Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝗺𝘆 𝗱𝗮𝗻𝗴𝗲𝗿𝗼𝘂𝘀 𝗮𝗱𝗱𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𖠋

Note: ¡Hola, bienvenido/a! antes de empezar este libro me gustaría saber si quieren que haga el libro explícito o no. cabe aclarar que los únicos personajes que me pertenecen son Irisha y los Fedorov. (la trama está hecha a mi gusto) no tengo algo más que añadir, que disfruten su lectura.

0 x 1.

Irisha Fedorov, la niña que nació con unos preciosos ojos violeta, tan perfectos como la galaxia.
Cuándo Irisha era pequeña tenía una vida casi perfecta, no carecía de necesidades, sus padres eran doctores titulados que en alteradas circunstancias iban de par en par a prestar sus servicios al mismo gobierno Ruso.

En las cenas familiares, recordaba haber visto uno que otro hombre uniformado. De los que más frecuentaba era el que tenía cabello cenizo con un negruzco traje de corbatín, sin mencionar sus pares de oxford buñidos. Aquél sujeto siempre olía a ese perfume de vegetación cuando para de llover. Lo recuerda a la perfección, era exacto e impecable en cada cosa que hacía, de vez en cuándo se le acercaba para preguntarle cosas extrañas sobre si misma, y luego se retiraba con su compostura firme.

Cuándo cumplió dieciséis años le regalaron un vestido amarillo.
Esa vez la niñera la llevó a regañadientes a la habitación, temas de personas mayores estarían por discutirse en la planta baja del hogar de los Fedorov.

- Doctor Jash, tengo a doce de mis mejores niños en el laboratorio, todos han desarrollado sus dotes en diferentes edades y bajo distintas circunstancias.

Aventó la indirecta a gran escala hacia ambos aliados.

- Lo tengo en claro Doctor Martin, ¿sugiere que ya es hora de trasladarla a Hawkins?

El oji azul fue directo al grano.
- Es la única opción, les garantizo que ella encajará junto a los demás, tienen 10 minutos para despedirse, estaremos afuera esperándola.

La Doctora Hannia se entristeció al escuchar la noticia, esa joven era como la hija que nunca tuvo. Subió por las escaleras junto a Jash Fedorov.

El hombre con el que fingía ser una madre estaba muy seguro de las palabras del Doctor Martin Brenner.
Guardó algo en su bolsillo, cada vez que se acercaban a la habitación para Hannia era una alerta.

- Papá, mamá ¿que hacen? -preguntó la rubia de solo dieciséis años.

Se sentaron en su cama para conversar, Hannia veía a su compañero sacando por sus espaldas una jeringa automática con el fin de dormir a la chica.
Irisha comenzaba a preocuparse al ver el pálido rostro de su madre, Jash la abrazó.

- Calma niña, no pasa nada -comenzaba a estrujar a la joven con un poco de fuerza.

Ambos estaban dudando de lo que harían. La doctora giró su mirada a la joven, sus ojos destellaban cierto tono violeta en su esplendor, eran aterradoramente brillantes.
Jash por fin insertó la jeringa en el cuello de la chica.

- Escúchame Irisha, volveré por ti ¿si mi pequeña? lo prometo.. -

La niña poco a poco se iba perdiendo en el efecto del químico, estaba perdiendo la vista hasta quedarse en coma

LABORATORIO DE HAWKINS INDIANA
MAYO 1979.

Corredores silenciosos, puertas espaciosas enumeradas adornando el pasillo de un sitio donde los experimentos van más allá de lo común, niños. Y cuándo hablamos de niños no me refiero a esos que se la pasan andando en bicicleta o en casa viendo la televisión con una lata de pepsi y una rebanada de pizza. Hablo de niños especiales, con capacidades mentales extraordinarias o súperpoderes como en los cómics.
El proyecto arcoíris se centraba en desarrollar un control mental que le permita a un individuo mover un objeto con la mente, de esta práctica se en encargaba todo el equipo de Brenner, incluyendo en mismo gobierno ruso-estadounidense.

Cada pequeño fue secuestrado, y rapado, esto para no generar ninguna distracción, así todos estarían iguales, además de ser una marca distintiva para los dotados.

