🪷 ⋆ ࣪ una princesa, una bailarina y un dragón ֶָ֢֪
A sus ocho años de edad, Bang Minju es una niña muy inteligente. O eso dicen los adultos a su alrededor. Quizás porque tiene una letra bonita, o puede que sea porque sabe leer muy bien, tal vez porque se sabe todos los productos correctamente. Pero a pesar de eso, no entiende el revuelo de todos en su escuela.
Es decir, sólo es San Valentín. Lo único que cambia ese día para ella es que es una fecha especial para sus padres, y eso quiere decir que hoy dormirá en la casa de sus abuelos.
"Para ti." Una caja de bombones de mediano tamaño invade su campo de visión. Parpadea suavemente, observando las mejillas rojas de la niña que extiende los chocolates para ella. Se acerca a tomarlos, porque su papi le enseñó a ser educada y le dijo también que los regalos no se desprecian.
"Gracias, Yunah." Los ojos claros de la niña se iluminan ante sus palabras y pronto un beso torpe se estrella contra su mejilla. Minju ve confundida como una de sus compañeras de clase sale corriendo luego de darle el beso y de nuevo, ¿qué les pasa a todos con el día de San Valentín?
Ha recibido ya tres regalos contando la caja de chocolates. Un paquete de libros de cuentos que leerá para Seongmin y una tiara que le regalará a Sullyoon, su padre le dijo que no debía despreciar los regalos, pero en ningún momento habló sobre lo que podía hacer con ellos.
Caminó hasta su salón con dicho pensamiento en su cabeza, era su última clase antes del receso y luego comería alguno de los chocolates que le regaló Yunah. Se sentó en su asiento bajo la mirada atenta de alguno de sus compañeros y observó con amplios ojos negros la rosa roja sobre su mesa.
Dejó a un lado la caja de chocolates, tomando la flor en su mano y se acercó a olfatearla, sonriendo al percibir su perfume. Le encantaban las rosas, su padre Alfa solía regalarle muchas a su padre Omega, siempre en distintas ocasiones y Minju había aprendido a apreciar dichas flores como algo bonito.
Siempre que sus papás discutían, un ramo con quince rosas terminaba en un jarrón sobre la encimera de la cocina. Su papi le había dicho que quince rosas significaban "Disculpa", entonces ¿qué significaba una rosa?
"Buenos días." La voz suave de su maestra de coreano se escuchó por encima de las voces del salón y después de un caótico bullicio en el que todos tomaban sus lugares, el silencio se hizo presente. "¿Qué les parece si retomamos la lectura que no terminamos ayer? Minhyuk, ¿quieres empezar leyendo?" La voz del niño comenzó a escucharse al cabo de los minutos en los que todos sacaron sus libros y la maestra se aseguró de que estuvieran en la página correcta.
La mirada de Minju recayó de nuevo en la rosa. Era bonita y no tenía ninguna espina, al parecer alguien las había quitado antes de dejar la flor en su mesa. Un pequeño papelito rosa del que no se había percatado llamó su atención, se apresuró a tomarlo, buscando antes la figura de su maestra. Sonrió al ver la atención de la misma sobre otro de sus compañeros de clases mientras parecía explicarle algo. Abrió la nota y una pequeña letra algo desorganizada se mostró ante sus ojos.
"Bang Minju es más bonita que las rosas", leyó.
No era el mensaje más original, pero teniendo en cuenta que posiblemente lo había escrito un niño de ocho años ya era mucho. La letra tenía trazos bonitos y además de ella, su maestra solo había felicitado a alguien más de su clase por tener dichos trazos.
Sus ojos fueron hasta la persona que tenía en mente que había escrito la nota. Al hacerlo, se percató de que el niño la estaba mirando. Sonrió hacia él y pronto el pequeño volvió la vista a su libro, agachando la cabeza pero no lo suficientemente rápido como para que Minju no se percatara del sonrojo que tenía en las mejillas. Imitó las acciones de su compañero de clases cuando vio a la profesora acercarse a la mesa del niño.
