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xx. the meaning of life

Los tres llegaron a lo que parecía ser un viejo estadio de fútbol, este estaba completamente destruido, se animaron a entrar solo porque Ryu hizo un berrinche digno de un niño pequeño.

Entre los escombros se escondían lo que parecían ser aguas termales, Ryu dejó que el agua escurriera entre sus dedos, estaba a la temperatura perfecta.

—El agua está perfecta —dijo Usagi jugando con ella.

—Tenemos que aprovechar, ¡hay que bañarnos! —Arisu se quitó su chaleco tirándolo al suelo, Ryu y Usagi se miraron entre sí para después volver su mirada al mayor.

— ¿Juntos? —preguntó la chica.

—Yo creo que iré a explorar.

Ryu se levantó del suelo, moría por tomar un baño caliente, sí, pero Usagi y Arisu necesitaban tiempo a solas. Sus pasos hacia atrás lo hicieron tropezar con una roca, pero rápidamente se recompuso.

— ¡No pasó nada! ¡Adiós!

Él se fue dejando a los otros dos a solas, quienes acordaron que cada uno se bañara de un lado diferente siendo separados por una roca.

Ryu abría espacio entre los restos del estadio, las palmas de sus manos se lastimaban con la áspera textura de las rocas, pero eso no le impidió seguir avanzando.

A veces, sentía que estaba extra cuando de relaciones se trataba, primero sus padres, que ya no sabía si eran sus padres realmente, y ahora Arisu y Usagi, solo esperaba que esos dos no pelearan por su culpa.

El menor de los tres no supo cómo ni porqué, pero había terminado de nuevo en el punto de inicio, prefirió quedarse detrás de las rocas admirando la imagen de dos elefantes tomando un baño.

—Hasta un elefante tiene más suerte en el amor que yo —Ryu se sentó en el suelo —me pregunto cómo estará él.

Al otro lado de las rocas, Arisu y Usagi estaban muy nerviosos, nunca habían estado juntos de una forma tan... íntima, ni siquiera cuando compartían tienda todo el tiempo que acamparon en las calles de Tokio.

—Está bien, quédate.

Ryu al oír la voz de su hermanita no pudo evitar asomarse un poco, si esos dos llegaban a algo esa noche, podría restregar en la cara de Arisu que él siempre tuvo razón, no podía perder la oportunidad.

Arisu se acercó hacia la chica, sus manos rozaron por debajo del agua, y aunque antes ya se habían tomado de la mano, ahora se sentía como algo nuevo. Sus dedos se entrelazaron, y sonrisas tímidas se extendieron por los rostros de ambos.

La mano libre de Usagi se deslizó por el pecho de Arisu hasta terminar en su nuca, con un leve empujón de esta hacia el frente la distancia entre ambos se cerró siendo sellada con un cálido beso, un beso sincero.

Cuando sus labios se separaron, una leve sensación de frío los invadió, las mejillas de Usagi estaban coloradas y el corazón de Arisu latía con fuerza, estaban en donde debían de estar.

—Oh si, aja, eso es, muy bien —Ryu salió de detrás de las rocas haciendo un ridículo baile de la victoria —lo sabía, lo sabía, lo sabía.

—¿Ryu?

El chico detuvo su baile, escondió sus manos detrás de su espalda, sus labios fueron decorados por una sonrisa inocente y una pequeña risita nerviosa.

—Puedo explicarlo, no lo estaba espiando, solo quería comprobar una teoría que tenía —el chico señaló a Arisu —yo siempre tengo la razón, y te lo dije, te dije que se gustaban.

Inevitablemente volvió a hacer su baile de la victoria mientras que Usagi reía y Arisu se enamoraba de la dulce melodía de su felicidad.

A la mañana siguiente, en la Corte Suprema, se dio a lugar al siguiente juego, el juego del Rey de Diamantes, y como digno jugador, Chishiya se registró en el juego esperando que después de eso pudiera encontrarse con los demás, especial con el niño.

El juego estaba liderado por Kuzuryu, antiguo ejecutivo de la playa, Chishiya al verlo ahí sintió una pequeña sensación de... traición.

—"Dificultad, Rey de Diamantes. El juego será, certamen."

—Empecemos.

—"Las reglas, cada uno de los participantes debe escoger un número del cero al cien en un lapso de tres minutos. La media de los números será multiplicada por 0.8, el jugador que haya escogido el número más cercano al resultado ganará.

