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♡⃞ 🎀 ── 25 : it's fine ֶָ֢֪

— Al señor Lee Hyunsik se le condena a tres años de prisión por violencia doméstica, trece años por intento de homicidio, quince años por tráfico de drogas — porque sí, Hyunsik vendía drogas siendo este su trabajo, el cual le dejaba bastante dinero que se iba todo en más drogas, alcohol o en prostíbulos — lo cual hace un total de treinta y dos años de prisión con posibilidad de libertad condicional.

El juez dictó leyendo unos papeles en sus manos, una extensa explicación fue hecha para informar donde iría a parar el padre de Minho y los años que se llevarían a cabo aunque el castaño lo único que pudo entender y prestar atención fue a las últimas palabras las cuales decían los años de prisión y el porqué de estos mismos.

El juez nuevamente dijo algunas palabras y cuando terminó de hablar, Hyunsik -quién esperaba en una habitación con barrotes- fué llevado a su celda asignada, su cabeza se mantuvo gacha todo el tiempo maldiciendo a su hijo y a su noviecito.

— ¿Estás bien? — habló Christopher una vez el padre de Minho desapareció del campo visual de ambos jóvenes.

— L-lo estoy — respondió viendo fijamente la puerta por la que se llevaron a su padre.

Christopher pidió una orden de restricción impidiéndole al golpeador acercarse a Minho o a su madre si es que este lograba salir antes de la cárcel por buena conducta, quería prevenir cualquier cosa y Minho se lo agradecía enormemente.

—Hey, está todo bien, ya por fin todo se acabó, no volverá a tocarles ni un pelo a ti ni a tu madre, te lo prometo — Christopher envolvió el tembloroso cuerpo entre sus brazos.

— Estoy tan asustado y al mismo tiempo aliviado, me siento raro — confesó ocultando su rostro en el pecho de su novio.

— Ya pasará, son demasiadas emociones en tan poco tiempo, verás que superarás esto pronto — Minho levantó la cabeza y ambos ojos se encontraron  ya no estás solo, mi amor.

Christopher dió pequeños besos en los belfos rosados de Lee, eso siempre lograba calmarlo.

— Gracias por todo esto, otra vez.

Christopher negó con una sonrisa en su rostro — Soy yo el que tiene que agradecer.

Antes de que Minho pregunte el porqué de ello decidieron que lo mejor sería marcharse ya de aquel lugar. Fueron a una cafetería que ambos conocían como la palma de sus manos.

Mingles.

— ¿Café con azúcar? — preguntó Hyunjin en cuanto los vió sentarse en una mesa. La pareja soltó una pequeña risa ante la pregunta.

Christopher había dicho a su universidad que faltaría por problemas legales al igual que Minho le avisó a la suya para que no les pusieran alguna falta y puedan asistir con tranquilidad al encarcelamiento del padre de Minho.

— ¿Por qué me agradeces? — preguntó Minho sin poder esperar más tiempo, la curiosidad lo comía por dentro.

— Por darme una oportunidad — sonrió mostrando sus perfectos dientes — no sé qué sería de mí si no me hubieses perdonado, realmente siento haber sido un hijo de puta contigo — la sonrisa decayó un poco pero nunca dejó de estar.

— Chris —el menor tomó la mano del rubio entre las suyas — sí fuiste un hijo de puta — Minho casi suelta una sonora carcajada al ver el rostro de sorpresa de Christopher — pero lo entendiste y lo remediaste, solo querías lo mejor para mí porque yo también fui un hijo de puta con mi madre al dejarla ahí sola, sufriendo los golpes que ninguno de los dos debe soportar, me abriste los ojos de una manera cruel pero gracias a eso entendí una cosa.

— ¿Y cuál es? — Christopher estaba más que inmerso en las palabras de su pareja.

— El por qué el destino nos unió. Siempre me pregunté por qué yo tuve que tener este hilo invisible con alguien ¿sabes? no se me hizo tan lógico teniendo los problemas que yo tenía, tuve mucho miedo de arrastrarte a ellos y al final sí lo hice — la mano de Christopher tocó la mejilla de Minho y la acarició suavemente, el castaño no apartó sus manos de la contraria lo que le daba aún más fuerza de seguir — fue una prueba muy dolorosa y en ese entonces me di cuenta de que te amaba porque no quería que te envolvieras en mi caótica vida, solo quería que seas feliz.

