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🪷 ⋆ ࣪ amar, desde tu punto de vista ֶָ֢֪

Para Christopher Bang, el camino que debía seguir estaba trazado mucho antes de que naciera.

Como primogénito de una de las muchas familias de los grandes conglomerados coreanos, se esperaba de él que adoptara ciertas posiciones y desarrollara determinados roles respecto al negocio de su familia.

Su vida era como un mapa, con todas las rutas que debía transitar ya trazadas, con varios recordatorios para que no se desviara del camino elegido para él.

Las escuelas privadas, los excelentísimos tutores, una educación privilegiada destinada a que su personalidad y modales fueran pulidos hasta limar la más mínima imperfección.

Todo en él debía lucir impecable, desde su postura hasta su ropa, incluso la forma de sostener una maldita copa y de llevarla a sus labios, como sonreír y el tono adecuado para hablar, qué temas debían de ser tratados para que la conversación se considerara satisfactoria.

Christopher Bang nació bajo un foco de luz y eso significaba tener ojos sobre sí mismo la mayor parte del tiempo al asistir a eventos, galas, fiestas y a todos los lugares en los que su presencia como futuro heredero era requerida.

Sin embargo, desde su anhelo personal, preferiría estar en cualquier lugar en el que saber cómo respirar estilizadamente no constituyera una norma de etiqueta.

Christopher observa a su alrededor y, a diferencia de él, otros chicos contemporáneos a su edad coexisten entre sí, conversando cómodamente en rincones específicos lejos de la atención de los adultos.

Suspira al verse a sí mismo rodeado de personas que le doblan la edad con los que debe mantener una conversación sobre cualquier tema que les resulte interesante y del que debe tener al menos una mínima noción porque de lo contrario, tales circunstancias podrían delatar una educación ineficiente.

El heredero a la presidencia del mayor grupo empresarial de la ciudad no puede padecer de ineficiencias.

"Oh, Christopher, quería presentarte a alguien."

La persona a la que lleva refiriéndose toda la noche como "Señor Lee" le dice, llamando su atención al llevar una de las manos a sus hombros, rodeándolo con familiaridad mientras lo guía hasta una de las multitudes juveniles del lugar.

"Me percaté de que no tienes muchos amigos." Él le dice en complicidad y no puede hacer más que sonreír con moderación, absteniéndose de retirar el peso del brazo ajeno sobre sus hombros cuando la voz de su padre advirtiéndole sobre su comportamiento se escucha como eco en su cabeza. "Así que pensé en presentarte a mis cachorros." Christopher se tensó al oírlo. "Jungwon es mayor que tú por unos años, pero seguro le agradarás y Minho puede ser algo introvertido pero en cuanto entra en confianza no parará de hablar de todo y de nada a la vez."

Christopher asintió, sus ojos captando al par de chicos que reían de algo, sentados juntos, sus cuerpos prácticamente pegados y que al verlos llegar, permanecieron en silencio, totalmente atentos.

"Él es Jungwon y esta pequeña mata de cabellos es Minho." El Alfa los presentó y Christopher vio a Jungwon sonreírle mientras que Minho tragaba en seco. "Chicos, este es Christopher. Es el hijo del señor Bang." El padre de ambos jóvenes los presentó y Christopher obtuvo cortas inclinaciones de cabeza como un silencioso saludo que no tardó en corresponder. "¿Qué tal si lo entretienen un poco mientras los adultos hablamos de negocios?"

Fue lo último que lo escuchó decir antes de dejarlo sentado frente a sus dos hijos, con la atención de aquel par sobre sí mismo.

"Así que tú eres el afamado Christopher Bang." Fue Jungwon el primero en hablar y joder, era precioso.

Con facciones delicadas y ojos pequeños que se volvían medialunas tras una sonrisa, con mejillas abultadas y rosadas que incitaban a un par de mordidas.

Christopher solo necesitaba inhalar un poco y a él llegaría un inconfundible aroma a rosas mezclado con algo más, de tonos más dulces, que quizás era el aroma del otro hermano.

"¿Sabías que eres el chico de oro de nuestra generación? Mi papá no ha parado de hablar de ti desde que te conoció." Jungwon comentó, haciendo una seña hacia su hermano menor en complicidad. Christopher sonrió amplio por sus palabras.

"Gracias." Murmuró, no tardando en añadir. "Ojalá tu padre me hubiera hablado de ti antes." Comentó y sus palabras provocaron un corto silencio en la mesa.

Jungwon lo observó con los ojos quizás un poquito más abiertos, mostrándose sorprendido, solo para que su reacción se convirtiera a los segundos en una risa algo escandalosa que llamó la atención de un par de personas.

"Oh, mírate. Incluso eres bueno en coquetear, con esa cara tan seria tuya." El Omega mayor comentó y Christopher desvió su mirada cuando sus actos fueron expuestos en voz alta y sin vergüenza, su acción llevando inevitablemente su atención al otro hermano Lee a un lado en la mesa.

Minho, ¿cierto?

Christopher lo observó durante unos segundos y ciertamente no era menos apuesto que su hermano, solo que a diferencia de Jungwon que portaba una belleza que incitaba más a admirar, el otro Omega provocaba en él un extraño sentimiento de protección y de adoración que Christopher ignoró al instante cuando escuchó al mayor de los hermanos decir.

