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𝑗𝑎𝑞𝑢𝑒

TW: drogadicción no consensuada, solo MENCIÓN de prostitución, solo MENCIÓN de abuso sexual a menores --- no a H ni L, ni alrededor de ellos. Violencia. 

𝒋 𝒂 𝒒 𝒖 𝒆

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— ¿Disfruta el show, Señor Tomlinson?— Harry pregunta, las notas se desvanecen gradualmente en sus oídos. El generalmente no conversa con el, solo permanecen en una competencia de sonreír y mirar, lo han hecho por años... y tal vez son las palabras de Cara lo que le hacen sentir valiente esta noche. 

El tomara lo que pueda tener. Aun si son solo los últimos segundos de una canción.

Louis usa solo un par de dedos para sostener su mentón, alza su rostro y entonces aprieta sus mejillas para sostenerlo mas cerca, lo hace tan rápido y tan fuerte que Harry apenas puede reaccionar. Louis mueve su rostro a su antojo, como si supervisara cada facción, cada brillo cuidadosamente colocado para ver si es digno de una respuesta. Harry siente una corriente que apenas puede ser definido como algo eléctrico recorrer toda su espina dorsal, una excitación que se concentra en su vientre.

Finalmente, el alfa alza las cejas en un gesto de autosuficiencia, la emoción no parece llegar a sus ojos, nunca lo hace.

Pero aún siente sus dedos marcándose contra su piel.

— Es mi favorito. — dice, casi nunca le escucha hablar, su voz se arrastra a sus oídos. Raspa y quema como el más puro veneno y por un segundo Harry se permite perderse en la ensoñación de sentir su veneno real clavándose en su piel. Harry relame sus labios, aún atrapados entre los dedos del hombre, ansiando un beso que no llega. Pero está bien, porque incluso Louis desvía sus fríos ojos azules hasta su lengua.

Es un gesto tan pequeño como ese el que hace a Harry decidir que aún no ha tenido suficiente. No está noche. Siente la adrenalina -o tal vez algo más, acumularse en su vientre bajo cuando escucha a los músicos alargar la tonada así que suelta unas pocas feromonas solo para retar al alfa y entonces puede sentir a Louis ajustarse bajo de él, rozándose cerca en un intento de alejarse.

Harry se acerca mas, usa la fuerza de sus piernas para enredarse con el alfa y en repuesta Louis sostiene su cadera, enterrando sus dedos ahí también.

— Mi amiga Cara cree que me está cortejando, señor Tomlinson. Yo le he dicho, que después de tantos años, no es agradable jugar con el corazón de un omega de esa forma.

El alza una deja divertido, casi con burla.

— ¿Que le hace creer a su amiga una cosa como esa, omega? — Louis suelta su rostro en un movimiento demasiado brusco, casi aventando su rostro. Un hilo de saliva escurre de entre sus labios.

— No lo sé, tal vez los regalos que aparecen en mi camerino. — Ver sus ojos azules tan cerca le es más difícil de lo creyó, su voz se atora en su garganta, sus palabras se enredan entre si con una sola mirada — O el hecho de que... De que-

— ¿Mato gente por usted? — escucha una risa formarse en su pecho, sus manos enterrandose con tanta fuerza en la blanca piel de Harry que no sabe si está deleitado o si acaso está mofandose. En realidad, no cree que sean conceptos tan diferentes para el alfa que le apresa. — ¿Acaso lo disfruta lo suficiente como para considerarlo un cortejo? ¿Le gusta ver cómo la sangre se derrama por usted?

Harry alza sus cejas mostrando indignación, pero el resto de su rostro difiere con el: abre y cierra sus labios en busca de que responder pero las palabras, una vez más, no se forman. En su lugar el alfa usa su pulgar para limpiar la saliva previamente derramada, toca sus labios corriendo el rojo labial a propósito y finalmente lo lleva a su boca, Harry sabe que puede saborear la cereza de su labial.

Se congelan en ese fragmento, en un instante que se siente eterno.

Entonces la música termina, los músicos rindiendose ante la ridículamente larga nota y Harry baja de su regazo con la misma gracia con la que subió. Baila con galantería coqueteando una última vez con los invitados; pero si una mancha de lubricante ha quedado sobre los pantalones del alfa dueño de todo, es tal vez un juego que queda solo entre ellos.

