── fin
Como era de esperarse, el rumor sobre ellos no paso a mayor cosa que simples habladurías entre los estudiantes.
La vida de ambos continuó con normalidad un par de semanas después de ello, antes de que cualquier chisme que los involucrase quedara completamente opacado, por una revelación que explotó en boca de absolutamente todos en la preparatoria.
Y es que incluso ellos quedaron sorprendidos, cuando Christopher y Minho llegaron al instituto como si nada, con ligeras sonrisitas en sus rostros mientras caminaban tomados de la mano, aún así presumiendo con descaro el lazo que habían concretado. Ambos alfas habían decidido revelarse al mundo como la pareja de enamorados que eran, lo cual- y en los pensamientos egoístas del pelinegro- fue un buen detonante para que dejaran de hablar del beta y él en un buen tiempo.
Los dos recuerdan perfectamente que, una vez pasada toda euforia y asombro, ambos fueron los primeros en dejarles en claro que iban a apoyarlos sin importar qué. Sabiendo que no la tendrían fácil, y que tarde o temprano sus caminos se iban a separar de los de aquella pareja, era un consuelo que ellos tengan en cuenta el apoyo que podían brindarles a pesar de todo y viceversa, todo lo ocurrido no hizo más que unirlos y ayudar a que una gran y cercana amistad se formara entre los cuatro.
De allí en más, el resto de los meses hasta la actualidad se han sentido como efímeros, el tiempo pasando frente a sus ojos sin dar tregua alguna, mientras vivían distintos momentos como en una montaña rusa de emociones.
Desde bobas discusiones entre ellos hasta peleas incluso físicas con algún otro estudiante, más que todo de parte de Hyunjin, quien no tenía miedo o limitación alguna a la hora de defender a sus dos amigos a capa y espada de personas venenosas y malintencionadas. Desde momentos tiernos y divertidos que pasaban juntos como pareja, hasta los más lujuriosos, con ese toque pasional que los caracterizaba y encantaba. Así fueron continuando sus vidas sin mayor complicación, su relación fortaleciéndose también con el tiempo.
Ahora, y poco más de un año después, ambos lograron graduarse de la preparatoria hacía un par de días, superando todos los exhaustivos exámenes finales y el temido proceso de selección. Los dos estaban conformes y felices con las opciones que eligieron para su futuro.
Desde hace tiempo tenían planeado el mudarse juntos a Namsan, lo más cerca posible de la familia de Jeongin, incluyendo a su madre. El beta había aplicado para una carrera en el "Gyeongnam Provincial Namsan College", mientras que el alfa planeaba empezar a estudiar en una escuela de cocina por aquella misma zona- una de sus mayores pasiones, y que había estado manteniendo oculta todo ese tiempo gracias a su conservadora familia-.
La razón de aquella importante decisión era simple, los dos tenían una gran confianza con la omega de pensamientos y mente liberal, sabiendo perfectamente que ella los apoyaba en todo. Además de que esta con ayuda de su hermano, director de la preparatoria, había podido montar su propio y modesto restaurante, con un ambiente cálido y platillos exquisitos al paladar, en donde el menor soñaba con poder empezar a trabajar cuando tuviera oportunidad, que considerando la opinión de la mujer al respecto no iba a ser en un futuro muy lejano.
La forma en que la madre de Jeongin había descubierto absolutamente todo sobre su relación fue un poco- bastante- vergonzosa. Pues, infortunadamente, en una de las varías veces que había ido con el mayor a Namsan, ambos hospedándose en la casa de la abuela de este, Hyunjin entró en su etapa de celo, el cual no tomó en cuenta con anticipación por la emoción del viaje de fin de semana.
Aún recuerda como la mayor había mandado a irse a una de las omegas y primas del beta, quedando solo ellos dos en la casa porque su novio se había ido de compras con su abuela, la cual tenía intenciones de hornear un pie de manzana para esa tarde. En cuanto la mujer regresó a la habitación en la que Jeongin y él se quedaban, se quedó sorprendida al encontrárselo frotando su entrepierna contra las sábanas mientras gemía el nombre del mayor cual omega, gruñendo de vez en cuando y rogando a la nada porque este lo follara, con su lobo teniendo el total y absoluto control de su cuerpo, mente y acciones.