"Entonces, ¿no te aburres de las conversaciones de adultos?" Christopher sonrió al oírlo, relajándose un poco y disfrutó el resto de la noche en la compañía de aquel par, con la voz aguda de Jungwon llenando el espacio y en algunas ocasiones uno que otro monosílabo de Minho.

Los tres se retiraron del salón donde se desarrollaba el evento al cabo de los segundos, yendo a sentarse en una de las mesas distribuidas estratégicamente en el jardín de la mansión, rodeados de aromas florales y del sonido apagado de la música clásica de fondo.

Christopher obtuvo un trago de su bebida al mismo tiempo que oía a Jungwon reír escandalosamente de nuevo.

"Denme unos minutos que necesito ir al baño." Él se excusó entre risas, levantándose de la mesa para caminar lejos con pasos elegantes y segundos después, el ruido que reinaba en la mesa se transformó en silencio.

Christopher observó la copa en su mano, mirando con cautela hacia arriba cuando sintió el peso de una mirada sobre sí mismo.

Sus ojos se encontraron con los castaños de Lee Minho, que lucían brillantes y curiosos, como si fuera algo nuevo e interesante para el Omega.

Christopher sonrió hacia él, recordando la introversión contraria y buscando brindar calma, mas todo lo que obtuvo con su gesto fueron un par de mejillas ardiendo en rojo.

"El señor Lee me dijo que podías ser algo tímido, pero la verdad es que no pensé que no ibas a hablar nada en toda la noche." El Alfa comentó y frente a él, Minho abrió sus labios, como si buscara decir algo.

Christopher observó su boca y sintió un tirón en el bajo vientre cuando el Omega los humedeció con su lengua hasta volverlos brillantes.

Inhaló, el aroma floral del jardín a su alrededor envolviéndolo. Flores y algo más dulce, más adictivo, algo más como...

"Chocolate."

La atención de Minho se volcó en él y Christopher sonrió satisfecho al discernir por fin cuál era aquel aroma dulzón que llevaba toda la noche flotando alrededor de sus sentidos como barco en el agua.

"Hueles a chocolate." Comentó. Minho sonrió poquito, sólo elevando las comisuras de sus labios.

"Un aroma algo común, ¿no crees?" Él comentó, encogiéndose de hombros y jugando con el contenido de su copa, el rojo jugo de cerezas que destinaban a ellos hasta que cumplieran la edad requerida para el vino o el champagne.

Christopher consideraba que era algo ridículo, pero de alguna forma el resto de los adultos a su alrededor debía saber cómo sostenían una copa.

"Es común, sí." Confesó, viendo a Minho agachar la cabeza hasta sus manos, el cabello largo y abultado cubriendo parte de su expresión.

Christopher no tardó en añadir, esperando que sus palabras no fueran malinterpretadas.

"Pero a todos nos gusta el chocolate, ¿no?" Minho sonrió al oírlo.

Una sonrisa amplia y aconejada, tan contagiosa que no tuvo más opción que sonreír casi tanto como él.

"Quién lo diría, que el tímido Lee Minho puede sonreír así de bonito. Es por eso que siempre andas todo callado y con la cabeza gacha, ¿no es así? Para no andar enamorando a las personas que se te acerquen." Si era humanamente posible, Lee Minho se sonrojó aún más.

"Ya~."

Christopher se sorprendió cuando lo oyó decir en queja, yendo a dejar un golpe en su brazo como reprimenda que sacudió el contenido de su copa sobre su mano y parte de la mesa.

Los ojos del Omega se abrieron sorprendidos al ver lo que sus acciones habían propiciado, no tardando en añadir.

"Lo siento mucho." Se disculpó al instante, tomando un par de servilletas para tomar su mano y comenzar a limpiarla.

Christopher tragó en seco, sintiendo toda la saliva de su garganta secarse al percibir la calidez del tacto del Omega que sostenía su mano entre dos de las suyas, limpiando los restos de la bebida sobre ella.

"Normalmente, el contenido de mi copa siempre termina sobre mí. Perdona que seas la víctima de mi torpeza esta noche."

El Omega se disculpó, no obteniendo respuesta a sus palabras y cuando alzó la mirada pudo ver al Alfa observarlo con las mejillas rojas, el tono pálido de su piel acentuado la coloración de sus pómulos.

"¿Sucede algo?" Preguntó curioso, ladeando la cabeza en confusión y su acción provocó un ruidito estrangulado en el Alfa. Minho se rió. "¿Quién diría?" El Omega inició, con una media sonrisa y ojos suaves que provocaron un pálpito en el Alfa cuya mano sostenía. "¿Quién diría que Christopher Bang, el futuro Alfa de oro de nuestra generación, ¿sabía sonrojarse así de bonito?" Dicho Christopher jadea, mostrándose repentinamente ofendido.

"No estoy sonrojado." Él exclamó, la voz fallándole hasta volverse aguda y Minho carcajeó, terminando de limpiar su mano. "Es sólo que me engañaron, me habían dicho que eras introvertido." Christopher comentó, atento a las reacciones del Omega y quizás era el ambiente, o quizás era su lobo molesto que había empezado a quejarse por perder el tacto del Omega sobre su mano.