"Oh Dios Mío. Jaemin, ¿qué les pasó a tus manos?" La voz de Minhyuk dejó de escucharse cuando la maestra habló. La mirada de todos fue hasta donde la mirada de Minju había estado hacía unos momentos solo para ver a Jaemin esconder las manos bajo la mesa.
"¿Por qué no vas a la enfermería, mhm? Pídele a la señorita Choi que cure tus manos, ¿de acuerdo?" El pequeño de cabellos castaños claros asintió, levantándose de su asiento. "¿Quieres que alguno de tus compañeros...?" No pudo terminar la pregunta cuando el niño ya se había alejado, fijándose en cómo corría lejos por los pasillos hasta la enfermería.
"Profesora, yo puedo acompañar a Jaemin." Minju ofreció y vio los ojos de la mujer brillar en alivio al escucharla. Tomó tres de los chocolates de la caja antes de levantarse. Salió con pasos tranquilos del salón después de que su maestra le agradeciera y comenzó a caminar con pasos lentos hacia donde sabía que se encontraba la enfermería.
Muchos de sus compañeros, para no decir la mayoría, trataban mal a Jaemin. Cuando les preguntó la razón, le habían dicho que era porque su mamá trabajaba en la cocina de la escuela y al parecer le habían dado algo llamado beca por eso. Ese día al llegar a casa le preguntó a su papá que era una beca y si tenías que tratar mal a la persona que tuviera una.
Su padre Alfa le había explicado lo que eran y le dijo que contrario a tratar mal a las personas que las tuvieran, debía ser agradable porque todos los que tienen acceso a una eran personas muy inteligentes o buenas. Su papá Christopher nunca mentía, así que Jaemin debía ser un buen niño y ella se encargaría de ser su amiga.
Se detuvo frente a la puerta de la enfermería, escuchando las voces de la enfermera y Jaemin. Su papi Min le dijo que era de mala educación escuchar las conversaciones de las personas, pero solo serían unos segundos así que no importaba, ¿verdad?
"¿Cómo te hiciste esto?" La enfermera Choi preguntó y Minju pegó más su oído a la puerta. "Si no me dices, tendré que ir a hablar con tu mamá, ¿quieres eso?" Ella preguntó e imaginó que Jaemin respondió que no porque pronto la oyó añadir. "Entonces dime, será nuestro secreto, ¿de acuerdo?"
"Me lastimé tomando una rosa, de esas que hay cerca de la entrada. Me pinché las manos mientras la tomaba y también cuando quitaba las espinas." Jaemin contó y a su mente vino la rosa sin espinas sobre su mesa. "Es San Valentín y mamá me dijo que es un día para darle regalos a las personas que quieres mucho, y yo quería regalarle algo."
"¿A tu mamá?" Jaemin negó.
"A Minju." La enfermera alzó sus cejas en curiosidad mientras terminaba de vendar la mano del pequeño.
"¿Bang Minju?" Ella preguntó y Jaemin asintió despacio, con las mejillas rojas y los ojos brillantes. "Ella es muy bonita, ¿verdad?"
"Sí." Jaemin sonrió. "Es la más bonita." Unos toques en la puerta interrumpieron su conversación, anunciando la llegada de una tercera persona y pronto un rostro conocido se coló en el interior de la enfermería.
Jaemin la miró fijamente, con las mejillas ardiendo. Minju tenía la piel muy blanca y su cabello era largo y negro. Sus ojos eran grandes y oscuros, con un lunar en una de sus mejillas. Tenía labios finos y eran rosados a pesar de que no utilizaba ese brillo que su mamá siempre se ponía antes de ir a trabajar.
Para él, Bang Minju era como una princesa, de esas que aparecen en los cuentos de hadas y que se casan con apuestos príncipes.
¿Él podría ser un príncipe?
"La maestra me pidió que acompañara a Jaemin." Ella contó y el aludido bajó la mirada a sus manos vendadas. "Enfermera Choi, ¿Jaemin lloró?" Minju preguntó y pronto tuvo la mirada avergonzada del pequeño sobre ella
"Se portó muy bien, es un niño muy valiente." La enferma dijo, guiñando un ojo hacia Jaemin. Observó la hora en su reloj antes de añadir. "Quedan solo unos minutos para que empiece el receso, ¿por qué no se quedan un rato aquí? Pueden salir cuando sea el descanso." Ella ofreció y ambos niños asintieron.