"Cualquiera puede desarrollar este poder. -afirmó Benner, contándole a uno de sus colegas‐ la cuestión es, que para hacerlo florecer se necesita de personas que tengan su mente en blanco para adaptarse mejor, es por ello que elegí a mis propios niños"

No obstante, mandó a tatuar a cada uno de ellos en la muñeca con un número que ahora eran sus nombres.

Una luz cegadora atravesó los ojos cerrados de la nueva integrante, abrió despacio la vista que le lastimaba, de fondo habían voces que de escucharse con eco ahora ya tomaban su forma auditiva. Olía mucho a medicina, era como estar en un hospital. Se sentó en lo que era una silla un poco inclinada, tenía una venda que pasaba por su muñeca, se miró por unos segundos los pies, tenía unas pantuflas blancas, la ropa que llevaba puesta sólo constaba de una bata simple de gran tamaño.

Sentía su cabeza muy ligera, podía sentir el fresco, al tocar su cabeza Irisha se exaltó demasiado. Estaba completamente rapada, y tenía miedo.
La puerta se abrió de golpe.

‐ número trece -se acercó el hombre de pelo cenizo a la chica, tomando su mano desesperadamente- ¿te sientes bien?

La rusa se quitó de su agarre, no entendía nada de lo que pasaba.

- soy yo, tu papá -se arrodilló ante ella.

- ¡tú no eres mi papá! -una mujer con una jeringa se acercó hasta la chica, pero él hombre la frenó con una mano, el se encargaría de esto.

Miró a Irisha directamente a los ojos.

- Entiendo que te costará tiempo adaptarte a tu nuevo hogar, hay mucho que necesito contarte, sólo te pido que pongas de tu parte.

La adolescente no entendía nada, pero algo en ella notaba la preocupación del mayor.
Ella asintió sin nada de seguridad, pues le aterraba más aquella aguja amenazante.

- Cuando naciste tu madre te raptó, yo necesitaba urgentemente ir a Hawkins para llevar a tus hermanos -se preguntaba si tenía hermanos internamente- así que sólo pude llevárselos a ellos, con el tiempo mandé a mis mejores soldados a cuidar de ti.

- ¿y que pasó con mi madre?

Brenner se quedó en silencio por un momento.

- te había abandonado, se fue del país, es por eso que necesito que te quedes conmigo, no quiero que sientas que te abandoné, ¿si?

Asintió un poco más entendida.
- ¿Entonces los que fingían ser mis padres eran tus soldados? -asintió concentrada la cabeza varias veces.

‐ ¿era necesario usar la jeringa? me lastimaron, mucho -brotaron lágrimas de sus ojos.

Los ojos de la rubia estaban cristalinos.
- No volverá a suceder cariño, no sabíamos como ibas a reaccionar, pero ahora ya estás en casa -puso su mano sobre la suya-

Irisha lo abrazó, sollozando.
- Si te portas bien esa jeringa no te tocará, ven -extendió su mano- conocerás a tus hermanos

La pequeña rusa saltó de su silla sin soltar la mano del Dr. Brenner, lo acompañó por el alargado camino, notó que en cada puerta habían ciertos números. De pronto comenzó a apenarse de sí misma, recordó que ahora estaba rapada, pensaba que sus hermanos se burlarían de ella creando chistes o cosas por el estilo. Pero no fue así, al abrir la puerta todos estaban con ese mismo estilo, se sintió más cómoda.

‐ Niños -todos se pusieron en una hilera en cuestión de segundos- ella es su hermana trece, recién se nos une-saludó tímida con la mano- quiero que la integren, trece ponte en frente de Once-Brenner miró a sus hombres de blanco y les hizo la seña de que estuvieran al pendiente de ella.

La rusa volteó en dirección a una niña que levantaba su mano para ayudarla a identificarla. Se posó en la hilera frente a ella.

En cuanto Martin Brenner salió de la habitación todos en el salón arcoíris se dispersaron, cada quién a hacer cosas diferentes. Unas niñas jugaban con cubos rojos, en lo que otros dejaban caer una especie de disco rojo que caía sobre distintos números.
Irisha se acercó a la niña que pintaba una flor, parecía ligeramente más pequeña que ella.

