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𝗢𝟭𝟲

Las duras palabras de Christopher aún resonaban en la cabeza de Changbin, había sido como una puñalada directo al corazón, él se había ido de su vida.

Para siempre.

Eso dolía, sin duda lo hacía. Ahora, Christopher esperaba un hijo de una mujer la cual Changbin odiaba con su alma entera, estaba tan lastimado y tan molesto, no con Chris, definitivamente jamás lo estaría con él, Changbin estaba molesto con el destino que a ambos les había tocado, porque él sabía que Christopher había sido el indicado. Era la persona correcta, simplemente la había conocido en el momento equivocado. Si tan solo hubiese llegado cinco años atrás, si tan solo él fuera su esposo, sabía que eso era algo imposible, pero Changbin estaba seguro de que la vida de Christopher no tenía porqué haber sido así.

Él era una persona bastante buena para sufrir de esa manera, era como un ángel que el mundo no merecía y sabía que el hecho de que el menor lo hubiese sacado de su vida, era a causa del miedo de que su esposa se enterase de la relación que ellos habían tenido, y mucho peor, cuando ahora Christopher estaba a punto de formar una familia con ella.

Todo se había ido a la mierda, Changbin debió sospecharlo, había sido demasiado bueno para ser verdad, Christopher era demasiado bueno para él, sabía que no lo merecía, pero quien menos le merecía era la mujer que estaba casada con él, una injusticia total que la vida le restregaba a Changbin en la cara.

Le era difícil concentrarse al momento de dar sus clases, pues en las noches después de terminar su turno, se iba a un bar a ahogar sus problemas en alcohol y regresaba a casa totalmente ebrio, para terminar con una gran resaca al día siguiente. Y, nuevamente repetía la rutina, una rutina tan sencilla, pero tan miserable, mañanas con dolores de cabeza, mareos, e incluso vómitos en algunas ocasiones, tardes de trabajo con la mente bastante distanciada de lo que realmente debía hacer y nuevamente noches con exceso de alcohol.

Creía que podía lidiar solo con toda su mierda, pero hoy, precisamente hoy, después de casi un mes con una rutina bastante desgastante, terminó casi inconsciente en aquel mismo bar, estaba tan alcoholizado... Toda la gente se había ido ya, pero él seguía ahí, tirado en la barra en busca de más bebida cuando los empleados ya le habían indicado que debía retirarse.

—Llamen a Chaeryeong —Changbin pidió, entregando su celular al empleado que le insistía en que ya era hora de volver a casa.

Y el joven lo hizo, tomó aquel celular para buscar entre los contactos a alguien llamada Chaeryeong.

El teléfono de Chaeryeong sonó despertándola a altas horas de la madrugada, no entendía la repentina llamada de Changbin, sin embargo, supuso que nuevamente él necesitaba desahogar los bajones que por las últimas semanas había estado teniendo, entonces, contestó.

—Señorita, le hablo desde Privilege Bar para pedirle si podría venir a recoger al dueño de este celular, está muy ebrio y nos pidió que la llamásemos a usted —la voz de un chico sonó al otro lado de la línea.

—Cuánto lo siento, en unos minutos estoy ahí —Chaeryeong respondió y colgó la llamada
comenzando a levantarse a toda prisa para ir en busca de su amigo.

Un par de minutos después, llegó a dicho bar y bajó de su auto para entrar a localizar a Changbin, yendo en su ayuda.

—Llamen a Chaeryeong —Changbin seguía pidiendo sin poder siquiera abrir los ojos.

—Dios mío, Changbin, pero, ¿qué te pasó? —Chaeryeong preguntó preocupada al llegar hasta donde Changbin se encontraba.

—Llamen a Chaeryeong —el mayor pidió de nuevo aferrándose a Chaeryeong.

—Soy yo, mi vida, yo soy Chaeryeong —ella habló tiernamente intentando llamar la atención de Changbin.

Pero todo parecía en vano, pues Changbin ni siquiera abría los ojos.

