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𓏲🌼 10

"Desde que mi bebé se marchó, ha sido el día más negro"
(The Blackest Day, Lana Del Rey)

🌼

La primavera había acabado finalmente, con el verano radiante y las vacaciones atrayendo turistas a la ciudad.

El viñedo finalmente había abierto sus puertas a los turistas y con esto, el trabajo había incrementado para Christopher, quien diario se despertaba temprano a las seis de la mañana para empezar a recibir a los empleados y organizar la llegada de los visitantes. En los dos fines de semana que llevaba abierto el viñedo, ya habían incluso tenido eventos que con anterioridad clientes habían organizado.

Minho disfrutaba de la vista y del murmullo que la gente hacía desde su casa, a la distancia y tranquilo. Le daba motivación para arreglar su jardín, al que por alguna extraña razón ya le había empezado a tomar cariño.

Su corazón hacía que miles de descargas eléctricas corrieran a través de su cuerpo cuando pensaba en Christopher Bang. Todo desde aquel día en la estación del metro, el omega no podía sacarse de la cabeza la repetición de la escena en que su atormentado cuerpo era tomado en brazos por el gran alfa. Se permitía tener ese tipo de pensamientos porque sabía que eran inocentes y que nunca saldrían de su cabeza, pero sobre todo porque ante la ausencia del mayor su imaginación era tan libre como los pajaritos que cada mañana se reunían a tomar agua en las cubetas que les dejaba afuera.

Su trabajo se había convertido en un gran pasatiempo más que una obligación, le gustaba la convivencia que tenía con la gente que ahí laburaba y el camino de ida y de regreso empezaba ahora a gustarle, más porque en verano era muy común ver todo el movimiento en la ciudad y la frescura de los árboles y las plantas.

Changbin y Felix lo visitaban todos los viernes ahora desde que había empezado a trabajar, sus agendas se habían vuelto un poco apretadas por el flujo de clientes en los respectivos negocios, aunque Changbin siempre lograba escaparse de su trabajo una hora antes para pasar por la cena y hacerle compañía a falta de Christopher quien, desde el viernes en la noche, se encontraba trabajando.

Su gusano cada vez apretaba más sus entrañas para hacerse espacio, y aunque le doliera o le molestara, al final eran buenas las siestas de extremo cansancio de las que despertaba completamente motivado y feliz. Los antojos que lo atacaban a media noche eran tan peculiares que muchas veces no tenía manera de satisfacerlos con la comida en su refrigerador, así que se había estado armando de todas las galletas y distintas clases de mantequillas o mermeladas para acompañar sus antojos dulces y salados que eran los que solía tener regularmente.

El incidente del metro fue algo que prefirió reservar para él por evitarles un paro cardíaco a sus dos amigos quienes, muy seguramente, hubieran puesto el grito en el suelo y hubieran arremetido contra Christopher por haberlo dejado ir sólo, como si hubiera sido culpa o suya o de alguien en específico. Además sabía que la capa gruesa de paciencia que poseía el alfa cada vez era más roida por los quisquillosos y algo altaneros omegas.

Con Jisung, sin embargo las cosas habían sido diferentes, pues después de pensar que al día siguiente perdería su empleo por el arranque de Christopher en su cafetería, el joven jefe llegó para preguntarle preocupado qué era lo que había preocupado tanto a Christopher para hacerlo reaccionar así. Minho se disculpó en su nombre a lo que Han indicó que estaba ciertamente acostumbrado, y que era algo que esperaría del alfa mayor. Parecía que por algún motivo se conocían, aunque lo desconocía.

Minho le explicó omitiendo algunos detalles, pero para Jisung fue suficiente como para obligar a Jeno a acompañarlo diario hasta la estación del metro en los días en que Christopher no estuviera disponible para ir a recogerlo por el trabajo. En los fines de semana, cuando su jornada era matutina y no vespertina, el riesgo de sufrir un ataque era menor aunque no imposible, por lo que se quedó tranquilo cuando Jeno empezó a ir para hacerle compañía. Pronto, él y Jisung se habían vuelto grandes amigos.

