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Chapter twenty-six

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❝ Nuestros caminos están destinados a encontrarse, Lee Felix. Quieras o no me tendrás a cada instante en tus pensamientos, seré la cicatriz que jamás sanará en tu cuerpo.❞

Chan frunció el ceño sin quitarle los ojos de encima al chico, Seungmin en cambio tenía la mirada puesta en sus lastimadas muñecas. Las cuerdas que el caníbal anteriormente le había puesto eran rasposas y en sus intentos por escapar se rasgaba la piel, sólo quería salir de aquel nauseabundo lugar.

—¿Qué te hace creer que yo te quiero cerca de Felix? —Expresó el tatuado a la defensiva cubriendo a toda costa al pelirrojo, no quería que ese tal Seungmin siquiera mirase al chiquillo.

—Puedo ser de gran ayuda, lo juro. —Se apresuró a responder el estudiante con temor y nerviosismo a ser rechazado, buscó con la mirada a Felix pero Chan volvió a taparle la vista una vez más. —Te lo suplico, no quiero ser atrapado de nuevo por Han.

Mark seguía inmóvil en la zona aún apuntando fijamente a Seungmin, sintió pena por el adolescente con hematomas, tenía su misma edad al igual que Felix.

—Channie, deja que Seungmin se quede. —Pidió Felix asomándose para ver a su compañero, a Seungmin se le iluminaron los ojos cuando lo vio pero trató de disimular al notar la posesiva mirada del mercenario. —Él trató de ayudarme la última vez.

—Mierda, Felix. ¿Estás seguro de que es confiable?

Los ojitos del chiquillo pelirrojo lo miraron con súplica, Chan supo que estaba jodido cuando cedió ante el pedido. Ese chiquillo sería su debilidad y perdición pero no le importaba, nada lo hacía desde que derribó sus barreras.

—Deja que se quede, Chan. Lo tendré vigilado.

—Bien. —Expresó el mercenario con brusquedad antes de dirigirse a Seungmin, lo tomó de la camiseta con fuerza. —Escúchame con atención, niño. Dejaré que te quedes con nosotros pero tan sólo un error me bastará para meterte un tiro por la cabeza. ¿Entiendes? No estás metiéndote con un simple matón, estás metiéndote con el peor.

—Está claro, muy claro. —Respondió el estudiante con rapidez, sus ojos miraban con temor y asombro al mercenario que tanto había admirado por los vídeos de la red oscura.

—Channie. —Le habló Felix con timidez tomando su mano izquierda, Chan aún tenía el agarre en la camiseta del estudiante con la otra mano. —Ven, hyung. Ya no te enfades.

El tatuado casi reía por las palabras del chiquillo, ¿No enfadarse? Era imposible no hacerlo.

—Una cosa más, Seungmin. Quiero que te quede claro que no me importa un carajo si alguna vez fuiste algo de Felix. —Manifestó con la voz más grave de lo normal, la mano venosa de Chan viajó de la camiseta hasta el cuello blanquecino de Seungmin apretando superficialmente. —Ahora me pertenece totalmente así que no se te ocurra posar tus asquerosos ojos de nuevo en él.

Seungmin asintió rápidamente jadeando dramáticamente por aire, el mercenario se carcajeó con burla antes de soltar su yugular.

—Chan, no podemos quedarnos más tiempo aquí.

—Tenemos que largarnos, el problema es que ya no tengo otro jodido lugar cerca. —El azabache acarició con sus pulgares los nudillos de la manita de Felix intentando brindarle un poco de calma. —¿Estás cansado? ¿Tienes sueño o algo?

—Quiero darme una ducha y dormir caliente, Channie. —Respondió el chiquillo pelirrojo recargando su cabecita en el hombro del mayor.

—Eso puede arreglarse, puedo mantenerte caliente de muchas formas, muñequito.

Chan soltó una ronca carcajada cuando visualizó los adorables mofletes sonrojados de Felix, el menor le dio un pequeño manotazo con indignación.

—Así no, Chan.