- Hola, soy Irisha -la niña seguía en su dibujo- ¿tú como te llamas?

- Once -contestó timidamente, parecía que temblaba cuándo le hablabas.

Tenía la cabeza rapada, y en su antebrazo el número correspondiente.

‐ Tu dibujo es muy bonito Once, ¿puedo dibujar contigo?- la niña la miró ilusionada, era cómo si nadie hubiera jugado con ella.

- Si -contestó de inmediato, haciéndole un campo en la silla.

La niña le extendió un crayón verde, Irisha lo tomó entre sus dedos e intentó dibujar, pero sólo conseguía quejarse del dolor de su muñeca, la menor lo notó.

- ¿Duele, verdad? -dejó de dibujar y le mostró su muñeca- así se verá después

- Si, ¿cómo es que nos hacen estas cosas?

- Es mejor que los castigos -la ojicafé miró hacia la puerta, luego a ella.

- ¿Castigos? -la menor asintió al escuchar su pregunta, todo lo decía con mucha cautela y seriedad, eso aterraba a la contraria- ¿que hay con los castigos?

El mutismo se produjo en un instante, ahora sé encontraban rodeadas de todos los niños avezados. La menor al sentirse intimidada bajó la mirada al suelo. Mientras que la chica oji violeta miraba como un chico mayor abría su bocota para hablar.

- Te recomiendo no juntarte con la consentida -se notaba el odio que le tenían- siempre nos regañan por su culpa, pero tú puedes ser parte de nuestro grupo, ¿verdad niñita? -se dirigió hacia Once para humillarla

- ¿y tú eres? -preguntó con ironía

Un joven rubio con traje blanco y zapatos clínicos veía atentamente la situación.

- Tu hermano, soy Dos -se presentó con ego.

- Mira Dos, no te lo tomes personal pero prefiero pasar el resto del día con Once, es muy dulce.

002 se rió frente a ella.
- es una torpe, ni para usar sus poderes sirve, tú escoges, encajar con nosotros o con la rarita.

Irisha se levantó, se puso justo frente al chico y con voz bien firme lo enfrentó.

- Once no es torpe ni rara. -se hizo hacia delante, haciendo retroceder al contrario- pero por si no te ha quedado claro, me quedo con ella.

La rusa se volvió a su lugar, a seguir jugando con la pequeña cuándo sintió que alguien la levitaba.

Era el mismo Dos, lleno de furia que la alzaba, Once trató de detenerlo pero una de las dotadas lo defendió haciendo que la castaña no pudiera mover sus brazos.

- Suéltala Dos, no querrás un castigo ¿cierto? -de fondo habló aquella voz calmada y varonil.

Un hombre rubio y oji azul preguntó con las manos entrelazadas, estaba tan calmado que parecía ser un sujeto muy pasivo.

- ¿Te encuentras bien? -preguntó revisando con delicadeza el brazo de la chica, ella asintió- Dos, pídele una disculpa a tus hermanas.

Él contrario se quejaba, pues no quería admitir que había molestado a las niñas.

- Lo... siento -soltó sin pizca de
remordimiento.

Irisha volteó a ver la mirada de su hermana, estaba más relajada, eso significaba que estaba segura cuándo había guardias en el salón arcoíris.
Brenner entró minutos después para una supuesta práctica en el salón del fondo, tras el ventanal de cristal. El ejercicio consistía en levitar una bola de boliche con una mano. Esto le parecía muy extraño, e imposible, pero recordar el incidente de hace unos minutos nada lo era. Cuándo fue el turno de la nueva, esta se acercó a la bola imitando los movimientos de sus demás contrincantes, con la mano estirada hacia la bola suplicaba que se moviera, pero no lo hizo. Se sentía estúpida por no poder hacerlo, era más difícil de lo que pensó.

- Niños, les pedí que integraran a trece -los hombres de blanco cuidaban las espaldas de Brenner, quién se paseaba frente a los pequeños- y dicha indicación no se cumplió, ¿quién fue el responsable de levitar a su hermana?

Nadie respondió, trece veía a los hombres de blanco, tres para ser exactos, uno barbudo con ojeras y el otro con ojos negros y bigote, los dos llevaban cara de gruñón. Al lado de ellos, estaba quién fue a ayudarla, parecía un buen tipo. Rubio ondulado, ojos azul celeste y buena postura.

