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La cena romántica de Changbin y Christopher había comenzado, el coreano se tomó la dedicación de hacer la comida él mismo y decorar su propia casa de una forma elegante. Todo estaba saliendo perfecto, Christopher vestía un lindo vestido cómodo para su embarazo, el cual, volvía loco a Changbin, porque, incluso, en pijama, el coreano siempre encontraría atractivo a el australiano que tanto amaba.
Quería hacerle saber mucho que lo quería, confesarle su amor esa misma noche bajo la luz de la luna que entraba con timidez por la ventana que había frente a ellos.
Lo único que quería esta noche era que Christopher y él bailaran bajo la luz de la luna para besarlo en el momento indicado, no quería a nadie más que a él, ese chico que ahora estaba libre y listo para ser completamente suyo.
Así que cuando la cena concluyó, Changbin tomó la mano del menor por sobre la mesa y lo miró directamente a los ojos, estaba listo, pero los nervios no pasaban desapercibidos, era solamente Christopher. Sin embargo, Changbin no podía controlar ese palpitar desenfrenado de su corazón, era tan difícil incluso después de haberlo practicado tanto frente al espejo de su baño.
Sin embargo se armó de valor, iba a declararse aquí y ahora.
—Christopher, Christopher Minatozaki, tú sabes lo mucho que te amo —el menor asintió con un brillo especial en los ojos—. Eres lo más preciado que tengo y no quiero volver a sentirte lejos... —Changbin hizo una pausa—. Por favor, dime si estás listo para dejarme ser tu novio —él lo había hecho, había confesado sus anhelos y al terminar cerró los ojos esperando por una respuesta.
Un suave beso sobre sus labios lo dijo todo.
—Estoy listo incluso para ser tu esposo —Christopher susurró contra su boca con una sonrisa.
Y aquello no pudo hacer más feliz a Changbin. La idea de casarse con Christopher sería su nuevo propósito de vida.
Una cena romántica junto a una madrugada llena de besos y caricias fueron suficientes para que Christopher se sintiera como el hombre más afortunado del mundo, no era para menos, pues Seo Changbin era oficialmente su novio.
En sí, no todo era color de rosas para la pareja, puesto que después de un par de días, el juicio contra Sana comenzó, y para mala suerte de las chicos, Christopher debía estar presente al ser el demandante y afectado directo, cosa que a Changbin le preocupaba en demasía, pues el australiano debía mantener reposo y abstenerse de experimentar emociones fuertes como las que se presentaban en un tribunal.
Sin embargo, no había mucho que hacer, la ley era la ley y ahora Christopher se encontraba sentado al lado de Changbin presenciando el juicio contra su ex mujer.
—Señora Sana, usted afirma que jamás hirió al señor Minatozaki Christopher de forma física o mental haciendo algo en contra de su voluntad, ¿es correcto?
—Así es.
—¿Christopher miente?
—Es correcto —Sana respondió a la abogada Miyoui.
—Entonces, ¿por qué le firmó el divorcio?
—Él insistió, dijo que iba a acusarme de violencia doméstica si no firmaba, firmé y aún así lo hizo, ¡ustedes me mintieron! —Sana perdió la paciencia por primera vez.
—Entonces usted firmó para incubrir su delito —Mina afirmó.
—No, yo no dije eso, es normal que tuviera miedo cuando me amenazaban con dar pruebas falsas.
—Agradezco la mención de aquello, señora Minatozaki, su señoría, me encantaría mostrarle un par de pruebas recolectadas hace algunas semanas, son grabaciones del supermercado en donde el señor Minatozaki atacó por última vez a su esposo.
—¿Qué? ¡No! ¡No le crea, ella miente!
—¡Orden! ¡Orden en la corte! —el juez golpeó el mazo.
El video de las cámaras de seguridad fue reproducido, era evidente que aquello era real.
Esa y muchas pruebas más fueron reveladas desde el primer día del juicio, las abogadas de Christopher venían con todo, mientras que el abogado de Sana ni siquiera quería estar ahí presente, era obvio que defendía a una mala persona y él deseaba que perdiera, porque, a pesar de que fuese su cliente, directamente no era nada, el gobierno lo había asignado y recibiría el mismo pago sin importar si Sana ganaba o perdía el caso.
Así que teniéndolo casi todo a favor del demandante, el primer día de juicio había acabado.
Fue más fácil de lo que Jihyo y Mina se imaginaron.
Mientras tanto, en el consultorio de Chaeryeong, éste se encontraba teniendo un rato libre a causa de una cita cancelada por una paciente, por lo cual no encontró mejor idea que ir hacia el escritorio de Taehyun para platicar un rato con su hermoso asistente.
Estaba sentada sobre las piernas de su secretario, acariciando suavemente su cuello mientras el menor la sostenía firmemente de la cintura y susurraba un par de cosas a su oído. Ambos se encontraban en una especie de extraña relación luego de haberse besado en casa de la mayor después de que el chico hubiese aceptado ir a ver una película con Chaeryeong, se había divertido anteriormente con él en la cena a la que la coreana lo había invitado días atrás, por lo que no dudó en aceptar ir a su casa, pues se había dado cuenta de que todo este tiempo juzgó mal a Chaeryeong y no se había dado la oportunidad de conocerla realmente, ella era bonita, graciosa y muy atenta, por lo cual no pudo evitar caer ante sus encantos y besarla aquella tarde en su casa.
No le había pedido permiso para hacerlo, pero era más que obvio que lo tenía, pues Chaeryeong nunca se molestó en ocultar sus sentimientos por el contrario, y Taehyun se sentía afortunado por aquello, aunque era bastante reservado como para atreverse a pedirle ser su novia, sin embargo todo parecía marchar bien y Chaeryeong parecía feliz de sentir las manos de Taehyun vagar de forma traviesa por su cuerpo aún con su bata de uniforme estando de por medio.
Habría continuado moviendo sus caderas sobre el regazo de su secretario mientras éste amasaba suavemente sus pechos y le susurraba un par de cosas al oído de no ser porque su siguiente cita con otra paciente se aproximaba, después de todo ella seguía en el trabajo y debía portarse profesional estando ahí.
Pero el sonrojo de su rostro y el fuerte palpitar de su mojada intimidad la distraía, solamente esperaba con ansias terminar con éxito su jornada laboral.
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