"Sí soy introvertido, realmente."

Minho lo miró luego de decir, con lindos ojos adornados por espesas pestañas que le dieron un toque adorable a su rostro y era algo que Christopher no podía dejar de pensar, Lee Minho era una pequeña cosita adorable y él sentía esta extraña necesidad de volver a tomar su mano, mas eso no sería adecuado en absoluto tratándose de un capricho de su lobo.

"Y, además, parecía que tu atención estaba sobre otra persona." El Omega comentó, con un tono que no supo descifrar. "Jungwon siempre se roba la atención al primer momento."

Christopher se mantuvo sereno, no percibiendo malicia en las palabras ajenas, solo algo de adoración, quizás un poquito de envidia o quizás aquel brillo en los ojos del Omega no era más que tristeza.

Christopher Bang sintió extrañamente su pecho doler al imaginarse la persona frente a él triste, pero al igual que todas las sensaciones que Lee Minho le había provocado en los cortos minutos que habían interactuado aquella noche, Christopher Bang las ignoró y desplazó a un lado para decir.

"Entre tú y yo..." El Alfa inició, murmurando en voz baja hacia él.

Un murmullo de complicidad que hizo a Minho inclinarse a su espacio para oírlo decir.

"Para mí, tú eres mucho más bonito que Jungwon." Se sinceró y no debió provocarle ternura ver al Omega encogerse en el lugar, llevando sus manos a su rostro para cubrir la vergüenza que lo volvió rojo. "Te sonrojas mucho. Vaya, hasta tus orejas están rojas y tu... ¡Ay!" Se quejó cuando una palmada chocó contra su brazo, justo donde Minho había dejado la primera.

"Ya~." Minho le dijo de nuevo, esta vez mirándolo a la cara.

Christopher tragó en seco, su lobo derritiéndose por dentro cuando lo escuchó decir.

"Eres un Alfa adulador, ¿sabías?"

Y Christopher no pudo hacer más que parpadear, con el aroma a chocolate y los bonitos ojos café haciendo estragos que no estaba seguro como interpretar.

"Pero, aun así, Jungwon sigue gustándote más, ¿no es así?" Christopher no supo qué decir al respecto. "Me di cuenta por cómo lo miraste." El Omega comentó, desviando su atención a su copa y Christopher realmente se preguntó qué dirían sobre cómo lo estaba mirando a él.

Mas sólo ignoró el pensamiento cuando Minho comenzó a hablar bastante, sobre todo y nada, ajeno a las miradas de dos adultos sobre ellos.

"Mira a ese par." El señor Lee comentó a su esposa, aferrada a su brazo, ambos con la mirada sobre el menor de sus cachorros y el mayor de los Bang. Justo así es cómo un Alfa debe mirar a su Omega." Él comentó, ganándose un pellizco de su esposa en el brazo.

"Los Bang eligieron a Jungwonie para que fuera el prometido de Christopher." Ella le dijo, mas estaba sonriendo al ver a su cachorro hablar animadamente con el Alfa. "Aunque la verdad es que es una lástima que ellos no hayan podido ver a estos dos hablar antes de decidirlo." Murmuró, apoyando su cabeza en el hombro de su Alfa.

"Podríamos intervenir..." El Alfa ofreció, aunque arrugó sus cejas al momento siguiente. "Pero estoy seguro de que ellos se negarían sólo porque Jungwon es mi primogénito y eso quiere decir que tendrá más responsabilidad legal con la empresa." Dijo en un suspiro, girándose unos segundos para aceptar el beso que su esposa se acercó a darle.

"No te preocupes, si esos dos están destinados a ser algo, tarde o temprano tendrán su oportunidad." Ella comentó, viendo a su hijo dejar otra palmada más en el brazo del Alfa, mostrando mejillas rojas mientras Christopher observaba sus reacciones con una sonrisa. "Y algo me dice que, si esos dos quieren y se dan la oportunidad, realmente van a adorarse."

꒰🪷꒱

Christopher Bang siempre supo tener el control de las cosas que le rodeaban. Era parte de todo lo que había aprendido a lo largo de los años, mantener el control sobre sí mismo y su alrededor.

Sin embargo, en ocasiones olvidaba que existían un par de cosas que lo superaban.

El matrimonio arreglado que sus padres habían acordado para él y Lee Jungwon era una de esas cosas y parecía ser algo propio de la familia Lee el ser fluctuantes porque, a pesar de que desde un primer momento habían accedido a que su prometido fuera el Omega, ahora se presentaban con Lee Minho a la cena reservada a discutir los detalles de un compromiso que Christopher pensaba ya había sido hablado con anterioridad.

"Este no fue el trato que acordamos." Christopher escuchó a su padre decir, sus ojos feroces sobre el progenitor del menor de los Lee. Las feromonas se elevaron entre ambos, intensas y asfixiantes.

No pudo evitar mirar hacia Minho, quien permanecía sentado entre sus padres con la cabeza ligeramente gacha.

