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𝗢𝟭𝟱

—Christopher, yo no puedo hacer nada más que darles los resultados a ambos y llamar a alguien que realmente pueda ayudarte.

—¡No! Deme los resultados a mí, mi esposa me matará si se entera —el menor pidió, asustado.

—Christopher, no puedo hacer eso, puedo pedir ayuda por tí si lo deseas —la coreana ofreció amablemente.

—Chaeryeong, por favor, no lo hagas, no tengo a donde ir si mi esposa me abandona.

—Hay muchísimos centros de protección maternal en Sidney, lo correcto es llamar a uno, ahí van a ayudarte.

—No quiero, Chaeryeong —Christopher estaba a punto de llorar.

—No es porque quieras, entiéndelo, lo necesitas y yo no puedo encubrir una infidelidad, maltrato doméstico y darles resultados falsos, porque corro el riesgo de perder mi trabajo o acabar en la cárcel.

—Eso no va a pasar, solo continúa haciendo tu trabajo y no te metas en mi matrimonio.

—Christopher, no.

—Solo la tengo a ella, Chaeryeong —finalmente las lágrimas de Christopher comenzaron a bajar por sus mejillas.

—Me tienes a mí, yo puedo ayudarte, solo déjame hacerlo —la coreana insistía bastante preocupada, tanto por Christopher como por su carrera.

—Que no, ya te dije que no tengo a dónde ir sin ella —Christopher lloraba.

—Puedes quedarte en mi casa si no quieres estar ahí, pero hay que tomar medidas legales.

—¡No! Chaeryeong, solo dame los malditos resultados a mí.

—Ya te dije que no puedo, no puedo cometer un delito, me esforcé tanto por graduarme, no puedo perder mi trabajo por encubrir a una abusadora.

—No lo estás haciendo, me estás encubriendo a mí, por favor, ayudame.

—Christopher, no te estoy ayudando.

—Por supuesto que no lo estás haciendo hasta que me des los papeles.

Chaeryeong se quedó en silencio y tomó nuevamente los papeles del escritorio antes de que Christopher pudiera quitárselos.

—Chaeryeong —Christopher gruñó comenzando a enojarse al ver que la ginecóloga había tomado de nuevo los resultados—. Ya he lidiado con esto por más de 5 años, ahora dame los papeles.

La doctora estaba asustada, ella jamás había cometido un delito, vino desde Corea para terminar su carrera en Australia y tener mejores oportunidades de trabajo, se había
esforzado demasiado para estar en donde estaba y no podía simplemente perderlo todo por un chico que se negaba a ser ayudado. Inevitablemente sus ojos se pusieron llorosos.
—Dame eso, Chaeryeong, no te pedí tu ayuda, solo ocúpate de tus propios asuntos —Christopher sujetó el otro extremo de la carpeta que contenía los resultados.

La mayor bajó la cabeza y fijó su mirada en la carpeta que aún sujetaba con fuerza.

—Chaeryeong, dámelo, ya te dije que no necesito ayuda —pero la mayor sabía que él sí necesitaba ayuda—. Chaeryeong... —Christopher la llamó tirando de la carpeta—. Chaeryeong, suéltalo.

Chaeryeong mantenía su agarre firmemente, a pesar de todo, él continuaba aferrándose a su carrera.

—¡Chaeryeong! —Christopher gruñó fuerte.

Entonces, Chaeryeong soltó la carpeta bajando totalmente la cabeza.

—Gracias —Christopher se levantó con dirección a la puerta del consultorio doblando la carpeta para meterla en su bolso.

—No deberías doblar esos papeles —la mayor habló seriamente.

—De todas formas nadie los verá —él terminó de meterlos y caminó hacia la puerta con la intención de salir, Chaeryeong se levantó llegando hasta donde él se encontraba—. ¿Y ahora qué? —soltó con fastidio al verla detrás de él.

—Si te vas sin decir nada, tu esposa puede sospechar, solo le diré que todo está bien —la coreana respondió abriendo la puerta de su consultorio.

