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ᯓ 𝘁𝘄𝗲𝗹𝘃𝗲

𝗻𝗼𝘁𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀
𝟪.𝟤𝟣𝟢 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇𝖺𝗌 𝗁𝖺𝗇 𝖾𝗆𝗉𝖾𝗓𝖺𝖽𝗈 𝖺 𝗌𝖾𝗀𝗎𝗂𝗋𝗍𝖾

𝗰𝗵𝗶𝗮𝗿𝗮 𝗽𝗼𝗿𝗰𝗮𝗿𝗶𝗼𝗹𝗶 𝖾𝗌𝗍𝖺𝖻𝖺 𝖻𝗎𝗌𝖼𝖺́𝗇𝖽𝗈𝗆𝖾 𝖾𝗇 𝗎𝗇
𝗉𝖺𝗋𝗍𝗒 𝗌𝗂𝗇 𝗌𝖾𝗇̃𝖺𝗅

𝗅𝖾 𝗀𝗎𝗌𝗍𝖺 𝖺 𝗮𝗻𝗱𝗿𝗲𝗮𝗴𝗶𝗺𝗲́𝗻𝗲𝘇, 𝗺𝗮𝗿𝗶𝗮𝗹𝗼𝗽𝗲𝘇, 𝗳𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻, 𝗺𝗮𝗿𝗰𝗰𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗒 𝖺 𝟣𝟤𝟧.𝟢𝟧𝟢 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇𝖺𝗌 𝗆𝖺́𝗌

𝗏𝖾𝗋 𝗅𝗈𝗌 𝟤.𝟥𝟦𝟢 𝖼𝗈𝗆𝖾𝗇𝗍𝖺𝗋𝗂𝗈𝗌

𝗮𝗻𝗱𝗿𝗲𝗮𝗴𝗶𝗺𝗲́𝗻𝗲𝘇 𝖺𝗒𝗎𝖽𝖺 𝗇𝗈 𝗆𝖾 𝖺𝖼𝗎𝖾𝗋𝖽𝗈 𝖽𝖾 𝗇𝖺𝖽𝖺
    ⤿ 𝗺𝗮𝗿𝗶𝗮𝗹𝗼𝗽𝗲𝘇 𝗇𝗂 𝗍𝗎 𝗇𝗂 𝗇𝖺𝖽𝗂𝖾
    ⤿ 𝗰𝗵𝗶𝗮𝗿𝗮𝗽𝗼𝗿𝗰𝗮𝗿𝗶𝗼𝗹𝗶 𝖾𝗁 𝗊𝗎𝖾 𝗒𝗈 𝗇𝗈 𝖻𝖾𝖻𝗈!

𝗳𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻 𝗍𝖾𝗇𝗀𝗈 𝗅𝖺𝗌 𝖻𝗋𝖺𝗏𝖺𝗌 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗀𝖺𝗋𝗀𝖺𝗇𝗍𝖺
    ⤿ 𝗰𝗵𝗶𝗮𝗿𝗮𝗽𝗼𝗿𝗰𝗮𝗿𝗶𝗼𝗹𝗶 𝗍𝖾 𝗉𝖺𝗌𝖺 𝗉𝗈𝗋 𝖺𝖻𝗎𝗌𝖺𝗋 𝖽𝖾 𝗆𝗂