"El trato era que comprometería a uno de mis hijos con tu primogénito." El señor Lee recordó y un gruñido bajo escapó de la garganta de su padre. "Nunca especifiqué cuál de mis hijos sería." Le aseguró el otro Alfa y Christopher fue consciente de que su padre intentó mostrarse sereno tras aquello sólo para mantener las apariencias.

Christopher no sabe con exactitud como resultó la idea del compromiso en el pasado, pero preguntar sería algo absurdo teniendo en cuenta que ambas partes parecían diferir de la historia.

Sin embargo, sus padres habían esperado obtener una unión de sus familias a través de ambos y ahora, el matrimonio Lee, había esperado silenciosamente a que su familia anunciara a la prensa un posible matrimonio para revelar que su primogénito se había enamorado y comprometido de otro Alfa y que por ende, ofrecían a su hijo menor para la unión.

"No estamos diciendo que Minho no sea capaz, querida."

Su madre murmuró de repente y Christopher no pasó desapercibido cómo su mirada evaluadora se posaba sobre Minho, quien agachó la cabeza, jugando presumiblemente con sus dedos debajo de la mesa, los mismos dedos en los que debía deslizar el anillo de compromiso que traía guardado en el bolsillo de la chaqueta de su traje.

"Pero como madre entenderás, que siempre queremos lo mejor para nuestros hijos." Christopher alzó la mirada al oírla decir con tranquilidad, su tono gélido y cortante cuando añadió. "Y Jungwon es lo mejor para Christopher." Apretó sus labios, absteniéndose de afirmar o negar algo al respecto cuando ni él mismo estaba seguro de lo que sería bueno o no para él.

Menos aún al percatarse de que Minho, quien parecía hasta el momento la persona más perjudicada en aquel asunto, se mantenía apartado y en silencio.

Era frustrante, Christopher no sabía cómo era posible que el Omega no se estuviera quejando sobre como sus padres lo estaban haciendo responsable de las consecuencias que habían provocado las acciones de su hermano mayor.

Sus ojos fueron hasta Minho y no pudo evitar fruncir las cejas cuando el Omega lo observó con ojos aguados y el labio entre los dientes.

Su lobo en su pecho gruñó en ira ante la imagen y Christopher recordó en esos momentos lo susceptible que parecía ser su instinto respecto al Omega.

La cena transcurrió entre gruñidos, comentarios subidos de tonos y cabezas gachas. Christopher no dudó en levantarse cuando, abatido por el mar de feromonas pesadas, Minho se excusó para retirarse al baño siendo seguido por su madre.

Caminó con lentitud, agudizando sus sentidos para que le resultara fácil encontrar el camino hacia ambos. Se detuvo a unos pasos del balcón del edificio en el que se encontraban, dispuesto a concederle privacidad a madre e hijo para que hablaran cuando escuchó a la señora Lee decir.

"Solo tienes que aguantarlo, ¿de acuerdo?" Ella murmuró lo suficientemente alto como para permitir que la escuchara. "Todos nos hemos aventurado a matrimonios así y solo debemos resignarnos un poco y con el tiempo, verás como todo se acomoda y ocupa su lugar, ¿bien? Al final, después de unos años cuando todo este asunto se calme, si no sientes nada por él puedes simplemente divorciarte y seguir tu vida; pero por ahora, sólo tienes que aguantar e intentar ser un buen esposo para Christopher. Estoy segura que él lo valorará y eso hará su matrimonio más fácil y..."

Christopher se apresuró a dejar un toque de advertencia en la puerta de madera que separaba el espacio interno del balcón cuando sintió que más comentarios como ese lo harían sentirse enfermo.

Se mostró ante ambos en el balcón con la señora Lee rápidamente ingeniándose una excusa para dejarlos solos en el lugar y ofreciéndole al Alfa la libertad de no tener que dar explicaciones sobre su presencia allí.

Caminó hasta Minho, quien lo imitó cuando al llegar junto a él, la vista del Alfa se perdió en los altos edificios.

"Hola." El Omega lo saludó y Christopher presionó sus labios juntos al rememorar las palabras de la madre del mismo.

Era cierto que resultaría en un gran escándalo para ambas familias si se filtrara a la prensa la noticia de que el prometido inicial de los Lee se había enamorado, comprometido y embarazado de otro Alfa, por lo que era mucho más factible, a pesar de que no era lo acordado, aceptar al menor de los hermanos como compensación.

Aun así, seguía siendo malditamente injusto para Minho y al parecer, él era la única persona que parecía percatarse de ello.

"Supongo que no estás contento por cómo se dieron las cosas." Christopher no se contuvo de decir.

"No lo estoy." Confesó y vio a Minho encogerse en el lugar. Suspiró, rebuscando en el bolsillo de su chaqueta el anillo allí resguardado y, aunque no era lo que quería hacer, era lo que se debía y por ende, sólo debía colaborar y hacer las cosas más fáciles para el Omega, para que Lee Minho tuviera un matrimonio tranquilo del que no debiera preocuparse hasta que las cosas se calmaran y pudiera elegir por su cuenta una persona a la que deseara verdaderamente amar y compartir su vida.

