Resulta curioso como el sofocante calor de la costa era reemplazado por un frio intenso en cuanto el sol se ocultaba.

Podria estar cómodamente recostado frente a la chimenea descansando después de un cansado día.

Pero ahi estaba, sosteniendo la mano de Barry, que parecia encajar a la perfección con la suya. Listos para subir a un pequeño bote.

El castaño con una sudadera tremendamente grande, y Oliver con un gorrito y una chaqueta ligera.

- Bienvenidos señores Queen - menciona el piloto al verlos ingresar, las mejillas del metahumano se coloraron, y Oliver suelta una risa discreta, saludando al hombro con una palmada en el hombro - Disfruten de su noche

El hombre se dirige a la cabina, poniendo en marcha el motor, Oliver le sonrie a su pareja, recostandose sobre el colchon inflable jalando al forense entre sus brazos.

Una corriente de aire se hace presente, el rubio puede sentir el escalofrío que sacude el cuerpo del menor. Asi que Oliver depositando un beso en su frente, jala sobre sus cuerpos una manta.

- ¿Alguna vez te has dedicado a ver las estrellas? En serio, verlas. - Oliver niega ligeramente.

Esos pequeños placeres de la vida, son acciones que el arquero no consideraba importante detenerse a apreciar.

No hasta que ese mocoso se metió en su vida.
Barry comienza a hablarle de las constelaciones, sus leyendas. Y como esos astros viajan miles de años luz, regalando un momento que puede ser que ya este muerto

- A veces pienso que la vida no es muy distinta ¿sabes? Es solo instante, y de nosotros depende que tanto la disfrutes y como percibamos nuestro eterno. - Oliver sonrie enternecido, sientiendo su corazón latir a cada palabra que da

Comienza a pasear en una caricia su nariz contra el cuello del menor, haciendo cosquillas.

- Ollie - se ríe, una vez tras otra. Sientiendo la brisa contra su rostro y el frio hacer contacto con su piel.

Ese instante, se sintió eterno. Una linda memoria que las estrellas guardarian con el paso del tiempo.

Y en cuanto sus labios colisionaron, y no se soltaron el resto de la noche. Les fue inevitable pensar, lo curioso que resulta como das todo sin dudar por esa persona especial.

Incluso en algo tan pequeño como aguantar el frío solo para ver un cielo despejado.