𝗺𝗮𝗿𝗰𝗰𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗆𝖾𝗇𝗎𝖽𝖺 𝗇𝗈𝖼𝗁𝖾𝖼𝗂𝗍𝖺 𝖾𝗁
    ⤿ 𝗰𝗵𝗶𝗮𝗿𝗮𝗽𝗼𝗿𝗰𝗮𝗿𝗶𝗼𝗹𝗶 𝗌𝗂𝗌𝗂 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝖺𝗎́𝗇 𝗇𝗈 𝗆𝖾 𝗁𝖺𝗌 𝖼𝗈𝗇𝗍𝖺𝖽𝗈 𝗇𝗂𝗇𝗀𝗎́𝗇 𝖼𝗁𝗂𝗌𝗍𝖾 𝖻𝗎𝖾𝗇𝗈
    ⤿ 𝗺𝗮𝗿𝗰𝗰𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝖼𝗈𝗇𝗌𝖾𝗀𝗎𝗂𝗋𝖾́ 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝗋𝗂́𝖺𝗌, 𝗒𝖺 𝗏𝖾𝗋𝖺́𝗌
    ⤿ 𝗰𝗵𝗶𝗮𝗿𝗮𝗽𝗼𝗿𝗰𝗮𝗿𝗶𝗼𝗹𝗶 𝗌𝗂𝗀𝗎𝖾 𝗌𝗈𝗇̃𝖺𝗇𝖽𝗈

𝘂𝘀𝗲𝗿𝟴𝟵𝟴𝟯 𝗁𝖺𝗒 𝗎𝗇 𝗍𝗂𝗉𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖽𝗂𝖼𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝗏𝗂𝗈 𝖺 𝗉𝖾𝖽𝗋𝗂 𝗒 𝖼𝗁𝗂𝖺𝗋𝖺 𝗃𝗎𝗇𝗍𝗈𝗌
    ⤿ 𝘂𝘀𝗲𝗿𝟮𝟰𝟯𝟮 𝖾𝗌𝗍𝖺́ 𝖼𝗈𝗇 𝖾́𝗅 𝗉𝗈𝗋 𝖿𝖺𝗆𝖺

𝘂𝘀𝗲𝗿𝟭𝟵𝟬𝟭 𝗅𝗈𝗌 𝗉𝖺𝗉𝖺𝗋𝖺𝗓𝗓𝗂𝗌 𝗌𝖺𝖼𝖺𝗋𝗈𝗇 𝖿𝗈𝗍𝗈𝗌 𝖽𝖾 𝖾𝗅𝗅𝖺 𝖼𝗈𝗇 𝖿𝖾𝗋𝗆𝗂𝗇 𝗒 𝖼𝖺𝗌𝖺𝖽𝗈́
    ⤿ 𝘂𝘀𝗲𝗿𝟱𝟮𝟰𝟬 𝗒𝗈 𝗆𝖾 𝗁𝖾 𝗉𝖾𝗋𝖽𝗂𝖽𝗈, ¿𝖼𝗈𝗇 𝗊𝗎𝗂𝖾́𝗇 𝗌𝖾 𝗌𝗎𝗉𝗈𝗇𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗌𝗍𝖺́?








ᰍ . ° 𝗍𝗁𝖾 𝖽𝗂𝗌𝖼𝗎𝗌𝗌𝗂𝗈𝗇 . ˎˊ˗
: 𓏲🩰 ๋࣭  ࣪ ˖✩࿐࿔ ⚽️

El día después de la fiesta amaneció más frío de lo habitual, aunque el sol aún brillaba levemente en el cielo. Chiara se levantó temprano, aún con la resaca del día anterior. Su cabeza daba vueltas. Suspiró mientras se estiraba para desperezarse y luego se levantó de la cama para ir a la cocina y beber un vaso de agua.

No quería seguir dándole vueltas al tema de Pedri y a sus actitudes tan bipolares. "Si él quiere jugar a ser indiferente, pues que lo haga", pensó Chiara mientras le daba un sorbo a su vaso de agua. Pero aunque intentara convencerse de que no le importaba, la realidad era distinta. Pedri seguía ocupando un lugar en su mente que no conseguía ignorar.

En la otra punta de la ciudad, Pedri estaba sentado en el borde de su cama, mirando el perfil de Chiara mientras suspiraba con frustración. Una parte de él quería escribirle, disculparse por su actitud tanto en la fiesta como en los últimos entrenamientos, pero el miedo a enfrentar lo que sentía lo mantenía paralizado. Había decidido, una vez más, que lo mejor era mantenerse alejado de ella.