Es poco despues que Harry llega a su camerino, listo para cambiar de traje y continuar con los siguientes actos de la noche. Lo hace ligeramente mareado y con una sonrisa que le avergüenza mantener, todo resultado su reacción a la cercanía del alfa. Lo hace sentirse tan jovial, como un adolescente descubriendo las mariposas en su vientre.

Deja caer su traje tarareando un rezago de la melodía de su show, ve su maquillaje justo como lo dejo sobre el tocador y uno de sus cajones abiertos con una botella de agua vacía. Sonríe, mucho más tranquilo de lo que estaba antes de salir; el espera que Cara se sienta mejor, se paseara con ella en un rato para asegurarse de que todo esté bien. Con ese pensamiento se sienta y por primera vez toma conciencia sobre si.

Sus mejillas sonrojadas y el verde de sus ojos perdido entre la dilatación del negro. Su labial está corrido en la comisura derecha y puede notar marcas rojizas, apenas nacientes, sobre su blanca piel. Un par de dedos en su rostro y toda una mano en su cadera.

Tan destrozado con apenas un fragmento.

Oh. El-el definitivamente va a tomarse sus diez minutos de descanso en este momento. Necesita arreglar la incesante humedad dentro de su traje.

Harry no quiere pensar en porque su cuerpo se siente tan revolucionado.

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Calvin realmente no entiende que es lo que hacen ahí. Observa las personas que parecen sacadas de un cuento de esos que nadie quiere escuchar y no importa a donde mire, cada rincón de las paredes cuadradas, de las luces rojas, de los desniveles donde es sencillo caer le hacen reconocer que ellos no pertenecen ahí. 

Después de las perdidas de los últimos días, no sabe como ellos estando ahí puede ser un movimiento sensato. Es meterse a la boca del lobo por propia voluntad. 

— Señor —habla aunque no debería. No importa, el barroco terror que las paredes ejercen parece ser mayor. — No entiendo cual es el objetivo de estar aquí.

Jeffrey, que hasta ese momento se encontraba bastante ensimismado por el show burlesque, aprieta sus manos hasta que sus nudillos se vuelven blancos; sus narinas se expanden en el recordatorio del porque se encuentran ahí. 

— Stan — llama el — ¿Cuántos centros tenemos?

—  43, señor

—  ¿Y cuantos fueron atacados en las ultimas semanas? 

— 40, señor. 

— ¡40! ¿Sabes a cuantas putas se traduce eso, Calvin? Más precisamente, ¿a cuanto dinero hemos perdido por todas esas asquerosas rameras que ahora estan en programas de servicios de ayuda? Todo porque ¿Tomlinson quiso hacer una buena obra para saldar sus cuentas rojas? ¡Como si nunca hubiese usado una puta! — El toma de un trago su vaso, y alza la mano para pedir al mesero otro, no parece haber cantidad de alcohol suficiente para calmar el enojo en su sangre, ni saldar las deudas que poseen. 

Hay piezas que no encajan. No saben la razón de sus ataques, ni porque Tomlinson dejaría la firma de su lugar cuando los burdeles de Azzof ni siquiera eran parte de la jurisdicción de la mafia, ni siquiera intervendrían con sus líneas comerciales. 

— Necesitamos el dinero para conseguir más golfas, ¿sabes lo caro que son los niños? Es más, ¡Stan! ¿Sabes cuanto tiempo me toma entrenar una puta?

— Lo se, señor, he tenido que hacerlo yo también. 

— ¡Toma meses que se aflojen para poder recibir un buen nudo, toma mucho más hacer que las desgraciadas dejen de llorar! No solo he perdido a mis putas, pierdo el dinero de mis clientes y todo el tiempo que invertí.  Entonces, Calvin, ¿puedes entender que hacemos aquí?

— ¿Cobrar? — su voz tiembla al hablar. Da un trago a su propio vaso pero no se siente mejor. 

Hurra, venimos a cobrar. — su jefe sonríe en el momento en que observa a dos cuerpos deslizarse en dirección hacia ellos. — Y ahí esta nuestra entrada...—Son como un par de sombras, en apenas un parpadeo estan en su mesa. Siente su pulso temblar, la presión en cada vena y el sudor recorrer su piel por debajo de la tela; se siente como una presa entre dos rostros bonitos en los cuales desentona el letal azul de su mirada. Les mira y no sabe quienes son pero prefiere regresar la mirada a su jefe.

— Señor J. — saluda el chico, Calvin tiene problemas para descifrar su edad. El observa una sonrisa torcida entre los delgados labios del alfa más joven. — ¿Disfruta su estancia? ¿Lo estan tratando bien?