»Se restará un punto a los jugadores perdedores por cada ronda concluida, cuando un jugador llegue a los menos diez puntos, el juego terminará para él, el último de los jugadores en quedar en la mesa será el ganador.

»Aún así, cuando alguien sea eliminado, se agregara una nueva regla. Primera ronda, comiencen."

En el primer turno, Kuzuryu había ganado el juego, a todos los demás se les restó un punto. Había salido la idea de que quizás era un juego psicológico y no un juego de estrategia como los demás juegos de diamantes.

—Sea ajedrez o poker, tienes que saber leer a tus oponentes, saber cómo razonan —los ojos de Chishiya estaban sobre el rey de diamantes — ¿No es así?

Las balanzas sobre ellos comenzaron a llenarse con una especie de líquido, eso captó la atención de todos.

— ¿Eso es agua? —preguntó uno de los jugadores.

—Es ácido —respondió Kuzuryu.

—Ah, ¿a él si le respondes? —Chishiya movió un poco su cabeza.

En la siguiente ronda, el patrón de error se había repetido, todos habían vuelto a perder, menos Kuzuryu, quien se veía muy pensativo, y hasta podría decirse nervioso, aunque eso solo lo veía Chishiya.

—Kuzuryu.

—Dime.

—Creo que por fin lo entiendo —el rubio platinado hizo una pausa en sus palabras —estamos midiendo el valor de la vida.

—No, eso no —respondió el ex abogado.

— ¿Entonces qué es?

La vida antes del Borderland invadía los rincones de la mente de Kuzuryu, lo consideraban un abogado excelente, de los mejores. Defendía fielmente la equidad y la justicia, pero, ¿de qué servía? Si para poder acabar con el hambre mundial tenías que mover la economía sin límite alguno.

De vuelta al presente, la profesora Daimon había ganado la tercera ronda, aunque ella ni siquiera sabía como lo había hecho. Sin embargo, lo sorprendente del caso no era eso, lo que realmente impresionaba era que Chishiya había escogido el número cien.

— ¡Hey! ¿Qué crees que haces? —el señor al lado de Chishiya le habló en tono de regaño —si sigues escogiendo el cien, morirás.

— ¿No crees que todos están pensando demasiado? Todo esto hace que me duela la cabeza, tuve una crisis.

—Tú sí estás loco —rió Daimon mientras se acomodaba en su asiento.

Para la décima ronda, dos participantes del juego habían llegado a los menos diez puntos, la tensión se impregnó en el aire, definitivamente no iba a ser una muerte agradable.

Cuando el ácido comenzó a desbordarse del tazón de la balanza, ambos jugadores sacudieron violentamente los cinturones que los tenían sujetos a sus asientos, estaban desesperados, pero no importaba cuando clamaran por piedad, Kuzuryu simplemente los ignoró.

Las balanzas se inclinaron hacia donde había más peso, el líquido perforó la carne de su piel, hasta el último momento sus gritos de dolor quedarían grabados en la memoria de todos.

—Ahora sí parece un juego de figuras, ¿esta es la equidad de la que hablabas? —Chishiya respiró hondo, conservando su característico porte calmado.

—"Dos jugadores han sido eliminados, se añadirán dos reglas al juego. Uno, si dos o más jugadores eligen el mismo número, la respuesta se ignorará y se les quitará un punto.

»Dos, si uno escoge el número exacto a los demás se les restarán dos puntos."

En la onceava ronda, todos habían escogido el mismo número, el número cero, por lo que sus respuestas no fueron contadas y a todos se les restó un punto, Chishiya había llegado a los menos nueve puntos, si fallaba en la siguiente ronda, moriría.

En la doceava ronda, las cosas dieron un gran giro, Chishiya había ganado, y Daimon había llegado a los menos diez puntos, aterrada y enojada comenzó a acusar a Chishiya de haber hecho trampa y de haber visto su número.

—Cuando comenzó esta ronda, tú tenías menos ocho puntos, y yo tenía menos nueve —comenzó a explicar —aún si perdías, no morirías, y es por eso que apostaste a que él y yo nos enfrentaríamos. Por eso supe que escogerías un número aleatorio.

—¿Cuántos números crees que existen? ¡Estás loco!

—Por eso pensaste que escogeríamos un número pequeño.

Leyó mi estrategia. Pensó Daimon al tiempo que sudaba frío.