- Once, ¿tu viste algo? -la pequeña que se encontraba a su lado miró a su papá por unos largos segundos y asintió con la cabeza- bien, Dos pasa al frente.

El chiquillo que era de los mayores en el grupo aproximó sus pasos, con la cabeza gacha.

- ¿Tú lastimaste a trece? -el muchacho tenía las mejillas rojas, estaba desesperado así que comenzó a tartamudear.

- N-no papá

- No me mientas Dos, te haré una nueva pregunta, ¿por qué lo hiciste?

El doctor suspiró con decepción al no obtener una respuesta de de parte. - pónganle el collar de castigo.

El hombre de barba le entregó un control a Brenner, luego fue hasta el cuello de Dos para colocar dicho objeto.

- No no papá, no lo h-hice ¿Once te dijo eso? ¿f-fue ella verdad?

La electricidad hacía que cada vez el mentiroso se quedara en el suelo retorciéndose y gritando, casi hasta quedarse inmovilizado. Los niños lloraban al ver a su hermano en ese estado, incluso Trece estaba sintiéndose mal por su hermano. Él rubio de vez en cuándo hacia gestos, era como si supiera lo que se siente recibir descargas eléctricas de ese tipo.

Martin dió por finalizada la sesión, un par de enfermeras se hicieron cargo del chico, todos volvieron a sus habitaciones a descansar unas horas.

Once le tomó la mano a Trece, caminaban juntas por el pasillo.

- Oigan, no deberían andar por aquí, vayan a sus habitaciones-las regañó el guardia.

- Me está mostrando donde queda mi cuarto -susurró en ruso- gorila.

La ojicafé se echó a reír, fueron hasta el cuarto de Once.

- Muy bonito tu cuarto Once- la menor lo mostró un dibujo- ¿esos son papá y tú? -la niña asintió- es un dibujo muy bonito.

Empezaron a llevarse tan bien que estaban riendo sin parar, era tanto el escándalo que un guardia entró al cuarto de Once.

- Están buscando a unas señoritas que hacen ruido, es mejor que Trece vaya a su cuarto, pueden jugar después-el oji azul sonrío.

- Lo siento -se diculpó la menor.

- No te disculpes Once, así son de bobas las reglas en este lugar ‐Once río con el comentario de Peter- ven conmigo antes de que las descubran -el rubio le extendió su mano a Irisha.

La rusa se despidió de su hermana con un abrazo, luego fue detrás del mayor.
- con cuidado que no te vean -dijo este- solo camina detrás de mi.

Le hizo la señal de seguirle el paso, así lo hicieron hasta llegar la habitación número trece.

- Gracias por ayudarme, soy Irisha -dijo la pequeña, este se sentó en su cama.

- No es nada, Irisha -decía pensando- tienes muy bonito nombre, yo soy Peter.

La oji violeta le sonrío.
En ese momento se dió cuenta de que el sujeto además de ser amable también era coqueto.

- Nunca había visto unos ojos como los tuyos -la chica se sonrojó, bajó la mirada por unos segundos, este seguía viéndola fijamente-no deberías de avergonzarte de ellos, a veces las cosas no comunes son las más bellas y poderosas ¿sabías?-este la miraba fijamente

- Supongo que tienes razón-sonrío sintiéndose intimidada

- Bueno ‐este hizo lo mismo pero ampliamente mostrando sus hoyuelos- tengo que irme, descansa Irisha

- Si, adiós Peter -este salió por la puerta.

Se quedó con la cabeza llena de preguntas cómo ¿por qué le ardían las mejillas cuándo estaba cerca de ella?
Su aroma a vainilla y perfume quedó impregnado en el cuarto, se recostó en la cama cerrando los ojos, pero cuando esta lo hacía se le venía a la mente el rostro del rubio, no sabía que sentir al respecto. Eso estaba muy raro, pero no fue todo, cuando se sentó de golpe en la cama las cosas sobre su escritorio estaban flotando, una gota de sangre cayó por su nariz la limpió con la yema de su dedo asustada al respecto.


_____________________

Gif by — mitchxlE

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro