O12
Changbin retiró la corbata de su cuello, tirándola al asiento mientras exhalaba el aire, en busca de poder quitar una parte del estrés que se había acumulado el estrés del día. Era su cumpleaños, y aunque no esperaba un día de descanso para celebrar, tampoco esperaba todas las tareas pendientes que se le habían incrementado para ese día en particular.
Su lobo aullaba en agonía, después de estar presente en la cafetería del omega todos los días después de su cita, aquel día que más había anhelado ver al castaño no había podido lograrlo por el hecho que se encontró dirigiéndose en la empresa desde muy temprano. Tampoco esperaba el hecho de salir en punta hacia las ocho de la noche, exigiéndole al chófer que pisara el acelerador para tener la mínima oportunidad de ver al omega a pesar de la hora que se trataba.
Con su corbata y saco desprendidos, los primeros tres botones de la camisa blanca desabotonados y las mangas arremangadas hasta los codos, no esperó que el beta se estacionara cuando abrió la puerta y cruzó la calzada con paso apresurado, encontrándose de frente con el letrero de "cerrado" en la puerta, desanimándolo. Su lobo se revolcó en tristeza, lloriqueando por haber perdido la oportunidad de ver a su omega en aquel día; ni siquiera le gustaba su cumpleaños, pero sentía que habría algo diferente en ese año.
Tratando de ver el interior, solo observó la soledad del lugar y una pequeña luz que provenía del área del mostrador. Cerró los ojos, resignándose a que volvería al automóvil y consideró la idea de ir a visitar al omega en su departamento, pero, ¿con qué propósito lo visitaría? Teniendo que formar una excusa, no tuvo que pensarlo mucho cuando sintió alguien acercarse.
Como si su lobo lo hubiera llamado, Chan se precipitó desde el almacén hasta la entrada con paso apresurado, pareciéndole adorable con su cabello particularmente esponjado aquel día y le pareció que tenía embarrada su mejilla con... ¿Glaseado? Se separó lo suficiente para que el omega abriera la puerta, quitándole el seguro antes de dejarlo pasar.
—Buenas noches, Christopher —saludó con una sonrisa tímida, entrando al local.
—Hola, Changbinnie —correspondió, cerrando la puerta—. Pensé que no vendrías hoy.
—Tuve mucho trabajo en la empresa, no hace mucho logré desocuparme —confesó, observando a su alrededor—. ¿Estás solo?
Asintió, jugando con las mangas de su camisa—. Jeongin no hace mucho que se fue, y traté de cerrar unos minutos antes para poder hacer algo.
—¿Hacer algo? Si estabas ocupado puedo irme, no quisiera quitarte de tu tiempo —se sintió mal por hurtar en la cafetería, haciendo el intento de irse, pero el castaño se posicionó delante suyo.
—¡No! De hecho, estaba haciendo algo para ti —con una mirada sonrojada, le señaló que lo siguiera.
Changbin se quedó pasmado antes de seguirlo, dirigiéndose hasta detrás del mostrador antes de que le pidiera que aguardara ahí. El alfa se removió ansioso ante la incertidumbre de lo que podía suceder, recargándose en la barra mientras esperaba que el omega saliera del almacén. Lo que no esperaba era verlo cruzar aquella puerta con un pequeño pastel entre sus manos, cuidando que la vela no se apagara mientras caminaba hasta posicionarse frente suyo y tender el postre frente a él.
—Recordé que me dijiste sobre tu cumpleaños, así que preparé este pastel para ti —sonrió, esperando que el alfa hablara. Por el contrario, el pelimorado no supo qué contestar ni cómo reaccionar, mirando perplejo el pastel que reposaba delante suyo en espera de ser tomado. Con manos temblorosas, lo agarró pero temió tirarlo, por lo que lo dejó sobre la barra que disponía atrás y se giró al omega, aún con la expresión de asombro.
—¿No te gustó? Debí de preguntarte sobre tu sabor favorito, pero sentía que serían muy notorias mis intenciones y no quería estropearlo, solo quería darte una sorpresa.
—No, nada de eso. Cuando vine aquí no esperaba nada de esto, así que estoy demasiado sorprendido, pero nada de ello me desagrada simplemente estoy agradecido por tu gesto —observó hasta el pastel, mirándolo a detalle—. Debo soplar la vela y pedir un deseo, ¿no es así?
