Two.
Hyunjin se encontraba frente a su casillero, revisando despreocupadamente su celular, hasta que un olor que conocía muy bien llegó a su nariz.
Inmediatamente su expresión tranquila pasó a una fría y nula, observando a la omega posarse frente a él con una coqueta sonrisa.
—Jinnie~ vamos, cambia esa cara —pronunció la recién llegada con dulzura bañando sus palabras, estirando uno de sus brazos y pasando su índice por el pecho del alfa.
El castaño asqueado por el tacto y la actitud de la contraria, tomó con fuerza su muñeca para apartarla de su cuerpo.
—Yiren, por última vez, deja de buscarme —espetó con enojo, soltando feromonas de alerta hacia la rubia, quien incómoda y asustada por el olor se apartó un poco.
—Volverás a mi, Hwang. Quieras o no, lo harás —y dando un pisotón en el suelo, salió hecha una furia por el pasillo.
El alfa suspiró cansado de la situación, realmente ya no sabía qué hacer para que la rubia lo dejara en paz de una vez.
Captando el desagradable olor de la omega en su ropa, se dirigió al baño con la intención de quitarlo de sí. Sin embargo, cuando llegó al lugar lo único que pudo captar su nariz fue el aroma a tristeza de un omega. Causando que su lobo llorara internamente ante el olor.
Entró al baño intentando no hacer mucho ruido para no asustar al omega desconocido. Caminó hasta el último cubículo, donde podía escuchar leves sollozos y algunos hipidos.
Intentando convencerse de que no era un chismoso, levantó su brazo y tocó suavemente la puerta, escuchando como los sonidos detrás de ella paraban.
—Oye... ¿Estás bien? —se auto regañó internamente ante aquella estúpida pregunta, "Obviamente no lo está, idiota" se dijo a sí mismo.
Por otro lado, el pelinegro se sintió sorprendido cuando escuchó el ruido. Estaba tan sumergido llorando que no se dio cuenta que alguien más había entrado.
Y menos se imaginaba que sería el mismísimo Hwang Hyunjin.
Paró sus sollozos, quedando petrificado en su lugar, moviendo su naricita para captar el aroma del alfa, sintiendo a su omega más animado gracias a este. Hwang Hyunjin olía a petricor y café, una mezcla que le gustaba bastante.
El castaño soltó un suspiro al no recibir respuesta alguna, rascando nervioso su nuca mientras pensaba en qué decir. Nunca había sido bueno consolando a las personas, podría decirse que tenía tacto nulo para ello.
—Escucha, realmente no sé que te haya pasado o siquiera quién eres, y no es porque sea un entrometido ¿Sí? sólo estaba preocupado al sentir tu olor y no podía no hacer nada y- —se cortó abruptamente al caer en cuenta que estaba hablando de más— No soy bueno haciendo esto, lo siento.
Un sonrojo avergonzado yacía en su rostro, y en estos momentos agradecía que el desconocido estuviera con la puerta cerrada. Estaba inmerso en su vergüenza hasta que escuchó una pequeña risa provenir del cubículo.
Había hecho reír al omega.
—Es tierno... El que lo intentes por un desconocido, ¿sabes? —escuchó una baja voz rasposa al otro lado de la puerta, sacándole una sonrisa— Gracias.
Escuchó un pequeño ruido dentro del cubículo, observando que en la abertura ya no se notaban los pies del omega, supuso que se había sentado. Optando por hacer lo mismo, recargó su espalda en la pared, mirando la azulada puerta del cubículo.
—¿Puedo preguntar... El por qué llorabas? —dijo en voz suave, escuchando curioso como el contrario dejaba de hacer el sutil ruido que emitía sus pequeños sollozos.
¿Acaso había dicho algo malo?
Se preguntó con pánico al ver la silenciosa respuesta del contrario. Hasta que un pequeño carraspeo le alivió un poco— Quería darle un regalo a la persona que me gusta... Pero alguien lo estropeó —escuchó la tristeza del contrario en sus ultimas palabras, sintiéndose mal por el chico.
—Eso suena horrible —murmuró, se quedó en silencio unos minutos hasta que algo pasó por su mente— ¿Qué era tu regalo?
Unos segundos después de preguntar, vio una pequeña mano pasar por debajo de la abertura del cubículo una cajita algo dañada y aplastada. Su corazón se sintió mal al ver el lindo esfuerzo del omega en ese estado. Con suavidad la abrió, encontrándose lo que habría sido una preciosa pulsera, algo dañada pero sin embargo, era reparable.
—Es muy bonita, a esa persona sin duda le habría gustado —dijo con una sonrisa sincera, aunque el contrario no la pudiese ver.
El pelinegro sonrió con un sonrojo en su rostro, le había gustado su regalo aunque no supiera que era para él. Pasado unos segundos, mordió su labio indeciso de hacer lo que había pasado por si mente.
