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ᯓ 𝗲𝗶𝗴𝗵𝘁

‎ ‎ᰍ  .  ° 𝖺𝖽𝗆𝗂𝗍𝗍𝗂𝗇𝗀 𝗍𝗁𝖾 𝗍𝗋𝗎𝗍𝗁 .   ˎˊ˗
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Chiara estaba sentada sobre el césped con las piernas cruzadas después de terminar el entrene. Andrea y María se acomodaron a su lado mientras ella estiraba, compartiendo una botella de agua y unas toallas.

—¿En serio me vas a negar que a Pedri no le atraes? —le preguntó María con una ceja arqueada—. Por favor, sólo mira en la manera que le pillamos viéndote el otro día.

Chiara bufó y rodó sus ojos, intentando minimizar el comentario, pero el rubor en sus mejillas la delató. Un escalofrío recorrió su espalda cuando recordó la forma en la que Pedri la miró, esa simple mirada que la ponía tan nerviosa.

—No exageres —respondió tratando de restarle importancia.

—Vamos, no me puedes negar que te gusta, Chie —insistió María, que no estaba dispuesta a dejarlo pasar—. Le hemos estado dando vueltas a este mismo tema las últimas dos semanas, y siempre sacamos las mismas conclusiones.

—Sí, definitivamente le gustas —añadió Andrea con una sonrisa traviesa.

—Definitivamente estáis demente —les dijo Chiara riendo mientras negaba con su cabeza.

—¿Ah, sí? —siguió Andrea—. Entonces explícame por qué se queda mirándote como si fueras la única chica del mundo.

—¿De verdad creéis que se fijaría en alguien como yo?

—¿A qué te refieres? —le preguntó Andrea, frunciendo el ceño.

—A que no soy para nada su tipo —respondió Chiara con un suspiro mientras se encogía de hombros—. De hecho, soy todo lo contrario a su tipo.

María y Andrea intercambiaron miradas incrédulas antes de estallar en risas.

—Chie, eres el tipo de cualquiera, literalmente —le dijo Andrea, calmando su risita—. Si me gustasen las chicas, definitivamente estaría coladita por ti.

—Lo dices por decir, Andrea —le respondió Chiara, negando con su cabeza.

—No, lo digo en serio —insistió Andrea—. Chiara, eres divertida, amable y literalmente guapísima.

—Y ademas juegas al fútbol como si hubieras nacido con un balón pegado en el pie —añadió María haciendo que Chiara soltase una carcajada.

Pero acabó bajando la mirada a sus pies, un poco abrumada por los cumplidos de sus amigas. Sabía que estaban intentando animarla, pero también sentía que no eran del todo sinceras con ella. Finalmente, con un suspiro, apoyó su cabeza sobre sus rodillas.

—Esta bien —admitió en un susurro—. Creo que me gusta... Pero solo un poco.

Las palabras salieron de su boca tan rápido que por un momento no estuvo segura de si las había dicho en voz alta. Pero al ver las expresiones de asombro y triunfo en el rostro de Andrea y María, supo que sí.

—¡Lo sabía! —exclamó María señalándola con entusiasmo—. ¡Lo sabía desde el principio!

—Pero no empecéis a haceros ilusiones —les pidió Chiara adelantándose—. Una cosa es que me guste, otra es que pase algo.

—¿Has visto como te mira? —se rió Andrea—. ¡Claro que va a pasar algo!

—Eso no significa nada —intentó defenderse Chiara, aunque su sonrisa la traicionó.

—Danos tiempo, Chie —le dijo María con picardía —. Nosotras siempre llevamos razón.

Chiara negó con la cabeza riendose mientras se levantaba del suelo.

—¡Ni se os ocurra hacer nada raro! —exclamó Chiara alzando sus manos alarmada.

—Tranquila, tranquila. No haremos nada... por ahora —dijo Andrea, con una sonrisa que no le transmitió nada bueno a Chiara.

Entonces, María se inclinó hacia Chiara con curiosidad.

—Bueno, si te gusta, ¿qué vas a hacer al respecto? —le preguntó.

—Nada —respondió—. No voy a hacer nada.

—¿Nada? —repitió Andrea, incrédula—. Chiara, por favor. Tienes que aprovechar.

—Simplemente... no quiero arruinar nada —respondió Chiara en voz baja—. Me gusta cómo están las cosas ahora.

—Bueno, no podemos obligarte —suspiró María con resignación pero con una sonrisa—. Per no sabes cuánto nos divertiría verte con Pedri.

Cuando Chiara terminó de estirar con Andrea y María a su lado, se dispusieron a recoger sus cosas. Pero antes de que pudieran salir del campo hacia los vestuarios, una voz las detuvo a las tres.

—¡Eh, Chiara!

Chiara se giró lentamente, viendo a Pedri acercándose hacia ella con un balón bajo el brazo. Andrea y María intercambiaron miradas mientras a su lado, Chiara sintió cómo su corazón daba un pequeño salto.

—Bueno, nosotras ya nos vamos —anunció María, exagerando su tono inocente—. Te esperamos en los vestuarios, Chiara.

—Tómate tu tiempo —añadió Andrea con una sonrisa pícara, antes de que ambas desaparecieran entre risas antes de que Chiara pudiera protestar.

