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🍣 ִֶָ!!

Minho movía sus caderas al ritmo de la música, mientras que unas manos sostenían su cintura y un pecho se pegaba a su espalda.

Sonrió. Ni siquiera sabía quién era aquel sujeto, pero definitivamente a ese paso las cosas se pondrían interesantes.

Ya hacía casi una hora desde que se había lanzado a la pista de baile del club buscando divertirse. Los cuerpos sudados lo rodeaban y la música llenaba completamente sus oídos, incluso las luces del lugar hacían aún mejor el ambiente.

Minho mantuvo aquel tentador baile con el desconocido por unos pocos minutos más hasta que sintió algo duro presionado contra su respingón trasero. Esa era la señal.

Sin embargo cuando se iba a voltear para encarar al tipo y empezar con su cacería de la noche, sintió como la presión en su cintura desaparecía por unos segundos y era reemplazada por una nueva, una aún más posesiva.

Frunció el ceño confundido ante el repentino cambio, bueno, eso hasta que notó algo que lo hizo fruncir aún más sus cejas, pero no por confusión, sino por molestia.

Aquella loción...

Era Christopher.

—Pensé que habías dicho que no volverías —habló Minho intentando no tensarse ante el toque y cambiando a fuerzas la expresión en su rostro por una sonrisa un poco hipócrita.

—Lamento decirte que no soy un hombre de palabra —respondió el menor comenzando a depositar suaves besos por aquel níveo cuello.

—Y yo lamento decirte que me cansé de estar con un gay de closet —contratacó el menor fastidiado.

—Maldición, Minho, ya te he dicho que no soy gay —el castaño detuvo sus acciones, hablando en lo que más bien se escuchó como un gruñido.

—Oh, lo lamento, lo olvidé. Eres tan hetero que te gusta más meter tu polla en mí que en tu novia —dijo Minho dándose vuelta para encarar al imbécil de Bang.

—Sabes que las cosas no son así...

—Si no lo son, ¿qué haces aquí?

Christopher no respondió y Minho rió.

—Vete, Christopher. Lamento decirte que mi culo ya no está disponible para ayudarte a definir tu sexualidad.

Después de decir aquellas palabras, el pelimorado comenzó a hacerse paso entre el tumulto de gente intentando alejarse de aquel idiota. Maldición, que ya estaba cansado de ser el maldito experimento de Bang.

—¿A dónde vas? —dijo Christopher al mismo tiempo que su muñeca era tomada con fuerza y su cuerpo era jalado hacia el dueño de aquella voz.

—A divertirme.

—No.

—¿No?— el de hebras violetas rió —. Suéltame y vete a casa, seguro tu novia te espera.

—No— repitió el menor.

—Mira, me importa una mierda, voy a divertirme quieras o no. Que te jodan —esas palabras abandonaron la boca del menor con un tono frío antes de que el mismo se dirigiera a pasos rápidos al baño.

Ya allí entró al primer cubículo vacío que encontró y se encerró en él. Bajó la tapa del inodoro y se sentó allí cubriendo su rostro con sus manos e intentando regular su respiración. Joder, ya estaba harto del idiota de Christopher.

Se habían conocido en aquel club gay que Minho solía frecuentar, pero claro, Bang no había ido allí por su propia cuenta, porque como bien había dicho él, no era gay. Esa vez había ido como acompañante de uno de sus amigos cercanos, el cual después de una media hora lo abandonó por ir detrás de un chico que había visto bailar encantadoramente en la pista de baile.

Minho, como cada noche, estaba en busca de diversión y al ver un chico tan perfectamente atractivo y malditamente sexy como era el castaño, no dudó ni un segundo en acercarse como cazador a su presa.

Al principio Bang se había visto un poco reacio, sin embargo cuando el mayor creyó tener que rendirse pues no veía respuesta alguna del chico respecto a sus indirectas o suaves insinuaciones, el mayor lo agarró de la nuca y lo jaló hasta que sus labios chocaron juntos.

De ahí en adelante lo demás era una historia que se repetía una y otra vez, cada fin de semana, y todo siempre acababa en lo mismo: Un Minho solo en la cama y un Christopher heterosexual hasta la médula que sólo aparecía los sábados en la noche en aquel club.

