capítulo uno ;; billige kopie
2O18.
La rubia corría apresuradamente por las transitadas calles de Hamburgo, con su cabello atado en dos coletas que rebotaban a cada lado de sus hombros. Una gorra negra cubría su cabeza, ayudándola a pasar desapercibida entre la multitud mientras se abría paso. En una mano llevaba su pequeña cámara, cuidadosamente protegida, y en la otra sostenía una mochila ligera con todo lo necesario para su día.
El aire frío de la ciudad apenas parecía afectarla; su mente estaba completamente enfocada en su objetivo. Había quedado con Karl en asistir al entrenamiento, y aunque apenas había tenido tiempo de prepararse, sabía que no podía faltar. Además, después de abandonar el fútbol prometio grabar los momentos más destacados del día... era una promesa que había hecho a Karl; apoyarlo siempre.
Al llegar al complejo deportivo, Helene aminoró el paso y respiró hondo. En la puerta principal se encontraba Karl cruzado de brazos, parecía estar esperándola, pues al verla solo surco una sonrisa en sus labios y se acerco a su hermana.
—Siempre tan puntual —dijo Karl con una sonrisa ladeada mientras se acercaba a Helene. Su postura relajada contrastaba con la evidente prisa que ella había tenido para llegar.
—Ni tanto —respondió Helene entre jadeos, intentando recuperar el aliento. Ajustó la correa de su mochila en el hombro y levantó la cámara con una sonrisa orgullosa—. Pero aquí estoy, lista para documentar tu gran momento.
Karl dejó escapar una pequeña risa y este aparto la cachucha de ella para revolver su cabello. Helene se apartó ligeramente y volvió a tomar su gorra negra dejándola de nuevo en su lugar, lanzándole una mirada reprobatoria, aunque no pudo evitar sonreír.
—Gracias por venir, Hel.
—Claro, tenía que venir —dijo ella cruzando los brazos como si aquello fuera obvio—. Prometí estar aquí, y además... alguien tiene que grabarte mientras demuestras que eres el mejor.
—Me tocará grabarte cuando sean tus partidos y entrenamientos también, Hel —dijo el rubio mientras su mirada se iba hacia el campo, donde sus compañeros ya estaban reuniéndose para comenzar el entrenamiento—. Vamos, ¿me acompañas un rato antes de que empiece?
Helene asintió y lo siguió hacia el césped. Caminaban juntos, contándose cómo habían estado ultimámente, pues no habían tenido mucho tiempo para hablar debido a diversos factores.
Cuando el entrenador dio la señal de inicio, Karl giró hacia ella una última vez.
—Quédate en las gradas, ¿si? Desde ahí tendrás mejor vista.
—No te preocupes, hermano. Ya tengo todo planeado —dijo Helene, levantando la cámara como si fuera un arma secreta.
Karl asintió y corrió hacia el grupo, integrándose con facilidad en los ejercicios. Desde la primera fila de las gradas, Helene se sentó, y empezó a mover sus píes hacia adelante y atrás esperando pacientemente a que empezaran.
Sin embargo, antes de que aquel lograra comenzar algo fuera del campo llamo la atención de todos, las miradas se posaron en tres figuras que se acercaban al grupo de jugadores. Uno de ellos, todos lo conocían como un asistente del club.
A su lado, un joven de cabello negro, apenas visible bajo una gorra oscura, y una joven de azules cabellos con las manos metidas en su sudadera, lo seguía con paso más relajado pero seguro, con su simple andar se notaba la confianza que ambos se tenían.
Y esa aura llamo la atención de ella.
Intrigada, Helene por fin uso su cámara para enfocarla hacia los dos recién llegados.
Primero empezó con el chico.
—Definitivamente él no es europeo —susurró Helene para sí misma, dejando escapar una pequeña risa al observar cómo él también llevaba una gorra negra similar a la suya—. Pero un copión sí que es.
El joven, como si pudiera sentir la mirada fija sobre él, alzó ligeramente la cabeza en dirección a las gradas. Helene no bajó la cámara, manteniendo el enfoque, pero algo en su actitud cambió al cruzar miradas con él, aunque fuera a través del lente. Misma mirada que después fue apartada por parte del chico al empezar a hablar con el entrenador.
Después observó a la chica. Quien ya se encontraba mirándola.
—Que pena —musitó para si misma, antes de apartar tanto su mirada como la cámara.
Tendría tiempo para acercarse cuando el entrenamiento terminara.
🇩🇪
—Vaya espectáculo —sonrió ella mientras se levantaba—, que refuerzos tan interesantes, por fin tendré una compañera de un gran nivel.
