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𝘀𝗶 𝘁𝗮𝗻 𝘀𝗼́𝗹𝗼...

Koga lo vio pasar, era tan precioso...

Sus cabellos negros, algo largos, se encontraban recogidos en una pequeña coleta; su piel levemente bronceada era radiante; llevaba un maquillaje sutil, K era tan observador que podía notar el casi imperceptible rubor rosa en sus mejillas y la leve capa de labial salmón que se había colocado en los belfos.

Koga Yudai no era más que un alumno promedio de cuarto de secundaria en la institución J de la ciudad de Yokohama, en Japón. Aunque tenía algo que podía diferenciarlo de algunos alumnos, y ésta era que estaba totalmente enamorado de un chico. ¡Pero no cualquier chico!

Yudai estaba perdidamente enamorado de Takasahi Riki, un estudiante de tercer año, de su misma institución, que era dos años menor que él. ¿Y cómo no gustaría de él?

Si para Koga, su menor era una obra de arte.

La primera vez que intercambiaron palabras fue un año antes en una excursión, se chocó con él accidentalmente y el más pequeño terminó en el suelo con la comida derramaba, tanto en el menor como en él, se sintió tan avergonzada que no podía dejar de pedir disculpas.

''—No te disculpes, fue mi culpa, no vi por donde andaba.— Le contestó con una radiante sonrisa aquella vez, mostró su dentadura y Koga quedó cegado ante la ternura que aquel niño desprendía.

Riki recogió el plato que cayó y se limpió los fideos que cayeron sobre su uniforme antes de seguir mirándolo, su sonrisa desapareció y una expresión de preocupación se había adueñado de su rostro.

—¿Está molesto? ¡Lo lamento!— Se disculpó con pena haciendo una reverencia, entonces fue cuando K se dio cuenta que había quedado tan atontado por la dulzura de TaKi que no había dicho mi una sola palabra, así que el menor interpretó su silencio como un gesto de enfado.

—¡No, no! Para nada...

—Eso me reconforta, lo lamento tanto igualmente.— Reiteró por segunda vez. —Prometo recompensarlo, pero ahora tengo que ir con mi grupo.

Sonrió sin mostrar los dientes y cerrando sus ojitos, dando una tierna imagen que hizo que el estómago de Koga diera vuelcos.

Yudai vio a TaKi alejarse, y una sensación de decepción apareció en su ser al ver como un chico se acercaba a darle un beso en la mejilla cuando éste llegó a un grupo de estudiantes.

Ahí fue cuando se dio cuenta que Takasahi Riki era imposible para él. Para su mala suerte, su sospecha fue cierta. Porque días después, el rumor de que había una pareja de dos chicos en la escuela, se esparció como pan caliente por todo el lugar. Tampoco es como si TaKi y su pareja intentaran ocultarlo.

Gracias a la página web de su escuela, y a los rumores que había, descubrió que el afortunado era Nishimura Riki, compañero del menor. Según un amigo suyo, ambos habían sido muy pegados desde hace mucho tiempo, y como tenían el mismo nombre, solían llamarlos Riki «A», en caso de Takasahi, y Riki «B» en el de Nishimura.

Cada que iba a la cafetería, o pasaba por el patio central de la institución, se los cruzaba. Y una melancolía inmensa aparecía en él cuando los veía caminar juntos de la mano, no podía negar que muchas veces sentía celos. Celos de aquel joven que tuvo la fortuna de poder salir con TaKi.''

Ahora, en la actualidad, no estábamos muy lejanos a los antiguos sentimientos del adolescente Koga.

Yudai solía preguntarse todo el tiempo que pasaría si al menos, si tan solo un día de su triste vida, tuviera la oportunidad de poder estar con aquel chico que era dueño de sus suspiros.

Sonó la campana, dado a conocer que ya era salida. K miró un rato la ventana, esperando que todos sus compañeros salieran del salón.

Desde que conoció a TaKi había tomado la costumbre de esperar mirando la ventana de su sitio a que todos salgan, ¿La razón?

Pues el menor solía pasar por el patio central hacia la salida secundaria de la institución, supuso que tal vez era porque desde allí le quedaba más cerca su hogar.

Sin embargo, por alguna razón, a pesar de que ya pasaron veinte minutos desde que sonó el timbre, la figura de Takasahi no aparecía.

Suspiró decepcionado, tal vez había salido por la principal y él estaba esperando por gusto. Se levantó y tomó sus cosas, dispuesto a marcharse del lugar.

Vaya la sorpresa, y susto, que se llevó al ver una silueta parada en la entrada de su aula.

—Uh, Koga-San...— Murmuró la persona frente a él, a la cual no le costó identificar como TaKi. Su querido Taki...