En un comienzo estaba bien, sólo era diversión. Pero ya saben, de la cama al amor hay un solo paso y Minho lo pudo comprobar tan sólo unos meses después del inicio de esos apasionados encuentros. Y por eso mismo, ya no lo podía soportar. No era justo para su corazón seguir permitiendo que Christopher solo viniera hacia él en busca de sexo, y que el imbécil ni si quiera fuera capaz de aceptar que era gay, ¡ni si quiera heterocurioso!

Ya un poco más calmado, Minho decidió salir del baño en busca del lavamanos para poder echarse un poco de agua en el rostro antes de irse de aquel bar. Definitivamente ya había tenido suficiente por esa noche.

Abrió la llave permitiendo que el agua saliera del grifo empapando sus manos para después llevarlas a su cara y limpiar ésta con aquel líquido transparente. Mantuvo sus manos frías y mojadas en su rostro durante unos segundos disfrutando de la relajante sensación. Al mismo tiempo escuchó como la puerta de los baños era abierta y luego un "click" resonó en aquella habitación.

Extrañado por aquello el pelimorado retiró sus manos de su cara, lo cual le permitió abrir los ojos y ver lo que estaba sucediendo. Por un demonio, no.

—¿Por qué te fuiste tan de repente, Honnie? —la ronca voz de Christopher se coló en sus oídos—. Ni habíamos empezado.

—Vete, Christopher. Ya te dije que me dejes divertir en paz.

—¿Y es que acaso no soy suficiente diversión para ti? —reprochó el mayor con sus ojos cada vez más llenos de una peligrosa mezcla de rabia y deseo.

—Lamento decirte que no. Allá afuera hay mucha gente que vale más la pena que tú, así que si me disculpas... —el menor intentó dirigirse hacia la puerta del baño para poder salir de aquel lugar, lamentablemente la mano del chico que se encontraba allí con el no se lo permitió, pues lo jaló con fuerza hasta que quedó acorralado entre el musculoso cuerpo de Bang y los lavamanos.

—Estoy seguro de que esas personas que supuestamente valen más la pena, no te harían sentir ni una mínima porción de lo que te hago yo —aquello lo susurró el mayor en el oído del pelimorado con su voz tres tonos más bajos de lo normal—. ¿O me equivoco, Minho?

El mencionado iba a responder, sin embargo lo único que logró salir de su boca fue un vergonzoso gemido que respondía a la certera embestida en falso que le había dado Christopher. Ese maldito imbécil sabía cómo jugar sus cartas.

Una suave risa egocéntrica perteneciente al castaño resonó entre las paredes del baño, fastidiando al menor. Lastimosamente este último estaba lo suficientemente perdido en cómo los movimientos del contrario hacían sentir su cuerpo cada vez más caliente como para empujarlo lejos suyo y salir de aquel lugar. Simplemente, por más que quisiera, no podía huir de Christopher Bang.

—Creo que ya no necesitarás salir a buscar diversión —mencionó Christopher sin detener la fricción de su pelvis con la del mayor.

—Cállate y terminemos con esto antes de que me arrepienta —el pelimorado dijo en un gruñido que la verdad no se podía diferenciar entre uno de placer o de molestia.

—¿Arrepentirte de estar conmigo? No creo que eso sea científicamente posible...

—Si no te callas, te bajo la puta erección de una patada. Lo juro

—Está bien, como ordene el señorito — terminó el castaño antes lanzarse a devorar la boca de su mayor.

Aquel era un beso agresivo, muchas emociones se encontraban de por medio, tanto el placer como la molestia se hacían presentes para crear una perfecta sensación en ambos chicos. El calor de sus cuerpos aumentó aún más al momento en el que el mayor decidió morder el labio del más delgado para así poder introducir su lengua sin problema.

El aire comenzó a hacer falta en sus pulmones por lo que tuvieron que separarse para tomar un respiro. En esos pocos segundos la mirada de ambos chocaron, sin embargo el castaño desvió la vista para regresar a la acción. Minho no tuvo mucho tiempo para concentrarse en aquel vago sentimiento de rechazo, pues sintió como era tomado de los muslos y depositado encima del mesón de los lavabos.

—Se un buen chico y quítate la ropa, Honnie —un ansioso Christopher le dijo al tiempo que él mismo se desprendía rápidamente de sus prendas.

El menor también estaba ansioso, cómo había dicho antes, se le era imposible resistirse a Christopher, por lo que se vió a sí mismo haciendo caso sin rechistar a aquella orden y sobraba decir que no estaba muy molesto por ello que digamos.