En el entrenamiento del día de hoy, Hansi Flick reunió a todos los jugadores para anunciar un ejercicio en parejas.

—El objetivo es claro —empezó a decirles Flick—. Aprenderéis a trabajar en equipo, fortalecer los lazos entre vosotros. Así os entenderéis mejor en los partidos.

Pero el destino, por gracia o por desgracia, quiso que Pedri y Chiara terminaran juntos.

La tensión entre ellos era como un hilo rígido que se podía cortar con tijeras. Pedri apenas la miraba, y cuando lo hacía, su expresión era fría, casi distante. Mientras practicaban pases rápidos y a penas cómplices entre ellos, el silencio se hacía más pesado. Chiara intentó concentrarse en el balón, pero no podía ignorar cómo su corazón latía con fuerza cada vez que Pedri estaba cerca.

Finalmente, durante una pausa, Pedri rompió el silencio, pero no de la forma que Chiara esperaba.

—Deberías moverte más rápido —le dijo Pedri con sequedad—. Si sigues así, no vas a aguantar en un partido.

—¿Perdona? —Chiara detuvo el balón bajo sus pies, claramente molesta.

—Sólo digo que podrías mejorar. Nadie aquí tiene tiempo para errores —añadió Pedri, sin siquiera mirarla.

Las palabras golpearon a Chiara con fuerza. Intentó no mostrarse afectada, pero algo en su pecho se apretó.

—¿Y tú quién te crees para decirme eso? —le cuestionó, clavando sus ojos en él con rabia—. Tú tampoco eres perfecto, pero a diferencia de ti, no te lo voy recordando cada segundo de tu vida.

Pedri, que ya estaba caminando hacia el balón para continuar con el ejercicio, se detuvo y se giró hacia ella.

—No se trata de ser perfecto. Se trata de estar a la altura —respondió con frialdad—. Si no puedes manejar una crítica, tal vez deberías replantearte si este es tu lugar.

Chiara lo miró boquiabierta, incrédula. ¿En serio le estaba diciendo eso? Durante semanas había intentado ignorar su actitud cambiante, pero esto era demasiado.

—¿Replantearme mi lugar? —repitió, dejando caer el balón al suelo y acercándose un paso hacia él—. Llevo semanas entrenando más duro que nunca, y no sólo por demostrarle a todos que merezco estar aquí, sino para demostrarte a ti que no era todo lo que me estabas diciendo. Pero claro, tú eso no lo ves. Últimamente sólo te dedicas a señalar defectos.

Pedri parpadeó, aparentemente impactado por su respuesta, pero rápidamente recuperó su fachada de indiferencia.

—Sólo estoy diciendo lo que cualquiera diría.

—¿Ah, sí? —Chiara soltó una risa amarga—. Pues no parece que "cualquiera" esté tan interesado en hacerme sentir como una inútil. Felicidades, lo estás logrando.

Pedri abrió la boca, como si estuviera a punto de replicar, pero algo en él cambió. Fue una sensación breve, una mezcla de arrepentimiento y duda, pero antes de que pudiera decir algo, Chiara negó con la cabeza y levantó una mano para detenerlo.

—¿Sabes qué? Déjalo. Se me ha roto la goma del pelo —dijo con tono sarcástico—. Voy al vestuario.

Sin esperar una respuesta por su parte, Chiara se dio la vuelta y caminó rápidamente hacia los pasillos sin mirar atrás, dejando a Pedri plantado en el campo.

En los pasillos, el eco de los pasos apresurados de Chiara resonaban con fuerza. Su mente era un torbellino de rabia, confusión y frustración. Su respiración era acelerada mientras intentaba llegar al vestuario femenino lo antes posible, deseando escapar de todo lo que acababa de pasar en el campo.

Pero antes de que pudiera abrir la puerta, una voz que conocía demasiado bien la detuvo.

—Chiara, espera —le dijo Pedri.