Más no dijo palabra alguna al respecto, optando en vez por salir de la habitación y dejarle encerrado allí, sin poder darle ningún supresor porque su lobo se negaba a tomarlos. Una vez el beta llegó y notó el fuerte aroma a café cubriendo toda la pequeña vivienda sus ojos se abrieron de par en par, quedando aún más anonadado cuando su madre solo le soltó un "Después hablamos", dándole lugar a subir a calmar las necesidades de su pareja.
Luego de eso el menor no pudo mirar a la familia del mayor a los ojos, teniendo en cuenta lo ruidoso y ridículamente obvio que había sido. Sintiéndose aún más avergonzado cuando la madre de su novio solo le dio una pequeña charla, del porqué no tenía nada de malo el preferir tener el rol receptivo aunque fuera un alfa.
Aunque a final de cuentas, aquella reacción fue muchísimo más aliviadora y reconfortante que la de sus propios padres.
Esta última fue un poco más reciente, desencadenante también del que sus progenitores se enteraran de los planes que tenía una vez se graduara de la preparatoria. Ambos estaban en la habitación del alfa, poco después de haber tenido relaciones y llegado al orgasmo, aún con la euforia del mismo encima mientras se besaban con necesidad, en una posición completamente comprometedora.
Más específicamente, tenía al beta encima de su cuerpo y aún dentro suyo, mientras él rodeaba la pequeña cintura impropia con sus piernas así como el cuello contrario con sus brazos, manteniéndolo lo más cerca posible de sí. Cuando su madre irrumpió en su cuarto sin haber siquiera tocado la puerta con anterioridad, encontrándose de lleno con aquella escena.
Aunque se hayan separado y cubierto con las sábanas a la velocidad de la luz, era obvio por la cara que la señora tenía que habían sido vistos de pies a cabeza. Esta quedando atónita y callada por unos segundos- jodidamente asfixiantes si le preguntaban al alfa-, antes de pegar un grito con el nombre de su esposo que ninguno de los dos iba a ser capaz de olvidar.
En lo que respecta a lo demás de ese aberrante momento que Hyunjin deseaba no volver a recordar, fragmentos de histéricos gritos e insultos furiosos en dirección a ambos son los que vienen a su mente cada vez que lo hace. Fue tanto así que sin siquiera dudar un poco su padre sentenció la orden de que se largara de su casa para siempre- para ese momento los dos ya estaban vestidos-, el alfa asintiendo tenso mientras guardaba todo lo que podía en una maleta con brusquedad, con el beta a su lado manteniéndose callado, tanto su mandíbula como sus puños apretados en un claro signo de molestia, la única razón por la que se estuvo conteniendo fue porque el otro prácticamente se lo había rogado.
Aquella noche lloró, jodidamente que lo hizo, por más firme y dominante que se hubiera podido ver, al irse de aquella casa en la que fue despreciado por sus padres con la frente en alto, cada una de sus palabras se habían clavado en su organismo cual afilados puñales. Por eso fue que en brazos de Jeongin, estando en su departamento mientras este le dedicaba suaves caricias y palabras amorosas, dejó salir en forma de lágrimas todo el dolor acumulado de aquella fatídica tarde, desahogándose hasta la última gota que fue capaz de salir de sus orbes.
Dos semanas pasaron desde entonces, unos días después de la pelea su madre sorpresivamente había tomado la iniciativa en llamarle primero, donde ya pasado todo pensamiento y comportamiento impulsivo e irracional en base al enojo, le pedía disculpas al llanto vivo, pidiéndole que volviera y que no había querido decirle aquellas crueles palabras. Pero el daño ya estaba hecho, y así como el enojo de ella se había alivianado así lo hizo su propia tristeza, en su caso dando paso al resentimiento que le impedía perdonar a sus progenitores por el momento o dejar pasar el asunto como si nada.
Solo volvió a aquella casa para ahora si dejar en claro lo que planeaba hacer con su vida después de la universidad, así como para llevarse con más calma el resto de sus cosas. Allí fue que descubrió que solo su madre era la arrepentida por su comportamiento, pues su padre siguió dedicándole miradas de asco e insultos despectivos ante sus preferencias, durante el tiempo que estuvo por última vez en ese lugar, aún cuando recibía reprimendas de la omega por ello.
Y aunque las palabras de sus progenitores si fueron capaces de calar en su ser y afectarle, ni el más mínimo pensamiento de arrepentimiento cruzó por su mente en cuanto a toda su historia con Jeongin. Hyunjin estaba enamorado de él y viceversa, eran una pareja destinada después de todo y eso nadie iba a poder cambiarlo.