Apenas ambos estuvieron libres de aquellas estorbosas telas el contacto no se hizo esperar. Las grandes manos de Christopher fueron a parar a la cintura del su menor, mientras que las manos de este último se dirigieron por inercia a aquel blanco cuello al mismo tiempo que sus piernas rodeaban la cintura de Bang y lo atraía más hacia sí mismo, si es que era posible.

Algunos minutos de calientes caricias pasaron hasta que el sonido de un plástico siendo rasgado llegó a lo oídos de Minho y ni le dió tiempo de respirar antes de sentir como un húmedo dedo intruso se enterraba en su entrada.

—¡Si quieres avisa, idiota! —gimió en dolor el menor por la sorpresiva intromisión.

—Lo lamento —el mayor soltó una pequeña risa—. Pero ahora necesito que respires, ya va a pasar, ¿sí? —Bang intentó calmarlo a con aquellas palabras y depositando suaves besos por todo su cuello e incluso rostro, para terminar dejando un dulce beso en sus labios.

Unos pocos minutos pasaron sin que el castaño detuviera los movimientos de su dedo en el interior del de piel nívea, el cual parecía estar mucho más cómodo y disfrutando bastante de la sensación pues sus gemidos cada vez eran más audibles. Aquello impulsó al mayor para ingresar otros dos dedos para continuar con movimientos circulares y de tijeras.

—Ya, Chris. Estoy listo —Bang podía jurar que lo necesitado que se veía y escuchaba su menor por lejos era lo mejor que había visto y escuchado.

—Voy a entrar.

—Vaya, pero que excitante. Suenas como un niño jugando a los agentes —a pesar de lo excitado que estaba el pelimorado, no pudo evitar soltar a aquel comentario sarcástico.

—Vamos a ver que tan niño soy entonces, "hyung" —respondió el mayor y sin esperar más se introdujo en el contrario de una sola embestida.

—¡Joder! —gimió fuertemente Minho, al mismo tiempo que un grave gruñido provenía de Christopher.

El interior del menor lo abrazaba tan bien, tan caliente y apretado, simplemente era como estar en la cima del monte del éxtasis. Decir que Bang esperó por uno o dos minutos antes de comenzar a moverse bruscamente en el interior del más delgado era mucho, y cómo ni entenderlo, simplemente resistirse a embestir a Minho hasta que olvidara su nombre no era cosa fácil.

—¡Por Dios! ¡Justo ahí! —aquellas palabras abandonaron la boca del menor, más escuchándose como un agudo gemido.

Y eso el mayor lo tomó como una señal para dejar de lado el control e intentar golpear aquel punto con el que su menor parecía haber llegado al tope de placer.

Una, dos, tres, cuatro contundentes embestidas fueron dadas directo en la prostata del pelimorado. Aquel lugar ya estaba completamente maltratado y el mayor sentía que no podía más, cosa que se hizo realidad al momento en el que Bang volvió a golpear aquel lugar.

Un blanco y caliente fluido proveniente de Minho se derramó entre ambos cuerpos con fuerza. Aquella sensación sumada a la deliciosa opresión que hizo la entrada del más pequeño sobre la polla del castaño fue suficiente para que este último se corriera dentro.

Unos segundos pasaron sin que ambos cuerpos rompieran aquella unión mientras las respiraciones de ambos se intentaban regular. Cuando aquello sucedió, el mayor salió del cálido interior de su menor y anudó el condón para poder votarlo a la basura. En aquel momento los dos tomaron sus prendas que habían abandonado en el piso poco tiempo atrás y se dispusieron a ponerlas sobre sus cuerpos de nuevo.

Ya vestidos el silencio reinó dentro de aquel baño. Christopher arreglaba su cabello frente al espejo, mientras que por otro lado Minho se mantenía recostado en una pared del baño observando al chico.

—No noté en que momento te pusiste el condón —comentó el menor intentando romper el incómodo silencio.

—Puedo ser bastante hábil cuando quiero.

—Ya veo... —el pelimorado suspiró—. Supongo que ya te vas.

—Yo...

—Está bien, Chris. Solo... Solo que sepas que esta es la última vez.

—¿La última vez? —preguntó sin entender el castaño—. ¿De qué hablas, Honnie?

