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ᯓ 𝗳𝗶𝗳𝘁𝗲𝗲𝗻

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Chiara caminaba por Barcelona rodeada de las risas de sus compañeras del equipo femenino y los jugadores del equipo masculino del Barça. Toda la gente a su alrededor parecía seguir celebrando la victoria frente al Atlético de Madrid, y Chiara, todavía incrédula, no podía dejar de sonreír.

Hoy había debutado en el Barça, y no solo eso, sino que había logrado marcar un gol desde casi mediocentro. Había superado todas sus expectativas. Todavía podía recordar el ruido de los seguidores del Barça desde las gradas, los aplausos y los cánticos que parecían dedicarle directamente a ella cuando marcó el gol definitivo.

Ahora caminaban hacia un pub para celebrar la victoria. Todos vestían sus camisetas azulgrana y bufandas del equipo. Andrea, al lado de Chiara, hablaba sin parar, recordando cada detalle del partido mientras Fermin, Ferrán y Casadó intercalaban alguna broma.

—¡Qué partidazo, Chiara! —exclamó Fermin mientras caminaba a su lado—. Estuviste increíble.

Chiara rió, levantando sus manos en señal de modestia.

—Gracias, Fermin —le sonrió Chiara—. Pero todo el equipo jugó genial. Fue un esfuerzo en conjunto.

—Ah, siempre tan modesta —le dijo Ferran con una sonrisa burlona—. Nos dejaste a todos con la boca abierta, Chiarita.

—Me lo imagino —bromeó Chiara—. Lo último que te vi patear a ti fue el aire en el otro entrene.

—¡Eso ha dolido! —exclamó Ferran llevándose la mano al pecho fingiendo estar ofendido—. Se me da muy bien marcar goles, tengo un historial impecable.

—Ya, claro, ¿en el FIFA? —se burló Chiara mientras Ferran la empujaba levemente del hombro.

Andrea apareció detrás de ellos y abrazó a Chiara por los hombros.

—Tu penalti fue impresionante —empezó a decirle Andrea—. Conseguimos desempatar y eso merece celebrarlo, ¿no?

—Totalmente —intervino Casadó con una sonrisa—. Pero que tampoco se te suban mucho los humos, yo podría haberlo hecho igual o mejor.

—¿Ah, sí? —Chiara arqueó su ceja divertida—. Pues esas grandes habilidades tuyas desaparecieron el otro día cuando nos tocó enfrentarnos. Si no recuerdo mal, el balón se fue directo a las gradas.

Todos rieron mientras Fermin se acercaba a Casadó y le daba una palmada en la espalda.

—Yo diría que aún no han encontrado el balón —se burló Fermin.

—¡Ey! En mi defensa, el suelo estaba mojado ese día —se defendió Casadó, aunque su sonrisa lo delataba.

—Claro, claro —le dijo Ferrán con burla—. "El suelo estaba mojado" es como decir: "mi perro se ha comido los deberes".

Chiara no pudo evitar reír mientras Casadó sacudía su cabeza resignado.

—Vale, me rindo —les dijo Casadó levantando sus manos en señal de derrota y miró a Chiara—. Pero te reto a una ronda de penaltis en el próximo entrene.

—Como quieras —aceptó Chiara extendiéndole la mano para estrechársela—. Pero te advierto que no voy a tener piedad.

—Esperad —les interrumpió Fermin—. Si alguien se merece competir contra Chiara, soy yo. Después de todo, yo sí que sé marcar.

—Como esa vez en la que rompiste la ventana del gimnasio —le recordó Chiara mientras lo miraba con una sonrisa divertida.

—La señora de la limpieza todavía se queja de ese día —murmuró Fermin avergonzado mientras Andrea reía a su lado.

Chiara lo miró con una sonrisa victoriosa y Fermin levantó sus manos rendido.

—Está bien, está bien. Pero algún día marcaré un gol que os callará la boca a todos.

—Ese día aún está muy lejos, tío —respondió Ferrán dándole un empujón.

Finalmente entraron en el pub, encontrándose de frente con unas luces neones de color azules y rojas que iluminaban las paredes decoradas con banderas del Barça. La música ya resonaba con fuerza, animando a todos a dejarse llevar. Chiara sonrió al ver cómo sus amigos se dispersaban por el local, algunos dirigiéndose directamente a la barra para pedir bebidas, mientras otros iban hacia el centro del pub, donde las primeras personas ya empezaban a bailar.

Mientras Andrea y María discutían entre ellas sobre qué pedir, Chiara decidió adelantarse y pedir una cocacola sin azúcar pero con cafeína para aguantar toda la noche. Sabía que el alcohol podía afectarla y prefería mantenerse despejada para disfrutar plenamente de la noche. Ya con el vaso en la mano, Chiara se unió al grupo que se encontraba en el centro de la pista del pub bailando.