— Tan bien como se puede estar en este lugar. — Calvin sostiene su respiración, no le parece que sea la forma de responder al estar en un lugar como este. Su anfitrión no parece inmutarse, en su lugar abre los brazos como un buen presentador lo haría.

— Hay una partida de damas sucediendo tres mesas allá. Por lo que escuche, estan aceptando competidores. — Habla con tanto carisma que es fácil verlo como algo aterrador, casi olvida que estan en medio de un intercambio de vidas.  

— ¡15 diamantes al primer lugar!  — dice la chica, suena como el eco del otro hombre: un reflejo demasiado preciso.

— ¡15 diamantes al primer lugar! — repite el. Un reflejo demasiado siniestro.

— Deja los juegos de lado, Jules. —Jeffrey reacciona, su mano se encaja en el cuello del alfa castaño cortando su respiración, pero el solo sonrie. 

Sin ninguna alteración, la mujer se desliza en la mesa, Calvin apenas la siente cuando ya ha pasado de Stan, y se encuentra susurrando en el oido de Azoff. 

— Deberías recordar quienes te han invitado — da tres golpeteos sobre la placa de una rosa atravesada con una daga, un signo impecable de membresía al club. —Ni siquiera hemos acordado tu pago, es decir, necesitas capital para recuperar tus... er, recursos. 

Como si la voz de la mujer fuese una especie de droga, Jeffrey lo suelta. 

— Cierto, belleza —el da un trago más a su bebida, el hielo suena contra el cristal. — Entonces, ¿a que me han traído aquí?

— Tu necesitas algo que nosotros podemos darte, es sencillo dulzura —responde Jules. —  Luc, ¿me haces el favor? — la mujer con voz de sirena, que ahora reconoce como Luc, desliza entre sus piernas un maletín de cuero negro. Apenas lo abre cuando notan los lingotes de oro y fajos de euros guardados entre ellos. —¿Debería ser suficiente, no es así?

Jeffrey se inclina a ver, Calvin no necesita para verlo para saber que ha comenzado a salivar. Pocas cosas mueven el mundo como el dinero, y Jeffrey es un hombre inteligente por saberlo. Pero apenas sus dedos amenazan con tocar la recompensa, Luc lo cierra de nuevo; y entonces sonríe. Un gesto disfrazado de coquetería pero que es una clara muestra de dominancia: tiene sus colmillos de fuera. Calvin cree que esos son unos colmillos demasiado grandes para una dama. 

— ¿Que quieres que haga? — es la siguiente pregunta.

— Quiero que mates a Tomlinson. — la musica disfraza la demanda sin emoción.

—¿Estan locos? ¡Es imposible! — Luc niega con su dedos, sus largas garras apuntando a la distancia. El resto de los hombres siguen la dirección, y pueden asi ver al omega de hace un rato, sentado en la mesa que reconoce como la mafia italiana de la región. Hay un alfa de hombros anchos, ojos castaños y cabello al ras del cráneo que cuida su espalda. Parece ridículo, pese a compartir mesa nadie se acerca a meneos de medio metro de el. 

— No puede importarle tanto — Stan dice, dudando. Es demasiado sencillo.

—Haz la prueba — Jules sugiere. —Envía a uno de tus hombres, que consiga a Styles. Si puede llegar a el, déjalo tenerlo, que use su culo de omega hasta que se canse, o llévalo contigo como parte de tu nuevo cast. Pero si lo matan... entonces sabrás donde atacar.

— Ningún hombre sano tentaría a la muerte de esa forma — Stan informa.

— ¿Quién dijo que tiene que estar sano? — Luc suelta una risilla, entonces presenta una pequeña botella de cristal. — Caballeros, les presento a Alice, la bebida especial de la casa: toma un poco y tienes un viaje al paraíso, pasa de la dosis y quedas como Alicia perdida entre espejos. Encontraran, señores, que aquí en La Reine Rouge, bajo el estimulo correcto la mente de un hombre es algo sencillo de corromper. 

Ella guarda el pequeño frasco tan rapido como lo saca, por lo que, naturalmente ahora tienen curiosidad, pero Luc solo mira el vaso de Calvin, ese que lleva consumiendo toda la noche, y una sonrisa propia del gato de Cheshire cubre su rostro. 

— Entonces, caballeros, ¿tenemos un trato?