Mark miraba la escena que ambos protagonizaban con ternura, comía con placer la bolsa de galletas que tenía en las manos. El arma estaba de vuelta en su pantalón al no tener amenaza por parte del nuevo novato, se sentía como en las novelas que su madre veía cuando todavía vivía con ellos.

Por otra parte, Seungmin les miraba con anhelo mientras una pequeña sonrisa rota se posaba en sus labios. Había soñado tantas veces estar con Felix de la misma forma, aún seguía sin entenderlo. No lo eligió a él por ser un enfermo esquizofrénico pero eligió a un mercenario que le apartó de su familia y además con las manos manchadas de sangre que recibe dinero por matar a personas, ya sean inocentes o no.

—Tengo un lugar algo retirado pero servirá por un tiempo. —Habló el estudiante llamando la atención de los otros tres, Chan le miró de manera gélida antes de asentir no muy confiado.

—Llévanos.

Seungmin comenzó a toser con fuerza al abrir la puerta, polvo sucio había caído sobre su ropa y nariz dándole comienzo a su maravillosa alergia. Los otros tres hombres entraron a la casa sin importarle su estado, Felix se había girado angustiado pero fue jalado por Chan quien volvió a dirigirle una mirada asesina a Seungmin.

—¿Cuánto tiempo tiene la casa? ¿Dos siglos?

—Chan, creo que con que tenga camas es suficiente. —Mark posó su mano en el hombro de Chan intentando que no estuviera tan a la defensiva, el mercenario miró la mano en su hombro y el rubio la quitó con velocidad. —Lo siento.

El azabache ignoró sus palabras dedicándole su atención a Felix.

—Hey, ¿Por qué no vas a dormir? Estaremos aquí unas cuantas noches. —Sugirió cambiando su ronca voz a una más tenue, Mark quiso echarse a carcajadas por lo obvio y sosegado que se comportaba Chan cuando se trataba del pequeño en el grupo.

—¿Vas a dormir conmigo? Las ventanas me asustan...desde que ocurrió lo de Ji..

—Shh, claro que dormiré contigo, muñequito. —Le interrumpió ayudándole a subir por las escaleras, no quería que el menor recordara tan desagradables momentos con el idiota de Han. —Me tendrás como loco pegado contigo.

Felix soltó una risita finalizando de subir los últimos dos escalones restantes, Chan lo siguió hasta la habitación que elegiría. Optó por la última habitación, se sentía más cómodo y seguro.

—Miren al pequeño tramposo adueñándose de la cama, mal ahí. ¿Me dejarás en el suelo, precioso?

—Dejé un espacio pequeño para ti, Chan. —Señaló el lado vacío de la cama ocultando sus risitas, Chan se metió en el lado señalado y abrazó por la cintura al menor.

—Tú deberías tener el lado pequeño porque eres pequeño, eh.

—Gran lógica, Channie. —Refutó Felix burlándose del mercenario, Chan indignado dejó besitos por la piel acaramelada de su cuello jugueteando con sus clavículas.

—¿Te muestro mi otra lógica de mantenerte caliente?

—¡C-Chan, no hagas eso!

El pelirrojo balbuceó con dificultad cuando sintió los húmedos labios del mayor succionar con fuerza su cuello, probablemente tendría hematomas al siguiente día.

—Felix, quiero tocarte. —Susurró Chan de manera ronca cerca de su oído probablemente por la excitación, imposible de resistirse le mordió el inicio del lóbulo de la oreja. —Quiero hacerte mío ahora mismo.

Las caricias que el mercenario le brindaba al inexperto de Felix ocasionaba que su pequeño cuerpo se sintiera como si ardiera en llamas, ni hablar del dolor que comenzaba a sentir en su zona íntima.

—Felix, ¿Quieres esto?

La voz áspera y sensual de Chan provocaba mil espasmos en la polla del hormonado adolescente, lo incitaba claramente a pecar entre las sábanas del mercenario. Felix era inocente pero toda inocencia era corrompida por algo malévolo, en este caso el sentir el gran bulto de Chan restregarse contra sus glúteos al igual que sus grandes manos azotarle con fuerza era suficiente para corromper la cordura y inocencia del chiquillo.