—Escogiste un número alto, y al hacerlo, querías un margen de error que fuera grande. Pero bueno algo entre el noventa y el cien era demasiado extremo —Chishiya se encogió de hombros —así que los evitaste, los demás hubieran pensando en dobles, por eso los evitaste.

»También hiciste lo mismo con los números cerrados, cuando la gente está acorralada suele pensar en él tres, cinco y ocho, y por eso mismo, los evitaste.

»Ahora, eliminemos los números primos, es algo fácil, ¿no crees? Ahora eliminamos los que ves a diario, y nos quedan dos números, sesenta y dos y setenta y cuatro, hasta ahí lo deduje. Lo demás fue suerte.

— ¿Por qué no elegí el número setenta y cuatro?

—"Un jugador alcanzó los menos diez puntos."

Daimon lloraba mientras forcejeaba con el asiento, Chishiya alzó una ceja mientras la veía de arriba a abajo como si estuviera loca de remate. El ácido hizo su trabajo, y los restos de Daimon cayeron sobre su tablero.

—Ella dijo que todos no somos iguales, ¿crees que pensó lo mismo antes de morir? Yo creo que no fue así.

—Dime algo, alguna vez, ¿has visto el mundo detrás del telón? —Kuzuryu mantenía su vista en su tablero —bebés muriendo porque sus padres no pueden pagar sus medicamentos, niñas siendo vendidas para pagar las deudas de sus padres. Gente que no puede escapar de la pobreza.

—"Se ha añadido una nueva regla, si un jugador escoge el número cero, el que escoja el número cien ganara."

—Ya veo, la media se multiplica por cero punto ocho, con solo dos jugadores, el que elija el número más bajo ganará.

»Si sigues con él cero eventualmente ganarás, pero con esta nueva regla, ahora somos iguales, si uno elige cero el otro ganará si elige cien.

»Pero para evitarlo, eliges uno y ganas. Es sencillo, bastante de hecho.

»Solo hay tres opciones para ponerle fin al juego, es como un piedra papel o tijeras con cien, uno y cero, pero me queda un punto, así que la situación es crítica. Si pierdo, moriré sin duda.

Y nunca jamás veré a Kuina ni al niño de nuevo.

—Además, quiere que todo esto sea justo, ¿qué te hizo ser así?

—Dime, si existiera solo un millón de vacunas, ¿a que millón salvarías?

—Ya veo, ahora lo entiendo, tú no quieres medir el valor de una vida, por lo que tampoco quieres determinar el valor de esto.

—Sí, no sé la diferencia entre ellas, algo que vale la pena salvar y algo que no —Kuzuryu miró la palma de sus manos — ¿Cual es cual? Bien, ¿y tu respuesta? Viniendo de ti, me encantaría escucharla.

—Pues yo, la daría a huérfanos y pobres.

—Que sorpresa —respondió con sarcasmo el abogado.

—Aunque es idealista, al final el dinero manda. Si tienes dinero, es fácil quitarle la vida a un pobre, bien, ese es el mundo que tu has visto, ¿acaso no es verdad?

—Si, una empresa no pagó su indemnización, muchos murieron por falta de tratamiento médico.

—Entonces lo entiendes —Chishiya puso sus manos en el tablero —en el mundo no hay equidad ni igualdad.

—No la hay, pero por eso luchamos, ¿no?

No hubo respuesta instantánea, Chishiya antes de llegar a Borderland era doctor, su paciente, Hayato, había muerto por que su trasplante jamás llegó, lo aplazaron porque alguien con más dinero que la madre de Hayato había comprado su lugar en el quirófano.

—Creo que vine a este mundo, solo para poder jugar contigo. Voy a elegir el cien.

— ¿Qué pretendes? —su pregunta salió en un hilo de voz casi inaudible.

—Solo te estoy ayudando.

— ¿Estás loco? Si eliges cien morirás, a menos que yo elija cero.

—Aquí hay una vida que camina directo hacia la muerte, decide —Chishiya sonaba demandante — ¿Está vida vale algo? ¿O no vale nada?

Kuzuryu tenía una importante decisión que tomar ahora. "Sin ideales no somos nada" le dijo Takeru el día que se creó La Playa. Takuma había dicho a Kuzuryu "Yo escojo mi camino" el día que lo salvó en unos de los juegos de la primera fase.

Durante las siguientes dos rondas, escogió el número cero, por lo tanto ahora su puntaje estaba igual al de Chishiya.