Le resultaba fácil convivir con ellos, pues eran de su edad a diferencia de las señoras que impartían su taller y a las que ayudaba. Aunque su cariño y consejos no significaban menos, para él eran grandes amigas de todas maneras, algo intrometidas e imprudentes, pero amigas. Además de todo, parecía ser que los alfas conocían a las dos parejas que lo habían ayudado a integrarse a su nueva vida con tanto apoyo, y aquello era un gran tema de conversación en momentos en los que la charla escaseaba.

El cómo habían coincidentemente crecido todos en el mismo vecindario y atendido a la misma escuela, acompañados de anécdotas graciosas de cada uno. Parecía que haber conocido a Christopher realmente había sido como descubrir un tesoro que consigo traía magnífica gente que parecía quererle sinceramente, no sabía que tenía de especial o si simplemente era su gusano el que los orillaba a tratarlo de esa manera, tal vez era su corta edad a diferencia de sus mayores, pero Minho ya empezaba a sentir que aquella ciudad era como sentirse en casa.

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—Creo que debemos de ir hoy con el obstetra para que sepamos el sexo del bebé.

Hace un tiempo que los desayunos habituales entre Christopher y Minho habían pausado, les gustaba echarle la culpa al trabajo de ambos en vez de a la extraña sensación en la boca de sus estómagos cada vez que pasaban tiempo a solas.

Para el cuarto mes el bebé podría verse exactamente y conocer su sexo sería fácil, lo que era emocionante para Christopher desde que lo leyó en internet después de haber estado investigando por un buen tiempo.

Esa mañana de martes logró despejar un poco su agenda para visitar en la mañana la cabaña trasera del omega, encontrándolo colgando unas macetas el porche de ésta. Se le veía radiante, y no es que antes el alfa no hubiera reparado en la ternura de su rostro y la suavidad de sus mejillas, pero a Minho se le empezaba a notar un brillo que lo hacía resaltar incluso en una joyería llena de diamantes.

Durante el desayuno fue que le expreso sus ansiadas ganas de conocer finalmente un poco más del bebé.

—¿Tiene que ser hoy?—Preguntó Minho pasándole la mantequilla para su panqueque.

—Oh, bueno. Tengo que agendar una cita primero...—Le dijo sorbiendo de su café.—Pero debería ser esta semana, uhm. ¿Eso te parece bien?

—Seguro, es tu hijo.—Respondió finalmente el omega acariciando su vientre. El silencio pesó como solía hacerlo entre ellos, aunque su respuesta parecía haber sido muy abrupta e insensible.—¿Qué quisieras que fuera?—Añadió en un intento de disolver la tensión.

—No tengo una preferencia específica para ser honesto...—Mencionó Christopher mientras masticaba un bocado.—Pero criar a una omega sería más fácil aue criar a un alfa si voy a hacerlo solo.

Minho lo miró atónito, con la taza pegada a los labios.

—¿Crees que si fuera niña sería un omega y que su fuera un niño sería un alfa?—Lo cuestionó medianamente indignado, no dispuesto a iniciar alguna clase de debate.

—¿Eh? ¡Oh, no!—Se retractó al instante.—O bueno... ¿Tal vez? ¡No lo sé! Es como suele ser.

El omega rodó los ojos. Era un alfa testarudo, bruto y tonto. Como solían serlo todos los alfas, así que esperaba que el gusano que ahora disfrutaba de yougurt de frutas como parte de una dieta para embarazados dentro de su panza, no tuviera la desdicha se ser un alfa. Suficiente tendría con tener un padre así de despistado.

—Lo siento, yo... no quise que sonara así. Es simplemente como me educaron, es algo difícil dejar de pensar de esa manera a estas alturas de mi vida.—Se disculpó sinceramente.

—¿Tus padres son alfas, cierto? Eres uno puro, y eso es raro.—Comentó Minho, a lo que el mayor le respondió con un confuso asentimiento de cabeza.—Eso explicaría muchas cosas...