"Ten, son para ti." Tres chocolates fueron extendidos hasta Jaemin por manos pálidas. Observó los finos dedos y la pequeña pulsera roja que tenía Minju en su muñeca antes de tomar los dulces. "Mi papi siempre me da dulces cuando soy valiente. Te los regalo, cómelos."
"Gracias." Murmuró bajito y supo por la mirada fija de Minju en él, que debía probar uno. Quitó la envoltura del pequeño bombón de chocolate y sus ojos se abrieron amplios en cuanto se lo llevó a la boca. El sabor era delicioso. "Está rico." Minju sonrió. "Gracias, Minju."
"De nada." Ella dijo y Jaemin la vio apretar los labios un poco antes de decir. "Gracias por la rosa, era muy bonita." Un sonrojo adornó las mejillas del pequeño y Minju arrugó sus cejas un poco antes de decir. "Pero no te vuelvas a lastimar las manos, puedes regalarme notas también." Los ojos de Jaemin se abrieron amplios.
"¿Puedo?" Ella asintió y no pudo evitar sonreír, mirando los chocolates en sus manos. "Está bien, lo haré."
Jaemin tenía una sonrisa contagiosa, Bang Minju se percató de ello. Tanto que mientras caminaba hacia su papá que la esperaba en la salida, tenía una sonrisa en sus labios. Se dejó cargar por Christopher, hundiendo la nariz en el cuello del Alfa e inhalando el aroma que siempre la hacía sentir tranquila.
"Hola, princesa. ¿Cómo te fue en la escuela hoy?" Christopher preguntó, tomando la mochila de su hija y sus cejas se alzaron ante el peso de esta. "¿Qué traes aquí? ¿Piedras?" Preguntó y Minju solo negó, mirándolo con cejas fruncidas. Su papá era tonto, ¿por qué ella cargaría piedras?
"Son regalos. Yunah, Minji y Seolhyun me los dieron." Christopher detuvo su andar cuando su hija lo hizo y pronto Minju le mostró una rosa roja que no había visto antes en la mano de la menor. "Jaemin me regaló esta rosa. ¿No es bonita, papá?" Christopher asintió, algo receloso.
"Sí, lo es." Admitió y la sonrisa que le regaló la pequeña después hizo que su corazón latiera en alegría. "Y bien, ¿hiciste algo nuevo hoy?" Ella asintió, entrando a los asientos traseros del auto cuando su papá abrió la puerta para ella.
"Besé a Jaemin." Le dijo y Christopher escuchó el "Crack" de su corazón al romperse. Aseguró el cinturón de seguridad alrededor de Minju, quien dejó un besito en su mejilla al tenerlo cerca y no pudo evitar sonreír, a pesar de que tenía un nudo en la garganta por las palabras de la niña.
"¿Dónde besaste a Jaemin, bebé?" Preguntó, colocando su propio cinturón de seguridad una vez que estuvo en el asiento del conductor.
"Justo aquí." Ella le dijo, apuntando su mejilla y Christopher pudo respirar tranquilo. "Me gusta mucho Jaemin. Papá, ¿puedo ser su novia?" El Alfa contuvo el gruñido, girándose a ver a Minju.
"No." Su hija hizo pucheros.
"¿Por qué no?" Christopher pensó la respuesta unos segundos.
"Porque eres muy pequeña todavía." Minju asintió.
"Entonces, ¿cuándo sea más grande puedo?" Ella le preguntó y el Alfa sintió su pecho oprimirse en dolor. Quería llorar, se supone que este era un tema del que no tenía que preocuparse hasta dentro de unos largos años.
"Tampoco puedes." Dijo, poniendo el auto en movimiento.
"Pero Jaemin tiene una beca y me dijiste que las personas que tenían becas eran buenas e inteligentes. Además, él es bonito, papá. ¿Por qué no puedo?" No supo que decir, sintiendo una puñalada al ver como sus propias palabras eran usadas por su hija en su contra.