—Y ahora nos queda un punto a cada uno, una ronda más y se acaba todo.

—"Bien, ronda quince. Comiencen"

—Bien, ahora, ¿puedes decidir? —Chishiya suspiró —si no puedes hacerlo, entonces puedes matarme. Las reglas son justas.

—Yo no puedo decidir eso —respondió su contrincante —dime, ¿acaso tu meta era que estuviéramos empatados ahora?

—Yo solo quería saber una cosa, ¿qué número vas a presionar al final? —Chishiya le mostró su tablero, ya él había escogido el número cien —si tú eliges uno, vas a ganar.

Un viaje al pasado lo llevó a los momentos antes del juego de la Bruja, él le había preguntado a Momoka él porque ella había aceptado ser la bruja, realmente no lo entendía.

"Mis ideales" fue su respuesta, "el ser humano es hermoso, la vida humana es hermosa. Gracias a mis ideales he logrado sobrevivir en este mundo maldito donde no existe la esperanza, yo no decidí ser la bruja porque así fue como las reglas lo decidieron."

"Lo hago para demostrar a todos ustedes, que ellos no se van a terminar matando entre sí, si de todos modos moriré aquí, lo haré por mis ideales". Kuzuryu realmente no comprendía el valor o el significado de la vida, y estaba seguro de que así sería siempre.

Su dedo presionó con seguridad el botón en su tablero, luego de eso se quedó completamente en silencio.

—Decidiste que no puedes ponerle un valor a la vida.

—Son mis ideales —contestó con una sonrisa.

—"El ganador es el maestro Chishiya. Un jugador llegó a los menos diez puntos, el juego terminó para este participante."

— ¿Qué le pasó a tu ceño fruncido?

Kuzuryu echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. —Por fin, pude elegir mi forma de vivir. Cuida mucho de Ryu, sé que él es importante para ti, muchas gracias —de sus ojos salieron dos lágrimas rebeldes.

"—Bien, ha llegado tu turno —Mira se dirige al abogado —hey, ¿y tu emoción?

—Al menos, quiero que mi juego sea justo y equitativo."

Kuzuryu murió y Chishiya resopló, el cinturón que lo ataba a la silla fue liberado.

—Es un poco injusto, ¿no crees? Te fuiste cuando estabas ganando. La verdad, creo que siento un poco de envidia.

Arisu, Usagi y Ryu estaban de pie en la azotea de un edificio, un lindo atardecer se estaba desvaneciendo entre las nubes rosadas del cielo.

—Podríamos morir en cualquier momento, ¿saben? Si lo piensan, es un milagro que hayamos llegado tan lejos —comentó Arisu con una sonrisa.

—Y por haber llegado tan lejos, deberemos luchar hasta el final, ¿de acuerdo?

—Nunca creí que pasarían tantas cosas en unos cuantos meses —Ryu pasó sus manos por su cabello —haré lo que sea para cuidar de ustedes, incluso si tengo que morir.

La vegetación había consumido por completo toda la ciudad. Los únicos dirigibles que quedaban en pie eran los de la Reina de Corazones y el Rey de Espadas. La mayoría de los restos de las personas se habían descompuesto tan rápido que ahora eran huesos.

Arisu y Ryu llegaron a una de las intersecciones de las calles de Tokio, ambos caminaban en silencio alertas a cualquier cosa que pudiera ser de vital riesgo para ellos dos. Arisu tomó de un esqueleto un rifle que aún tenía algunas balas.

El centro de Shibuya era una jungla, Ryu recordó todos esos días que pasó por ahí, se había familiarizado con el ambiente. Arisu tuvo un pequeño deja vu de la primera vez que estuvo ahí con sus dos mejores amigos.

—Hey, hola niño —Chishiya estaba a unos cuantos metros de ello —veo que ustedes también decidieron venir aquí.

—Shuntarō, estás bien —Ryu sonrió de manera inconsciente.

Dios, que linda sonrisa tiene.

—Trate de no creerme inmortal y actúe como una persona normal.

—Chishiya —Arisu sujetó la correa del rifle.

—Quedan solo dos juegos, todos los sobrevivientes vienen hacia Shibuya, sabía que ustedes estaban vivos —Chishiya se acercó unos cuantos pasos más —en especial tú, niño.

—Veo que cambiaste —Ryu se encogió de hombros.

— ¿Eso crees?

—Eso es lo que veo. Te veo más sereno de lo normal.