— Necesitamos infiltrar mi equipo de seguridad... — Jeffrey dice. 

— Considéralo hecho, dos noches es todo lo que necesito. 

— ¿Por que quieren a Tomlinson muerto? — es Stan quien pregunta pues Jeffrey parece embriagado en dinero — Es un objetivo demasiado ambicioso.

Jules y Luc se miran sin expresión. Acto seguido sus ojos se dirigen a la gran silla de oro, lo lejana que es, como siempre lo ha sido.

— El tiene una deuda que saldar con nuestra familia. Pero si es algo demasiado ambicioso para ustedes, supongo que la mitad de la paga deberia ser suficiente porque solo maltraten a su juguete favorito. 

— Trato.

Mientras Jules y Jeffrey estrechan manos, Calvin ha olvidado su nombre, o que hace ahí. Su mente perdida en todos los estímulos del lugar, la escenografía, la música y las luces que convenientemente parecen enfocar a un bello omega de rizos.

Louis ni siquiera les mira. 

Pero esta bien; se trata de un juego bidireccional, una vendetta del rechazo. 

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Harry pronto comprende que jugar con Louis, no es algo que suceda en una sola noche. Es una partida continua que el inicio en el momento que se atrevió a subir a su regazo. Es una danza de muerte que debe preguntarse si esta dispuesto a continuar. 

Sabe que las cosas no son del color de las rosas, y que los cuentos de hadas no son compatibles con un hombre como el. Pero Harry es un omega de 32 años y esta cansado de ser un corazón solitario. 

Así que decide tirar sus cartas, mover sus piezas. Y sabe que su juego fue aceptado desde el momento en que le permitió tocarlo, coquetear con el; pero solo queda confirmado cuando al acabar el turno de la noche cerca de las cinco de la mañana y listo para volver a casa se ve obligado a detenerse: un nuevo regalo esperando por el.

Es igual a todos los anteriores, una caja negra, pero esta vez al destaparla la encuentra sellada. Solo puede encontrar el emblema de Tomlinson en ella, entonces toma la tarjeta: «debe tener cuidado con lo que pide, omega. los juegos en esta casa son tan importantes como la sangre»

Y Harry ha pasado tantos años en ese lugar que no tiene duda de lo que su siguiente acto debe de ser. Observa el destello que subyace a la tarjeta, una LT grabada al filo de la navaja. Ni siquiera lo piensa, es un cuadro rápido tomar la hoja y cortar la palma de su mano.

Apenas siente dolor. 

Presiona sobre la herida para sangrar más rápido, y mientras ve las gotas caer puede comprender que Louis desea ponerlo a prueba. Ver si es digno de un cortejo, de un lugar en su tablero. 

Es una suerte que el sienta miedo. Después de todo, ¿qué tanto se puede corromper un alma antes de romper?

No importa, nada lo hace. Porque el peso de su sangre desactiva la trampa, y Harry puede acceder al regalo que ahora sabe es parte de su cortejo. Encuentra tres bellos anillos y una daga. Una rosa y sus iniciales, tan perfectos a la medida como todo lo que el alfa hace. Sus manos brillan con los nuevos adornos y puede que su corazón lata con fuerza. 

Esa noche, Harry camina a casa más seguro que nunca.  Con una daga escondida entre sus muslos.

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Pronto más noches pasan, y envuelto en el cortejo del alfa, Harry brilla aun más cada noche. Es divertido, sentir como las piezas encajan. Louis prueba a Harry en cada regalo, un precio justo que pagar. 

Harry no entiende como, pese a lo inusual y lo bizarro, logra sentirse como un pequeño omega en un primer amor de verano. Puede ver todo un futuro juntos, aun pese a todo. Su corazón se revoluciona, y siente sus piernas fallar al salir al escenario: porque esta vez sabe que Louis lo mira a el y solo a el.

El disfraz de esa noche es un bello traje de bailarina. Un corsé rosado que hace su pecho resaltar, toda su blanca piel llena de lugares por marcar. Una falda demasiado corta y unas bellas medias que transparentan sus tatuajes. Sabe que este es un traje para el gusto del alfa.

Harry se llena de regocijo al saberlo como un hecho. No puede dejar de admirar su propio reflejo lleno de los regalos del alfa, de la materialización del hecho de que un hombre tan poderoso como Louis Tomlinson lo desea a el, y solo a el.