"Dame tu mano." Pidió y, al igual que aquella noche que Christopher tiene algo borrosa en su mente, pudo sentir la sensación electrizante que provocó la calidez de sus manos juntas.

Miró a Minho, quien tenía sus ojos llorosos fijos en la mano que sostenía, en el anillo que estaba siendo deslizando en su dedo anular.

Christopher imaginaba que para el Omega aquello era una cruel promesa de los venideros años al lado de una persona a la que estaría unido sólo por compromiso.

Christopher Bang se prometió a sí mismo, mientras colocaba aquel anillo y percibía el dulce aroma a chocolate, que haría todo lo posible para hacer los próximos años lo más fáciles que pudiera para Lee Minho, para que el Omega no tuviera que resignarse a otra persona, para que no se viera en la obligación de pretender cosas que no eran por él. Incluso, si eso significaba ser un fantasma en el matrimonio junto a la persona que su lobo pedía a gritos amar.

El tiempo avanzó y como suponía, sus padres mantuvieron la idea del matrimonio a pesar de que no había sido lo acordado, impulsados en que tomar otra decisión los llevaría a un mayor escándalo y de repente, en un año estaba de pie frente al altar, en una Iglesia llena de personas, con sus familias sentadas en los primeros bancos siendo testigos de su unión.

Acomodó su corbata, con los nervios hechos nudos en su garganta, su estado emocional distando mucho del de su propio lobo que parecía encantado con esperar a Lee Minho en el altar.

"Veamos como luce en persona tu joya de Seúl".

A su lado, Bambam se tomó el atrevimiento de decir y Christopher no tuvo tiempo de decir algo al respecto porque pronto la melodía de la marcha nupcial resonó alta en toda la Iglesia y joder, tuvo que apoyarse firmemente en ambos pies para no sentirse caer al ver a Lee Minho caminar vestido de blanco hacia él.

"Oh mierda, vas a casarte con un puto ángel." Christopher no pudo evitar sonreír, las comisuras de sus labios elevándose al oírlo, su pecho inflándose en orgullo al saber que aquella persona estaba casándose con él.

Mas aquello no era lo que dependiera de la voluntad del Omega y el pensamiento le tensó los hombros y colocó aún más peso sobre su espalda.

Minho llegó a él, su padre lo entregó en el altar y Christopher se apresuró en tomar su mano. Se sintió congelar en el tiempo cuando observó su rostro.

El maquillaje suave, el cabello que normalmente era un mar de mechones castaños lucía perfectamente acomodado, adornado con pequeñas perlas y, ¡joder, joder, joder.!

Se veía hermoso y Christopher sentía el aire escapársele de los pulmones hasta hacerlos arder para traerlo de vuelta a la realidad en la que de repente, la felicidad de Lee Minho parecía ser máxima prioridad.

A la mierda lo que pensara el resto, ¿por qué el Omega tenía que sacrificarse a un matrimonio que no quería, con una persona por la que no sentía nada?

Años y años juntos solo para qué; ¿para que la prensa no hablara? ¿Para que el escándalo no afectara el precio de sus acciones?

Todos podrían irse a la mierda, él se encargaría de...

"¿Acepta a Lee Minho como su legítimo esposo?"

El cura frente a él preguntó, con las cejas alzadas en interrogación y Christopher se imaginó por su expresión y los murmullos en la Iglesia, que había pasado un buen tiempo fuera navegando en sus pensamientos.

Se debatió en responder un "No acepto", mas una sola mirada de reojo al Omega junto a él lo hizo vacilar de su respuesta.

Minho nuevamente, estaba encogido en sí mismo, con su mirada asustada y triste sobre él, posiblemente temiendo las consecuencias que tanto un "sí" como un "no" iban a provocar.

"Señor Banh." El cura insistió y ¡Jodida mierda!

"Sí." Respondió y no tuvo que girarse a ver a Minho porque lo escuchó suspirar aliviado a su lado y entonces supo que había tomado la decisión correcta. "Acepto."

Christopher se giró hasta él, la Iglesia permanecía en silencio en espera de sus próximos pasos y, muy a diferencia de los últimos meses, Christopher Bang no tuvo que pensar más de dos veces en acercarse al ahora Bang Minho por un beso y jura por todos los ángeles y arcángeles y Dios mismo en el cielo, que en el justo momento que sus labios se tocaron entre sí y las manos del Omega fueron a su pecho, todas las personas que creyó amar en el pasado se sintieron insignificantes.

Malditamente pequeñas comparadas con lo que un solo beso de Minho en él lo hizo sentir.

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Christopher Bang siempre imaginó que en su noche de bodas se sentiría justo así: Ansioso, tenso.

Toda una vida supo que tendría que enfrentarse a un matrimonio arreglado, y por ende, a una unión junto a una persona de la que podría no conocer nada.

Sin embargo, pensarlo y vivirlo eran dos cosas totalmente diferentes y ni siquiera todo el champagne que había bebido en la noche iba a ayudarlo a reducir la tensión de sus hombros.

Unos pasos frente a él, Minho camina con pies lentos y con el saco blanco en su mano. El Omega entra primero a la habitación y Christopher lo sigue cerrando la puerta tras él y de pronto, la tensión en el ambiente se incrementa cuando Minho se gira hacia él, enfrentándolo antes de decir.

