🪷 ⋆ ࣪ un plato que se coma frío ֶָ֢֪
"Señor." La voz baja de Felix hizo eco en el silencio de la oficina. El Omega apretó los labios, extendiendo una leche sabor fresa sobre el escritorio de su jefe, quien mantenía la mirada fija en unos papeles. "Su madre está fuera, señor. Pide hablar con usted." Felix le dijo, llamando la atención del Alfa. "Debería hablar con ella, luce muy preocupada." Christopher arrugó las cejas, luciendo molesto.
"No tengo nada de qué hablar con ella." Masculla, con el tono de voz tenso. "Dile que se vaya, no quiero verla. Estoy ocupado." Felix suspiró, apretando las manos un poco para atreverse a decir.
" Es su madre, Christopher." El Omega dice, dejando una caricia inconsciente en su vientre. "Hable con ella, ¿sí? Escuche lo que tiene qué decirle y si después no quiere verla, no lo haga. Pero antes conversen un poco, ¿bien?" Felix le regaló una débil sonrisa cuando Christopher asintió despacio.
Aflojó el nudo de su corbata, reclinándose en el asiento mientras observaba al Omega salir de la oficina. La puerta de la oficina se abrió y Christopher sintió su cuerpo tensarse al ver el rostro triste de su madre. Ella se acercó, con pasos lentos y vacilantes hasta él, pronto tuvo sus manos frías acunando sus mejillas y apretó los labios cuando la mueca de tristeza en el rostro de su madre se intensificó.
"Luces tan cansado, Channie. ¿Por qué estás así, mhm? ¿Has estado comiendo bien?" Ella preguntó y la preocupación de la Omega creó un nudo en su estómago que se apretaba con cada respiración que daba. "¿Estás así por Minho?" La mención del Omega fue suficiente para quebrar lo poco que le quedaba de compostura.
Su mirada se nubló y sintió el nudo en su estómago subir hasta su garganta, impidiéndole tomar aire. Se alejó del toque de su madre, con el pecho apretado y las ganas de llorar entristeciendo sus feromonas que se habían vuelto suaves, casi imperceptibles y Christopher sabía que ese era el castigo de su lobo hacia él por la ausencia de su Omega.
Desde que Minho se había ido, no lo sentía intentar tomar el control, su naturaleza Alfa estaba demasiado ocupada pidiendo constantemente por su Omega, demasiado triste como para crear problemas y Christopher mentiría si dijera que su lobo era el único al que le había afectado no tener a Minho cerca.
"¿De qué quieres hablar, mamá? Tengo trabajo pendiente y recuerdo haberte dicho la última vez que viniste que no quería hablar contigo." Sooyeon frunció las cejas un poco, apartándose para mirarlo a los ojos y Christopher leyó una advertencia muda escrita en el brillo amenazador de sus iris.
"Ten cuidado con cómo me hablas, Christopher Bang. Sigo siendo tu madre." Le dijo, dando unos pasos lejos del escritorio pero sin apartar la mirada del rostro de su hijo. "Sé que estás molesto por lo que hice, pero no puedes evitar que me preocupe por ti. Eres mi hijo y es mi deber velar por tu bienestar." Somi añadió, con el tono de voz tenso. "¿Acaso te has visto a un espejo? La barba no te luce en absoluto, Christopher."
"Es mi apariencia, no veo cómo te afecta." Refutó, pasando la mano inconscientemente por la barba que comenzaba a formarse por toda la extensión de su mandíbula. "De hecho, ninguna de mis cosas debería afectarte de ninguna manera, es mi vida y yo me encargaré de lo que pase o no en ella." Le dijo, esperando que su madre leyera el mensaje oculto entre sus palabras.
"Me importa, soy tu madre."
"Lo eres, pero no por eso tienes derecho a interferir en mi vida. Soy un adulto y tomaré mis propias decisiones, te guste o no." Sooyeon arrugó las cejas, el suave aroma a margaritas tornándose ácido y Christopher sabía con anticipación que se avecinaba otra de las muchas discusiones en las que siempre terminaban sus encuentros.
"Toda esta actitud tuya es por Lee Minho ¿no?" Ella masculló, sus palabras cargadas de veneno y el Alfa apretó los labios, el nombre dejando un sabor amargo en su boca. "Ya me disculpé por eso, Christopher. No debí llevar a tu esposo ese día al hotel, pero lo que sí no es mi culpa es que su relación sea tan frágil como para hacerlo huir solo por verte con su hermano." Christopher arrugó las cejas.