—Nada de Honnie, Christopher. Estos encuentros se acabaron. Mejor vete con tu novia, ya me cansé de ser tu experimento. Tú y tu "heterosexualidad" se pueden ir muy a la mierda.

—Minho...

—Gracias por los buenos polvos. Hasta nunca —Minho le regaló una falsa sonrisa a su mayor y comenzó a dirigirse hacia la puerta para por fin salir de aquel baño.

Pero al parecer, como siempre, los planes del menor se veían interrumpidos, en este caso la causa fue como la mano del mayor lo sujetó y jaló hasta hacerlo chocar contra su fornido pecho.

—Por Dios, Minho, tienes que aprender a escuchar a las personas, ¿sabes?

—Suéltame, Christopher. Ya debe ser tarde, me tengo que ir —se quejó el menor intentando liberarse del agarre contrario y evitando a todo costa hacer contacto visual con el de piel pálida.

—Honnie, mírame —pidió Bang, sin embargo al notar como el chico en frente suyo parecía no querer obedecer, lo tomó del mentón y suavemente lo hizo levantar su mirada—. Sé que debí decir esto antes, pero... Terminé con Minju.

La expresión de el menor se tornó en una de total confusión.

—Terminé con ella hace unos días, cuando me di cuenta de que ya no lo amaba... que amaba a alguien más —los ojos de Christopher reflejaban la verdad con la que decía aquellas palabras.

—Pues, ¿qué quieres que diga? ¿Felicidades? —Minho rió dolido—. La chica de la que te enamoraste ha de ser muy afortunada. Ahora, nada de esto me importa, así que si pudieras dejarme ir yo..,

—Maldición, Minho, ¿de qué chica hablas? Si eres tú —el más pálido se sintió más liviano al permitirse decir aquello—. Tú eres de quien me enamoré.

El pelimorado aún no podía asimilar lo que había escuchado. ¿Acaso Christopher lo quería y se estaba declarando? ¿Podía eso ser verdad?

—Y... ¿no vas a decir nada? —los nervios se comenzaban a escuchar en la voz del mayor.

Aquello hizo reaccionar el de mechones morados, quien no dudó ni un segundo en lanzarse a los fuertes brazos de aquel chico del que se había enamorado y decía corresponder a sus sentimientos.

—¿Esto significa algo bueno? — dijo el más pálido sonriendo al mismo tiempo que correspondía al abrazo.

—Sí, aunque necesito que me mires a los ojos —pidió Minho y su mayor obedeció sin rechistar.

El fuerte sonido de una cachetada retumbó por el lugar.

—Eso fue por no haberme dicho nada de esto antes.

De nuevo otra cachetada.

—Eso por seguirme diciendo que no eras gay y confundirme.

Y otra cachetada más.

—Y eso nada más por diversión —el menor rió—. Es bastante divertido abofetearte.

Maldición que esas tres cachetadas habían dolido, sin embargo ver a su chico feliz era más que suficiente para compensar el dolor.

—Aunque no me parece justa la segunda cachetada, es decir, es verdad que no soy gay —reclamó Christopher.

—No empieces ahora, ¿sí? No arruines el momento.

—Pero es verdad, me considero más Honniesexual.

—¿Honniesexual?

—Sí, porque a la única persona que quiero es a ti —el pelimorado solo le pudo dirigir una mirada llena de confusión—. Ya sabes, Min-sexual. Por eso me negaba a decir que era gay, eso es más general y yo solo te quiero a ti —explicó Bang con una sonrisa—. ¿Acaso no soy el mejor?

Oh, pobre Christopher, definitivamente esa cachetada había sido la más fuerte que pudo haber recibido en su vida.

—¡Maldita sea! ¿Y eso por qué? Sólo intentaba ser romántico —reprochó el castaño con un puchero y sobándose su roja mejilla derecha, la cual había recibido valientemente cada uno de los impactos.

—Sólo cállate y bésame —dijo Minho riendo un poco e ignorando lo dicho antes por el mayor, mientras se acercaba a éste y lo abrazaba por el cuello.

—Si tú lo pides —Christopher respondió encantado tomando de la cintura a su chico y acercando sus rostros lo suficiente para que ambos se fundieran en un suave y perfecto beso.





ִֶָ!!
Espero le haya gustado.
Gracias a gguktaebae por dejarme adaptar su o.s ‹3!

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