02
Estaban en clases de matemáticas, Eunchae suspiraba de vez en cuando aburrida, esperando volver lo antes posible a su hogar para poder ver a su mascota.
Garam prestaba atención, pero no exactamente al profesor frente suyo; sus ojos estaban pegados al rostro de la chica de cabellos oscuros. Se veía como un adorable gatito mal humorado, frunciendo las cejas y bufando de vez en cuando.
—Kim, ¡mi clase está enfrente! —le gritó el señor Jung.
Viejo amargo, siempre andaba regañándola sólo a ella. ¡Garam estaba segura que ese calvo tenia algún problema con su presencia!
El timbre sonó luego de media hora, y con eso, dio fin a la jomada escolar. Eunchae salió casi corriendo hasta la salida, ansiosa por ver a su pequeño.
Garam le siguió el paso y, una vez a su lado, preguntó:
—¿Quieres ir a mi casa? Mi mamá no estará y podremos hacer karaoke con la música hasta el máximo —invitó, entusiasmada.
Triste quedo cuando la de ojos gatunos rechazó su oferta, diciendo que ahora era madre y no tenía tiempo para esas cosas.
—Pero tú ven conmigo, Ramie—ofreció, con una sonrisa.
Garam aceptó y caminaron hasta la casa de la menor. Quedaba a unas cuantas cuadras, nada lejos.
Al llegar y adentrarse a la habitación de Eunchae, lo primer que ésta hizo, fue pasar al menos unos veinte minutos acariciando a su gato regalón, por lo que no notó esa mirada de celos que le estaba dando Garam.
Ella también quería atención.
—¡Eunchae! —gritó, ya molesta.— Deja ese maldito gato y mirame a mi.
—Maldita será tu madre, desubicada—le lanzó una mirada fría y después le sonrió al animal, volviendo a ignorarla.
—Uhg! Al menos si no me prestarás atención, déjame tener yo a tu gato.
Se acercó a la rubia, quedando a su lado. Acarició al lindo gatito negro, quien la miraba curioso. Comenzó a pasar su mentón por la mano de Garam, con los ojos cerrados.
—Mira! Me ama—casi se pone a llorar cuando el felino empezó a ronronear totalmente a gusto. —Dios... Nunca lo había visto tan de cerca, es hermoso.
—Lo es—respondió Eunchae, ella miraba al animal feliz en los brazos de Garam y sintió algo estallar dentro suyo.
—Ya sé! Como no le pondrás Garam, al menos déjame ser yo su padre—habló, feliz. — Tú eres la mamá y yo el papá ¡¿No es lindo?!
—No! Cookie no necesita un padre, yo soy suficiente. — reclamó, arrugando la nariz suavemente, luciendo igual a Cookie cuando estaba enojado.
Que manía tenía Garam con compararla con gatitos.
—Entonces seré su otra madre...—dijo... _Eso te convertiria a ti, en mi novia, Eunchae —volvió a hablar con una sonrisa, la cual aumentó al ver los cachetitos de su amiga adoptar un lindo rosa otra vez.
—¡Idiota!
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