Chan asintió, juntando sus manos sobre su barbilla—. Hazlo, pide un deseo.
Con una idea en mente, Changbin siguió la costumbre en pedir un deseo y apagar la vela, recibiendo una ronda de aplausos del castaño que le sacó una carcajada. Su risa y los aplausos acompañaban la soledad de la cafetería, rompiendo el silencio hasta que ambos cesaron y se miraron de frente, el omega mirándolo con emoción.
—También debes morder el pastel —lo alentó, pero el alfa negó.
—Conozco las malas intenciones de ello, prefiero pasar —comentó divertido.
El castaño hizo un puchero, pero estuvo de acuerdo—. Está bien, pero de no ser así entonces dime qué es lo que pediste.
—¿Contar mi deseo no sería de mala suerte?
—O se puede hacer realidad más rápido de lo que podías imaginar —sugirió, tratando de escuchar su deseo.
Pensando en su deseo, meditó la posibilidad de que se cumpliera en ese preciso momento.
Con un propósito en mente, dió un paso en dirección del omega hasta quedar frente suyo, inclinándose apenas para quedar a la altura perfecta del contrario.
—Mi deseo solo lo puede cumplir una persona.
—¿En serio? —el leve titubeo de Chan le provocó una sonrisa, poniéndolo nervioso—. Y es una sola cosa que en este momento puede darme, solo si acepta claro.
—¿Qué es lo que pides?
—Un beso tuyo, omega. Mi deseo es poder tener un beso de tu parte.
Chan se quedó perplejo ante sus palabras, ¿el deseo trataba de él? Y sobretodo, ¿había pensado en besarlo? Su lobo chilló emocionado, alentándolo a romper aquel espacio que existía entre ellos, ¿cómo sería un beso de él? Los nervios lo recorrieron, acompañado del deseo y el anhelo de sentir aquella conexión que su lobo le exigía por dar y recibir.
El silencio hizo que el alfa entrara en pánico, ¿y si había pedido algo demasiado personal? Lo último que quería era que la relación que estaban teniendo se pusiera incómoda, por lo que deseó no haberle dicho nada de ello y solo hacer que se olvidara del tema, pero, de manera inesperada, dos manos empuñaron su camisa antes de jalarlo hacía enfrente, sintiendo unos labios posarse sobre los suyos.
Chan tomó la iniciativa de dirigir el beso, pero tan pronto como Changbin retomó la compostura, recargó el cuerpo del omega contra la barra antes de posar una mano sobre su cintura y otra en su nuca, mejorando el ángulo del beso. La necesidad crecía en su interior, había ansiado tanto por ese momento que ahora que podía vivirlo lo estaba aprovechando, degustando el sabor del omega, empapándose de su aroma vainilla que expulsaba y los envolvía como una segunda piel junto con el aroma a chocolate amargo, y ¿acaso era un tercer aroma? Tan abrumados como se sentían como para tomarle importancia, solo dedicándose a entregarse al beso.
Las manos del omega recorrieron los brazos del alfa, erizándole la piel ante el tacto ajeno, necesitando sentirlo más. Sus labios llegaron a colisionar de manera desordenada, hasta que sintieron la falta de aire en sus pulmones y tuvieron que separarse, pero sin romper el agarre que tenían en el cuerpo del contrario.
Tanto Chan como Changbin contaban con las mejillas sonrojadas, recuperándose de lo que acababa de suceder. Fue en ese momento que ambos sintieron la necesidad de confesar todo aquello que habían acumulado, aquello que los había estado carcomiendo desde semanas.
—Deberíamos de hablar —Changbin fue el primero en hablar, reposando sus manos sobre las mejillas del castaño.
—Debimos de haber hablado primero —Chan comentó con diversión, haciéndolos reír.
—Tienes razón, pero supongo que con ello te das una idea de lo que quiero decir.
—Está bien, igual es algo que necesito aclarar contigo, pero me alegra que haya surgido la ocasión.
—¿Qué te parece hablar mientras degustamos el pastel?
Asintió, separándose—. Ve a tomar asiento, llevaré algo para tomar.
El alfa resintió su lejanía, pero sabía que debían tomar distancia para acomodarse en un lugar donde pudieran hablar de manera detallada todo aquello que los estaba inquietando. A regañadientes, recogió el pastel y se dispuso a escoger una mesa, era el momento de aclarar todo aquello que no los dejaba dormir.
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