"Pregúntale a papi Min cuando lleguemos a casa, ¿bien?" Minju asintió y Christopher agradeció a los cielos que no mencionara más al tal Jaemin en el camino. Su corazón no podría soportarlo.
Observó con una sonrisa como su hija luchaba para quitarse el cinturón de seguridad una vez que llegaron a casa y Christopher se apresuró a abrir la puerta del auto, ayudándola a deshacerse de este.
"Gracias, papá." Ella le dijo contenta, dando un beso a su mejilla antes de alejarse corriendo hacia el interior de la casa y Christopher adoraba que Minju hubiera heredado la personalidad cariñosa de Minho. Tomó su mochila, colgándola sobre su hombro y al llegar a la puerta de la casa, la imagen de su Omega besando todo el rostro de Minju le dio la bienvenida.
"Hola, mi amor." Minho lo saludó y Christopher hizo pucheros, acercándose a hundir la nariz en el cuello de su Omega. "¿Qué pasó?" Minju se encargó de responder a la pregunta por su papá.
"Papi, ¿Jaemin puede ser mi novio?" Un segundo "Crack" se escuchó, esta vez más fuerte y Minho observó con una sonrisa a su Alfa lloriquear escondido en su cuello. "¿Puedo, puedo, puedo?" El Omega asintió.
"Está bien, pero cuando seas más grande." Minju lo observó con ojos entrecerrados.
"¿Qué tan grande, papi?"
"Hasta que seas más grande que papá." Señaló a Christopher y su hija asintió, totalmente de acuerdo. Minho siguió los pasos de Minju hasta la sala, con el Alfa aferrado a él. "Deja el drama, solo tiene ocho. Ya se olvidará de Jaemin." Christopher lo miró con ojos tristes.
"¿Y si no lo hace?" Minho se encogió de hombros, quitando la mochila de Minju de las manos del Alfa antes de sonreírle.
"Supongo que tendrás que soportarlo." Christopher gruñó e iba a decir algo pero un balbuceo lo distrajo. Miró hacia abajo y sobre la alfombra de la sala, unos cortos brazos regordetes se extendían hacia él.
El Alfa hizo pucheros, dejando ir el cuerpo de su Omega para cargar al pequeño bebé de un año, alejándolo de los brazos de su hermana. Minju le hizo mala cara al ver como Seongmin le era arrebatado por su padre Alfa, rodando los ojos al ver a su papá hacer pucheros hacia su hermanito.
"A ti no te va a gustar ningún Jaemin, ¿verdad?" Le preguntó y Seongmin solo rió, dejando ir un par de balbuceos. Christopher frotó su nariz contra la mejilla suave y gordita. "Por favor no seas como Minju, no rompas el corazón de tu padre."
"Christopher deja de ser..."
"¡Minju llegó!" Un chillido contento se escuchó, seguido de pasos rápidos contra el suelo. Una cabecita adornada con rebeldes rizos castaños hizo presencia en la sala, agitando varios papeles en sus manos y Minju abrió los brazos para recibir el cuerpo de su hermana de cuatro años. "¡Mira, los hice para ti!" Sullyoon le extendió una de las hojas y sonrió al ver el dibujo. "Esta eres tú, tienes una tiara rosada porque eres una princesa y está de aquí soy yo, este es mi tutú. Y este de acá es Seongmin, es un osito."
"Es muy bonito, gracias Yoonie." Minju dijo, sus ojos abriéndose amplios al recordar algo. "¡Tengo un regalo para ti también!" Minho observó a la mayor de sus hijas correr hasta su mochila y pronto vio a Sullyoon acercarse a tomar la mano de Christopher.
"Papá, este es para ti." Le extendió el dibujo, que Christopher se acercó a tomar con la mano que no sostenía a Seongmin. "Son tu y papi. ¿Te gusta?" Preguntó y vio los ojos de su padre Alfa brillar antes de que asintiera varias veces.