— Soy muy feliz contigo.

— Ahora lo sé — sonrió ante las palabras y las caricias — creí que este hilo era para ayudarme a escapar de esa vida e iniciar una nueva pero cuando comenzamos a discutir los pensamientos se me mezclaron, sentía que estaba viviendo lo mismo de nuevo y no pude evitar tener miedo cuando vi nuestros ojos en un negro total así que quise escapar... de nuevo.

— Yo... lo sien-

— No te disculpes — lo tranquilizó al observar su mirada culposa — entendí que el hilo no fue para ayudarme a escapar, no era como una cuerda en la que me sujetaba para no caer en el abismo esperando que alguien jale de ésta para poder salvarme, sino más bien era como un especie de gancho en el que te atrapé para que pudieses ayudarme a pelear.

— ¿Eso es para ti nuestro hilo? ¿Un gancho en el que me atrapaste? — sonrió divertido y a la vez conmovido por las palabras.

— A-algo así — sus mejillas se ruborizaron al escuchar sus propias palabras.

— Pues creo que no podría haberlo descrito mejor. Si alguien me preguntara cómo fue que lograste enamorarme diría que tus hermosos ojos cafés son los que me cautivaron, tus orbes morados los que enamoraron y... — entrelazó ambos meñiques ya que su mano aún se encontraba en las de Minho y de inmediato el precioso color rojo inundó ambos orbes — tus irises rojos son los que me atraparon.

Ambos soltaron leves risas con su mirada fija en las del contrario, todo a su alrededor desapareció, solo existían ellos dos en su perfecto mundo lleno de imperfecciones. Duras batallas fueron las que guiaron a ambos a encontrarse y amarse, ninguno cambiaría ningún segundo de su vida si sabían que terminarían así, con grandes e infinitas sonrisas en sus rostros, con sus ojos brillando en un intenso y llamativo color carmín y también con un muy notable aura de amor puro.

— ¿Hola? — una voz grave los despertó y de inmediato miraron a la dirección en donde la voz sonó. Era Hyunjin con una bandeja donde dos tazas de café descansaba en una mano y en la otra sostenía un teléfono el cual estaba pegado a su oreja.

— ¿Jinnie? ¿No estás en horas de trabajo? — la reconocible voz de Changbin salió del aparato ya que Hyunjin lo había puesto en altavoz.

— Lo estoy, pero aquí hay dos idiotas que me derritieron el corazón y me dieron unas malditas ganas de decirte cuanto te amo.

La risa de Changbin y de la acaramelada pareja se hicieron presentes de inmediato — Yo también te amo, dile a esos idiotas que muchas gracias de mi parte por hacer que me llames cuando más te extrañaba.

Hyunjin dejó la bandeja en la mesa de Lee y Bang para luego servirles el café a cada uno — Ya escucharon, mi novio dice que sigan dándole diabetes a todos los clientes pero no tarden mucho, Christopher comienza su turno en una hora.

Minho y Christopher asintieron con sus grandes sonrisas y sus cachetes colorados al darse cuenta de que efectivamente endulzaron a todos los clientes pues absolutamente todos los miraban con ternura y admiración.

Las risas de Hyunjin al estar hablando con su pareja se escuchaban de fondo, las miradas llenas de brillos se sentían, las sonrisas en los rostros de cada persona se observaba.

Y las dos almas afortunadas de ser enlazadas podían asegurar que todo estaría bien mientras tuviesen el otro extremo de su hilo junto a ellos porque, no importa si el hilo se enreda o se estira, el hilo del odio, amor o la elección jamás se romperá.

No importa si el hilo es morado y llega a tener el horrible color negro, si ves un pequeño brillo del morado lucha por él para que ese indeseable negro se vuelva uno rojo, tal cual lucharon Christopher y Minho, unos enlazados que descubrieron su alma gemela no por casualidad, sino por obra del destino.


FIN

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