Chiara se detuvo en seco, cerrando los ojos con frustración antes de girarse bruscamente hacia él. Cruzó sus brazos sobre su pecho y lo miró con una mueca de agotamiento.

—¿Qué quieres ahora? —le preguntó con la voz cargada de ironía—. ¿Venir a darme otra lección de cómo no soy lo suficientemente buena?

Pedri trató de dar un paso hacia ella, pero Chiara lo detuvo antes de que pudiera hacerlo.

—No era mi intención... —empezó a decirle Pedri, pero Chiara lo interrumpió.

—No, Pedri, basta. Estoy harta —Chiara dio un paso hacia él, alzando su dedo índice para apuntarle directamente al pecho—. Un día estás bien conmigo, casi pareces... normal, incluso amable. Pero luego cambias de repente y empiezas a soltar esos comentarios que no vienen a cuento. ¿Sabes lo frustrante que es? Al principio podía soportarlo, pensar que sólo tenías un mal día o lo que fuera. Pero ahora... ahora simplemente duele.

Pedri abrió la boca para responder, pero al no encontrar las palabras adecuadas para decir, volvió a cerrarla. Sus ojos se movieron hacia el suelo, y su mano derecha se pasó por el cabello en un gesto de desesperación. No parecía capaz de sostenerle la mirada de Chiara, y eso sólo la enfureció más.

—¿Por qué haces esto? —continuó ella mientras su voz empezaba a quebrarse ligeramente—. ¿Por qué te esfuerzas tanto en alejarme de ti? Si no te importa, si no tienes interés en mi, dilo de una vez y ya está. Pero deja de enviarme tantas señales contradictorias. No soy una especie de... muñeca para que juegues así conmigo.

Pedri levantó la vista en ese momento, y por un instante, sus ojos se encontraron. Pudo ver que Chiara estaba tratando de retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos mientras respiraba hondo para calmarse. La culpa empezó a abofetearle la cara con fuerza, pero aún así, no logró encontrar una respuesta digna.

—No es tan simple... —murmuró finalmente Pedri en un susurro.

—¿No es tan simple? —repitió Chiara con sarcasmo—. Claro, para ti nada lo es. Pero, ¿sabes qué? Yo estoy cansada de intentar entenderte. Estoy cansada de justificar tus cambios de humor, tus comentarios y tu maldita actitud conmigo.

Pedri dio un paso hacia adelante, levantando la mano como si quisiera detenerla.

—Chiara, yo...

—No, Pedri —le interrumpió Chiara dejando que por fin esas lágrimas que habían estado nublando su vista se deslizaran por sus mejillas—. Si no puedes ser claro conmigo, entonces no quiero seguir así. No quiero seguir siendo la idiota que se queda esperando a que tú decidas si valgo la pena o no.

Pedri la miró como si quisiera responder, pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta en ese nudo que se le había formado. Cerró sus puños con fuerza mientras observaba a Chiara esbozar una sonrisa irónica y negar con su cabeza.

—¿Sabes qué? —rió Chiara, limpiándose las lágrimas con su mano—. No importa. Ya no importa.

Y antes de que pudiera detenerla, ella se dio la vuelta, empujó la puerta del vestuario femenino y desapareció de su vista, dejándolo allí, solo en el pasillo.

Pedri se quedó de pie mirando la puerta que Chiara acababa de cerrar de golpe frente a él. Su pecho se subía y bajaba aceleradamente, como si las palabras que no había podido decir quisieran salir de él.

"¿Por qué no puedes simplemente admitirlo?", se reprochó a sí mismo. Pero sabía la respuesta. Tenía miedo. Miedo de abrirse, miedo de ser vulnerable, miedo de que todo se desmoronara si intentaba dar el siguiente paso.

Con un suspiro profundo, bajó la mirada al suelo y apretó los puños. Por primera vez, se dio cuenta de que su miedo no sólo lo estaba lastimando a él, sino también a Chiara. Y darse cuenta de que le estaba haciendo tanto daño le dolió más que cualquier otra cosa.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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