—Bueno, tal vez que no haya sido criado por un omega pudo haber influido en mi personalidad al final del día.—Reconoció Christopher apenado.—Seungmin y Changbin siempre dicen que eso me volvió un idiota.

—Pues... no te llamaría así. Simplemente eres algo, uhm... ¿Intimidante? Pero es normal, lo llevas en la sangre.

Sin mucho que agregar terminaron su desayuno para seguir con su rutina diaria antes de que se vieran por última en la tarde hasta el día siguiente.

—¿Cuándo quieres ir a la consulta del bebé?—Preguntó finalmente Chris.

—El jueves sería un buen día.—Le dijo con una sonrisa el menor.

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Chris no pensó que volver a pisar un hospital bajo esas condiciones sería tan atemorizante como lo había sido la primera vez. El mismo nerviosismo que erizaba su vello y que hacía temblar su pierna izquiera con desespero mientras esperaban sentados fuera de la oficina del médico obstetra, con dos parejas de padres más alrededor en espera de una consulta.

La manera en que sus manos sudaban y su mente lo traicionaba trayendo recuerdos enterrados de la primera vez, cuando era mucho más joven e iluso, y estuvo dentro del mismo hospital con la única persona que alguna vez tuvo el poder de retorcerlo en dolor hasta quebrarse como una seca y frágil rama de un árbol en otoño.

—¿Bang Minho?—Una ronca voz llamó desde su puerta, no muy lejos de donde los dos habían estado esperando.

Se levantaron y lentamente se acercaron como un matrimonio de recién casados lo haría, incluso Christopher procuró ayudar al omega a levantarse.

—¿Me registraste con tu apellido?—Cuestionó el menor en voz baja antes de entrar al consultorio.

—Siempre lo he hecho, Minho. De otra manera sospecharían y las cosas no irían bien para ninguno de los dos.—Le explicó sosteniendo la puerta para él.

Al entrar un hombre canoso de unos sesenta años estaba esperándolos con papeles en la mano, leyendo su información bajo los anticuados lentes de botella que llevaba.

—¿Los señores Bang, cierto? Es un gusto que finalmente hayan decidido hacer la ecografía para el descubrimiento del sexo de su hijo.—Les sonrió.—Aquí dice que anteriormente habían asistido a consultas con nosotros, espero tener el placer de atenderlos en un futuro.—Mencionó para romper la tensión mientras organizaba su para nada desorganizado escritorio.

Minho únicamente miró a Christopher a los ojos, insinuándole que él podía responder a todo lo anteriormente dicho.

—Sí, eso sería bueno. Todo depende de si Minho se siente cómodo en su presencia.—Contestó Christopher finalmente. El menor se sorprendió ante aquello.

El beta tras los lentes únicamente sonrió y asintió en comprecompresión.

—Bien Minho, veamos... te pediré que te recuestes en esta camilla por favor.—Inició levantándose de su asiento.—Y posteriormente te pondré un gel algo frío sobre el estómago ¿Está bien?—El omega asintió obedientemente mientras se recostaba sobre la camilla.—Levanta tu camisa un poco sobre tu vientre, por favor.

Minho acató la orden con algo de pena mientras dejaba ver su abultado y redondo vientre, que por primera vez después de todo el tiempo en el que lo llevaba conociendo, Christopher pudo apreciar. Antes a causa de las holgadas camisetas mínimamente podía apreciar el bulto sobre su vientre, pero ahora que lo veía tan claro y frente a él una extraña sensación inundaba su cuerpo. Sus sentidos se pusieron alerta y lo sintió con la sangre que retumbaba sobre sus oídos.

—¿Hay alguna preferencia en específico que tengan sobre el cachorro?—Preguntó el médico mientras con su aparato buscaba los genitales del feto.

—No realmente. Lo que sea será suficiente para mí.—Dijo Christopher en respuesta al doctor.

Tras un momento más de búsqueda finalmente en la pantalla se reflejo el cuerpo diminuto de un feto en crecimiento, el doctor sonrió emocionado y verificó que lo que eran sus sospechas fueran acertadas.