—Chan, yo nunca... había besado a nadie a excepción de ti y tampoco he tocado aún a ningún chico. —Mencionó el pelirrojo con vergüenza, sus mofletes estaban coloreados de rojo al contar eso a sus diecinueve años pues todos sus compañeros de escuela ya habían tenido experiencias sexuales.

—...Tampoco a chicas. —Añadió al sentir la potente mirada posesiva del azabache, eso pareció dejarlo tranquilo ya que una sonrisa escapó de sus labios.

—Mierda, ¿De verdad fue tu primer beso? Aunque no puedes negar que no estuvo mal, te comí esa linda boquita muy bien.

—Mgh... Chan. —Jadeó Felix al sentir las venosas manos del mercenario colarse en sus pantalones, Chan acariciaba sobre la tela el miembro del adolescente mientras él mismo soltaba roncos suspiros que sólo hacían doler más su erección.

—No sabes cuánto me pone ser el primero en todo, lindo muñequito. —El mercenario restregó su miembro palpitante en los glúteos de Felix con insistencia, sus grandes manos también le daban atención de igual manera al bulto del menor.

Chan no resistió a aguantar más así que giró al pelirrojo observando sus ojitos brillosos por el placer que apenas había comenzado a darle, se colocó arriba de él mientras colocaba una de sus manos a un lado para sostenerse, cuidaba el detalle de no lastimarlo con su peso. Relamió sus propios labios antes de atacar la boquita de Felix con fiereza, sus belfos se movían sobre los de él en un apasionado beso que hizo que el mercenario casi sintiera que estaba a punto de llegar al orgasmo con la sola imagen del hilo de saliva que escurría en los hinchados y rojizos labios del menor, sus salivas mezclándose de una manera tan sucia y excitante.

—Eres tan bonito, Chan. Creo que me gustas. —Confesó con timidez el adolescente logrando que el mercenario se sonrojara violentamente.

—Joder, pequeño mocoso cursi. No me digas eso que me dará un infarto aquí mismo. —Le respondió acariciándole los lindos mofletes que tanto le encantaban, eran como dos masitas de azúcar. —También me gustas.

Chan evitó la mirada risueña de Felix, era mucha cursilería dicha por él mismo hasta hoy. El chiquillo derribaba todos sus cimientos al primer golpe y eso era crítico pero no le interesaba en lo absoluto, no con la dulzura llamada Lee Felix.

—Tócame, Channie. Hazme sentir bonito.

—Tú ya eres bonito, Lee Felix.

El azabache bajó su mano hasta a la entrepierna del adolescente, los ojitos ansiosos del pelirrojo fueron suficiente para que bajara su pantalón totalmente acompañado de su ropa interior, Felix soltó un gemido cuando Chan envolvió con sus frías manos su palpitante miembro.

—Te haré sentir todo el cielo y el infierno en una noche, dulce y frágil muñequito. —Habló áspero moviendo su mano para darle comienzo a un vaivén lento, Chan estaba fascinado con el lindo miembro rosado del menor. Sabía que probablemente pronto vería a su chiquillo jadeante por correrse por la estimulación.

—Oh, Channie... eso se siente muy bien.

El mercenario sin dejar sus movimientos en la entrepierna de Felix procedió a llevar sus húmedos labios a su mentón succionando de vez en cuando, el adolescente pelirrojo era un manojo de desastre y más aún al sentir los labios del mayor en su manzana de adán. El placer que estaba sintiendo era devastador, los besos del tatuado eran calientes y expertos, sabía lo que hacía.

—V-Voy a correrme, yo... mgh.

—Córrete en mi nombre, dulzura. —Le dijo moviendo sus ágiles manos con rapidez, la polla de Felix subía y bajaba de una manera tan obscena pero deliciosa ante la perspectiva del otro.

—¡Oh, Channie!

