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Pasaron mucho tiempo solo entre ellos, horas, horas en las que él Omega volvió a tomar color, su marca se fue curando, su fiebre bajó, y Christopher se dedicaba a darle mimos, sintiendo lo bonito que se sentía Minho, gracias al lazo, el pelinegro pasó todo ese tiempo acomodándose a la sensación de las emociones del otro en su pecho.
— Nuestros últimos días... — murmuró Christopher, captando la vista de Minho—. Nuestros últimos días dan paso a muchos más... ¿No es lindo? — el pelinegro acarició su rostro—. Tener muchos más días contigo.
Minho sonrió y se ruborizó.
— Tener más días juntos... Es hermoso.
Horas después, con el rubio tranquilo sobre su pecho, sintió un leve golpe en la puerta.
— ¿Chris? — Jisung murmuró su nombre de forma temblorosa, su voz sonaba como si estuviera enfermo, aunque era por llorar por largo rato.
— Sung, pasa.
— ¿Minho sigue ahí? N-No quiero verlo si-
— Sungie— Minho lo llamó de forma sutil, y el peliazul se tomó unos segundos para abrir la puerta y mirarlo, sin creerlo, su mejor amigo en serio lo había asustado y ya estaba pensando lo peor.
Minho se separó de Christopher, acercándose al borde de la cama para abrir sus brazos hacia él, y el Alfa prácticamente corrió hasta el abrazo.
— Oh, ¿No estás cansado de llorar?
Jisung negó, frotando su rostro contra el hombro del rubio, sus hombros temblaban mientras lloraba de alivio.
— En serio me asustaste, y... Y sólo te veía cada vez más mal y no me dejabas llamar a Christopher, y-y si te pasaba algo yo nunca podría perdonarme, Minnie, eres el mejor amigo que tengo, el mejor que me queda, te quiero mucho...
— Sung...— Minho lo abrazó con un poco más de fuerza—. Pero estoy aquí, ¿Ves?
— Sí, más te vale que te quedes aquí, tonto.
Minho rió.
— Sino, ¿Qué harías? ¿Que ibas a hacer sin mí, Sungie?
— Me follo a tu novio, sólo para vengarme porque no me dejaste llamarlo antes.
Christopher alzó sus cejas con sorpresa ante esas palabras.
— Jisung, yo podía llamarlo si me pasaba algo, no tenías que preocuparte por eso... Sabía que si no aguantaba lo iba a llamar y él vendría.
— P-Pero...
— Pero ya está, ya pasó— Minho dejó un beso sobre su coronilla, mientras hacía mimos en su espalda para calmarlo.
Christopher estaba en serio cálido por el gesto de Minho, y también sintió lo que el Omega sentía, esa necesidad de darle mimos hasta que estuviera mejor, pero se mantuvo apartado y los dejó tener su momento a los dos.
Unos minutos después, Jisung se separó y limpió sus lágrimas, con ayuda de Minho.
— Te ves... Mucho mejor y no pasó tanto tiempo— le dijo, con una leve sonrisa—. Gracias...
— Ven, quédate en el nido.
— ¿En serio?
Minho asintió, y le hizo espacio para entrar los tres, sentados, dentro del nido y cómodos, Jisung estaba algo incómodo porque era la tercera rueda de todo eso, pero estaba más que agradecido de que su amigo se preocupara por él y lo consolara de esa manera.
Pasaron un rato largo allí, hablaron de poco y de nada que tuviera que ver con lo que había ocurrido, Minho dejaba mimos en el cabello de su amigo, y con su otra mano sostenía la de Christopher.
— Creo que voy a llamar a Felix... Mi lobo lo estuvo llamando todo el rato pero yo no podía hablar... Debe estar preocupado.
El peliazul salió del nido mientras estaba con su celular, buscando el contacto de su pareja, y llamándolo después de todo lo que había pasado.
— ¿Bebé? ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
— Lix, sí, ahora estoy bien, ahora está todo bien, más que bien.
— Dime de una vez qué pasó, por favor.