Entonces, Chaeryeong suspiró y se las ingenió para sacar fuerzas de donde no las tenía y cargar a Changbin hasta su auto.

Odiaba ver a su amigo de esa manera, le dolía que Changbin recurriera a la bebida en lugar de recurrir a ella.

Fugazmente, echó un vistazo al asiento del copiloto mirando el rostro relajado de un Changbin dormido. ¿Quién pudo haberle hecho tanto daño a su alma gemela? Era verdaderamente doloroso.

Una vez llegó a casa, aparcó su auto en el estacionamiento y nuevamente reunió todas sus fuerzas para bajar a Changbin del auto y llevarlo al interior de su hogar, no sin antes quitarle los zapatos.

"Maldición, sería incómodo si duermo en el sofá, pero tampoco puedo dejarlo aquí, tirado en la sala". Chaeryeong pensó, aún teniendo a Changbin en brazos.

—Solo no me vomites, por favor —Chaeryeong pidió llevándose a Changbin hacia su habitación, y sin más, dejándolo sobre su cama para después entrar ella a su lado.

Iba a dormir dándole la espalda hasta que sintió la mano de Changbin sujetar firmemente su cadera y tirar de ella.

—Hola, guapo, ¿quieres un mojito con limón? —el mayor habló dormido.

—No, mierda, ya no estás en ese bar, deja tus homosexualidades —Chaeryeong lo regañó, quitando la mano de Changbin de su cuerpo para minutos después sentir a Changbin entrelazar sus piernas y abrazarla.

Y Chaeryeong rió levemente, volteándose para abrazarlo de frente. Changbin parecía un niño pequeño queriendo dormir entre los brazos de su madre para ser protegido de cualquier pesadilla.

—Apestas a alcohol —el menor se quejó antes de cerrar sus ojos mientras acariciaba el cabello de su amigo hasta quedarse dormido.

Afortunadamente, Changbin no vomitó sobre Chaeryeong aquella noche, descansó tranquilo bajo los cuidados de Chaeryeong y despertó por el sonido de la puerta siendo abierta, viendo a la menor entrar con una bandeja de comida para él.

—Que bueno que despiertas, estoy a punto de irme al trabajo —la menor habló dejando la bandeja en la mesita al lado de la cama.

—Mi cabeza duele demasiado —Changbin se quejó frotándose los ojos.

—Date una ducha, cepíllate los dientes y tómate la pastilla que te traje antes de desayunar.

—Lamento molestarte de esta manera —el mayor se disculpó notando todo el esfuerzo que Chaeryeong había hecho por él.

—No es nada, sabes que siempre estaré para ayudarte.

—Yo... —Changbin hizo una pausa—. Creo que volveré a Corea.

—¿Qué mierda dices? ¿Por qué? —Chaeryeong se alarmó.

—Tal vez no logré adaptarme a la vida australiana, además, últimamente no me va muy bien en el trabajo.

—Mira, yo también he tenido problemas en el trabajo últimamente, pero no por eso dejaré algo que realmente vale la pena, Changbin, tú tienes el trabajo que muchos desean, no puedes desperdiciarlo solo porque sí —Chaeryeong habló sentándose en la orilla del cama mientras miraba a Changbin de frente.

—Chaeryeong, no lo entiendes, estoy pasando por un momento difícil.

—¿Es por el chico con el que te veías todos los días?

Changbin guardó silencio por unos segundos para después asentir lentamente.

—Nunca me dijiste su nombre —Chaeryeong recordó esperando a que Changbin lo dijera.

—Y será mejor que no lo diga, simplemente debería olvidarlo.

—¿Y dejarme con la duda? —la menor insistió.

—Bueno...

Entonces, Changbin lo pensó. No había problema alguno con decirle a Chaeryeong, Christopher no era el único hombre con ese nombre y no es como si Chaeryeong lo conociera. ¿Por qué no decirle? No encontraba nada de malo en hacerlo.

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