Los pupilas del mencionado se dilataron al escuchar su nombre salir de la linda boquita del adolescente, el líquido blanquecino había aterrizado en las palmas de Chan que con lujuria lo lamió ante la mirada avergonzada del pelirrojo.

—Me tienes adicto a ti, Felix. Tan jodidamente a tus pies.

—Hazlo... ya, Channie. —Pidió con la misma desesperación que el azabache poseía en ese mismo instante, ambos estaban ansiosos por tocarse y sentirse cuerpo a cuerpo.

—Espera un poco. —Le respondió mordiéndose el labio sensualmente, le dio un corto beso sobre sus comisuras antes de quitarle la camiseta que estorbaba. Los ojos de Chan acechaban todo el cuerpo expuesto del pelirrojo, todo en él era absoluto arte. Jamás sintió tanta ansiedad por dejar marcado ese cuerpo, por hacerle saber al mundo que Lee Felix tenía dueño.

No obstante, comenzó a descender con besos húmedos en el cuerpo acaramelado del contrario haciéndole suspirar en el proceso. Su lengua caliente jugó un poco con los pezones rosaditos de Felix para después bajar por su adorable pancita hasta finalmente llegar a su zona íntima, una vez en el lugar se fascinó completamente con la húmeda entrada.

—¿Estás listo?

—Oh, s-sí. —Balbuceó el adolescente ansioso siendo presa de la excitación y lujuria que corrompía su apreciada inocencia.

Eso fue una suficiente señal para que el hombre mayor hiciera introducción de sus dedos en el agujero de Felix, comenzó a moverlos con lentitud deleitándose con los dulces jadeos. Con la mano libre, Chan se acarició su propio gran bulto sobre la tela de su pantalón, estaba tan excitado que era doloroso seguir aguantando.

—Mgh, Channie...

El tatuado se desabrochó su propio pantalón a la par que bajaba sus bóxers, su mano se movía con frecuencia y su mirada estaba puesta en la manera en que Felix tenía pequeños espasmos al sentir sus dedos. Chan metió otros dos dedos en la zona estimulando, era un poco difícil entrar debido la estrechez.

—Mierda, Felix. —Soltó con voz grave deslizando su pene rápidamente, el líquido pre-seminal goteaba avisando del orgasmo del mayor. Jadeó gustoso con el placentero orgasmo pero estaba seguro de que el próximo con el adolescente sería mil veces mejor, cuando Chan decidió que el contrario estaba listo sacó sus dedos para bajarse el pantalón y la ropa interior hasta los talones.

El pelirrojo sintió el vacío envolverlo y estaba a nada de realizar un puchero pero la vista de los tatuados abdominales del mercenario lo hicieron babear, tenía un cuerpo tan definido y algo demasiado grande abajo.

—Hey, precioso. Ahora voy a hacerlo lento, mhm, ¿Estarás bien?—Le cuestionó subiéndose encima nuevamente, sus manos a los costados sosteniéndose.

Felix picó de manera adorable los abdominales del contrario, el azabache soltó una ronca carcajada fascinado por la ternura que destilaba.

—¿Desde cuándo tienes cuadros ahí, Channie?

—Desde siempre y ahora son tuyos. —Respondió besando sus hinchados y adictivos labios, antes de separarse tiró de su comisura inferior sacándole un quejido. —Entraré con cuidado.

Chan metió la punta de su polla con lentitud para después comenzar a adentrarse completamente ganándose los quejidos de Felix, se dedicó a besar su cuello para distraer el dolor al ser su primera vez en las relaciones sexuales. Espero unos cuantos minutos a que Felix le diera señales para poder moverse hasta que finalmente las manitas del adolescente tocaron sus caderas indicando que podía continuar.

—Muévete, hyung...

Comenzó a empujar sus caderas hacia adelante moviéndose en un ritmo tranquilo, el pelirrojo soltaba pequeños gemidos que quería evitar a toda costa por las dos personas que estaban en la planta baja.