Minju llegó a la sala, agitando algo brillante entre sus manos y los ojos de Sullyoon se abrieron amplios al ver de qué se trataba. Era la tiara más bonita de todas, y su hermanita la estaba acomodando sobre su cabeza. Ambas dejaron ir un chillido de felicidad que revolvió a Seongmin entre los brazos de Christopher.
Tras el nacimiento de Minju, su Alfa había autoproclamado que no tendría más hijos y a Minho sus palabras le entraron por un oído y le salieron por el otro. Cuatro años después, Christopher vio como su promesa de no más hijos era rota con un test de embarazo positivo sobre la mesa del restaurante al que fueron en una de sus noches a solas. Y fue sumamente divertido como el hecho de tener dos hijas totalmente revoltosas, le aseguró al Alfa que su tercer embarazo unos años después le daría otra nueva niña a la familia. Aún recuerda el rostro de Christopher cuando la doctora señaló en la pantalla el pene de "su niña".
"Tu traje llegó esta mañana, está en la habitación." Christopher palideció al escucharlo y ambas niñas gritaron contentas. "¿Por qué no suben y se cambian? Preparé galletas y jugo para su fiesta del té." Minju y Sullyoon asintieron, corriendo juntas rumbo a los dormitorios con la menor de sus hijas aguantando la tiara sobre su cabeza para que no cayese. "Se lo prometiste a las dos."
"Pero ese traje me da picazón." Se quejó, viendo a su Omega reírse de él. Le extendió a Seongmin, quien se removió contento al verse en los brazos de Minho.
"Solo es hasta que mi mamá venga por ellos, ¿bien? Te lo compensaré esta noche." Le dijo y una sonrisa ladina adornó el rostro de su Alfa. Christopher se acercó, dándole un profundo beso a su Omega y una manita pequeña presionándose contra su mejilla lo hizo sonreír.
"Celoso." Murmuró en un gruñidito hacia Seongmin, quien lo observó con ojos oscuros. A veces pensaba que, en lugar de un útero, su Omega tenía una impresora 3D en su interior. Era increíble lo mucho que su cachorro se parecía a él.
"¡Papá!" La voz de Sullyoon se quejó al percatarse de que seguía todavía allí y Christopher se giró a verla disfrazada de bailarina, con el tutú rojo y las zapatillas de ballet blancas.
Acomodó la tiara sobre los cabellos castaños de su hija, siendo empujado rumbo a la habitación por una Minju de cejas fruncidas con un traje de princesa, con el vestido rosa largo y una pequeña corona adornando sus cabellos negros.
"¡Cámbiate rápido, el té se enfría!" Minju le dice en un gritito y Sullyoon asiente varias veces, respaldando las palabras de su hermana.
"Ya iba a cambiarme, es que ustedes son muy rápidas." Christopher se queja, alejándose con pasos vagos hacia las escaleras.
"¿Quieren ayudarme a vestir a Seongmin?" El Omega les pregunta a sus hijas y ambas asienten contentas. Minho siente su corazón tranquilo al escuchar sus risitas y al ver el ceño fruncido de Seongmin mientras lo viste con el pequeño traje de dragón que compró para él hace unos días.
"Minnie, mira. Seongie es un dragón. ¡Argh!" Sullyoon dice, haciendo reír a sus hermanos y pronto la mirada de Minho va a la figura de su Alfa. Sus hijas chillan contentas, corriendo hasta Christopher totalmente emocionadas al ver su ropa.
Y no sabe dónde firmó realmente para tener que usar trajes principescos que le provocan una terrible picazón, mas la mirada curiosa de Seongmin, la expresión contenta de Minho y los ojos brillantes de Minju y Sullyoon son motivo suficiente para aguantar el dichoso traje mil y una veces.
"¡Papá es un príncipe!" Sus hijas dicen, totalmente emocionadas y Minho sonríe, dejando un beso en la cabecita de Seongmin cuando el bebé se recuesta en su hombro. Sus ojos van a Christopher, y su Alfa le sonríe, con el cabello negro revuelto y la expresión relajada. Minho no puede estar más de acuerdo.
"Lo es." Inicia, y siente los sentimientos de su Alfa y los suyos propios arremolinarse en su lazo. "Chris es un príncipe."
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