Nameless Boy
، ⌕ ' niño sin nombre.
El sol ya se estaba ocultando, el señor Beckmann veía televisión en la planta baja de su casa mientras que Avery se encontraba devorando uno de sus libros favoritos en su habitación, era domingo por la tarde y había terminado sus quehaceres temprano para tener tiempo libre.
— Y fin — la ojimiel cerró su libro luego de una larga tarde de lectura. Se levanto de su cama y salió de su habitación yendo a la sala de estar, iría a caminar pero antes debía avisar a su padre.
El mayor veía un partido de beisbol en la tele, estaba tan concentrado en la pantalla que no había notado cuando su hija entró en la sala y se paró frente a él para llamar su atención.
— ¿Sucede algo nena? ¿Tienes hambre? — dirigió toda su atención a su hija, la cual negó con la cabeza ante sus preguntas.
— Iré a caminar, estaré por esta zona, no me alejare mucho — asintió en respuesta, Avery tomó su chaqueta del perchero de la casa y tomó su llaves.
— Oye nena — la chica se volteó un poco para verlo antes de salir — no hables con desconocidos — hizo un saludo militar dándole a entender que acataba su "orden".
Las calles estaban casi vacías, y varios de los negocios estaban cerrados. Avery disfrutaba de pasar tiempo a solas con ella misma, nada le parecía mejor que una caminata para despejar su mente sin que nada le molestase.
Las llaves de su casa danzaban entre sus dedos haciendo una especie de melodía, la castaña pasaba frente a un callejón cuando un ruido la detuvo de seguir caminando, llantos de un niño.
Algo que la caracterizaba era lo curiosa que era, pero al ver lo oscuro del lugar se debatió en si entrar o no, antes de darse cuenta estaba entrando en la "boca de lobo". Tuvo que agudizar su sentido de la vista por la falta de luz, al fondo, junto a un bote de basura pudo ver un cuerpo pequeño, que lloriqueaba mientras se abrazaba a sí mismo.
— ¿Hola? — Al notar la presencia de alguien más, el niño se alarmó, dejó de llorar y se apegó lo más que pudo a la pared, estaba asustado — oh no, tranquilo no voy a hacerte daño, solo vine a ver si estabas bien.
Avery alzó sus manos en señal de paz, se acercaba a paso lento al niño, su respiración era un desastre, aun a la falta de iluminación de ese lugar, pudo notar como las mejillas del infante ardían en color rojo por el llanto, y como tenía pequeños rasguños en el rostro y una herida un poco grande en su rodilla.
— Soy Avery, Avery Beckmann — se presento poniéndose a la altura del menor — ¿Tu cómo te llamas? — el niño no respondió, se limitó a mirarla en silencio — entiendo... eres de pocas palabras, yo soy igual desde que me mude aquí.
Avery, trató de acercarse un poco más, pero de inmediato él se apartó.
Esto será más difícil de lo que pensé. Dijo para sus adentros.
— Oye — pasó un mechón de su cabello detrás de su oreja — hay que limpiar tus heridas, o podrían infectarse — sutilmente las señalo, el niño bajo su mirada a la herida de su rodillas haciendo una pequeña mueca — mi casa está aquí cerca, podemos ir y curarte eso — Avery puso una de sus manos en su pecho — prometo que no te hare daño, por el corazón — extendió su mano al niño esperando que la tomara.
Por un momento él dudó, su madre solía decirle que aceptar ayuda de personas que no conocía era mala idea, pero algo le decía que podía confiar en Avery, que no le haría daño. Tembloroso tendió su pequeña mano poniéndola sobra la palma de la castaña, ella sonrió un poco y le ayudo al más pequeño a levantarse, antes de irse tomo la mochila del niño de entre las bolsas de basura y se apresuraron a salir de ahí.
Durante el camino de regreso, ninguno de los dos dijo nada, él niño prefería estar en silencio y Avery no quería que se agobiara si le hacía muchas preguntas. Cuando ambos estuvieron frente al porche de la casa Avery se detuvo, pese a que él había aceptado ir con ella quería estar segura de que quería entrar en la casa.
— Llegamos, ¿quieres entrar o quieres esperarme sentado en el porche? — No hubo respuesta verbal, pero si un pequeño apretón de mano; eso fue suficiente para la chica — bien, sígueme — ambos entraron juntos a la casa, el Beckmann mayor aún seguía en el sillón, solo que esta vez leía un libro.
Al oír la puerta cerrarse, este soltó el libro y bajo los lentes de lectura que usaba por el puente de su nariz, sonrió al ver a su pequeña de vuelta en casa, aunque se sorprendió al ver que venía con un amigo nuevo.