—Felicidades señores Bang, tendrán un saludable niño.

Un niño. Minho sonrió desde su lugar al ver la cara sorprendida del alfa y la esperanza en sus ojos negros, brillando tanto como fuegos artificiales en un día de independencia.

—¿Un niño?

—Sí, y parece fuerte. Me alegro que las vitaminas que le recetaron en su historial médico han dado frutos al fin señor Bang.—Le dijo a Minho mientras le tendía una toalla húmeda para que limpiara el producto en su vientre.

—Parece que sí.—Coincidió el omega después de bajar su camiseta.

Christopher pagó la consulta y agradeció al doctor Choi, quien gustoso los despidió para volver a repetir el proceso con sus nuevos clientes.

De camino a casa, el alfa no había dicho ninguna palabra, parecía absorto en sus pensamientos.

—¿Así que has pensado en un nombre?—Quiso saber Minho lamiendo su paleta de helado que habían comprado en una tienda de conveniencia a la que se detuvieron para pequeñas compras de último minuto.—Aunque creo que es muy pronto aún...

—No en realidad, falta menos de medio año.—Contradijo Christopher con la mirada al frente.

—Bueno, yo empecé a decirle gusano. Así que si alguna vez no te hace caso, deberías intentar llamarlo así, tal vez le gusta mi apodo.

Christopher chasqueo la lengua y rodó los ojos.

—Junnie.—Dijo al cabo de unos minutos.

—¿Junnie? ¿En serio? Hasta yo puedo conseguirle un mejor nombre.

—Su nombre será Hyeonjung.—Le explicó.—Pero Junnie es un bonito apodo ¿No lo crees?

—Algo cursi.

—Todavía mejor que gusano.

──── 🌼 ────

Hubo una semana en específico en la que Minho comenzaba a sentirse extremadamente emocional después del trabajo, tanto que los bajones de tristeza o soledad se habían vuelto recurrentes en él. Era horrible porque le daba pena comentarlo con Christopher pues lo veía arduamente enfocado en su empleo, y bien sabía que gran parte de sus ingresos económicos se debían anualmente a la temporada que estaban viviendo, así que no pretendía aturdirlo con demasiadas cosas.

Al igual que Jisung, Felix había empezado a recibir demasiada gente en su cafetería debido a la época, por lo que trabajar unas horas extras era una estrategia que ambos locatarios habían adaptado. Tampoco pretendía molestar a su amigo, y mucho menos a Changbin quien, según le contó, habían despedido a Seungmin de su trabajo por lo que no pasaban por una racha demasiado buena.

Ante la precaria situación económica suya y de sus amigos, quienes se esforzaban por sacarse adelante, decidió empujar las tristes sensaciones de un pesado embarazo hasta el fondo donde no pudieran alcanzarlo.

Fue hasta que un día lo comentó superficialmente con Jeno que éste inmediatamente puso énfasis en lo importante que era su salud mental, y sobre todo en el estado en el que se encontraba. Necesitaba que el omega se sintiera bien consigo mismo.

Le comentó a Jisung, quien a regañadientes y bajo órdenes de Jeno, llamó a Felix para que éste pudiera convencer a su pareja de hablar con Christopher. Era un teléfono descompuesto que al final terminó siendo productivo pues Bang no dudó ni un segundo en apartar algo de trabajo para invitar a Minho a cenar fuera de la casa y que lograra despejar su mente.

Cuando eso empezó a no ser suficiente, Christopher se dijo a sí mismo que ver los semblantes tristes que su cara mostraba cada que atravesaban un ventanal o un espejo, era algo que no podía permitirse. Es decir, era el padre de su próximo hijo y tenía la obligación con su hijo. Eso era todo.

Fue así como empezaron a ver películas todas las noches después de la cena y de sus trabajos, y las salidad a restaurantes se redujeron a los fines de semana. Habían descubierto que entre sí casualmente eran una buena compañía.