Ryu, Arisu y Chishiya rieron por lo bajo, el rubio platinado movió la cabeza asintiendo.

— ¿Más sereno eh? —Chishiya se acercó completamente a ellos dos —podría decirse que pasé por muchas cosas, oye niño.

— ¿Qué pasa? —el pelinegro ladeó su cabeza.

— ¿Crees que podría contarte algo que nadie más sabe?

—Sorpréndeme, guapo.

Cada que me llamas así se me olvida que decir.

—Bueno, yo...

La oración quedó en el aire ya que Chishiya recibió un disparo un poco más abajo de la zona de sus costillas, Ryu corrió de inmediato hacía él, su manó presionó la zona afectada deteniendo el flujo de la sangre.

— ¿Estás bien?

—Me acaban de disparar, define estar bien, niño.

— ¡Hola! —Ryu al ver lo que quedaba de Niragi rodó los ojos —estoy tan feliz de verlos a todos.

—Pero miren nada más, si es nuestro amigo el asadito, tanto tiempo, te extrañé —Ryu hizo el comentario con sarcasmo sacando una risita a Chishiya.

— ¿Acabas de llamarlo asadito?

—Bueno, cara de Niragi ya no tiene, gracias al universo, eso me generaría más violencia.

Arisu alzó su rifle apuntando a Niragi con las manos temblorosas.

— ¿¡Fallaste a propósito, verdad?! —gritó Chishiya desde el suelo aún siendo sujetado por Ryu.

— ¡Tenía que hacer un ataque sorpresa!

— ¡Pues mínimo apunta bien, mejor le hubieras dado en un órgano vital, se hubiera muerto más rápido! —Chishiya miró al chico que le gustaba de arriba a abajo casi juzgándolo en silencio — ¿Qué?

— ¿Tanto quieres que me muera?

—Ahora, hay que empezar nuestro juego, es decir, ¿que nos queda por hacer a nosotros cuatro? —Niragi alzó su arma.

— ¿Un juego entre jugadores? —preguntó Chishiya.

—Todos somos iguales, no encajamos en la sociedad —espetó con rabia —basura, pero por alguna razón queremos saber lo que es vivir.

—Oye Niragi, no es necesario que hables en plural para referirte a ti mismo —Ryu sonrió con deje de superioridad —ya sabemos que tus problemas de autoestima quieren arrastrarnos a todos contigo, pero no es nuestro problema que no tengas amigos.

— ¿Qué fue lo que dijiste, maldito mocoso?

—Lo que escuchaste, ¿o es que aparte de quemado también estás sordo?

Este chico me tiene mal.

—Tienes suerte de que no me queda mucho tiempo —Niragi escupió sangre al piso —háganme ese favor y jueguen conmigo —Niragi le lanzó un pequeño revólver a Ryu.

Él se levantó del suelo y dejó a Chishiya detrás de un auto para que estuviera a salvo.

—Suena interesante, ¿no lo crees, Arisu?

— ¿Ryu?

—Sé que me odias a mi también, Arisu, me lo dejaste muy claro la última vez —Ryu revisó el cañón del arma —ya, acabemos con esto, juguemos entre los tres.

—¿De qué hablas?

—Adelante Arisu, ¡desenfunda tu arma! —Niragi sonrió de manera cínica.

— ¿No hay otra manera?

La respuesta de Niragi fue disparar en dirección a Arisu, Ryu disparó también y corrió a esconderse junto a Chishiya.

—Y luego dices que yo soy el que se cree inmortal —Ryu miró mal al rubio platinado.

—No es momento, Shuntarō.

— ¡Niragi, ya detente! —Arisu gritó mientras apegaba el arma a su pecho.

— ¡Solamente hago lo que quiero! —el pelinegro se subió sobre el techo de un auto —ustedes tres son iguales, ¡pero se sienten superiores! Porqué cada que abren la maldita boca lo único que hacen es hablar de ustedes.

— ¡Eso es porqué somos más interesantes que tú! —respondió Ryu sujetando el arma —jamás pensé que alguien podría ser tan insoportable hasta que lo conocí.

— ¡Cállate! —Niragi siguió apuntando con su arma —no actúen como si lo supieran todo solo porque vieron a algunos morir, y no creo que lo hagan por alguien más, ¡nosotros solo pensamos en nosotros mismos!

— ¿Dónde está mi héroe Tatta cuando lo necesito? —Ryu suspiro y golpeó el cañón del arma en su frente —vamos a morir.