—No hagas eso. —Gruñó Chan dándole una estocada con fuerza, el adolescente gimió sin poder evitarlo. —No vuelvas a callar tus gemidos, quiero escucharlos. Quiero que el hijo de perra de Seungmin también escuche lo mucho que me perteneces.

—Oh, Channie... se siente tan bien. M-Muévete más. —Le pidió en un desastre de sudor y respiración errática, sus hebras rojizas estaban revueltas por doquier.

El mercenario no necesitó que lo repitiera dos veces para comenzar a acelerar sus movimientos, su polla salía y entraba de Felix con rapidez haciéndolo jadear de manera exagerada. Sus estocadas eran certeras y fuertes dándole justo en el punto dulce que hacía enloquecer a Chan, el pelirrojo llevó sus manos a las hebras oscuras del mayor tirando de ellas mientras lloriqueaba.

—P-Puta mierda, Felix. No aprietes. —Jadeó entrecortado cuando los muslos rellenitos de Felix le apretaron en demasía ante el estímulo que recibía, la entrada suave del menor era tan estrecha que su polla difícilmente entraba y salía pero era tan placentero para ambos, casi haciéndolos delirar de locura. —Sólo yo puedo tenerte así, sólo yo puedo tocarte.

—¡A-Ah, así, Chan!

El adolescente jaló nuevamente las hebras oscuras de Bang sin poder evitarlo, la imagen del mercenario encima suyo moviéndose con sincronía era un simple pecado. Todo su torso estaba empapado de sudor, en su cuello resaltaban las tensas venas y sus largos rizos alborotados caían por su frente haciéndole lucir increíblemente caliente. Sus hormonas estaban a flote con aquel hombre.

—Me encantas, estoy terriblemente jodido por ti, mocoso cursi. —Confesó antes de estampar su boca con los belfos del adolescente en un adictivo y necesitado beso, Chan retiró sus manos de los costados para abrazar la cintura de Felix pegándose a él.

El azabache llevó su rostro a las clavículas del contrario mordiendo ligeramente, su polla seguía clavándose con certeza y rapidez en Felix mientras que el agarre de sus venosas manos en su cinturita se apretaba más.

—Mgh, t-tan bueno...—Logró balbucear el pelirrojo perdido en el placer que el tatuado le brindaba, pequeñas lágrimas corrían por su carita debido a lo bien que se sentía.

Chan notó las lágrimas del chiquillo así que mientras su polla se clavaba con fuerza en su interior le lamió las saladas gotas dejándolo más sonrojado que nunca. Los sonidos de la habitación eran tan ruidosos, la hebilla del cinturón caído de Chan y sus jadeos adueñándose de toda la casa seguramente, ninguno se preocupaba por el hecho de que Mark y Seungmin pudieran escucharlos.

—Creo que voy a corr...¡O-Oh, Channie!—El azabache le brindó un fuerte azote en los muslos que hizo lloriquear de placer a Felix, estaba tan desecho entre sudor y lágrimas. No obstante, el mayor llevó su mano hasta el miembro del pelirrojo iniciando otra estimulación que sólo lo hacía delirar.

—Hagámoslo ahora... joder. —Respondió con la respiración errática, gruñidos salían de su boca a la par en que la cama rechinaba exhibiendo la escena pasional que ambos protagonizaban. —T-Te dije que no aprietes, mgh.

Felix soltó un chillido llegando al esperado orgasmo, su abdomen estaba manchado de la blanquecina sustancia. Chan llegó al glorioso orgasmo unos minutos después llenando al adolescente con su esencia, sus roncos jadeos se escucharon de manera ruidosa mientras ambos trataban de recuperar el aliento ante la follada más increíble que probablemente habían tenido en su vida. El mercenario besó castamente los belfos del chiquillo antes de salir de su interior con lentitud, se acomodó entre las sábanas para posteriormente jalarlo consigo y susurrar en su oído:

—Nuestros caminos están destinados a encontrarse, Lee Minho. Quieras o no me tendrás a cada instante en tus pensamientos, seré la cicatriz que jamás sanará en tu cuerpo.

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