Por eso, en la fiesta de graduación que todas las secciones de su grado decidieron celebrar en conjunto- con bastantes estudiantes de otros cursos, entre invitados y colados, así como allegados de los graduandos-, recuerda como los dos estaban vestidos con trajes formales y mantenían sus vasos de alcohol a un lado de ellos. También el hecho de que tenían más de una mirada entre incrédula y sorprendida encima, a la que ninguno de los dos le estaba tomando la más mínima importancia.
Lo cual era algo lógico, pues sin inhibición o vergüenza alguna, Hyunjin estaba sentado a horcajadas en el regazo de Jeongin, frente a frente, este sosteniendo con posesión su cintura mientras sus bocas se mantenían unidas en un pasional beso, siendo un total espectáculo para los que lograron recordar aquel viejo rumor sobre ambos, que llegó a estar en boca de todos los estudiantes.
Mismo que el alfa y el beta confirmaron esa noche sin complicación alguna.
〔🧩〕
Hyunjin entró a la habitación de aquel hotel con una ligera sonrisa, teniendo varias emociones encontradas al estar regresando a la ciudad en donde creció, encontrándose a su pareja recostada en la cama mientras veía una película en la televisión.
Tres años habían pasado desde que se mudó de Seúl con Jeongin, y las cosas solo han ido para mejor desde entonces. Definitivamente era lo que necesitaban hacer.
El mayor estaba a poco más de un año de terminar su carrera universitaria y graduarse, mientras el menor ya había recibido un certificado en la escuela de cocina y ahora se encontraba en un curso de repostería los fines de semana, fuera de su horario de trabajo en el restaurante de la madre del beta. Vivían juntos en un departamento, lo suficientemente cerca como para caminar a sitios importantes como las tiendas o sus lugares de estudio, y si bien la convivencia entre ambos había tenido sus altos y bajos, estos últimos no pasaban de discusiones o peleas que terminaban solucionando en menos de un par de días.
Así fue pasando el tiempo hasta el día actual, en el que ambos decidieron emprender un corto viaje a la capital, producto de sus días libres y de extrañar a sus amigos. Se estaban quedando en un hotel, pues no querían invadir el departamento de Christopher y Minho, y por obvias razones el alfa no quería dormir en la casa de sus padres, por más que estos les hubieran ofrecido hospedaje a los dos con toda la cordialidad que les fue posible.
En la mañana de ese viernes, un día después de su llegada, sus caminos se habían visto separados. Jeongin se había encontrado en un café con Christopher y Seungmin- no sin recibir un par de gruñidos de su alfa, que incluso se frotó contra él para dejarle impregnado de su aroma-, mientras que Hyunjin había pasado a visitar a sus padres antes de encontrarse con Minho en la tarde.
Si bien la relación con sus progenitores no volvió a ser la misma desde ese día, para su alivio y estabilidad pudo ser capaz de perdonarlos. Si bien su padre seguía escéptico ante su elección de vida, al fin había parecido comprender que no iba a poder hacer nada más que aceptarlo, a menos que quisiera perder por completo a su único hijo. Su madre por otro lado era la que más se había esforzado por volver a unirlos, debía darle crédito, pues no dejó de llamarlo semanalmente para preguntarle con emoción sobre como iba su vida, diciéndole siempre al final lo mucho que le extrañaba. Además de hacer todo lo posible para que estuvieran juntos las dos navidades que pasaron después de su ida de la ciudad, lográndolo porque él no había tenido el corazón como para decirle que no a la omega que le dio la vida, sobretodo con los ojos suplicantes que había colocado al pedírselo.
Así que después de un tranquilo almuerzo con su familia, sin mayor cosa que destacar que las conversaciones sobre sus respectivas vidas, el pelinegro se había reunido con su amigo, donde se pusieron al día con todos los acontecimientos que tenían encima. Parecido a lo que el de cabello rubio realizó con sus respectivos amigos, pero como este solo salió a realizar aquello fue que consiguió llegar al hotel antes que el menor.