— Hola cielo — el mayor se levantó del sofá y fue hasta los dos niños, él más pequeño por acto reflejo se escondió detrás de Avery sacándole una sonrisa a Mason, le recordaba a él cuando tenía su edad.
Avery le contó a su padre la historia de cómo se había encontrado con él, mientras que el mayor curaba las heridas del pequeño con cuidado, fue un poco difícil que accediera al principio, pero Avery logró convencerlo de que se dejara ayudar por su padre.
— Yo solía tener rasguños parecidos cuando era más pequeño — comenzó a contar Mason mientras cubría una de las heridas del rostro del niño con una bandita — mi mamá decía que yo era muy torpe, casi nunca veía por donde caminaba y una vez mientras andaba en bicicleta choqué con un poste de luz — la anécdota hizo que el niño esbozara una pequeña sonrisa.
Avery fue a la cocina por unas galletas para el niño, seguía sin hablar pero ella pudo notar que tenía hambre en cuanto su padre empezó a hablarle de su famoso pastel de carne.
— Ten niño — le tendió un par de galletas con un vaso de leche, el menor lo tomo algo tímido. Avery le sonrió tratando de transmitirle confianza para que comiera, le costó un poco pero después de un par de mordiscos ya se estaba acabando la primera galleta.
Se había oscurecido ya, el reloj que colgaba en pared de la sala marcaba las siete y cuarto de la noche, debían llevar el niño a su casa antes de que se hiciera más tarde. Mason le preguntó al niño si su casa quedaba muy lejos de aquí, él como respuesta negó con su cabeza, así que decidieron que irían caminando hasta allá, el menor sería su guía en el camino.
A penas salieron de la casa, el niño se apresuró a tomar la mano de Avery, eso la hizo sonreír un poco, quizás el niño comenzaba a tomarle confianza. Mientras caminaban, los Beckmann contaban anécdotas de cuando Avery era más pequeña, Mason decía que ella hacia cosas muy peligrosas para un padre soltero joven como él, apenas sabía cuidar de sí mismo.
Luego de unos minutos más, el niño se detuvo frente a una casa, Avery se detuvo con él, era una casa de color beige, las luces estaban encendidas y por la ventana del primer piso se podía ver la silueta de una mujer cocinando.
— ¿Es aquí niño? — el más pequeño miro a Avery, asintió como respuesta, ella pensó que él querría ir solo hasta la puerta de su casa, pero se equivoco, el niño estaba tirando de sus manos entrelazadas para ir hasta la puerta principal, Mason dejó que su hija fuera sola mientras él se recostaba en la cerca que rodeaba la pequeña casa.
La castaña toco el timbre de la casa, mientras esperaba que abrieran la puerta, se quitó la mochila del niño del hombro.
— Aquí tienes, niño sin nombre — el menor abrazo su mochila a su pecho y entreabrió un poco sus labios.
— Griffin — Avery lo miró con una sonrisa al oír lo dulce que era su voz — me llamo Griffin — en eso, la puerta de la casa se abre dejando ver a una joven mujer, su cabello era rubio y tenía algunas ondas y sus ojos deslumbraban un lindo color azul, la castaña notó muchas similitudes entre ella y Griffin, seguro era su madre.
— Griffin amor, ya me estaba preocupando — la mujer dejo un beso en la frente de su hijo — oh hola linda, disculpa no te vi, ¿cómo te llamas?
— No se preocupe, soy Avery Beckmann, soy amiga de Griffin — esta le regaló una sonrisa, sonrisa de la cual la mujer se contagió inevitablemente.
— Un placer, soy Maylea Stagg, pero puedes llamarme May.
Avery le había contado un poco la historia de cómo se había encontrado con Griffin, claro que omitiendo algunas partes para no preocuparla demasiado.
De camino a casa Avery empezó a vagar en sus pensamientos, realmente no sabía porque se había preocupado tanto en ayudar a Griffin, no lo conocía de nada, pero algo dentro de ella le pedía que cuidara de él, quizás ese era el comienzo de la primera amistad de Avery desde que había llegado a Denver.
Sonrió para sus adentros, quizás no todo era tan malo como lo pensaba.
© URGFRONNIE
Aquí el primer capítulo, disculpen lo corto. Si notan alguna falta de ortografía agradecería que me lo hicieran saber para luego corregirla.
Avery con los niños pequeños >>>
Espero que les este gustando esto, recuerden que pueden ir y seguir mi cuenta de tiktok (@ iovemme) suelo subir edits, adelantos y demás cosas.
Nos vemos en la siguiente parte, gracias por leer mis amores.
xoxo, Alex.
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