Suspiró profundamente mientras se maldecía mentalmente, pero tuvo que mantener sus nervios a raya cuando Pedri llegó a su lado.

—Creo que se os ha olvidado recoger esto —le dijo Pedri, levantando el balón mientras se detenía frente a ella.

—Gracias —respondió Chiara, tomando el balón y sujetándolo contra su cadera—. Aunque no creo que fuera mío.

—Bueno, cualquier excusa es buena para venir a hablarte, ¿no? —dijo Pedri, con esa sonrisa de lado que lograba desarmarla.

Chiara intentó mantener la compostura, aunque sentía que el calor subía a sus mejillas.

—¿Así que necesitas excusas para hablar conmigo? —replicó, levantando una ceja en un intento de sonar despreocupada.

—No, pero no quería interrumpir vuestra reunión secreta —rió Pedri.

Chiara negó con la cabeza, rodando los ojos, aunque la sonrisa no tardó en aparecer en su rostro.

—No era nada interesante, si eso es lo que te preocupa.

—¿Seguro? —Pedri ladeó la cabeza—. Porque creo que alguien estaba hablando de mí.

Chiara sintió cómo se le aceleraba el corazón. ¿Había escuchado algo? ¿Alguien le habría dicho algo? Intentó mantenerse tranquila, pero la pequeña sonrisa burlona de Pedri no ayudaba para nada.

—¿Y si fuera verdad? —respondió Chiara, optando por seguirle el juego.

—Entonces creo que tengo derecho a saber qué es lo que se dice, ¿no?

Ambos se miraron por un instante. Pedri la miraba arqueando una de sus cejas mientras Chiara esbozaba una sonrisa. Casi que le dolía la boca de tanto sonreír.

—Pues nada interesante, tranquilo —respondió ella—. De todas formas, lo que digan no te importa, ¿verdad?

Pedri sonrió, desviando la mirada por un momento.

—Eso depende —dijo Pedri, dando un paso hacia Chiara que hizo que tuviera que alzar su mirada para sostenerle la mirada—. Si lo dicen tus amigas, probablemente sea algo importante.

Chiara soltó una pequeña risa, pero antes de que pudiera responder, Pedri dio otro paso hacia ella, con una expresión que mezclaba diversión y burla cuando vio que Chiara aguantó su respiración.

—¿Sabes? Por ahí están apostando sobre quién de los dos ganará la próxima vez.

—¿Ah, sí? —respondió Chiara, arqueando una ceja—. ¿Y tú? ¿Qué dices? ¿Tienes alguna oportunidad contra mí?

Pedri rio suavemente, inclinando la cabeza como si estuviera considerando su respuesta.

—Siempre me han gustado los retos —dijo con tono juguetón—. Pero contigo es diferente.

Chiara sintió cómo algo en su interior se removía ante esa frase, pero antes de que pudiera decir algo, Pedri dio un paso atrás, sonriendo con esa sonrisa que tanto la desconcertaba.

—Bueno, nos vemos en el próximo entrenamiento.

Y con eso, se giró y comenzó a caminar hacia los vestuarios masculinos, dejándola allí, con el balón en las manos y un millón de pensamientos corriendo por su cabeza.

Cuando llegó al vestuario, Andrea y María estaban esperándola, claramente emocionadas por saber cada detalle. Apenas Chiara cruzó la puerta, María fue la primera en hablar.

—¡Vale, suéltalo! —exclamó—. ¿Qué os habéis dicho?

—Nada importante —respondió Chiara, intentando sonar casual mientras metía sus cosas en la mochila.

—¿Nada importante? —repitió Andrea, incrédula—. Por favor, traes esa cara de que acabas de vivir una escena de película romántica.

—En serio, no fue nada —insistió Chiara, aunque no pudo evitar sonreír mientras recordaba las palabras de Pedri.

—¡Has sonreído! —exclamó María, haciendo que Chiara borrase su sonrisa de su rostro de inmediato—. ¡Chiara acabas de puto sonreír!

Chiara rápidamente le tapó la boca a María y miró alrededor de ellas, asegurándose de que nadie les había escuchado.

—María, que te podrían haber escuchado, tonta —le recriminó Chiara mientras ella le miraba de manera inocente.

—Es que has sonreído tan... enamorada —se burló María mientras imitaba su sonrisa.

Chiara rodó sus ojos mientras reía a su lado. Pero la verdad era que cada vez que recordaba esas conversaciones, esos piques y esos momentos con Pedri, siempre aparecían en ella esas sonrisitas tontas que por más que quisiera no podía quitar de su rostro.

—A Chiara le gusta Pedri, a Chiara le gusta Pedri... —empezó a cantar Andrea al ver la carita de enamorada que ponía la rubia, haciendo que María se uniera a ella.

—¡Idiotas, que os van a escuchar! —les dijo Chiara mientras intentaba taparles la boca, pero eso solo les animó a que siguieran cantando más alto.

Finalmente, Chiara se sentó en el banco del vestuario con un suspiro, aunque la sonrisa de la cara no se la pudo borrar nadie.

Algo estaba pasando entre ella y Pedri, aunque aún no supiera exactamente qué. Lo único que tenía claro era que aquel comentario de "contigo es diferente" iba a quedarse en su mente durante mucho, mucho tiempo.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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