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𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎 ﹙kaiserin ﹚

Die Schwester des Kaisers❞☄

Cuando Leah Fischer, la creadora de juego y estrella del equipo femenil del Hamburgo, sufrió una lesión y no quedaban más refuerzos disponibles, Helene Schneider entro en acción, siendo avalada por su hermano, Karl-Heinz Schneider, y su padre el asistente del entrenador, Rudi-Frank Schneider.

Ella había crecido junto a su hermano jugando al fútbol en los campos de su ciudad natal. Karl recordaba con claridad cómo Helene siempre le plantaba cara, sin importar que él fuese más rápido o más fuerte. Ella compensaba con inteligencia táctica y un instinto natural que él rara vez había visto en alguien más. Para él, su hermana no solo era una jugadora excepcional, sino también una persona en quien confiaba ciegamente.

Cuando se lo propusieron, Helene aceptó sin mucha resistencia. Solo sería un partido. No era gran cosa

O al menos eso pensó.

—¿Lista para brillar, Kaiserin? —preguntó con una sonrisa confiada.

Helene se detuvo en seco, girándose hacia él con una expresión de incredulidad.

—¿Kaiserin? —repitió, alzando una ceja—. ¿Sabes que significa "emperatriz", verdad?

Karl se encogió de hombros, como si aquello fuera lo más natural del mundo.

—Claro, no podría haber un título que te quedara mejor.

Helene dejó escapar una risa breve, casi sarcástica.

—¿Yo? ¿Una emperatriz? Karl, creo que te estás pasando —dijo mientras negaba con la cabeza—. Eso le iría mejor a alguien como... no sé, tu novia —añadió, encogiéndose de hombros con una sonrisa irónica.

Karl arqueó una ceja, divertido, y respondió con una calma que la descolocó.

—¿Novia? No tengo ninguna —respondió con calma—. Y el título de Kaiserin está libre. Sé que mi hermanita es la única que puede llevarlo con dignidad.

Helene frunció el ceño, pero no pudo ocultar del todo la pequeña sonrisa que se formó en sus labios. Por alguna razón, ese apodo, tan absurdo en apariencia, había llamado su atención.

—Kaiserin o Káiser, esas cosas son más tu estilo, Karl. Yo soy... bueno, yo soy solo Helene —respondió con un gesto despreocupado.

Aquel partido fue suficiente para que Helene demostrara su talento. Y su historia en el equipo menor femenil del Hamburgo comenzó, y con sus notas de liderazgo y la compañía que fervientemente mostraba sobre Karl hicieron que toda Alemania comenzara a llamarla "Kaiserin".

Y con ese simple momento su leyenda empezaba a surgir.



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