-¿Sucedió algo?- Preguntó con una de sus cejas alzadas, al ver los ojitos cristalizados del otro, que no había dejado de sonreír en ningún momento. Este se mantuvo en silencio mientras caminaba hacia él, aumentando su curiosidad en lo que se tiró a sus brazos sin miramiento alguno.- ¿Bebé?- Insistió al sentir como este de acomodaba mejor en su regazo, instintivamente rodeando la cintura del alfa con sus brazos.
-Es solo que el encuentro con Minho Hyung me dejó algo sentimental- Respondió al fin, ocultándose en su cuello, mientras se dejaba envolver por el sutil aroma a lavanda del beta combinado con el suyo propio.- También pensativo- Agregó, sacando su lengua y recorriendo con esta parte del cuello del mayor, sonriendo ligeramente al sentir como el cuerpo debajo suyo se estremecía.
-¿Ah, si?- Sonrió también sin poder evitarlo, abrazándose con más firmeza al pelinegro.- ¿Y se puede saber en que estás pensando?- Quiso averiguar, su respiración empezando a agitarse ante las lamidas, turnándose entre cortas y prolongadas, que el menor seguía haciendo con el rostro oculto en su cuello.
-No pude evitar seguir viendo la marca de Minho, ¿Sabes?- Empezó a hablar sin interrupción alguna, pues aquella era una pregunta para la que no necesitaba respuesta.- Se ve tan felices con ella, también me contó todo lo que Christopher y él pueden sentir a través del lazo aunque sean dos alfas, y me da envidia- Confesó como si nada, sacándole una incrédula carcajada al mayor, quien ya sabía por donde iba su palabrería.- Quiero marcarte- Confirmó las conjeturas contrarias con aquello, volviendo a retomar las lamidas, peligrosamente cerca de la zona en la que con solo hincar sus dientes quedaría enlazado temporalmente al beta, mientras este afianzaba aún más el agarre alrededor de su cintura.
-Estaba esperando a que lo dijeras, ¿Sabes?- Imitó su forma de hablar, con aquella pregunta al final que no necesitaba ser respondida. El alfa no tenía que verlo para saber que se encontraba sonriendo.- Investigué sobre los lazos entre alfa y beta, y descubrí que al ser un hombre tengo la posibilidad de marcarte y que esta sea visible por algunos meses- Confesó con un tono de voz juguetón, el menor saliendo del escondite de su cuello para verlo directo al rostro con los ojos abiertos de par en par.
-¿Es en serio?- La emoción en la voz de Hyunjin era notoria, descolocando al otro por un momento.
-Pues según internet si, pero no sabremos hasta intentarlo- Jeongin alzó los hombros, un poco sorprendido por como el otro tomaba tan bien aquella insinuación que le había hecho sobre ser marcado también.- Pero con que tu me muerdas es suficiente, así que si no te sientes cómodo con...- Quiso darle lugar a que se negara, siendo interrumpido al final.
-Quiero que me marques también, Innie- Le soltó con total honestidad, sin poder evitar la sonrisa en sus labios al ver los ojos brillantes del beta, quien empezaba a sonrojarse ante sus palabras.- Puede ser esta misma noche, ¿Sí? A mi lobo le gusta mucho la idea- Le habló con su mirada en un gesto suplicante, confesando al final el hecho de estar sintiendo a su alfa removerse con emoción ante la idea.
Y el lobo del beta no estaba tan desencaminado de aquella sensación, pues con el solo pensamiento de formar por fin un lazo con el que sabían que era su destinado, estaba que se colocaba a saltar de la euforia.
Por eso, queriendo que la noche llegara lo más rápido posible, Jeongin le dijo a Hyunjin sin dudar.- Esta noche será, mi precioso alfa.
〔🧩〕
Esa noche llegó más temprano que tarde.
Después de aquella conversación, que los dejó a ambos ansiosos a más no poder, tuvieron una improvisada cita en la ciudad, en busca de distraer sus pensamientos sobre el gran paso que iban a dar en su relación. Esta estuvo llena de cursilerías y clichés de parte de ambos, donde después de casi dejar satisfechos sus estómagos con helado de chocolate, terminaron en el primer restaurante de comida rápida que no les dio mala espina.
Ahora se encontraban en el baño del cuarto de hotel, sus cuerpos sin ninguna distancia de por medio mientras sus labios se unían a los contrarios una y otra vez. Acababan de tomar un baño dentro de la bañera que ambientaron con algunas sales, dedicándose múltiples besos y toqueteos en el proceso.
