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𝗢𝗢𝟰

Una leve bofetada despertó a Christopher del sueño, no fue un golpe agresivo y eso lo agradecía, fue más como un leve empujón de mejilla para llamar su atención.

—¿Dónde está mi desayuno? —fue lo primero que Christopher escuchó por parte de su esposa al despertar.

—Yo... Lo siento, ahora lo preparo —respondió el menor intentando levantarse.

—Olvídalo, desayunaré en el trabajo, ya es muy tarde —la mayor aseguró saliendo a prisa de la habitación.

Christopher miró el reloj, aún era muy temprano para entrar al trabajo, sin embargo solamente asintió y miró a su esposo salir a toda prisa.

Pero eso no iba a amargar su mañana, faltaba poco para ver a Changbin nuevamente y sabía que sería divertido pasar el día con él.

Así que se vistió y tomó sus cosas para salir de su casa con dirección al restaurante donde había desayunado con él el día anterior.

No mentía si decía que amaba hablar con Changbin, adoraba que la plática fluyera entre ellos, no era necesario forzar nada, se sentía tan confiado a su lado.

Por desgracia, el tiempo con él pasaba de volada, pues una vez llegó al restaurante sintió como si solamente hubieran hablado un par de minutos. Al igual que el día anterior, la comida ya había sido terminada, pero su plática todavía no y seguramente no terminaría jamás si Christopher no tuviese que poner una alarma para regresar a casa.

Nuevamente cuando la alarma sonó para notificar que era hora de volver a casa tuvieron que detenerlo todo para finalmente despedirse y prepararse para ir a casa, uno de ellos se iría a descansar y el otro a sufrir nuevamente dentro de ese lugar al que no podía llamar hogar.

—Creo que debo irme —Christopher comentó comenzando a levantarse.

—¿Puedo verte mañana aquí? —Changbin pidió, quería hacer de esto una nueva rutina, pues se sentía cómodo con Christopher.

—Mejor no sigas gastando tu dinero en mí —el menor pidió.

—¿Ehh? —aquellas palabras confundieron bastante al coreano.

—Es decir, has pagado el desayuno por dos días seguidos, ¿por qué no mejor vienes a casa? Déjame invitarte a desayunar también —Christopher aclaró rápido.

—¡Claro! —el mayor aceptó enseguida, se aclaró la garganta y respondió de nuevo con más calma—. Por supuesto.

Y Christopher soltó una pequeña risita, se notaba el entusiasmo en Changbin y le alegraba no ser el único ansioso porque volvieran a estar juntos.

—Entonces te mandaré mi ubicación por mensaje.

—Está bien.
—Nos vemos —el australiano se despidió con la mano dándose media vuelta para salir del lugar.

Pero Changbin lo tomó por la cintura y le atrajo nuevamente para dejar un beso en su mejilla izquierda, muy cerca de sus labios.

—Te veo mañana, precioso —Changbin susurró a su oído y dicho esto salió de aquel restaurante.

Christopher estaba pasmado y con la piel erizada, todo había ocurrido tan rápido, acaso, ¿changbin le estaba coqueteando? ¿O era eso algo normal para los coreanos?

Sin embargo no podía continuar pensando ahí parado, debía llegar a casa y preparar el almuerzo para su esposa. Así que mientras caminaba siguió pensando en lo que había ocurrido con Changbin, no podía evitar admirar la confianza que el mayor parecía tener, estaba impactado.

Seo por su lado se moría de vergüenza, ¿qué diablos había sido eso y por qué creyó que era una buena idea despedirse así? La pena le estaba cacheteando fuerte después de haber cometido aquel acto tan atrevido al casi besar a Christopher, solamente llevaba cuatro días de haberlo conocido, ni siquiera había visto su rostro por completo y acababa de casi darle un beso, Changbin no dejaba de arrepentirse de haberlo hecho, temía que después de eso Christopher se enojara y no volviera a hablarle.

Sin embargo todos esos pensamientos negativos desaparecieron cuando un mensaje llegó al teléfono de Changbin y al abrirlo se encontró con la ubicación que Christopher le había mandado, no podía esperar a que fuera mañana.

El resto del día para Changbin no fue tan diferente, él se ejercitó un poco y continuó una aburrida tarde viendo películas solo para después irse a dormir.

Mientras tanto, Christopher no tenía el privilegio de relajarse de la misma manera, no cuando estuvo todo el día preocupado por su esposa que no volvía a casa. Era cierto, ella era una mala mujer, pero si algo le pasaba o lo abandonaba, Christopher no podría mantenerse solo, no tenía un trabajo, pues su mujer se lo había prohibido, no tenía dinero, sus padres vivían en otra ciudad de Australia y por si fuera poco no tenía amigos que pudieran ayudarlo. Simplemente no tenía a donde ir.

Sin embargo después de horas preocupado su esposa apareció como si nada en la casa.

—¿Dónde estabas? Me preocupaste mucho, ¿está todo bien? —el menor se acercó a preguntar.

—Solo cállate un rato, Christopher, trabajé horas extra —y sin decir nada más el mayor se fue a la habitación ignorando a Christopher y la comida que esta le había preparado con tanta dedicación.

Entonces se preguntó por qué seguía cocinando para ella, muy pocas veces ésta probaba su comida, y la mayoría de las veces que lo hacía terminaba tirada en el piso por su mujer.

Sin embargo, solamente recogió las cosas y organizó un poco más la casa antes de darse un baño y finalmente dormir.

Por suerte, durmió tranquilo, tan tranquilo que solamente despertó por el sonido del timbre ser tocado, revisó la hora y notó que su esposa ya se había ido al trabajo, últimamente sentía que este se había vuelto como un fantasma, simplemente llegaba a dormir o gritarle para nuevamente pasar el día fuera de casa, y en parte, Christopher estaba agradecido de no tener que estar aguantándola todo el día. Estaba algo más cómodo si su esposa no estaba en casa, pero eso no quitaba el hecho de que seguía sintiéndose miserable por su matrimonio disfuncional. Sin embargo a pesar de la tranquilidad que estaba teniendo últimamente, él era consciente de que no siempre sería así, pues sabía que en menos de un mes los maltratos volverían si de nuevo no conseguía embarazarse.

Tuvo que dejar de lado todos sus pensamientos cuando el timbre volvió a sonar y miró un mensaje de Changbin en su teléfono, él había llegado.

Automáticamente, Christopher se levantó con un salto de la cama e intentó arreglarse lo más rápido posible para ir a recibir a su amigo coreano. Y nuevamente ocultó sus heridas bajo un par de gafas oscuras.

No pudo evitar sonreir al ver a Changbin en la puerta de su casa, ese hombre poco a poco comenzaba a ser muy especial para él.

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