Sin esperar mucho ella bajo para dirigirse al campo, como buena curiosa no podía y tampoco quería quedarse con la duda, y al ver a Karl acercarse a ambos con tanta confianza decidió hacer lo mismo.
—Ah, Kaiserin —él entrenador la llamo al verla y sin pensárselo mucho se acercó, Helene inclinó levemente su cabeza como si fuera una señal de que sí lo había escuchado—. Mira —señalo hacia los nuevos—, ella es Takako Misugi. El fútbol mixto ya está llegando a Europa.
La rubia entre sorprendida y confundida solo atino a ver a la chica.
—Son japoneses —continuó el entrenador está vez contándole sobre ambos—, él es portero y ella puede jugar en la portería y delantera.
—¿De Japón? —ella arqueo una ceja no muy convencida—. Supongo que son buenos, por lo que vi...
La mención de su nacionalidad despertó en ella un prejuicio inconsciente. En su mente, los asiáticos no destacaban por su talento en deportes como el fútbol. Más sin embargo, regreso un poco a lo que había visto hoy. Esos japoneses tenían talento.
Aunque en su mente otra cosa mas llamo su atención, "fútbol mixto", entonces no tendría una compañera de aquel nivel.
El entrenador interrumpió sus pensamientos con una propuesta directa:
—¿Te interesa unirte al equipo? Así acompañarías a Takako en un equipo repleto de hombros.
Helene no dudó ni un segundo, ya sabía que respuesta dar. Ella era una persona directa, de decisiones firmes, sin espacio para la indecisión o las dudas. Si algo lo quería, simplemente lo tomaba, y si no lo deseaba, no había forma de que cambiara de opinión. La idea de unirse al equipo masculino —ahora medio mixto— no le parecía atractiva en ese momento.
—No me interesa, iré con mi hermano. Nos vemos entrenador.
Y sin más ella se acercó a Karl. Necesitaba conocer a los nuevos, verlos de cerca y seguir observándolos... y además hacer una cosa más, algo que había querido hacer desde que vio al nuevo con una gorra similar a la suya, solo que este tenía otra cosa escrita en ella: mientras que Helene justo tenía una bandera enmedio, el chico tenía la palabra "Genzo" adornando toda su gorra.
—Billige Kopie*—soltó al estar a unos metros de ellos.
Y claro que fue lo suficiente llamativa pues los tres se giraron al escucharla, Karl le sonrió y rápido le hizo una seña para que se acercara.
—¿A quién le dices copia? —cuestionó la chica al tener cerca a la rubia.
—Al copión este —con un ligero movimiento de cabeza señalo al chico.
—Hel, son nuevos, no los asustes.
Eso indigno a Helene, su expresión lo dejo en claro.
Y mas se indigno cuando escucho la risa del pelinegro.
—¿Te hace gracia? —preguntó, con una sonrisa ladeada que no ocultaba del todo su tono cortante.
Genzo la miró—. Sí, un poco. No sabía que usar gorra tenía patente aquí.
—Pues lo tiene, y es de Helene Schneider, eh copia —repitió, esta vez más lento, saboreando cada palabra.
Genzo alzó una ceja, por su mente se paso muy poco tiempo lo ridículo que era estar peleando por ello, pero en segundos se le pasó y decidió contra atacar.
—¿De qué hablas? Esta gorra es única —dijo mientras la ajustaba con un gesto exagerado—. Además, mi nombre está ahí, por si no lo viste.
Helene soltó una risa baja y sarcástica, y ante aquel comentario supo que el nombre de aquel chico era Genzo, a ella le parecía ridículo ese ultimo dato que le dio, era como si quisiera que todos supieran su nombre, aunque según ella lo que tenía sobre su gorra parecía mas una marca de algo japonés -eso fue lo que pensó cuando lo vio- .
—Oh, lo vi. Es difícil ignorar algo tan... llamativo.
—Lo dice la que lleva una bandera estampada en la suya —replicó Genzo con un tono que destilaba egocentrismo.
A Genzo le parecía completamente ridículo el concepto de llevar una bandera estampada en una gorra porque, según su lógica, una gorra era una prenda personal que debía representar algo directo y concreto, como su propio nombre. Para él, las gorras eran un accesorio funcional y, en su caso, un distintivo de su personalidad y de su presencia en el campo.
Llevar algo tan genérico como una bandera no solo carecía de individualidad, sino que también lo veía como un intento innecesario de destacar a través de símbolos que, desde su perspectiva, no añadían nada a la personalidad de quien las usaba.