En seguida, Sana se levantó preocupada al ver a Christopher con lágrimas en los ojos.

—¿Qué pasa, amor?, ¿por qué estás llorando? —ésta preguntó mostrando preocupación mientras limpiaba con sus pulgares las mejillas de Christopher—. Doctora, ¿está todo bien? —ella preguntó fijando su preocupada mirada en Chaeryeong.

Entonces, ella dudó un poco sobre lo que Christopher le había dicho. Sana parecía una muy buena pareja y era algo sospechoso que Christopher hiciera todo lo posible porque su esposa no supiera sobre su infidelidad, le parecía ilógico que si ella lo maltrataba, el menor insistiera tanto en esconderlo, porque si era verdad, entonces, ¿por qué no simplemente pedía ayuda?

—Todo está bien, señora Minatozaki —Chaeryeong forzó una sonrisa y volvió a hablar—. Christopher lloró de felicidad al saber que su primer bebé estaba en excelentes condiciones.

De todos modos, Chaeryeong había prometido guardar el secreto y no iba a romper su promesa así como así. Solamente esperaba que Christopher fuese cuidadoso.

—Entonces, ¿sería todo por hoy? —Sana preguntó sacando a Chaeryeong de su pequeño trance.

—Sí, es todo, agendaré su primera cita para la próxima semana y después nos veremos cada mes para hacer ultrasonidos, les mandaré los detalles por correo... Que tengan buen día —ella estaba a punto de irse.

—¿Y los resultados? —pero, Sana la detuvo con aquella pregunta, estaba algo confundida, ya que, se suponía que venían a recoger eso.

—Esos me los quedo yo, todo está bien, no hay de que preocuparse —Chaeryeong se despidió con una reverencia y volvió a su consultorio de forma apresurada.
Entonces, la pareja comenzó a irse.

—¿Seguro de que está todo bien, cariño? —Sana preguntó acariciando el hombro de su esposo y él asintió, caminando a su lado sin poder mirarlo a los ojos.

Christopher tenía miedo, sabía que guardarse ese secreto era peligroso, pero no podía decírselo si no quería acabar muerto o peor: acabar con un aborto espontaneo y maltratos nuevamente. No, no, él debía continuar fuerte y seguir como si nada hubiera pasado, ese hijo era de Sana y nadie más que él o Chaeryeong podían saber lo contrario, él continuaría casado y tendría la familia feliz que siempre quiso, ahora las cosas estaban yendo mejor, Sana estaba siendo buena con él, él había cumplido su parte dándole un hijo y ella también hacía la suya cuidándolo y queriéndolo como todos estos 5 años, en los cuáles no lo hizo.

Sin embargo, Christopher no se esperaba que una llamada de Changbin le llegara de la nada al regresar a casa, por suerte, Sana estaba en la cocina y él en la habitación, por lo cual esta no escuchó el sonido de la llamada.

Christopher corrió hacia el baño para responder la llamada, escuchando aquella voz que tanto había extrañado, pero no podía admitir.

—¿Christopher? —la voz de Changbin sonaba algo quebrada.

"Es normal esa voz en él, ¿no? Después de todo debe estar dando clases de baile a estas horas", pensó Christopher.

—¿Por qué me llamaste? —aquellas palabras habían salido más duras de lo que Christopher quiso sonar.

—Yo... Te extraño —admitió Changbin ante aquel regaño.

—Es peligroso que me llames, mi esposa está en casa.

—Lo siento, solo quería escucharte.

—Changbin, ya no podemos seguir siendo amigos.

—¿Qué? No te entiendo —eso había golpeado de manera brusca en Changbin.

—Ya no puedo tener nada contigo, Changbin.

—Pero, pero, ¿por qué, Christopher? ¿Te hice algo malo? Yo... No era mi intención, discúlpame si yo...

—Changbin, basta, estoy esperando un hijo de Sana, no sería apropiado que siguiéramos viéndonos —Christopher lo interrumpió.

Y dicho esto, el menor colgó.

Lo había destrozado todo, había acabado completamente con aquella dulce amistad que tanto apreciaba.

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