"Aun así..."
"Me duele que estés así conmigo." Ella le dijo, con la voz rota. "Pero, ¿crees que sólo es mi culpa? Es decir, nunca fuiste el marido perfecto mientras estaban juntos."
"Seguimos juntos." Le recordó, el pasado en la oración de su madre le apretaba el pecho. "Seguimos juntos, mamá." Repitió, más para sí mismo que para ella. "Y seguiremos juntos, lo encontraré." Aseguró.
" ¿Es así? Han pasado ya casi tres semanas desde que tomó sus cosas y se fue. Aun así estás tan seguro de que regresará, pero sabes que no lo hará y eso es lo mejor para los dos. Debieron separarse hace un tiempo, solo estaban arrastrando lo inevitable, ¿no crees?"
"Mamá..." La retó con la voz.
"¿No es verdad? Nunca quisiste nada con él, lo ignoraste la mayor parte de su matrimonio y, ¿ahora te estás autodestruyendo porque no está? No seas hipócrita, Christopher. ¿Qué pasó con pedirle el divorcio? Tenías los papeles a la mano, ¿no?"
"Es diferente ahora." Él contradijo, con los ojos brillosos. "Nuestra relación ha mejorado mucho en los últimos meses, nosotros..."
"¿Nosotros? Ya no queda un nosotros, Christopher, él se fue. Y si el amor que Minho siente por sí mismo es mucho más grande que el que siente por ti, él no regresará y no quiero verte sufrir más por eso." Ella le dijo, con la voz bajita. "Mira, es lo mejor. Desde el principio lo has estado lastimando, yo lo he estado lastimando y todos tenemos un límite, ¿sabes? Quizás Minho ya alcanzó el suyo y se fue, hay ocasiones en las que huir es mejor que enfrentar las cosas. Esta es una de esas ocasiones." Añadió, con la mirada brillante sobre el rostro demacrado de su hijo. "Déjalo ir, mi cielo. Hazlo por él, ¿sí?"
"Dejaré que sea Minho quien diga si quiere seguir a mi lado o no. Lo encontraré, hablaré con él y dejaré que decida lo que sea que quiera hacer con nuestro matrimonio, con lo que somos. No aceptaré menos." Sooyeon suspiró, mirando a Christopher en resignación.
"Y si él no quiere seguir contigo, ¿mhm? ¿Has pensado en esa posibilidad?" Ella le preguntó casi en un regaño.
"Entonces lucharé por él, mamá. Y soportaré todo lo que tenga que soportar, no me rendiré con Min así como él nunca se rindió conmigo, así me haga pedazos en el proceso." Afirmó.
Su madre no dijo nada más tras escuchar aquello. Christopher la vio retirarse de la oficina, no sin antes advertirle que regresaría al día siguiente para hacer algo con la barba que comenzaba a formarse en su rostro, haciéndolo lucir más viejo, algo sucio y descuidado cuando en realidad sólo se sentía cansado.
Cansado de no poder dormir, cansado de extrañar, cansado de la ausencia de Minho en su día a día. La persona que había estado todo el tiempo a su lado había desparecido y Christopher nunca imaginó que percatarse de aquello le pesase tanto en el pecho.
Pasó sus manos por el cabello que se sentía sucio entre sus dedos. Tenía un nudo en el estómago que le robaba el apetito, demasiadas cosas en la cabeza como para conciliar el sueño y quizás era cliché que para él extrañar sea sinónimo de autodestrucción, pero siente que ni siquiera destruyéndose poco a poco a sí mismo sería una expiación suficiente para todo lo que Minho había tenido que pasar, y lo más triste de todo era que, en el fondo sabía que si el Omega lo viera, le pediría que se cuidara a sí mismo y se preocuparía al ver en lo que se está transformado poco a poco.
Apoyó su cabeza sobre la fría superficie del escritorio, sintiendo sus párpados pesados y la boca seca. ¿Cuándo fue la última vez que pudo dormir algo? No recordaba, si tenía que ser sincero tampoco le importaba mucho. Christopher solo quería encontrar a su Omega, abrazarlo, rogarle disculpas por todo y dejar de sentir que se asfixia ante cada inhalación que hace.