Una noche Minho cayó rendido ante el sueño y entre la penumbra de la improvisada sala de cine, cerró sus ojos para dormitar cinco minutos y los abrió medio inconsciente entre los brazos del alfa una hora después, quien lo depositaba en su cama para que descansara. Aquello lo había alarmado, él y su omega se encontraban completamente sorprendidos de haber sido llevados hacia el dormitorio del mayor, aunque cuando éste pareció olisquearlos tomó en manos una almohada y salió de su recámara.

Al día siguiente, el que extrañamente se había vuelto un gran confidente lo escuchó con lujo de detalles mientras atendían a una mesa de estudiantes. Desde como habían estado comiendo comida china, hasta como sintió que su cabeza se recargaba sobre el hombro ajeno para después sentir su cuerpo ser levantado en brazos y depositado en la cama de Chris.

—Pues entonces no hay duda, Min. ¡Le importas!—Le aseguró.

—Eso no es cierto. No digas tonterías.

—De acuerdo, si tú lo dices.

—... ¿Crees que de verdad le importo?

—¡Pero claro tonto! Yo hacía lo mismo con mi omega cuando lo invitaba a mi casa para ver la serie esa que te conté, la de los superhéroes.

—La recuerdo.

—Pues bueno, él llegaba siempre cansado después de sus prácticas universitarias y yo lo llevaba hasta mi recámara para que descansara. No sé, siento que cuando nos importa la comodidad de un omega alrededor nuestro usualmente es porque nos importa él en general.

—Pues aún así, no me lo voy a creer. Él parece siempre muy interesado en marcar los limites entre nosotros y hacerme ilusiones sería un movimiento estúpido de mi parte.

—Bueno, que sea lo que tu digas. Yo sólo te di mi consejo.

—¡Hey! Hablando de omegas... yo no sabía que tú tenías uno. Nunca lo mencionaste.

—Sí, bueno.—Se sonrojó.—Las cosas entre nosotros son complicadas últimamente. Tuvimos que darnos un tiempo, la relación que llevamos es algo... consumidora.

—Oh, hyung. Espero que puedan resolver las cosas pronto, eres un gran alfa y tendrá que darse cuenta de ello o si no me veré en la necesidad de patear omegas.

Mientras lo veía reír, Minho pensó en lo mucho que le gustaría tenerlo de hermano mayor. El hombre era como un pan de Dios, una bendición que el mismo cielo había mandado a la tierra para guiarlo en los momentos más confusos. Además de que era alto y fornido, y extremadamente protector cuando se ofrecía a acompañarlo a la estación del metro.

Una vez, cuando Minho estaba comiendo su almuerzo sobre la mesa del comedor para empleados, sintió un movimiento en su vientre. Casi se atragantó con el pan del emparedado, pero su primer reacción fue levantarse e ir corriendo por Jeno para interrumpirlo mientras atendía a una anciana y tomar su mano para colocarla justo donde su gusano había empezado a patear.

—¿¡Minho pero qu–!? ¡Oh, por Dios! ¡Junnie se está moviendo!—Celebró al sentir el pequeño golpe bajo su mano.

—¡Sí! Acaba de hacerlo.—Admitió curiosamente contento. Debía aceptar que se sentía bien.

Jisung se acercó dispuesto a regañarlos por la larga fila que se había armado detrás del mostrador, el alfa en serio era apasionado cuando se trataba del servicio al cliente.

—¿Pero qué están haciendo ustedes par de hromigas desempleadas? ¡Hay gente–

—¡Cállate Jisung, Junnie se está moviendo!—Lo interrumpió Jeno tosavía fascinado.

—¡Juralo!—Pronto eran dos alfas los que estaban sobre su estómago acosándolo, felices de sentir las pataditas del bebé.

Al llegar a su casa aquel viernes, Minho no se cansó de esparcir la noticia de que su gusano finalmente se movía. Tuvo que mentirle a Changbin y Felix acerca de haber sido los primeros, pero los omegas incluso llamaron a sus alfas emocionados por la noticia de que Hyeongjun se movía. Christopher había tenido el honor de sentir las patadas unas horas antes cuando fue a recoger al extasiado omega quien le relató lo ocurrido, omitiendo la parte de Jeno y Jisung, acerca de los movimientos.