—¡Venga, Chiara, ven a bailar! —le gritó María, levantando los brazos al aire y girando sobre sí misma.

—Eso, vamos a ver si eres igual de buena bailando como jugando —bromeó Ferran, chocando su hombro con el de ella.

—¿Me estás retando, Ferran? —le preguntó Chiara arqueando una ceja.

—Puedes tomártelo como uno —le respondió Ferran cruzándose de brazos con diversión.

Chiara rodó sus ojos y se acercó a María, quien la agarró de la mano y le hizo girar sobre si misma mientras Chiara reía. Fermin se acercó a ellas alzando sus brazos para unirse a bailar con ellas, pero antes de que pudiera hacer algo, Casadó lo detuvo.

—Tú mejor quédate quietecito, que tu cuerpo no va a soportar una caída más —le dijo Casado con burla.

—Parece que siempre estáis en mi contra —le dijo Fermin ofendido, señalándolo con un dedo—. Tú ríete ahora, pero ¿por qué no te vienes aquí y nos enseñas tus "pasos"?

—¿Yo? —Casado negó con la cabeza, levantando las manos en señal de negación—. A mí déjame tranquilo, que yo estoy más guapo quieto.

—¡Venga, cobarde! —lo animó Chiara, extendiendo la mano hacia él.

Con un suspiro dramático, Casadó aceptó la mano de Chiara y se unió a ella y a María, quienes le hacían girar sobre si de forma exagerada.

Y después de unos minutos, Chiara, que reía con Casadó mientras él trataba de imitar torpemente sus pasos de baile, vio de reojo cómo Pedri caminaba hacia la barra con un paso algo errático pero con una sonrisa de oreja a oreja. Chiara frunció el ceño y volvió a dirigir su mirada hacia Marc.

—Perdona un momento, vuelvo enseguida —se disculpó Chiara mientras Casadó asentía y se iba con Fermin.

Chiara se abrió paso entre la multitud de personas que habían a su alrededor para acercarse a Pedri, que cuando la vio, alzó sus brazos con entusiasmo.

—¡Chiara!

Sin dudarlo, Pedri se lanzó sobre ella para abrazala con una fuerza que hizo que Chiara se tambaleara. No pudo evitar reír levemente, pero enseguida lo guió hacia una de las sillas de la barra y lo hizo sentarse.

—Espera un segundo —le pidió Chiara colocando una mano sobre su hombro para que no se moviera.

Ella llamó al camarero y pidió una botella de agua. Mientras esperaba, observó a Pedri, que seguía sonriendo como si todo fuera perfecto, aunque claramente había tomado más de lo debido. Con la botella en la mano, Chiara se sentó a su lado, dispuesta a asegurarse de que estuviera bien.

—Toma esto —le dijo Chiara entregándole la botella—. Te vendrá bien.

Pedri la miró con los ojos entrecerrados, pero aceptó el agua.

—Gracias, Chiara —le dijo mientras tomaba un largo trago.

Chiara lo observó mientras bebía de la botella de agua que le había dado, notando cómo sus hombros parecían relajarse poco a poco.

—¿Estás mejor? —le preguntó Chiara, inclinándose un poco hacia él para observarlo con atención.

—Sí, mucho mejor —le respondió Pedri dejando la botella sobre la barra—. Gracias por el agua.

Pero Chiara no quedó del todo convencida y miró a Pedri con preocupación.

—¿Seguro que estás bien? —le insistió.

Pedri suspiró mientras dejaba caer la cabeza contra el respaldo de la silla.

—Sí, claro... Bueno, más o menos.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Chiara, acercándose un poco más, con una mezcla de curiosidad y genuino interés.

Pedri la miró por un momento antes de desviar la vista hacia la barra frente a ellos.

—Nada, solo... tengo demasiadas cosas en la cabeza —admitió—. A veces la presión se siente demasiado. Todos esperan mucho de ti, y a veces necesitas desconectar.

—Te entiendo —asintió Chiara—. Pero hoy es un día para divertirnos, ya tendremos tiempo de preocuparnos.

Pedri la miró de nuevo pero esta vez con una pequeña sonrisa que apenas asomaba en sus labios.

—Tienes razón. Y tú, ¿cómo estás? —le preguntó Pedri, girando la cabeza para mirarla directamente.

—Agotada —respondió Chiara con un suspiro—. No sabía que Fermin, Casadó y Ferrán pudieran ser tan...

—¿Idiotas? ¿Tontos? —le interrumpió Pedri con diversión.