Unos golpes en la puerta, seguido del sonido de unos pasos apresurados hasta su escritorio lo hicieron fruncir las cejas y la idea de que se tratara nuevamente de su madre lo hizo gruñir inconscientemente. Alzó la mirada topándose con la mirada ansiosa de Felix, sus mejillas rojas debido al esfuerzo de caminar rápido y con una de sus manos acunando su vientre protectoramente. Christopher lo vio tragar en seco antes de hablar.
"El detective Kang acaba de llamar, señor Bang." Le dijo, casi sin aliento y los ojos del Alfa se abrieron amplios al reconocer de quién se trataba. Había contratado al hombre para hallar a Minho, tener noticias de él solo podría significar una cosa. "Sabe donde se encuentra Minho."
Christopher despertó con el corazón acelerado y palpitando en angustia. Parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la luz de la habitación, sintiendo su pecho apretado en dolor.
Miró alrededor, ya no estaba en su oficina sino en su habitación, sobre su cama, con el aroma de Minho envolviéndolo e inhaló profundamente, su cuerpo perdiendo tensión ante la suave fragancia. Acarició su mandíbula, los atisbos de la barba ya no estaban y Christopher suspiró, percatándose de lo que había pasado.
"Un sueño", pensó. Sobando su rostro para quitarse los restos de cansancio y terminar de espabilarse.
Observó el lado vacío de la cama, provocando que un frío se instalara en su pecho ante la idea de que aquello no hubiera sido sólo un sueño. Él lo sabe, es otro de los muchos recuerdos que lo visitan en las noches en forma de pesadilla y Christopher es consciente de que vivir aquello la mayor parte de las noches es como un silencioso karma por cómo se había comportado en el pasado.
Salió de la cama, la temperatura fresca de la habitación acarició amablemente su torso desnudo mientras caminaba, bajando las escaleras hasta donde el aroma a chocolate era más fuerte. Su olfato lo guio hasta la cocina y la espalda de su Omega le dio la bienvenida.
Se acercó silenciosamente, abrazando su cintura y pegando sus cuerpos hasta que la espalda de Minho se presionó contra su pecho. Inhaló el delicado aroma, hundiendo la nariz en el lugar donde descansaba una marca y se aferró con fuerza al mayor, como si fuera su ancla en la tierra.
"¿Otra pesadilla?" Minho le preguntó, acariciando sus cabellos con la mano que no sostenía el vaso con jugo y Christopher suspiró, apoyándose en el toque suave de sus dedos.
"Sí." Murmuró contra su cuello. "No estabas en la cama y me asusté, pensé que te habías ido." Minho apretó los labios, negando con una mueca de tristeza al percibir el aroma apagado del Alfa.
"No me iré..."
"Lo sé, pero si lo haces, te persigo." Minho carcajeó por sus palabras, dejando el vaso de jugo sobre la meseta. "Hasta que me pidas una orden de alejamiento voy a estar pegado a ti, así." Lo apretujó, sacándole un par de risitas al Omega. "Te amo, mucho."
"Yo también te amo."
"Y puedes hacerme lo que quieras, siempre lo soportaré y esperaré por ti todo lo que tenga que esperar. Nunca podré agradecerte por darnos otra oportunidad y..."
"Hey." Minho lo interrumpió, girándose para acunar el rostro del Alfa entre sus manos. Dejó caricias sobre sus pómulos con los pulgares, observando con ternura los pucheros en los labios contrarios. "Me encanta que me digas esas cosas, mi amor. Pero, ¿qué pasa? Luces asustado y tu aroma se siente tan opresivo. Dime lo que sucede, ¿mhm?" Pidió con una sonrisa.
"Recordé cuando no estabas y sentí que me moría. Nunca te vayas."
"No lo haré." Aseguró. "Te amo demasiado como para hacer eso, ¿bien? Nunca me alejaré de ti, no lo hice antes y no lo haré ahora." Christopher sonrió.
"Gracias." Murmuró, dejando cortos besitos en su boca.
"No hay de qué." Le dijo, con una sonrisa de suficiencia adornando sus labios. "Tienes suerte de que te quiera tanto." El Alfa asintió, regalándole una corta sonrisa.
"Lo sé, tengo mucha suerte de que lo hagas." Aceptó. "La mejor suerte del mundo."
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