— ¿Sabes que Minho estaba con el lazo roto? ¿Y el enfermero que contraté resultó ser su predestinado, no?
— Sí, las vueltas del destino, ¿Te sorprende?
— No.
— Bueno, después de intentar convencerlo, finalmente aceptó su amor y hoy en la mañana... Minho se puso muy mal cuando él se fue y me desesperé un poco.
— Oh, bebé— Felix sonó igual de cariños que siempre, en su voz se notaba la sonrisa—. ¿Pero él está bien?
— Ahora sí— Jisung sonrió de forma amplia, aliviado—. Ya se unieron, Lix, es cuestión de tiempo para que Minho esté como antes... Debes conocer a Christopher, es muy bueno, es algo tímido, pero con Minho encontró confianza.
— En unos días iré para allá y me lo presentas, bebé, gracias por llamarme, quería saber que estabas bien.
— Mi lobo está muy llorón últimamente, él te extraña... Y yo también.
— Iré en unos días y te llevaré un regalo muy especial, bebé.
— Te estoy esperando— el peliazul alzó la vista para ver a Minho, quien le hizo una seña obsena con sus manos mientras pasaba a su lado, seguido de Christopher, yendo hacia la cocina—. El idiota de Minho dice de follar.
— ¿Tú con él?
— No, yo contigo, él no es mi tipo.
— Oh, invitalo a ver si quiere.
— Mejor ya te cuelgo, porque estás diciendo cosas sin sentido.
— Nos vemos, bebé, cuídate.
— Tú también, amor— dijo, antes de cortar la llamada, e ir hacia la cocina, dónde el rubio esperaba, moviendo sus piernas de forma impaciente, mientras Christopher cocinaba un ramen instantáneo— ¿Te dió hambre, Minho?
El rubio asintió.
— Mucha, tengo que comer para dos.
— Técnicamente... No, eso es mentira— dijo Christopher, con una sonrisa modesta, regresó a la mesa con un cuenco de ramen para el Omega— ¿Cómo te sientes?
— Como si volviera a nacer— dijo con una leve risa, antes de comenzar a comer.
Minho comió mucho en lo que quedaba del día, en la tarde tomó un capuchino raro y súper dulce con un muffin de chocolate, y le hizo pucheros a Christopher hasta que el mayor le dió el suyo también, y en la cena Jisung trajo pizza para todos y comió una mitad entera sin parar.
Christopher estaba bastante impresionado por la marca, y en parte le costaba creer que la había hecho él, parecía que estaba muy tensionado, porque no recordaba gran cosa o con muchos detalles el momento en que lo había marcado.
— Pero es muy profunda... ¿No quieres que la vende?
Minho rodó los ojos, mientras continuaba comiendo su pizza.
Como si nunca hubiera tenido una marca.
— Minho dice que le hagas profundo otra cosa y que tampoco se lo vendes.
— ¡Jisung! — Minho le gritó con la boca llena, Christopher se puso rojo de forma furiosa y se cubrió el rostro con sus mano—. No puedes decirle eso, ¿Ves como se pone? Ay... — llevo una mano a su pecho—. En serio tiene vergüenza... Tranquilo, Christopher, no hagas nada, tendrás mimos, no te presiones.
— Dice que le presiones el paquete bien en el-
— ¡Jisung! Ay, Dios... — Minho se ruborizó por culpa de las emociones del Beta—. Y aún empeora, Chris~ — fue hacia él para abrazarlo, como si así pudiera protegerlo de todo.
Para la noche, Jisung dijo que iría a su casa, para que tuvieran un poco de paz los dos, y él pudiera dormir en la comodidad de su cama.
Al irse, por más que eran altas horas de la noche, Minho aún no tenía sueño, así que con ayuda de Christopher, se pusieron a ordenar el cuarto, quitando las sábanas sucias, desarmando el nido después de tantos días, acomodando las cosas de nuevo.
Cuando estuvieron limpios, y el cuarto ordenado, se acomodaron igual de juntos que siempre.