"No tenemos que hacer algo si no quieres." Christopher alza sus cejas al oír del Omega lo que obviamente debería ser su línea.

Pronto lo escucha balbucear palabras y disculpas entre gestos nerviosos, jugando cada cierto rato con su anillo de bodas y esa imagen no debería verse tan adorable como realmente luce para él.

"Perdona, sólo estoy algo nervioso. Es la primera vez." Christopher sonrió al oírlo.

"Ya somos dos, esta también es mi primera noche de bodas." Christopher bromeó, quizás algo borracho, quizás un poco valiente como para bromear y ver si un par de chistes podían hacer algo por los nervios de ambos. "Aunque la verdad es que yo tampoco quiero hacer algo que tú no quieras." Confesó, ganándose un par de ojos atentos sobre sí mismo y mejillas ligeramente enrojecidas.

"Entonces, ¿hay algo que quieras hacer?" Minho comentó, acercándose a él y mostrándose valientemente curioso ante sus ojos. Christopher sostuvo su mirada durante los segundos que le tomó formular.

"Todo lo que tú quieras hacer." Y quizás ambos estaban borrachos, Christopher pudo percibir el alcohol en el aliento del Omega cuando él se acercó un par de pasos y de pronto lo tuvo de frente, luciendo todo bonito y sonrojado, mirándolo a través de sus pestañas oscuras, sus manos yendo a su rostro, donde las yemas de sus dedos dejaron una corta caricia sobre su boca.

El aroma a chocolate llenó sus sentidos y, al igual que a las demandas de su lobo, terminó por apagar todas las cosas que llevaban meses llenando su cabeza.

"Quiero besarte." El Omega le dijo, mirándolo a los ojos, las palabras susurradas sobre sus labios.

"Y yo quiero que lo hagas." Minho sonrió, casi en un resoplido que dejó a flote parte de su aliento etílico y Christopher cerró sus ojos para esperar el beso que el Omega se acercó a darle y bendito todo, el mismísimo cielo regresaba a su boca de nuevo y todo lo que podía hacer era aferrarse a las caderas del Omega, colando los dedos por debajo de la ropa para tocar piel caliente y suave, apretando donde tocaba e hizo a Minho casi chillar cuando se apartó del beso para agacharse y sostenerlo, cargándolo al estilo nupcial, con el contrario aferrándose a su cuello para no caerse.

"Hay que mantener la tradición, ¿no?" Explicó cuando el Omega lo miró confundido.

Una bonita sonrisa mostrándose en su rostro seguida de unas cuantas risas cuando lo acomodó con un rápido movimiento en su agarre, avanzando hasta la cama y Christopher lo dejó caer en ella, sintiendo la garganta seca al observar a Minho entre las sábanas, con los labios sonrosados y húmedos, ligeramente entreabiertos, respirando por ahí solo para que su aliento pareciera atascarse en su garganta cuando gateó hasta él en la cama, imponiéndose sobre su cuerpo.

"¿Estás seguro que quieres esto?" Christopher preguntó y se refería no solo al sexo sino a todo.

A su matrimonio, a su noche de bodas, a ellos casándose por decisión de alguien más, al Omega resignándose a una vida juntos solo porque era lo que se suponía que ambos debían hacer.

"Minho." Lo llamó, saboreando el nombre del Omega en sus labios. "¿Quieres esto?" Christopher se tensó los segundos que le tomó a Minho llevar las manos a sus mejillas, luego a su nuca, donde hundió los dedos para acariciar su cabello hasta provocarle un delicioso escalofrío que recorrió su espalda.

Un leve asentimiento y los labios entreabiertos del Omega fueron la imagen que terminó de sellar el inicio de su matrimonio.

Un matrimonio que Christopher se centró en hacer adecuado para el Omega.

En los cuatro años que fueron acumulando día tras día, nunca exigió, se mantuvo alejado lo más que podía hasta que el alcohol o su instinto nublaban su juicio y lo lanzaban de regreso a los brazos del Omega.

Los viajes de negocio eran útiles cada vez que Minho comenzaba a lucir ansioso y abrumando por su presencia constante en la casa, solo para que unas semanas después, cuando regresara, las energías en él parecían renovadas y se mostraba nuevamente atento y lleno de atenciones.

Christopher Bang nunca se comportó como un verdadero esposo para Lee Minho en todo su matrimonio y esperaba que aquello le hubiera hecho los años más fáciles para soportar.

Sin embargo, el tiempo había pasado y las cosas que los llevaron a ambos hasta su matrimonio se habían calmado lo suficiente como para darle de regreso su vida al Omega.

El divorcio iba a hacer aquello más fácil y posible pero a pesar de que había pensado en ello como algo bueno al inicio, los papeles aún seguían tomando polvo en un cajón de su escritorio.

Acababa de regresar de su último viaje de negocios a Tokio y había anunciado al Omega su presencia tardía en la casa para que no se viera en la necesidad de recibirlo o algo por el estilo.

Supo que había hecho bien cuando al llegar al anochecer no lo había visto por todo el lugar, mas no pudo evitar la opresión provocada por su lobo cuando al subir a la habitación que compartían encontró la cama vacía.

