Three.
Era sábado por la mañana, y un alterado beta pelinegro con algunos mechones verdes corría por doquier en la habitación perteneciente al omega.
—Binnie hyung, por favor, calmese un poco. ¡Me está alterando! —bramó cansado de ver al pelinegro mayor ir de un lado para otro con prendas de su armario mientras murmuraba cosas inentendibles como un loco.
Al otro lado de la habitación, cierto alfa pelimenta reía divertido con la situación. El omega hizo un puchero.
—¡Hyung! Esto no es gracioso, ayudeme —respondió el omega sin dejar ir su puchero, ganándose una sonrisa divertida de Bang.
—Oh mi querido Hannie, ¡Claro que esto no es gracioso! —interrumpió el beta, ganándose otro suspiro cansado de parte del omega el cual ignoró completamente— ¡Es una situación de vida o muerte! Mi pequeño Hannie está creciendo —el pelinegro mayor fingió llorar, sacándoles a los presentes un quejido.
—Changbin-ah, deja de hacer drama. Por favooor —bramó el alfa, tirándose de manera dramática en la cama del omega.
El beta llevó una de sus manos hasta su pecho, fingiendo indignación ante la insinuación del alfa. Él no era dramático.
—Oh vamos, Bang. ¡Al menos finge preocuparte un poco! ¿No lo entiendes? Nuestro Sunnie tendrá una cita, ¡Una cita! ¡Y con el alfa que le gusta! ¡¿No podrías ayudarme un poco?! —dijo histéricamente, causando que el mencionado se levantara de la alcolchonada superficie para llevar al beta hasta su pecho, abrazándolo.
—Ya, ya, Binnie. Lo sé, nuestro Hannie está creciendo y lo quieres preparar para esto. Pero podrías internar bajar un poquito tu... Emoción, lo estás abrumando —dijo el alfa, dando algunas palmaditas en la cabeza del beta, que hizo un puchero avergonzado.
Jisung rió un poco, sintiéndose cálido ante la ayuda de sus hyungs. Changbin a veces parecía omega en vez de beta por su instinto maternal. Cosa que sólo mostraba ante sus cercanos, porque nadie imaginaria que el gran y respetado Seo Changbin fuera en realidad una masita tras esos ojos fríos y serios que le daba a la gente.
—Ah, a veces pareces más omega que Jeongin, hyung —soltó el pelinegro menor soltando una risita.
El beta lo miró algo mal, aunque sabía era cierto, así que no pudo hacer nada mas que bufar resignado.
—Bueno, bueno. Nos desviamos del tema principal, mi querido Hannie —exclamó saliendo de entre los brazos del mayor, poniendo sus manos en su cadera— Vas a quedar mucho más precioso de lo normal.
El menor suspiró, intentando disipar los nervios que recorrían su cuerpo al recordar que le quedaban pocas horas para ver al alfa.
Faltaban finalmente menos de una hora para su encuentro con el omega. Se encontraba frente al espejo de cuerpo completo en su habitación, analizando el conjunto que llevaba puesto.
Suspiro por millonésima vez en lo que llevaba preparándose. Por alguna razón se hallaba bastante nervioso, y gracias a ello casi todo su armario se encontraba fuera de lugar.
Se cambiaría de camisa... Otra vez.
Un pequeño toquecito en su puerta lo sacó de su ensoñación, encontrando a su hermano recostado en el marco de esta.
—¿Puedo preguntar a qué se debe tanto... Desastre? —dijo divertido, entrando hasta pararse frente al alfa menor.
El menor tragó saliva nervioso, no sabía si era buena idea decirle a su hermano que saldría con alguien. Minho solía ser muy sobreprotector y celoso con él.
—Eh, saldré con... Con un amigo —respondió intentando no sonar nervioso.
El pelimorado levantó una ceja, mirándolo con incredulidad.
—Bieeen... Saldré con un omega —reveló derrotado, esperando que el mayor no se pusiera histérico.
Sintiéndose impaciente por el silencio de su hermano, observó su rostro en blanco, sin ninguna expresión. Se preocupó un poco.
—¿Minho? —preguntó dudoso, observando como el mayor le dirigía la mirada. Sintió un escalofrío.
—¿Quién es? ¿Lo conozco? ¿Cómo se llama? ¿Es del Instituto? Respondeme Hwang —preguntó el mayor seguidamente, desubicando al castaño por las preguntas.
—Él... Se llama Jisung, Han Jisung, va un grado abajo de mi —respondió automáticamente, rezando a que su hermano no hiciera una tontería.
El rostro del mayor se tornó sorprendido, quedándose con la mirada perdida unos cuantos segundos.