Ya no necesitaba el nido, ya lo tenía a Christopher, hoy más que nunca, ya no necesitaba nada más.
Se durmió sintiendo la tranquilidad de ambos, la paz de ambos, una tranquilidad que no creía que iba a lograr conseguir, y sólo por eso era aún más grande.
〔🥀〕
El pasto acariciaba sus pies, y la brisa fresca su rostro, la luz parecía tener un tinte dorado, porque todo era color de oro, la piel de ambos parecía más bronceada, y el cabello del Omega parecía del color del trigo, sus ojos estaban más cálidos y Christopher solo pudo pensar que estaba más hermoso que nunca.
— Tú también estás muy hermoso, Chris.
— Oh, ¿Lo dije en voz alta?
Minho asistió con una risa, el color rojo adornaba sus mejillas y se notaba como todo una obra de arte.
— Tu cabello en serio es muy oscuro— Minho pasó sus deditos entre los mechones del mayor, en leves caricias—. Me encanta.
Christopher sonrió, sintiéndose halagado por algo tan simple.
— Lo lograron— una voz a sus espaldas los hicieron voltear a ver, de nuevo, idéntico a sus sueños, estaban sus originales, uno vestido de completo blanco y otro de completo negro, sus manos unidas.
No pudieron evitar hacer lo mismo, sonriendo.
— Gracias— dijo Ji-Myeong, simplemente—. A pesar de que es el destino, hay gente que no lo cumple. Gracias por hacerlo real.
Ambos sonrieron con encanto, se sentían halagados, como cuando un maestro te felicitaba por un buen trabajo.
— ¿Ustedes se quedarán? — preguntó Minho— ¿Podrán estar más tiempo, no? ¿Juntos?
Hwan-Jin asintió con emoción y ambos vieron la mirada cargada de emoción que le dedicó Ji-Myeong, por primera vez Christopher vió cómo él veía a Minho.
— Estaremos con ustedes— respondió Ji-Myeong con simpleza.
— Y ustedes estarán con nosotros también— dijo Hwan-Jin—. En esta vida y las otras, siempre los vamos a ayudar a reencontrarse, vivan su vida a pleno, no teman amar de más, no teman que sobre amor, siempre habrá más amor en otra vida, se verán de nuevo, pero siempre disfruten de todo lo que hay.
— Y el destino... — cuestionó Christopher— ¿Se volvió a unir?
— Está más unido que antes— respondió Ji-Myeong—. Siempre es más probable que se cumpla si en la vida anterior se cumplió, ustedes lo unieron de nuevo, será más fácil la próxima vez.
— Creo que lo hicimos realmente bien— dijo Minho, mirando a Christopher directamente a los ojos.
— Y lo harán aún mejor— dijo Hwan-Jin, sonriendo—. Ya no nos necesitan más, veníamos a despedirnos.
— ¿A dónde van? — preguntó Minho, frunciendo el ceño con algo de lástima, no quería dejar de soñar con ellos, le gustaba, llegó a tomarles el gusto.
— Sólo a dónde van las almas enamoradas en vida— respondió Hwan-Jin, llevó una mano a su pecho, sobre su corazón, dando unos pequeños golpes suaves, indicando que estarían allí.
— Seguiremos con ustedes, pero no van a volver a vernos— explicó Ji-Myeong—. Ya no nos necesitan.
— Fue un gusto conocerlos... Siempre es un gusto vivir gracias a ustedes.
— También gracias— dijo Christopher, sonriendo mínimamente.
— Gracias— murmuró Minho.
La pareja se acercó a ellos, al tenerlos más cerca pudieron sentir su calidez y toda su energía, en un cosquilleo agradable que los invadió completamente.
Sin decir nada más, aquellos estiraron su mano libre hacia su reflejo, y con sólo saberlo, Minho y Christopher las tomaron con simpleza, y ambos se deshicieron en mariposas, algunas blancas, algunas negras, que se perdieron en el cielo, entre los rayos de luz, entre el campo abierto.
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