Christopher bajó con pasos lentos las escaleras al cabo de las horas, cuando el tiempo pasó y el reloj marcó más de las diez de la noche.

Revisó la planta baja silenciosamente, buscando rastros de la presencia del Omega antes de ir a la cocina por un vaso de agua. Estaba de pie, con la cadera apoyada sobre la encimera cuando lo escuchó llegar.

Sus ojos oscuros se posaron en los del Omega y la preocupación lo invadió al ver sus ojos ligeramente enrojecidos, mas se abstuvo a sí mismo de preguntar dónde estaba o por qué había llorado, quizás demasiado acostumbrado a no exigir respuestas que el Omega no estuviera dispuesto a darle.

"Buenas noches." Es todo lo que obtiene de él, en un tono bajito y suave, algo apagado, viéndolo caminar a servirse un poco de agua para sí mismo.

Siente su mirada de reojo y Christopher intenta lucir impasible, con su pijama puesto y la expresión tranquila, conteniendo los atisbos que puedan mostrarse en su expresión de querer preguntarle en dónde había estado o el por qué llegaba a casa a esas horas.

Sin embargo, Christopher sintió su corazón latir rápido cuando, como si pudiera leer sus pensamientos, el Omega no tarda en decir.

"Estaba en la casa de Bin, me invitó a comer con él y Hyunjin hyung." Le comentó y Christopher hizo un sonidito afirmativo de que le había escuchado, no atreviéndose a preguntarle nada más al respecto al sentir parte de su curiosidad saciada.

Por lo que terminó su vaso de agua, apresurándose en hacer su camino hasta su habitación cuando el ambiente se sintió pesado, y se detuvo en seco al sentir la calidez de los dedos delgados del Omega rodear su muñeca.

Christopher se detuvo, con sus ojos sobre Minho, quizás esperando sus próximas palabras y el Omega agachó la cabeza, fijando su atención en el anillo de casamiento en ambas manos. Christopher llevó la vista allí también, sorprendiéndose cuando Minho se acercó a tomarle las mejillas con ambas manos, acercando sus rostros a centímetros hasta hacerlo contener al aliento.

Sus ojos se abrieron amplios, la expresión neutra e impasible que había buscado mantener desbaratándose con el simple toque de Minho y por primera vez en meses, Christopher Bang sintió que verdaderamente existía para Lee Minho.

De repente, sus labios chocaron de forma brusca contra los del Omega. Ambos se quejaron por el tosco contacto, pero Minho se mantuvo con los labios presionados sobre los suyos y Christopher contuvo el gemido cuando el agarre fuerte del Omega lo sostuvo de la nuca, profundizando el beso y no dudó en entreabrir los labios para devolvérselo.

Minho gimió bajito, mostrándose encantando con el contacto de sus labios juntos y Christopher se derritió contra su tacto cuando lo sintió deslizar las manos hasta sus mejillas, luego a sus hombros, sintiendo la tela suave del pijama bajo los dedos.

"Te extrañé mucho." El Omega le dijo, dándole un corto piquito en los labios antes de desearle las buenas noches y dejarlo en medio de la cocina con el corazón alborotado y contento.

Christopher desde su lugar en la cocina parpadea, con los ojos siguiendo la silueta rápida de Minho escapando del lugar en cuestión de segundos antes de llevar dos dedos a sus labios, cosquilleantes por el contacto.

Una sonrisa amplia surca su rostro, con el cansancio del viaje escapando de su cuerpo.

"Tan lindo." Christopher murmuró para sí mismo, encantando con el cambio repentino y con el beso, apresurándose a subir las escaleras con el corazón acelerado y el extraño presentimiento de que, a partir de esa noche, algo iba a cambiar entre ellos.

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En la actualidad y pensando en retrospectiva, Christopher Bang se siente estúpido por sus acciones pasadas a pesar que fueran estas las que lo llevaron a dónde está, sentado en una amplia tumbona, con su cachorro de un año sobre su regazo, ambos con las pieles pegajosas por el reciente baño con bloqueador solar dado por su Omega para proteger del sol a los que bautizó como los más paliduchos de la casa.

A lo lejos, observa a sus hijas chapotear en el agua junto a los hijos de Jungwon, ambas con mejillas algo rojas y trajes de baño a juego como las mejores amigas y hermanas que ellas autoproclaman ser.

Sobre su regazo, Seongmin mueve sus brazos emocionado, quizás imitando a sus hermanas que juguetean lanzándose agua a lo lejos y Christopher lo levanta de su regazo, yendo a acostarlo en su pecho desnudo, dando un beso en los cabellos negros, sonriendo cuando el cachorro se acurruca en su calor.

Christopher suspira contento, encantado al ver a lo que se resumen todos y cada uno de sus días libres, con su lobo tranquilo en su pecho, refugiado en el amor y el calor de su familia.

El bebé sobre su pecho se remueve y el Alfa no tarda en escuchar balbuceos mezclados con chillidos y risitas, abriendo sus ojos y girando el rostro para ver a Minho caminar hacia ellos, haciendo muecas graciosas a Seongmin que se remueve en el agarre de Christopher, extendiendo sus brazos regordetes para ser cargado por el Omega y sí, Christopher Bang es consciente de quien de los dos es el padre favorito.

