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— ¿Por qué duele aún, Nam? —Preguntó sintiendo las caricias en su cabello relajándose, su cabeza descansaba en el regazo del menor.
Namjoon negó con la cabeza
— No lo se, hyung.
— Has escuchado las historias de desamor de mucha gente. ¿No te da una idea?
El menor rió, asintió y dijo:— Sí, he escuchado muchas de ellas pero eso no significa que lo sepa ─Cortó abruptamente su respuesta, pensó en ella y dejó un silencio. Retomó la palabra cuando se sintió listo para responderla─. Aunque creo, no lo sé, solo creo que, ─dijo alargando la última palabra─ quizás lo estas pensando demasiado, o en todo caso, que es lo más probable y obvio, aún sientes algo por ella ─sonrío y su dedo enrollo un mechón negro─. Pero cada historia de amor es diferente, Hobi.
─Sé que todas son diferentes, Joonie. Me siento algo confundido, no sé si aún la amo.
El silencio se prolongó en la salita y sus respiraciones sostuvieron un ambiente tranquilo.
Namjoon levantó un poco su cadera y se deslizó dejando que su cabeza pudiese descansar en el respaldo del sillón. Estaba cansado, tenía tareas que hacer, pero en su mente se repetía que él podría hacerlo rápido y sin problemas, después de todo era uno de los mejores estudiantes de la universidad, por ello era respaldado por una beca completa. Piensa entonces, que no debe apresurarse. El sueño empezó a abrazarlo, no duró mucho tiempo antes de caer en merced de Morfeo.
Suaves ronquidos salían de sus esponjosos labios, avisando su estado a Hoseok. El mayor se levantó y sonrió ante la divertida imagen: Namjoon con la boca entreabierta y su cabeza inclinada hacia un lado.
Amaba la compañía de Namjoon, no solo por el hecho de ser reconfortante y amable, si no también por la manera tan grata en la que sacaba de él toda la tristeza que le embargaba y obstruia su camino a eso a lo que llamas felicidad. Cuando Hoseok estaba con Namjoon, podía sentirse pleno, se sentía capaz de dar mimos y amor al muchacho que estaba dormía en su apartamento.
Corrió hacía su habitación y se subió a su cama, estirándose para alcanzar la parte más alta de su armario, tiró de la punta de la sabana, tomándola en sus brazos. Se bajó de la cama y caminó por el pasillo hasta la sala. Namjoon estaba en una nueva posición, acurrucado en la esquina del sillón.
Eso le hizo a Hoseok recordaba cuando Yoongi vio a Namjoon por primera vez. Él, Hoseok, había descrito al menor como: «una linda bolita de amor en movimiento», a eso, su amigo negó diciendo, "¡Carajo, como dices, si es gigante!". Estaba en lo cierto, para Min, Namjoon era muy alto pero finalmente llegó el dia en que se conocieron, donde hablaron e intercambiaron puntos de vista, la perspectiva de Yoongi dio un giro total.
Yoongi sabia bien que, sí, Namjoon era amor encarnado. Aquella mención le recuerda también cuando Kim habló de música con su amigo, en su momento el menor comentó acerca de una canción que habia producido, hablando sobre el amor. Cuando la escucho la adoró, le gustó pues al escucharlo cantar no sintió la tristeza intensa en su corazón ante el recuerdo de un amor fallido, a diferencia de lo que pensaba, se sintió cálido. De alguna manera sintió que esa canción se dirigía a él y no le molestaba la idea. Nunca lo haría.
Sacudio su cabeza y le miró. Se suponía que debía arrojar la cobija sobre el moreno y no sé, sentarse a ver televisión o comer, pero su mente no quería aceptar esa desdichosa opción.
─ Nam ─llamó─. Nam.
Namjoon entre sueños golpeó la mano que se acercaba a su rostro y volvió a acurrucarse. Hoseok rodó los ojos ante el rechazo involuntario y pasó uno de sus brazos por debajo de las rodillas del chico y otro bajo la nuca. Lo cargó estilo nupcial y le llevó hasta su cuarto, agradeciendo a su trabajo por darle un buen estado físico, así podía cargar a Namjoon sin problema. Lo dejó delicadamente sobre la colcha de la cama y volvió a la sala por la cobija; caminó a la habitación y se acostó junto al menor, abrazando su cintura. El aroma de su cabello y piel cosquilleo en su nariz, se permitió inhalar, sintiendo a su corazón derretirse como el helado en verano al tener a Namjoon en sus brazos.
Ese era el encanto de Kim Namjoon.
Él era infinitamente feliz cuando estaba con el menor, porque cuando él no estaba la felicidad de consumia y solo quedaba, algo insignificante.
Hoseok grabó en su memoria el bonito rostro del muchacho, sus rasgos suaves pero duros, su pequeña nariz de bolita, o sus largas pestañas acariciando sus sonrojadas mejillas.
Le gustaba esto.
Ese todo.
─ Duerme bien, Joonie.
...
─ ¡Mierda, hyung! ─Gritó el moreno empujando lejos al mayor.
Hoseok aun aturdido miró al más joven corriendo de un lado a otro, como si recordará algo se iba en otra dirección mientras susurraba cierto improperio una y otra vez.
─ Mierda. ¡Ah!
Se sentó con lentitud y bajó sus pies de la cama. Pudo haberse quedado mirando un zapato si no fuera por el sonido de cosas caer en su sala. Abrió sus ojos de golpe y parpadeó seguidamente intentando enfocar con normalidad. ¿Qué estaba haciendo, Namjoon? Deslizó su mano con lentitud por la mesa de noche y tomó su celular, pidiendo la hora; 2:19 a.m.
─ ¡Namjoon, por el amor de Dios! ¿Por qué carajos te levantas a esta hora? ─Vocifero, saliendo de su habitación. Sus pies descalzos sentían el frío suelo de la madrugada, pensó que debía ir por sus pantuflas pero ya estaba muy lejos para eso.
El menor rodó los ojos, mientras recogía lo que tiró por accidente y tomaba con velocidad su maleta y carpeta.
─ Soy estudiante. ¿Sabes, hyung? Y tengo deberes.
Hoseok se quedó callado mirándole.
─ Puedo ayudarte; no tienes que irte. ─ofreció y sonrió al saber que esas palabras salieron de sus labios sin pensarlo y solo podía significar una cosa.
Su corazón habló por él.
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