad de mierda. "
Al menos, la abuela estaba bien. De hecho, de veía mejor que nunca pasando tiempo con él nuevo vecino.
Desayunaron lo suficiente como para hibernar los siguientes meses y tras muchos abrazos, apretones de mejillas, conversaciones llenas de trivialidades y un momento muy incómodo donde su abuela preguntó por el estado de su último exnovio, Louis finalmente logró poner su cabeza sobre una almohada ligera.
Debería haber escrito algo. El título por lo menos.
Pero sus ojos se cerraron antes de que pudiese objetar algo.
Se siente como un parpadeo cuando despierta con unos grandes ojos mirándole a centímetros de su rostro y un pequeño dedo picando con diversión su piel.
— Lou, Lou. ¿Ya has descansado?
— Hm
— Lou. Twitter dice que Harry va a aparecer en el Club21.
— Hm — sus ojos aún se sienten pesados.
— Lou, mamá dice que tienes que llevarme. La abuela nos prestara su auto.
— Hm.
— Louuuuuuu, ¿por favor?
No podría decirle que no, no a ella.
— Está bien cariño. Dame un minuto en lo que me visto. Pero iremos rápido ¿vale? Tengo trabajo que hacer.
Lottie sonríe satisfecha con la respuesta, y se pone a dar brinquillos de emoción al murmurar lo cerca que está de conocerlo.
Carajo, algo le decía que iba a arrepentirse.
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