"Mi cielo~." Minho arrulla hacia su bebé, yendo a tomarlo y Christopher observa a Seongmin ser abrumado por besos y cosquillas, la imagen despertando cierta melancolía en él al haber estado recordando su pasado y ver en lo que se había convertido su presente. "¿Qué hacen mis vampiritos favoritos?" Minho pregunta prestando atención y Christopher no se abstiene a sí mismo de rodar los ojos ante el apodo.

Aun así, abre sus brazos para su Omega, invitándolo a su regazo y Minho le da una rápida y poco disimulada mirada al torso expuesto de su Alfa, el short negro de nylon realzando la palidez de su piel, antes de ir a sentarse sobre su regazo, siendo envuelto al instante por los brazos del Alfa.

"¿No vas a nadar?" Minho pregunta curioso, dejando un beso en la mejilla gordita de su bebé.

"Sí, pero cuando sea el turno de Jungwon de ser el salvavidas." Christopher comenta, ganándose una risa de su Omega, quien observa a lo lejos a su hermano mayor corretear en el agua junto a sus hijos y sobrinas. "Tengo que hacer uso de todo el bloqueador solar que me frotaste encima." Se queja, escuchando a Minho bufar por sus palabras, dejando un beso en la manito de su cachorro antes de decir.

"No parecías quejarte cuando te lo estaba aplicando." Refutó, girándose a mirarlo con las cejas alzadas. "Al contrario, parecías muy entretenido." Christopher sonrió ladino, el comentario juguetón quedando suspendido en la conversación cuando el mayor de sus sobrinos se acercó a pedir por Seongmin.

Minho le entregó al cachorro, que se despegó de su padre receloso, solo para que su semblante cambiara al ver que estaba siendo llevado al agua. Jungwon lo recibió en el borde, cargándolo, y Minho observó con una sonrisa a su cachorro comenzar a reír cuando Minju y Sullyoon se acercaron a hablarle melosamente.

"Cómo podría quejarme del estúpido bloqueador solar... " Christopher inició, llevando la boca al cuello de su Omega para besar la marca en él, sintiendo a Minho derretirse entre sus brazos, yendo a recostarse completamente sobre su pecho. "¿Cómo podría quejarme cuando tengo las manos de mi Omega sobre mí, mhm?" Dicho Omega sonrió al recibir un beso pegajoso en la mejilla. "Omega." Christopher ronroneó hacia él, satisfecho cuando sintió el aroma a chocolate dulcificarse por sus palabras. "¿Acaso sabe mi Omega lo bonito que se ve el día de hoy?"

Dicho Omega se rio, con las manos de su Alfa a su alrededor, apresándolo, colándose debajo de la holgada camiseta.

"Deberías dejar que tu Alfa esta noche te haga otro par de cachorritos pálidos y bonitos." Minho se giró, acomodándose en su regazo para que sus rostros quedaran frente a frente.

"Mi Alfa me dijo la última vez que tres cachorros eran más que suficientes." Contó, hundiendo los dedos en el cabello negro de Christopher, quien se recostó en la caricia al instante.

"Tu Alfa estaba equivocado." Minho rió.

"¿Es así?"

"Sí. " Christopher cedió, tomando la mano del Omega sobre su cabello para dejar un beso en la palma, luego otro en el anillo de bodas alrededor de su dedo anular. "Minho" Christopher murmuró, yendo a hundir el rostro en el cuello de su Omega. "Te amo tanto, mi amor." Minho sonrió encantado.

"¿Lo haces?" Christopher asintió solemne, mirándolo fijamente a los ojos.

"Lo hago." Confesó. "Eres el amor de mi vida." Los ojos de su Omega lo miraron con adoración a la vez que las manos dejaban caricias suaves sobre su rostro. "Te amaré toda mi vida, mi cielo."

"¿Hasta qué mueras?" Christopher negó a sus palabras.

"Incluso después de que muera." Minho sonrió, inclinándose hacia un beso que su Alfa se inclinó a darle. Apoyó sus frentes juntas, murmurando sobre sus labios.

"¿Qué puedo hacer, entonces?" Murmuró contento. "Supongo que no me queda más remedio que amarte y darte más de esos cachorritos pálidos. " Christopher se rió, abrazando a su Omega para acostarlo sobre su pecho, ambos ajenos a los ojos posados sobre ellos a lo lejos.

"¿Ves?" Desde su tumbona, la señora Lee dijo, deslizando por el puente de la nariz sus gafas de sol para dedicarle una mirada altanera a su adormecido esposo. "Te dije que esos dos iban a terminar juntos." Su esposo sonrió hacia ella, tomando su mano para dejar un beso en ella.

"Como debe ser, mi amor." Murmuró, sonriendo hacia la imagen que la pareja proyectaba a lo lejos. "Como siempre debe ser."



Sinceramente esta es mi primera vez leyendo este extra, cuando leí la obra por primera vez no existía aun, y me parece completamente lindo. Me encanta saber el otro lado de la historia.

Gracias por acompañarme leyendo esta historia, espero verlos en otra ♡.

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