—¿Han?... —susurró perdido en sus pensamientos.
En eso el timbre de casa sonó, llamando la atención de ambos chicos. Salieron del cuarto del menor en dirección a la planta baja, hasta que el pelimorado captó un olor bien conocido por él, apurándose a abrir la puerta. Un alfa con cabellos color menta le recibió con una sonrisa.
Sonrisa que se derrumbó al observar el rostro de su novio.
—¿Min...? —preguntó nervioso.
—¡¿Cómo es que tu pequeño amigo saldrá con mi hermano y no me dijiste nada, Christopher Bang?! —bramó exaltado, causando que el mayor pasara saliva.
Mientras, Hyunjin observaba la escena con curiosidad, recordando por fin de dónde conocía el nombre del omega. Cruzó miradas con el alfa mayor, haciéndole algunas señas mientras su hermano hablaba sin poner atención. El mayor pareció entenderle, dándole un asentimiento suave.
—Amor, por favor, calmate un poco. Hannie es un buen chico y lo sabes —respondió el pelimenta intentando calmar al histérico alfa de cabellos morados. Al ver que este no se calmaba, no tuvo más opción que cargarlo en su hombro.
El pelimorado empezó a patalear.
—¡¡Christopher Bang, bájame ya mismo!! —golpeó algunas veces la ancha espalda del alfa, siendo completamente ignorado por este.
Su atención se desvió y no notó la escapada del castaño, quien le agradeció mentalmente al mayor por ayudarle.
Se dirigió rápidamente a la parada de autobuses mas cercana, revisando la hora en su celular. Tenía el tiempo justo para llegar.
Varios minutos después, se encontraba cerca del Río Han, lugar donde había acordado con el omega encontrarse. Corrió unos cuantos pasos hasta recargar sus manos en sus rodillas, recobrando un poco del aire que la corrida le había quitado.
Cierto olor fue captado por su nariz, alzando la vista y encontrándose con el omega a lo lejos. Su expresión se encontraba sorprendida, quedando embelesado por el omega.
El chico vestía unos pantalones azules, remarcando sus muslos algo rellenitos, junto a un gran suéter blanco con una camisa del mismo color debajo. En su cabello llevaba una linda boina color azul pastel, adornando su, ahora rubio, cabello.
Era una vista hermosa.
—¡Hyung! —saludó al recién llegado, sacándolo de sus pensamientos. Recibiendo una sonrisa de parte de este.
—Jisung, hola. Te ves... Muy precioso —mencionó, causando el omega le sonriera tímidamente con un sonrojo adornando sus mejillas.
—Gra-Gracias hyung.
Ubicándose al lado del ahora rubio, empezaron el recorrido del día, bajo una amena charla. El día se veía algo soleado y fresco, haciendo que el ambiente fuera mucho más relajado para ambos.
Después de dar algunas vueltas por el lugar, decidieron comprar algo para comer. Terminando con un helado en la mano de cada uno, sentados en una banca mientras continuaban su charla.
—En serio, realmente no entiendo cómo es que Chan hyung soporta a mi hermano, ¡es impresionante! —exclamó entre risas.
—¡Hyung, no diga eso! Realmente Chris hyung está muy enamorado de Minho sunbaenim. Ah, realmente adoro la historia de ambos, es muy linda —murmuró con una risita, que fue demasiado tierna para el mayor.
Y aunque no lo admitiera, pensaba lo mismo. Nunca había visto a su hermano tan enamorado de alguien, y eso le hacia muy feliz. Después de todo, el mayor siempre lo había cuidado desde que se conocieron de niños, llegando al punto de descuidarse a sí mismo, hasta que conoció al mayor de los Bang.
—Bueno, bueno, está bien. No le digas a nadie que dije esto, pero realmente me alegra que mi hermano conociera a Chan hyung —dijo, recibiendo una sonrisa de parte del omega.
Hasta que la expresión de este cambió, buscando algo rápidamente dentro del pequeño bolso que llevaba consigo. Lo vio sacar una pequeña cajita, esta vez de color verde, para después extenderla en su dirección.
—Casi lo olvido. Arreglé la pulsera, de suerte no sufrió mucho daño por lo que fue fácil hacerlo —contestó con una sonrisa. Tomó entre sus manos la cajita, abriendo esta y mirando dentro de ella aquella pulsera totalmente arreglada.
Con una sonrisa en labios, la sacó con cuidado para después deslizarla por su mano. La admiró unos cuantos segundos antes de alzar de vuelta su mirada en dirección al menor.
—Gracias, Ji —el omega lo observó con ojitos brillantes, obsequiándole una de las sonrisas más bonitas que había visto en su vida.