— ¿Más rosas? — escucha preguntar. El debe alzar la mirada, lejos de su regazo donde las flores del día descansan, y es en el espejo que puede observar a su amiga Lauren acercarse. Ella tiene su largo cabello negro recogido en una coleta y su piel se cubre por un traje de vinilo con escotes en todos los lugares apropiados y un látigo que cuelga de su cadera. Ella tiene un acto de sadomasoquismo para hacer contraste a la delicadeza del ballet. 

Harry no puede evitar sonreír mientras pasa los dedos entre los tallos de las rosas, contando. Son quince el día de hoy, cada una con la nota de una nueva promesa. El corta la punta de sus dedos cada vez que lo hace: Louis no corto las espinas.

— El me esta cortejando — confiesa mientras el rubor cubre sus mejillas. Es demasiado, se siente como demasiado para ser real. Lo mucho que acelera su corazón.

—Puedo verlo — Lauren sonríe, ella se acerca por detrás y abraza con cariño sus hombros — Mereces esto. 

— ¿Crees? — el deja las flores de lado, solo para jugar con sus dedos presa del nerviosismo. Las palabras iniciales de Cara filtrándose en su mente sin querer. ¿El es malo por querer a alguien como el alfa? — No debería ser sencillo elegir algo como esto, no debería resultarme tan fácil. 

— No se supone que el amor sea complicado, Hazz. Esta bien que te elijas a ti, por una vez. —Ella besa su mejilla, y el omega sonríe con un nuevo sonrojo llegando hasta el. 

— Creí que Cara haría este show contigo, ¿Dónde esta?

— Ella no se sentía muy bien, algo le cayó mal al estomago. Le dije que podía sola, esta en su camerino descansando. ¿Listo para salir?

No lo esta. No para lo que esta por hacer. 

— Vamos a dar un show. — dice en su lugar. Lauren ofrece su mano, y pronto es la alfa quien le conduce para dar la apertura, justo como ensayaron.

Y una vez más, apenas sale lo primero que nota es la mirada de hielo sobre el. Nota el amargo rictus en su rostro al ser llevado por otra alfa, y sabe que su molestia surge del saber que esta vez, esta permitido. Es parte del show.

Harry se permite molestar al alfa con ello. Juega con Lauren y ella pretende castigarlo, entonces el omega hace un precioso arabesque antes de alejarse y continuar con su propia rutina.

Todos parecen embrujados, ver a Harry bailando ballet es sencillamente magnético. Etéreo. Es irreal que sea parte del mismo plano, lo mucho que contrastan sus delicados movimientos con el ostentoso lugar, la cargada música clásica o los gritos de dolor que provoca Lauren. Y sin embargo es todo parte de la imagen mayor. 

El hace un grand jeté entre las mesas, su falda elevándose a la vista de todos. Y le fascina, más que nunca, como nadie puede tocarlo. Baila y se vuelve uno con la música, desprendiendo una gracia que puede ser definida solo como divina a cada paso.  Y es solo entonces cuando siente la pieza terminar, que hace un ultimo grand battement frente a la silla de oro. 

Sonríe cuando ve al alfa batallando por mantenerse tan estoico como todas las noches, no cuando estan tan cerca y Harry permanece con la pierna extendida sobre el, manteniendo el equilibrio en una sola punta, marcando cada musculo por debajo de la delgada tela.

Mon enfer — el dice, su lengua acaricia los labios propios y debe levantarse brevemente de la silla para acomodar su pantalón. — Pídeme lo que quieras y es tuyo, omega. 

— Una cita, alfa — dice bajito, solo para ellos. Sus ojos brillan, incapaces de poder contener la emoción.  — Llévame a una cita. Y aceptare tu cortejo, me tendrás cada noche. — Promete.

Hay algo en su voz que parece desbordar al alfa. Impropio de el, extiende su brazo, rompe la posición de Harry y lo atrae con fuerza hasta el. — ¿Aceptar mi cortejo? — se burla; con su rodilla abre las piernas de Harry y le obliga a sentarse sobre el; la tela de las medias es demasiado delgada. — ¿Qué te hace creer que ya he decidido que mereces hacerlo, omega?

— Porque tengo un regalo para ti, alfa. — Harry sonríe. Y sin rechistar, se para de nuevo alejándose en un precioso movimiento, danzando lejos de el en un acto que solo lo hace desear por más.

Tan perdidos en el otro, que ninguno se percata del momento en que las cosas se voltean contra su voluntad. 