—Buenas tardes.— Saludó con tristeza, le dolía escuchar a Riki utilizar el sufijo San, pues expresaba que tenían una relación de poca confianza o cercanía.

Aunque lo comprendía, solo habían intercambiado palabras una vez hace mucho tiempo.

El silencio reinó en el lugar, en donde ahora estaban solo ellos. Koga estaba a unos dos metros de la persona que causaba estragos en su interior, no sabía cómo podía mantener la compostura.

—¿Pasa algo, Takasahi?— Consultó con una sonrisa, sentía su corazón latir cada vez más rápido.

Sentía como si ese momento hubiera sido sacada de algún drama, sus respiraciones eran la banda sonora que siempre solían aparecer en los K-Dramas cuando había una linda interacción en la pareja principal.

Lastima que ellos no lo eran.

—Koga-San, lamento no haber venido antes.— Contestó haciendo una reverencia en disculpa.

—¿A qué te refieres Takasahi?

—Hace mucho tiempo dije que te iba a recompensar por lo que hice, pero nunca me atreví a realizarlo.

Yudai se dio cuenta a que se refería.

—Oh, no, no, ya no es necesario.— Respondió mientras movía sus manos desesperadamente. —Además, Takasahi, fue también culpa mía.— Añadió un poco más calmado.

Todo volvió a quedar en silencio. Koga se acercó a TaKi y lo miró fijamente a los ojos, a sus marrones, profundos y brillantes ojitos. Le gustaría poder verlos todos los días de aquella manera, y perderse en ellos.

—Me gustas.— Aquellas palabras salieron de sus labios de manera inconsciente. Tan pronto como ambos se dieron cuenta de las palabras, retrocedieron.

—K-Koga-San... —Tartamudeó el menor, aquello había sido muy inesperado. Por su parte, el nombrado solo se atrevía a taparse la boca con las manos, temiendo haberla arruinado.

—M-Me expresé mal, Takasahi.— Intentó excusarse.

El pelinegro menor lo vio con temor, aquello le estaba resultando muy incómodo.

—Me gustaría que almuerces conmigo, como pago por lo que pasó.— Habló Koga cambiando rápidamente de tema.

—¿Disculpe?

—Almuerza conmigo mañana, yo pagaré todo...— Explicó.

Koga lo vio pasar saliva, temió que tras su inesperada declaración, Takasahi pensara que estaba tratando de acortejarlo.

—Está bien, yo...— Detuvo sus palabras y bajó su mirada. —Yo ya me voy.

Apenas llegó a su casa, fue directo a su cuarto y tiró su mochila a alguna esquina; se acercó a su cama y se echó boca arriba en ella, tenía inmensas ganas de llorar, ¡Era tan idiota!

¿Cómo se atrevió a decir algo así? Era una persona que podía pensar antes de hablar, era una persona enamorada de alguien que también lo estaba, aunque, lamentablemente, no de él. Sólo con pensar en eso, sentía un dolor agudo en su pecho y una molestia irracional aparecía, eso más una tristeza inmensa. 

Había momentos en los que pensaba que podía hacer como otras personas, enamorar a TaKi o separarlo de Nishimura, sin embargo, él no era tan egoísta. Su madre le enseñó a respetar, su madre le enseño a ser altruista, ser generoso...

Takasahi era feliz con Ni-Ki, no podía poner sus deseos antes de los de Taki y correr el riesgo de que éste termine desdichado. No obstante, muy en sus adentros, le gustaría poder estar junto a él.

Tal vez solo el poder dormir mientras lo abraza y aspira el olor de su colonia; o solo repartir muchos besitos por todo su lindo rostro; o incluso solo poder decirle libremente cuanto lo ama, le harían feliz.

''Koga-San...''

Recordó a su menor diciendo su nombre, aquel recuerdo le resultaba dulce y a la vez amargo.

Si tan solo pudieran estar juntos...

Si tan solo TaKi lo mirara con aquellos ojitos brillosos como lo hace con Ni-Ki...

Si tan solo pudiera ser amado por TaKi...

Aquello le haría muy feliz, no le importaría si fuera solo un día. Le gustaría saber que es ser amado por Takasahi, aunque eso signifique que tendría que sufrir más porque después no podría seguir recibiéndolo. 

Porque si tan solo estuviera un día con Riki, le gustaría quedarse dormido aspirando su aroma; si tan solo tuviera la oportunidad, le gustaría sumergirse de nuevo en sus cálidos y profundos ojos marrones; porque él estaba tan profundamente enamorado, que quería sumergirse en el desconocido bosque que era Takasahi y poder conocerlo mejor.

Ahora se lamentaba el no ser racional, y desear algo que nunca tendría...

Solo podía soñar con aquel día, porque, para él, era un sueño imposible, uno que se resumía en tres palabras:

Si tan sólo...

Written By Tyunnie

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