Con sus manos en los muslos de Hyunjin, mientras las piernas de este rodeaban su cintura, Jeongin se empezó a encaminar a la hacia la cama king size de la habitación. Una vez allí lo dejó recostado boca arriba con suma delicadeza, posicionándose sobre él casi al instante y sin importar que las sábanas se mojaran por sus cuerpos recién bañados.
Como imán y metal atrayéndose constantemente, sus labios volvieron a unirse una vez más. Era una danza tanto pasional como necesitada, la que sus belfos llevaban en conjunto con sus lenguas, sus manos paseándose por el cuerpo contrario sin inhibición alguna mientras los sonidos de chasquidos inundaban el ambiente, junto con sus jadeos por la recurrente falta de oxígeno.
Aquella agradable habitación, sin llegar a ser ostentosa o lujosa en exceso, solo era iluminada por la lámpara en la mesita de noche junto a ellos, en conjunto con la luz de la luna llena y del exterior que se colaba entre las cortinas de color vino. Mismas que, abiertas casi por completo, dejaban apreciar un gran ventanal con maravillosa vista a la ciudad nocturna, desde el piso ocho que era donde se hospedaban.
De todos modos, para ese punto cualquier cosa que involucrase el exterior había pasado a segundo plano en sus mentes, la claridad del lugar bastaba para poder apreciar sus rostros y anatomías, y eso era más que suficiente. Completamente envueltos en una íntima atmósfera, ambos parecieron caer en cuenta de lo que estaba por ocurrir en esa misma noche, sus corazones latiendo tanto con rapidez como con fuerza y en sincronía, mientras que con sus ojos enfrentándose directamente, se dedicaban destellantes miradas de júbilo.
-Te amo- Hyunjin no pudo evitar que escapara de sus labios, una vez estos se vieron separados de los de Jeongin. Este soltó una pequeña risa, haciéndose espacio cerca de su cuello donde empezó a dejar cortas lamidas y besos.
-También te amo- Correspondió segundos después y con total honestidad, recibiendo un suspiro como respuesta mientras continuaba con su cometido de llenar la tersa piel contraria de húmedos besos y leves marcas rojizas, no sin antes evitar la zona en la que pronto sus dientes se enterrarían con firmeza.
Completamente inmersos en el momento, los olores de ambos inundaban la habitación tenuemente iluminada, el fuerte aroma a café con el sutil de lavanda combinándose de aquella manera que tanto les encantaba. Jeongin paseaba sus labios con calma y sin limitación alguna por toda la piel acaramelada, Hyunjin jadeando con fuerza y gimoteando mientras se dejaba hacer, con sus dedos enredándose entre los cabellos rubios del hombre encima suyo.
A pesar de su ritmo pausado, el mayor no tardó en encontrarse con el rostro a la altura de los muslos contrarios, después de haber pasado de largo su miembro y haciéndole soltar un pequeño quejido por aquello. El menor le miraba como podía, con sus ojos entrecerrados y cristalizados, sin dejar de gemir al sentir como el otro también dejaba múltiples besos por aquella zona de su cuerpo.
-Innie- Llamó de la nada, haciendo al aludido detener sus acciones para elevar la vista, brindándole toda su atención para que continuara.- Ven acá- Pidió con un adorable mohín, extendiendo sus brazos en un amago de querer abrazar al beta.
Este no pudo contener la brillante sonrisa de hoyuelos que se posó en su rostro- aunque tampoco es como que haya intentado evitarlo-, cumpliendo casi al instante con la petición del alfa debajo suyo. Satisfecho con las marcas que adornaban el precioso cuerpo de su novio, y que al día siguiente iban a ser mucho más notorias junto con la del lazo, Jeongin posó sus manos en las caderas contrarias, los brazos de Hyunjin rodeando su cuello mientras lo atraía hacia sí, con el único objetivo de volver a unir sus belfos en un beso que el otro no dudó en corresponder.
El ambiente, que hasta hace un momento había estado envuelto en una nube de delicadeza, se vio con un rotundo cambio de intensidad, pues sus labios y lenguas se encontraban con cada vez más necesidad, impulsados por sus lobos queriendo tomar un mínimo de control sobre sus cuerpos. En un solo movimiento, que dejó sorprendido al beta al no habérselo esperado, el alfa le dio la vuelta sin dificultad alguna, ubicándose a horcajadas sobre su regazo al tiempo en que ambos se separaban del beso casi sin aliento alguno.