—No pienses así niño, eres demasiado pesimista —Chishiya sujetó la mano libre de Ryu revolviendo su estómago con la sensación de alas de mariposas.

—Me quiero morir, no sé qué esperas de mí.

—Si... tal vez tienes razón —habló Arisu —y lo único que quedé, sea matarnos entre nosotros —por el rostro de Niragi se extendió una sonrisa de victoria.

— ¿Por fin te das cuenta de lo que digo?

— ¡Niragi, tus palabras realmente me han llegado al corazón!

—Ay por favor, no se trata de mentir para convivir —Ryu rodó sus ojos.

— ¡Y casi te creo! Pero yo, ya no quiero seguir siendo un debilucho egoísta, ¡no lo haré! —Arisu se puso de pie y bajó su arma —no jalaré el gatillo de esta arma.

— ¡Idiota! Lo arruinaste todo —respondió Niragi.

—Arisu, Ryu... —Usagi llegó al lugar, todos se voltearon a verla, la malicia se extendió por el cuerpo de Niragi, era su oportunidad de por fin cobrar venganza — ¿Qué están haciendo?

—Cierto, ya me había olvidado de ti.

— ¡Usagi, no!

Todo pasó en cuestión de segundos, Niragi tiró del gatillo igual que Arisu. Ryu una vez se interpuso como escudo humano esperando el impacto de la bala, pero este jamás llegó, ambos al alzar su cabeza vieron a Chishiya ahí de pie.

— ¡Shuntarō! —Ryu corrió hasta el mayor y presionó la herida en su pecho, una sensación de miedo lo invadió y sus ojos comenzaron a picar — ¿Por qué hiciste eso?

—Quería intentar ser el héroe —Chishiya sentía su mandíbula pesar a la hora de soltar palabras —todo es culpa de la gente que conocí, como Kuzuryu, y tú, Ryu —era la primera vez que lo llamaba por su nombre, y se sentía como un trago amargo.

—Dime que es lo que ibas a decir, Chishiya —Ryu siguió presionando la herida mientras lágrimas traicioneras amenazaban con caer de sus ojos.

—Para mí, la gente de este mundo me parece estúpida, y me gusta molestara a aquellos que siempre se esfuerzan —Chishiya tragó saliva —odiaba su buena voluntad, pero, creo que solo eran celos, y ellos tenían algo que yo no, y siempre me exponían como la persona patética y triste que soy,.

—No eres así, pero estás actuando como un idiota —Ryu dejó que las lagrimas salieran por si solas.

—Tenía miedo.

—Entiendo —asintió Ryu, con el dorso de su mano libre limpio sus mejillas.

—Sabía que lo harías, niño.

Ryu se levantó dispuesto para ir a golpear a Niragi, Arisu lo sujetó del brazo pero el menor se soltó y se acercó al moribundo cuerpo de Niragi.

—Quiero que sepas, que eres y siempre serás una escoria para la sociedad —Ryu soltaba sus manos con veneno —y espero, que un día sufras tanto como nos has hecho sufrir a todos los demás, porque personas como tú siempre creerán que pueden cambiar el rumbo del mundo solo para que los adoren, pero no es así.

Una gran sombra del dirigible del rey de espadas se apreció en el lugar, Arisu y Usagi entraron en modo alerta, tenían que irse. Ryu volvió con Chishiya mientras que Usagi y Arisu lo llamaban para que comenzara a correr.

—Quiero que sepas, que eres un idiota —Ryu ayudó al chico para que se escondiera debajo de un auto —pero volveré por ti luego, no dudes de eso —el menor dejó un beso casto en la mejilla del mayor y corrió lejos cubriendo su cabeza con sus manos.

Chishiya tocó la piel de su mejilla con la yema de sus dedos sonrió como tonto.

Si tan solo supieras lo que realmente quería decirte, niño.
















author's note.

buenas buenas, es viernes y el cuerpo lo sabe, por eso aquí andamos con un capítulo bastante largo con un poquito de tensión que tanto querían y que yo necesitaba escribir.

creo que por mi bien emocional y el de ustedes, no voy a ser tan explicita con respecto a todo lo que sucede en el resto del capítulo siete, no lo soportaría.

puede que el siguiente capítulo sea el último, no lo sé, mañana lo vamos a descubrir.

muchas gracias por todo el apoyo mis amores, los amo un mundo, ryu les manda besitos a todos.

xoxo, alex.

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