El pelinegro sonríe frente a la cámara, su cabello está algo desordenado, su suéter combina perfectamente con el negro de su cabello y una franja beige con el tono de su piel, tiene las mangas acomodadas sobre sus manos y haciendo una sonrisa adorable que lo hace ver como un niño pequeño.

— Hola Honnie... Es la primera vez que hago esto y, bueno, en esta ocasión quería decirte por qué lo hago.

— Para cuándo veas este video yo... Ya no voy a estar contigo, físicamente, digamos— se encoge de hombros—. Y estoy haciendo estos para recordarte todo lo que te amo, para que los veas cuando estés triste, me extrañes, quieras verme, y para que no me olvides.

Christopher miró un momento a la cámara, le dedicó una amplia sonrisa.

— Recuérdame como el chico dulce y tímido que te pidió salir hace cinco años. No como el tipo frío y sin sentimientos que todos ven. Y tampoco... Como el pobre chico con cáncer terminal, por favor.

— Recuérdame por los buenos momentos y no por las peleas tontas que alguna vez tuvimos, piensa en cuando te pedí salir conmigo y no en cuando rompimos cuando se puso complicado, Minho, piensa en mí como quien te volvió a pedir que salieras conmigo y te volvió a enamorar cuando te había herido.

— Sabes qué vale la pena recordar, bebé, sólo piensa en eso y no dejes que lo demás lo invada.

Soltó un suspiro tembloroso.

— Te amo, Minho, y recuerda eso cada vez que veas estos videos.

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