En eso, un olor desagradable para ambos hizo presencia. Poniendo tenso al rubio, y en alerta al castaño.
—Maldita sabandija, ¡¿Qué fue lo que te dije, Han?! —bramó la recién llegada, jalando con fuerza del brazo del omega, causando que el helado en su mano cayera al suelo.
El rubio se encontraba encogido en sí mismo, desprendiendo feromonas de miedo. El alfa castaño se encontraba sorprendido y enojado por la acción de la fémina.
—¡Te lo advertí, Han! ¡Alejate de él! —levantó su brazo, dispuesta a abofetear al omega. Hasta que una mano sostuvo su muñeca con fuerza, impidiendo su acción.
Hyunjin llevó al omega tras de sí, observando a la rubia con furia desprendiendo de sus ojos. Le gruñó con advertencia.
—Yiren, ya basta. ¡¿Qué diablos sucede contigo?! ¡Entiendelo de una vez, no volveré contigo nunca! —exclamó enojado, observando el rostro rojo de cólera de la omega.
—¡Tú no lo entiendes, Hyunjin! ¡Tú eres mío! —zapateó con rabia— ¡¿Por qué lo defiendes a él?! ¡¿Qué no ves que intenta apartarte de mi?!
—¡Basta! Yiren, no sé qué tipo de película te armaste en la cabeza, ¡pero nunca fui tuyo! Además, ¿con qué cara me vienes a reclamar, si tú fuiste la que me engañó con alguien más? —soltó el mayor, sorprendiendo al omega tras de sí.
El rubio tomó suavemente del brazo al alfa, ganándose una mirada confundida de este. Se colocó frente a este, encarando a la fémina.
—Yiren... Vete —dijo, sorprendiendo a ambos— Deja de humillarte así y vete —continuó, sin apartar la mirada de la rubia, quién rió con enojo y burla.
—¿Y quién te crees tú para hablarme así? No te hagas el valiente Han, nunca serías capaz de siquiera apartarme —y antes de que pudiera continuar, una mano la tomó del brazo, jalándola lejos de ambos chicos.
—Oh, cariño, tal vez él no pueda pero yo sí —gruñó el alfa recién llegado, asustando a la omega quién observaba con temor al pelimorado.
A lo lejos pudieron observar al pobre Bang correr sin aire hacia ellos, al parecer venía persiguiendo al alfa.
—Escuchame bien, maldita oxigenada. Dejarás a mi hermano en paz de una vez o me encargaré yo mismo de que lo hagas. ¿Entendiste? —gruñó usando su voz de alfa, causando que la mencionara asintiera frenéticamente y saliera corriendo despavorida lejos del lugar.
Suspiró cansado, sintiendo a su novio posar una mano en su hombro en un intento de que se calmara. Levantó su vista hacia los dos menores, sintiendo una pizca de celos al ver al omega sosteniendo la mano de su hermano.
—Oye tú, quita tus pequeñas y lindas manos de mi hermano, ¡Omega! —e iba a separarlos por sí mismo hasta que Bang, cansado del drama de su pequeño alfa, lo tomó en brazos de nuevo apartándolo lejos de la pareja mientras soltaba algunas quejas.
—Lo siento por esto Jiji, te juro que no se comporta así siempre. Los dejaremos solos, disfruten del resto de su cita —les dijo el pelimenta, alejándose con el alfa en brazos.
Los mencionados se miraron entre sí, antes de soltar unas ruidosas carcajadas. Esa situación había sido de locos.
—Ah, hace días que no reía así —mencionó el omega entre risas.
—Si... Lo siento, mi hermano es algo sobreprotector conmigo después de lo sucedido con Yiren. No confía mucho en los omegas que se me acercan —murmuró avergonzado.
Volvieron a tomar asiento, analizando lo sucedido. En menos de 10 minutos fueron atacados por los trastornos obsesivos de Yiren, junto a los celos sobreprotectores de hermano mayor de Minho. Una situación fuera de lo normal.
Sin duda sería una primera cita inolvidable.
Con una sonrisa tímida, el alfa tomó de nuevo la palabra— Espero que esto no sea impedimento para una segunda cita -dijo, sorprendiendo al omega, quien rió suave antes de responder.
—No veo el por qué no salir de nuevo, hyung —respondió, sacándole una sonrisa aliviada al mayor.
El castaño tomó entre sus manos las pequeñas del omega, viéndolo sonrojarse con ternura. Hasta que un "¡No toques a mi hermano!" se escuchó de lejos, sacándoles una risa a ambos.
—Bueno, ¿continuamos? —preguntó el mayor, recibiendo un asentimiento del rubio.
Después de todo, su granito de valentía le trajo un buen resultado.
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