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Chapter twenty-four

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Nunca creí que volvería a ver tu horrenda cara de nuevo, Bang Chan.❞

—¡Devuélveme a mi mocoso, Chan!

Lee y Han estaban a unos metros de atraparlos.

—Mierda. Mark, rápido. —Se dirigió al rubio empujándolo para sacarlo del pequeño trance que había tenido, Chan comenzó a correr entre la gente con Felix.

Mark obedeció siguiéndolos por detrás, la gente tapaba la vista de ambos hombres.

—¡¿Qué mierda esperan, eh?! ¡Vayan a perseguirlos! —Ordenó Lee de manera tensa a sus dos hombres, Han también comenzó a correr detrás de ellos. Lee sabía que nada saldría bien así que con pesadez decidió emprender marcha también.

Chan siguió caminando con rapidez perdiéndose entre la gente, Felix apretaba su mano con fuerza, no quería irse.

—¡Detente ahí, Chan! La manzanita es nuestra. —Han seguía corriendo detrás de ellos, sus gafas de sol habían caído al suelo.

El mercenario gruñó ignorando los gritos del escandaloso de Han, soltó una gran maldición cuando se vieron interceptados por los dos hombres de Lee en una esquina solitaria. Estaban acabados.

—Channie... no otra vez. —Susurró el pelirrojo aferrándose al cuerpo del tatuado, Chan le correspondió de la misma forma. Nadie le arrebataría a su pequeño ángel de nuevo, primero se los lleva al infierno antes de que lo toquen.

—Eres mío para la eternidad, Lee Felix. No te dejaré ir.

—Vaya, vaya. —El empresario llegó al lugar seguido de Jisung quien tenía una encantadora sonrisa en su rostro, cínicamente saludó al pelirrojo. —Nunca creí que volvería a ver tu horrenda cara de nuevo, Bang Chan.

—Oh, Lee. Me vale verga si querías verme o no, ni siquiera te recordaba hasta hoy. —Soltó duramente ganándose la risa de Han Jisung, Chan apretó la cintura de Felix cuando notó que se acercaba.

—Ni te atrevas a ponerle una puta mano encima, Han. Te juro que te haré que te tragues tus propias bolas, traidor hijo de perra.

—Eres un grosero, Chan. —Respondió Jisung pasándose una mano por las hebras grisáceas, Minho seguía observando la escena seriamente. — Hola, Mark. ¿Debería decir que es un gusto volver a verte?

Mark se tensó observándolo de reojo, estaba detrás de Chan mientras en su mano escondía el arma.

—No lo es para mí, traidor.

—¿Traidor? —Han rió encantadoramente acercándose todavía más a los tres chicos. —Sólo miré a otros horizontes.

—Dejen sus mariconadas cursis para después. —Expresó Minho con frustración, sólo quería llevarse al mocoso y follarlo duramente.

Chan sintió la agitada respiración de Felix en su cuello, algo andaba mal en ello.

—Channie hyung... —Susurró aún escondido entre su cuello, Lee observaba fríamente la manera en la que el mercenario tocaba a lo que consideraba suyo.

—Hey, muñequito. ¿Qué mierda sucede? —Le cuestionó mirándole a los ojos, Felix se aferró a su camiseta para evitar caer al suelo. Chan lo sostuvo firmemente de la cadera mientras observaba el estado deplorable del chiquillo. —Felix, háblame.

—Han, ve por él.

El grisáceo asintió dando pequeños saltitos al acercarse, irradiaba felicidad cínica por doquier. Mark de inmediato le apuntó con la arma temblando un poco pero seguro de lo que hacía, los dos hombres de Lee apuntaron al rubio instantáneamente. No habría forma de salir vivo.

—Suelta esa arma, niño. Sabes que saldrás tiroteado por mis dos hombres. —Habló el empresario duramente dedicándole una penetrante mirada, Han esbozó una mueca de aburrimiento.

—Channie, n-no puedo... —Logró articular el pelirrojo sintiendo nuevamente el aire escapar de sus pulmones, el mercenario lo tomó del rostro obligando a que lo mirase. —Está sucediendo... de nuevo.

—¡Ajá! ¿¡Y planeas dispararme aquí? ¿Olvidas que hay gente? Tu fachada de empresario santo se caerá. —Mencionó Mark balbuceando sin dejar de apuntarle al caníbal.

Lee apretó su mandíbula con enojo y se quitó las gafas que poseía.

—¿Crees que van a creerte a ti, desgraciado? Te buscan por asesinato y ese imbécil de ahí está muerto legalmente. —Le dijo con ironía sin dejar de observar como la arma temblaba entre sus manos, sonrió con aires de superioridad mientras a su lado Han estaba ansioso por quitarle a Chan lo que quiere. —En cambio, yo soy un exitoso empresario y Han es el dueño de un famoso restaurante. Puedo decir que ustedes dos quisieron secuestrarme a mí también justo como lo hicieron con el mocoso.

—Felix, cálmate. Mírame a la cara, amor.

El mencionado observó a Chan con sus ojitos cristalizados, a pesar de tener las manos del mayor en su rostro no lograba calmarse. No con el miedo que sentía.

—Channie... no dejes... que-

—No te dejaré ir. Joder que no. —Lo interrumpió con brusquedad besándole en los labios sin importarle que estaba a nada de morir por Lee. —Naciste para ser mío, Felix.

—¡Tráelo aquí, Han! —Gritó Lee harto de la palabrería, el grisáceo se acercó a la pareja.

—No vas a tocarlo.

—¿Quién dice que voy a tocarlo a él? —Respondió coquetamente trazando líneas imaginarias en el pecho del tatuado, Chan le sostuvo de la muñeca con fuerza distrayéndose en la acción. —Ups.

Jisung aprovechó la oportunidad para atraerlo consigo y golpearle en al abdomen con la rodilla, los dos hombres de Lee rápidamente se acercaron tomándolo de los brazos.

—¡Carajo, Han! ¡Déjalo! —Le gritó Chan furioso intentando librarse del fuerte agarre de los hombros, por un momento logró golpearles a los dos en el rostro pero de inmediato lo atraparon antes de que siquiera se acercara al sollozante Felix.

—Hey, manzanita. Dame la mano. —Pidió Han mordiéndose el labio conteniendo sus ganas de reír, abrió su boca impresionado cuando vio al menor. —¡Wow! ¿Esto no te parece un déjà vu?

Felix soltó pequeños quejidos al no poder respirar de manera adecuada, estaba sufriendo al ser preso una vez más de un ataque de pánico.

Mark seguía paralizado, el arma estaba en sus manos pero Lee le apuntaba con otra muy cerca.

—Manzanita deliciosa, sabes que soy impaciente.

—Por favor, s-sólo... yo no puedo...

—¿No puedes respirar? ¡Lo hubieras mencionado antes! —Exclamó con falso enfado agachándose a la misma altura que Felix en el suelo. —¡Te pasaré respiración boca a boca!

—¡Déjalo en paz! ¡Mierda, Han! ¡Ya basta! —Los gritos desesperados de Chan hicieron que Lee se girara a verlo con ligera impresión.

Mark no resistió ver más la escena, era desgarrador ver como Chan luchaba desesperadamente por zafarse del agarre. Desesperado por no ayudar, sus ojos vagaron en Felix, él también sufría siendo víctima del ataque de pánico. Tenía que ayudar.

Y ayudó jalando del gatillo.

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