10.
Harry realmente no puede poner en palabras lo mucho que ama a Louis.
Había sido difícil, mierda, había sido jodidamente difícil. Y de alguna forma, lo estaban sobrellevando.
Los primeros seis meses fueron los más difíciles. Con solo dos aplicaciones por mes, una al inicio y otra a la mitad. Su cuerpo parecía resentir cada pequeño cambio.
Piel sensible que Louis se encargo de cuidar con tonicos especiales. Músculos lastimados que Louis alivio con masajes constantes. Golpes de calor y fiebres repentinas para los cuales Louis siempre estuvo preparado con compresas frías y un selectivo botiquín de energía que Louis se dedicó a etiquetar con cuidado marcando las dosis y funciones exactas de cada pastilla. Hasta una bitácora de síntomas que Louis lleno intentando mejorar su caligrafía.
Fueron tardes enteras donde sus brazos representaron el único consuelo para el desequilibrio hormonal que agitó las emociones de Harry y sesiones de spa casero semanales porque a Harry le entristecía los cambios en su cutis que las hormonas provocaban.
Incluso tomo un curso intensivo de cocina en línea, porque tendría que ayudar a Harry a no saltarse ni una sola comida. Entregando en las mañanas un casi perfecto desayuno acompañado del cóctel de vitaminas que Ellie recomendó.
Y luego, los síntomas dejaron de presentarse. Así que la cita siguiente a ello, la Doctora con una sonrisa en el rostro les dijo que el ensayo avanzaba con éxito.
Que tras los primeros seis meses, finalmente, su cuerpo se había habituado a ello para empezar con los primeros cambios.
Nada muy grande aún. Simplemente sus análisis de sangre reflejaron niveles hormonales estables de hormonas que antes no siquiera estaban.
— Esto es rápido, muy bueno. — ella había dicho. — Tu cuerpo lo está recibiendo muy bien. Eso implica que podemos aumentar las dosis sin riesgo alguno.
Y así paso el año siguiente, con cuatro dosis por mes. Una cada semana.
Más síntomas se presentaron y Louis dio con alternativas creativas para sobrellevarlos. Baños calientes con infusiones herbales, sesiones de yoga en pareja y más medicamentos añadidos a su botiquín.
Complejos físicos al estar cada vez un poco más expuesto en las campañas de ropa pero que Louis aseguro, eran injustificados. Pues seguía luciendo igual de atractivo que siempre y que sus miedos por haber subido de peso eran simplemente parte de los cambios hormonales.
Pero que al compartir su intimidad, sea en un baño relajante, en la ducha, en su cama o en las múltiples áreas de su casa... Louis simplemente disimulaba una sonrisa al posar sus manos en las caderas de Harry, sintiendo su nueva forma. Más ancha, más suave. Tan dispuestas para soportar un embarazo.
Y sonreía un poco más cuando se vestían. Notando las camisas solo un poco más ajustadas en sus pectorales. Bien podría ser el ejercicio, Louis lo sabía, pero le gustaba imaginar la posibilidad de ver algún día a Harry alimentando a sus hijos.
Y nuevamente, se detuvieron.
Entonces las dosis se convirtieron en dos cada día, aumentando sus lesiones en el abdomen. Pequeñas marcas en tonos amarillos, verdes y violaceos que crearon una línea en toda la parte baja de su vientre. Pero que poco dolían gracias a los extremos cuidados con los que Louis preparaba su piel antes y después de la inyección.
Lo cierto es que, ante los comentarios positivos de la doctora ambos estaban emocionados y llenos de esperanza por estar un poco más cerca.
Pero ambos continuaban en silencio, juntos, sin decirle nada a nadie sobre sus pequeños planes. Demasiado asustados como para compartir en voz alta sus sueños pero con la certeza de que al cerrar los ojos tenían los mismos anhelos.
Proyectos iniciaron y terminaron. Dunkirk había quedado atrás hace un tiempo abriendo la puerta a muchas más producciones. Un segundo álbum para Harry y un debut como solista para Louis cada vez más cerca tras haber pasado una temporada siendo juez en The X Factor.
Una gira a la que Louis se negó ir dejar solo a Harry, acompañándolo así por todo el Love On Tour. Y mierda, que bueno que lo había hecho.
Porque fue en el escenario, justo después de haber interpretado Kiwi por tercera ocasión gracias a los gritos de las fans que los síntomas golpearon de nuevo. Y cuando las luces se apagaron, Harry, colapsó.
Cayó sobre sus rodillas solo unos segundos antes de que Louis saliera corriendo hacia el con su inhalador, una botella de agua y el botiquín bajo el brazo.
— No. Por milésima vez no necesitamos un médico, Jeffrey. Solo lo llevaré a descansar — había dicho con molestia. Cargando el peso de Harry sobre su cuerpo. — Número, Harry. — pregunta a su oído.
— Cinco. — responde, aún sosteniendo si inhalador. Preparando una segunda dosis solo por si acaso.
Jeffrey se acerca de nuevo. Y Louis cubre a Harry con su cuerpo. — He dicho que yo me encargo. — Jeffrey intenta esquivarlo — En serio hombre, vete a la mierda. Es la última vez que lo digo.
Jeffrey retrocede, alzando las manos y dando la indicación de que les permitan retirarse. Murmura un maricones que Louis decide dejar pasar solo porque no tiene mucho tiempo antes de que la fiebre de Harry empeore.
Llegan a su habitación de hotel, justo a tiempo para que Louis pueda poner cómodo a Harry. Y pese a que se controla el malestar, no puede evitar notar que fue uno de los episodios más graves que ha tenido.
Debe de abrazarlo con fuerza, refrescar su cuerpo tres veces en un lapso de una hora y sostenerlo con más firmeza aún mientras intenta doblarse sobre su abdomen, llorando por lo mucho que duele.
Así que toman sus siguientes dos semanas para regresar a Alemania y verse con la doctora.
Aquella visita no sale como planeaban.
Las paredes son las mismas, sin embargo algo se siente diferente. Tal vez los gestos de Ellie o lo insualmente silenciosa que se mantiene mientras prepara a Harry.
Saca más sangre. Pero cuando recibe los resultados no hay una sonrisa en su rostro. Solo manda a Harry a probarse una bata blanca de hospital y los dirige a una habitación a la cual no habían accedido con anterioridad.
Harry puede sentir un nudo formándose en su garganta, temiendo haberlo arruinando. Su corazón acelerandose a cada segundo de silencio.
Entonces la doctora le hace recostarse sobre una camilla fría, expone su abdomen, y aplica algo todavía más frío sobre su piel.
Ni siquiera apretar la mano de Louis puede calmar sus nervios del momento. Tiene tanto miedo.
— Bueno, caballeros, por favor miren a la pantalla. — ellos lo hacen. — Lo que vemos ahí... Bueno, es un útero casi funcional. Podemos dar inicio a la terapia genica para que podamos terminar con su desarrollo y tal vez en dos o tres meses más pueda darles las hormonas para que Harry pueda empezar con la producción de ovocitos.
— ¿Esta diciendo que...?
Ella sonríe.
— Si. En tres meses pueden empezar a intentar por un bebé, señores Tomlinson.
Y el mundo, parece detenerse en ese segundo.
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