Es demasiado rápida la convergencia de los sucesos. Es un grito desolado que interrumpe en los invitados y les hace apartarse al oler problemas. —¡Cara esta muerta! ¡Cara esta muerta! ¡La mataron! — y un hombre demasiado perdido en un mundo ficticio, que aprovecha la estupefacción de Harry para colgarse de el y romper sus medias, deseoso de obtener más del omega. Es Louis que reacciona ante al ataque, y la cabeza de Calvin que rueda en apenas un parpadeo.

Son demasiados eventos por seguir. Un caótico encuentro que nadie, excepto dos cabelleras castañas, pudieron prever. Cuando las luces se apagan, es metafórico también, pues alguien ha dejado a Harry inconsciente.

Es el jaque perfecto.  

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Tomlinson realmente no puede descifrar la posición tan vulnerable en que le forzaron a estar. No cuando esta tan concentrado pensando en como salir de ella. En como sacar a Harry de ella.

Es primitivo el coraje que siente, más animal que persona. Se vuelve peor cuando se da cuenta que no hay nada por hacer. Atrapados en lo que solía ser su oficina, recibiendo golpes mientras es sometido incapaz de hacer algo pues hay un grupo de hombres rodeado el cuerpo inconsciente de Harry. 

Apenas suelta un gruñido, apenas baja sus garras o sus colmillos, alguien más se encarga de cortar un trozo más de las medias de Harry, dejándolo expuesto solo para mostrar su poder, su dominancia sobre la situación... para mostrar la debilidad de Louis. 

El no sabe quienes son las personas frente a el, ni como se han filtrado a su bien protegido club. Como han burlado cada una de sus defensas, ni porque sus hijos parecen ser parte del acto. 

Con la mirada altanera, y la sonrisa heredada que solo hace a Louis pensar que en ahora forman parte de un drama shakesperiano. Una tragedia con un único final. 

— ¿Y este es el gran Tomlinson? ¿El jefe de la mafia más grande de Francia? — el hombre que parece ser el jefe ser burla, golpea su rostro solo para disfrutar del verlo sangrar. No importa su cuerpo, no importa el. No si es la única forma de mantener a su omega seguro. — ¿Sabes? Pareces estar tan obsesionado con mis putas que creo que me quedare con la tuya. ¿eh, que te parece? Es algo viejo, pero apuesto a que tiene un culo virgen, ¿no es así? Puedo venderlo bien, o mejor aun, estrenarlo frente a ti. 

— Jeffrey — es Luc quien interrumpe su monologo. — Recuerda nuestro trato. 

Las piezas giran como engranajes en su cabeza, sin propósito ni destino. No hay tiempo para reaccionar, no hay tiempo para actuar. Cualquier movimiento pone en riesgo a Harry y si nada hace, estará en riesgo también. 

— Vaya rey... — Entonces Jeffrey apunta su arma justo en la frente de Louis. — Ruega por el, y tal vez tenga misericordia después de matarte. 

Su cuerpo esta débil, y esta lleno de vértigo. Bajar la cabeza no es un forma digna de irse, pero no tiene más fuerzas.  El hombre carga el arma, deleitándose con la pronta victoria. 

Jaque  — se burla de su propio juego. El final no escrito.

 Pero Louis comienza a carcajearse. Alza la cabeza solo deleitarse de los rostros confundidos, de los más de veinte hombres que les rodean, siendo presas del terror ante alguien que ha sucumbido ante la demencia.

Su risa no para, se cuela hasta lastimar en los oidos de los presentes. No hay arma más fuerte que el mismo desentendimiento. 

—¿Qué? ¿QUE ES? ¡Perdiste! ¿QUE ES? — Jeffrey amenaza una vez más, llevando la punta del arma al cuello. 

Louis esta de rodillas, pero el filo de su mirada es algo que Jeffrey no comprende. 

—¿Quieres jugar? Bien, pero has olvidado que hay alguien más allá de mi. Has olvidado que en este juego, el tablero es de la reina. 

Entonces todo es gritos y sangre de nuevo. Una única daga escondida entre el traje que se vuelve letal en manos de un asesino nato. Uno donde cantidad no supera la habilidad. 

— ¡Ese fue un horrible golpe! Te concedo eso, no lo estaba esperando. — Harry ríe también, el traje rosa pintado de rojo ante la pila de cuerpos que deja detrás. Un cumulo más de hombres apuntando hacia el. — Ahora, cariño, hazme el favor de soltar a mi esposo. 

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