¿Debería...?
—¿Eso crees? Porque si es así... Me alegra que te haya gustado —murmuró lo último en voz baja y con timidez, queriendo no arrepentirse de su confesión después.
El alfa lo escuchó atento, quedando plasmado en su sitio ante lo último. ¿Era para él? Un pensamiento fugaz pasó por su mente a la vez que recaía en sus recuerdos. Aspiró con lentitud intentando captar algún olor además de la tristeza, y abrió con sorpresa sus ojos cuando captó lo que buscaba.
Fresas con chocolate.
—Tú... ¿Eres el omega que siempre me observa? —preguntó con genuina curiosidad, escuchando un murmullo parecido a un "Sí" avergonzado tras el cubículo— ¿Puedo... Puedo verte?
El omega se sorprendió al escuchar aquello, ¿Hwang Hyunjin quería conocerlo? Con el corazón latiéndole a mil por segundo y la duda bailando en su cuerpo, abrió la puerta del cubículo con lentitud.
Hyunjin lo observó salir del cúbico con la cabeza agachada, mientras sentía la curiosidad picar por todo su cuerpo. Al momento en que el contrario levantó la cabeza, quedó embelesado por el rostro del pelinegro.
Unas lindas y algo regordetas mejillas, unos ojitos brillosos a causa de las lágrimas pero que no le quitaban su encanto, labios pequeños y algo rellenos, junto a una bonita nariz.
Era un omega muy precioso.
Saliendo de su ensoñación, carraspeó antes de sonreírle amablemente al pelinegro— ¿Cómo te llamas?
El omega se encontraba más que nervioso estando frente al alfa, pasó saliva antes de responder mientras lo miraba tímidamente.
—Me llamo Han Jisung.
A Hyunjin le parecía conocido el nombre, pero no lograba recordar de dónde así que prefirió no darle vueltas al asunto. Después lo haría.
—Entonces, Han Jisung, es un gusto al fin conocerte —dijo extendiendo su derecha en dirección al omega con una sonrisa.
El pelinegro con la timidez y vergüenza bañándole el cuerpo, estrechó su mano con la del alfa, sintiendo una corriente viajar por todo su cuerpo hasta llegar a su corazón escuchándolo bombear agresivamente.
—E-Es un gusto —murmuró torpemente, sacándole una risita de ternura al mayor.
Mientras, éste se preguntaba cómo rayos nunca lo había notado. Debía ser un ciego de primera o un completo despistado para no hacerlo.
—Oye Jisung, si no es mucha molestia ¿Podría saber qué le pasó a la pulsera? —preguntó curioso, sintiendo al omega tensarse.
El pelinegro apartó la mirada unos cuantos segundos, sopesando si debía o no decirle cómo había quedado su regalo hecho casi trizas.
—Fue... Yiren —habló bajito, siendo apenas escuchado por el alfa— Ella me lo a-arrebató y luego... Solo lo pisoteó —recordó con tristeza aquel desenlace, sintiendo las lágrimas de vuelta queriendo salir de sus ojos.
El castaño al escuchar eso retuvo un gruñido, no queriendo espantar al triste omega. Yiren ya había sobrepasado los límites, no tenía problema con que lo molestara a él pero meterse con alguien más no sería algo que dejaría pasar.
Sintiendo la molestia de su lobo junto a la suya en su pecho, respiró hondo antes de posar su mano en el hombro del contrario, sacándolo de su ensoñación. Observó aquello ojos cristalinos que lo veían con adoración, y apartó con su pulgar una lágrima rebelde que resbaló por la mejilla del pelinegro.
—No te preocupes por ella, ¿Si? No volverá a molestarte, lo juro —lo calmó, viéndolo sonreír de una manera muy bonita segundos después.
Algo cálido se sintió en su pecho.
—Por cierto —retomó la palabra, viendo al omega mirarle curioso— ¿Sería algo precipitado el invitarte a salir? Digo, no quiero que pienses que estoy jugando o algo así, simplemente me gustaría conocerte un poco más y- —un sonrojo se instaló en su rostro al escuchar la risita divertida del omega al verlo balbucear torpemente.
—No hay ningún problema hyung, lo entiendo. Y sí, me gustaría salir con usted —dijo con una sonrisa, sintiendo a su omega correr emocionado ante la nueva noticia.
Después de intercambiar números, ambos salieron del baño en dirección a su respectivo salón. La campana había sonado ya hace unos minutos y no querían empeorar su tardanza.
Cuando ya hubo escuchado la reprimenda de la profesora de biología por su impuntualidad, cayó en cuenta de algo sumamente importante ¡Saldría con el alfa que le gustaba!
Cubrió su rostro con ambas manos, sintiendo este sumamente caliente. Necesitaba ayuda para prepararse, y sabía a quién acudir para esto.
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