—Es mejor que un nombre —ella se cruzó de brazos
—¿Qué sentido tiene llevar algo tan genérico? Una bandera la puede usar cualquiera, pero esto... —tocó la visera de su gorra con orgullo—... esto es único.
Helene dejó escapar una carcajada sarcástica—. ¿Único? Lo que tienes es puro ego. Es como si quisieras gritarle al mundo "mírenme, soy Genzo". ¿Acaso te pagan por promocionarte?
Finalmente Karl intervino, no lo había hecho antes pues pensaba que ambos se tendrían que cansar en un momento, y opto mejor por hablar con Takako, hasta ahora que los detuvo.
—Hel, relájate un poco. No estamos aquí para competir por quién tiene la gorra más auténtica.
Helene lo miro indignada, y en un deje algo infantil observo a su hermano y asintió una y otra vez. Karl era quien terminaría dandole la razón.
—¡Enséñales fotos, Karl! ¡Schnell, schnell*! —dijo señalándolo como si esperara que produjera evidencia en un instante—. Yo uso gorras desde que tengo memoria, antes de que este copión siquiera supiera lo que era un balón.
Karl no dijo más, solo sacudió su cabeza en señal de "no". Aunque podría provocar un poco más a su hermana...
—No pienso meterme en esta discusión. Pero Helene, estás perdiendo contra alguien que ni siquiera sabe quién eres todavía.
—¡Lo sabe! —protestó ella, girándose de nuevo hacia Genzo.
Genzo, por su parte, simplemente ajustó su gorra con aire despreocupado.
—Desde que nací uso gorra, ¿sabes? —dijo con tono casual, pero con un deje de desafío—. Es como mi segunda piel. Así que si hay un "copión" aquí, seguro no soy yo.
Helene bufó, claro que estaba indignada, su hermano no le daba la razón, siendo que este siempre lo hacia.
—Dile que le llevo ventaja por al menos diez años. ¡Sag es ihm*!
Takako, quien parecía mas alejada y cero dispuesta a meterse soltó una risita suave, atrayendo la atención de ambos.
—¿Qué pasa, Takako? —preguntó Genzo, curioso por la expresión de su compañera.
—Nada, solo que... ambos son bastante egocéntricos.
—En eso tienes razón —Karl le dio la razón a la peliazul—. Creo que te llevaras bien con Genzo, Hel —dijo Karl, riendo abiertamente.
Y claro, eso medio sorprendió a su hermano, el tipo serio que rara vez reía cuando tenía a gente nueva a su alrededor.
—¡Por supuesto que no! —protestó Helene, mientras Genzo esbozaba una sonrisa de triunfo.
Con los meses la tensión entre los dos empezó a desaparecer poco a poco. Con el tiempo, esos pequeños choques se convirtieron en momentos que ambos parecían disfrutar. Aunque ninguno de los dos lo dijera en voz alta, su relación empezó a parecerse a una buena amistad.
Genzo empezó a ver a Helene como una hermana, algo que nunca había imaginado —sumado que esa alemana era la única que lo defendía cuando los demás querían golpearlo, hasta que el solo se las arreglo—. Y Helene, aunque nunca lo admitió, comenzó a respetar a Genzo por lo dedicado que era, y como eventualmente se dio su lugar y a respetar.
Además, Helene encontró una gran amiga en Takako. Aunque al principio no se sentía muy cercana a ella, con el tiempo descubrió que Takako tenía una forma de ser tranquila y sincera que la hacía sentir cómoda.
Y a ello se añade la llegada de Hermann Kaltz al equipo meses después. Su presencia trajo consigo una energía diferente al grupo. Hermann, con su estilo relajado y su actitud confiada, no tardó en hacerse amigo de todos. Aunque al principio parecía un poco distante, rápidamente se integró bien a su pequeño grupo de cuatro.
Los cuatro eran como hermanitos o bueno, Genzo, Helene y Kaltz se miraban hermanitos.
Billige Kopie: en alemán significa "copia barata" o "copia de mala calidad".
Schnell, schnell: en alemán significa "¡Rápido, rápido!".
Sag es ihm: en alemán significa "¡Díselo a él!".
AHORA SÍ, vean a mi alemana.
Realmente me imagino mucho a Helene siendo de esa forma con Genzo, pues para mi ambos tienen la misma personalidad, y la gorra siempre será su forma de pelear favorita. Aún así como mencione al final, ambos se tienen mucha estima (tipo Karl y Genzo).
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