—No, bobo —Chiara rodó sus ojos mientras negaba con su cabeza—. Tienen demasiada energía.

Entonces, una idea cruzó su mente y un destello de diversión apareció en sus ojos. Chiara se enderezó en su silla y le sonrió a Pedri. Él, al ver esa sonrisa, supo que Chiara estaba tramando algo, para nada bueno.

—¿Sabes qué, Pedri? —empezó a decirle Chiara—. Creo que esta noche necesitas más que una charla para desconectar. 

—¿Ah, sí? —Pedri levantó una ceja, intrigado—. ¿Qué propones? 

Sin decir nada más, Chiara se levantó de su asiento y le tendió la mano, mirándolo con diversión.

—Vamos a bailar. 

Pedri soltó una carcajada, pero negó con la cabeza mientras se echaba hacia atrás en su silla.

—¿Bailar? —repitió Pedri—. No, Chiara, tú sabes que eso no es lo mío. 

—¿Y quién dijo que tenía que ser "lo tuyo"? —le dijo Chiara rodando sus ojos mientras colocaba sus manos en su cintura—. Es solo para divertirnos. Nadie te va a juzgar, te lo prometo. 

—Tú no me conoces bailando, Chie —le insistió Pedri—. Puedo ser un desastre. 

Pero lejos de rendirse, Chiara sonrió mientras daba un paso más cerca de él. 

—Perfecto, entonces yo te enseño —le dijo Chiara—. Anda, Pedri. No me hagas suplicarte de rodillas. 

Él la miró, claramente intentando buscar una manera de escabullirse, pero la insistencia en los ojos de Chiara era más fuerte que cualquier excusa que pudiera inventar.

—Está bien, pero si te piso, luego no te quejes —se defendió Pedri mientras se levantaba de la silla con un bufido.

—Eso no va a pasar porque no pienso soltarte —le aseguró Chiara mientras le tomaba de la mano y tiraba de él hacia la pista. 

Chiara guió a Pedri entre la multitud hasta que encuentraron un sitio lo suficientemente amplio para los dos.

—Vale, ahora solo sigue el ritmo —le indicó Chiara mientras se detenía y ambos quedaban frente a frente.

—Eso es fácil de decir cuando sabes lo que estás haciendo —le respondió Pedri.

—Para de pensar tanto y déjate llevar —le dijo Chiara con una sonrisa.

Entre risas, Pedri empezó a seguir a Chiara. Aunque al principio se movía con rigidez, pronto se dejó llevar contagiado por la energía de Chiara.

Ella rió al ver los ridículos pasos de baile que hacía Pedri, y ella jugó a imitarlos durante un tiempo. No podía quejarse, sus pasos de baile también eran pésimos, pero se dio cuenta de que estaba pasando un agradable tiempo con Pedri. Durante estos últimos días lo había visto como una persona demasiado inmadura y problemática para ella, alguien que no tenía las cosas claras, pero estaba descubriendo que esa faceta de él le empezaba a gustar.

Pedri, por su parte, tenía una gran sonrisa en su rostro mientras observaba a Chiara cantando una canción de Quevedo con todas sus fuerzas. E imaginar que aquella chica ahora se estaba volviendo en una de las personas más cercanas a él en tan sólo pocas semanas.

Desde la barra, Ferran, Fermin y Casadó observaban a ambos futbolistas con expresiones divertidas. 

—¿Eso que veo es Pedri... bailando? —preguntó Casadó, frotándose los ojos como si no pudiera creerlo. 

—Y no solo bailando, parece que está disfrutando —añadió Ferran, apoyándose en la barra. 

—Creo que lo hemos perdido, chicos —les dijo Fermin negando con la cabeza—. Está completamente enamorado de Chiarita.

—Sí, ya no hay vuelta atrás —confirmó Ferran.

Los tres compartieron una mirada cómplice cuando observaron a Pedri inclinándose hacia Chiara para susurrarle algo que la hizo reír a carcajadas. 

—Bueno, al menos ahora sabemos que el "Pedri, el duro" también tiene su lado blando —comentó Casadó, con una sonrisita.

Mientras tanto, en la pista, Chiara se puso de puntillas mientras se inclinaba para acercarse más a Pedri.

—¿Ves? Te lo dije, no eres tan malo como pensabas —le dijo Chiara en el oído.

—Eso es porque tengo la mejor maestra —le respondió Pedri sonriendo.

Chiara sacudió la cabeza, divertida. 

—Exacto —dijo Chiara—. Pero mejor sigue bailando, que aún nos queda mucha noche por delante. 

Pedri no le discutió. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía presión ni expectativas, solo el deseo de disfrutar el momento junto a Chiara, a quien poco a poco estaba recuperando de nuevo.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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