Ese fue el primer momento en el que Christopher se dio cuenta del extraño aroma a alfa que desde hace un tiempo traía consigo Minho. Antes había creído que el aroma tuvo que haberse mezclado entre toda la gente con la que convivía después de que lo dejó sobre su cama, pero al día siguiente en el que durmió ahí, todavía había un rastro del aroma en su almohada que disgustaba a su sensible nariz de linaje puro.

Sería una mentira decir que no hubieron gruñidos de tan solo pensar en otro alfa impregnando con su olor al omega, pero nuevamente le echaba la culpa al bebé. Era suyo, no de concepción tal vez, pero si lo sería de crianza. Ese pequeño ya era su hijo y a su alfa nunca le había gustado compartir lo que era suyo, desde sus pertenencias hasta sus viviendas, ni su tiempo o atención, y mucho menos su hijo.

Trató de mantenerse positivo ante la noticia de los primeros movimientos de su Junnie, pero cuando el olor de alfa se intensificó sobre Minho al cabo de tres días, algo en su interior estaba violentándose peligrosamente.

Lo olía en su auto, en sus suéteres de lana, en sus camisetas e incluso a veces hasta en su cabello. No era como que tuviera tiempo para olisquearlo diariamente a profundidad, pero en base a la rutina que ya se habían construido, le era imposible no percibir el aroma amenazante de otro alfa cerca del omega.

Tuyo.

Le rugía su alfa. Pero él qué iba a saber, era un animal impulsivo que lo orillaba la mayoría de las veces a cometer acciones que él no quería y de las que luego se arrepentía.

Una tarde en la que estuvo relativamente libre tomó su automóvil para dirigirse hacia la cafetería unas horas antes y estacionarse frente al local. Observó por un tiempo antes de percibir que el alfa no mantenía sus malditas manos lejos del estómago creciente de Minho, y aquello lo había hecho apretar tanto el volante que todavía no sabía cómo era que no lo terminó por arrancar.

Así que el omega permitía a otro alfa que lo tocara con tanta confianza, y por eso su repugnante aroma ya se había impregnado a él.

Tuyo.

Y ahí estaba otra vez su estúpida voz interior, obligándolo a actuar irracionalmente y con la cabeza hirviendo como lava. Sin ningún filtro que apartara las consecuencias negativas de las positivas de lo que estaba a punto de hacer.

Pero cuando lo vio salir con bolsas de basura después de que cerraran el local, y adentrarse en un pasillo a unas dos cuadras, ya no había vuelta atrás.

Se acercó con la gorra de su sudadera puesta y entre el escaso alumbrado público se escabulló hasta ver al alfa en cuestión tirando las bolsas sobre los basureros. Sin pensarlo dos veces arremetió contra él arrinconándolo sobre la pared.

—¡Hey!—Se alarmó Jeno forcejeando con él cuando su espalda chocó contra la pared.—¿¡Qué te sucede estúpido!?

—¡Deja de meterte con mi omega y con mi hijo!—Christopher en serio detestaba la lengua de su alfa. Cuando se dio cuenta no pudo deshacer lo que había hecho.

—¿Christopher?—Lo reconoció el alfa entre la oscuridad.—Oye, no sé de qué mierda hablas pero si dejaras de empujarme contra la pared te estaría eternamente agradecido. Empiezas a alterar a mi alfa y no me gusta pelear porque a veces pierdo y ya me han roto la nariz como tres ve–

—¡Concéntrate!

—¡Estoy concentrado pero quieres meterme dentro de esta pared!

—¿Por qué Minho te deja tocar a mi hijo? Regresa todo el tiempo con tu aroma inpregnado y lo odio. Deja de tocarlo.

—Minho no es tu omega hasta donde yo estoy enterado, tiene el derecho de dejar que quien él quiera pueda sentir a su bebé.—Respondió con calma.

Christopher gruñó y alzó su puño dispuesto a golpearlo en la cara, cuando el grito de un omega los interrumpió.

—¡Aléjate de mi alfa!

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