-Hyunnie, ¿Qué...
-Es mi turno, Innie- Interrumpió cualquier cosa que pudiera salir de sus labios, hablando como pudo entre sus jadeos para luego dedicarle una sonrisa ladina al final, que le dejó desconcertado.
Más no tardó en saber a que "turno" se estaba refiriendo, cuando el menor ubicó su rostro a la altura de su cuello, empezando a dejar besos parecidos a los suyos. Parecidos, pues la delicadeza del pelinegro era prácticamente nula, chupando, lamiendo y besando su piel sin miramiento alguno.
-¡Ah! Con calma, bebé- Gruñó en un intento de reclamo, el matiz de diversión en su voz dando a relucir que solo estaba bromeando.- No me voy a ir a ningún lado.
-Más te vale- Le siguió el juego con un falso tono de amenaza, sonriendo poco después de eso por la risa que salió de los labios contrarios.
Sin hacerle caso a su comentario, siguió disfrutando de recorrer el cuerpo contrario con necesidad, al ritmo que a él le gustaba. Aunque no se quejaba de la delicadeza y cuidado de Jeongin, Hyunjin no podía evitar responder con intensidad cuando tanto su lobo como él se sentían calientes.
Pasó su lengua a lo largo del torso del beta, sacándole entre gruñidos y gemidos mientras él se deleitaba con los relieves a la altura de su marcado abdomen. Una vez llegó a la entrepierna, encontrándose con el hinchado y erecto miembro del contrario, sintió como su boca se hacia agua, dejando una lamida por la punta de este sin poder- o querer- evitarlo.
-Hyunjin- Un nuevo gruñido salió de los labios del mayor, al tiempo en que empuñaba parte del cabello del menor en una de sus manos. Este le dedicó una sensual sonrisa que le hizo estremecerse de pies a cabeza, para segundos después, y sin dudar un poco, introducirse aquel pedazo de carne hasta su garganta.
Más gemidos y gruñidos fueron soltados por Jeongin, quien mantenía el firme agarre en la cabellera de Hyunjin, siguiendo los movimientos ascendentes y descendentes que este realizaba con su cabeza. El pelinegro dejaba entrar la polla del contrario hasta donde su boca le permitía, ahogándose de vez en cuando por el brusco ritmo que él mismo se marcaba y masturbando lo que no llegaba a caberle.
Así fueron pasando varios minutos, con él chupando y lamiendo el miembro del rubio como si de un dulce se tratase, cuando sintió como este intentaba apartarlo, aún sosteniéndolo del cabello. Separándose un poco, no pudo evitar sonreír por ello antes de seguir con lo que hacía, sabiendo gracias a sus acciones y al pre semen que había empezado a saborear lo cerca que este estaba por correrse.
-Lo quiero en mi boca, Innie- Gimió con necesidad, sacándole al otro un sonoro suspiro por su inesperada súplica. Al ver como se empezaba a frotar contra las sábanas, buscando consuelo alguno para su doliente entrepierna, sin dejar de lamer y chupar, terminó por dejarse hacer ante la boca del menor, conteniéndose de alejarlo de su cuerpo mientras sentía lo jodidamente cerca que estaba por explotar.
Un corto rato más fue lo que transcurrió, cuando el beta se vino en la cavidad bucal del contrario, este saboreando cada gota del blanquecino liquido que cayó en sus labios y rostro, limpiando este último con sus dedos para luego lamerlos con una mueca de obscena fascinación. Perdido entre el placer del reciente orgasmo y el rostro satisfecho de su alfa al haberse tragado su semen, lo tomó del rostro con firmeza y de un solo movimiento lo atrajo hacia él, estampando sus belfos en un necesitado beso, sin importarle estar probando su propia esencia al introducir su lengua en la boca contraria.
Separándose una vez ambos se quedaron sin aliento, giró sus cuerpos y cambió una vez más sus posiciones. Con el alfa abierto de piernas para él, fue por el lubricante en la mesita de noche y volvió a la cama en un dos por tres.
Ya habían sido suficientes juegos preliminares, ambos lo tenían en claro, la necesidad de unirse y ser uno solo con el otro se hacía más grande a cada momento que transcurría. Por eso, el mayor lubricó por completo tres de sus dedos con la espesa y fría sustancia, empezando a introducir uno de ellos en la cavidad del contrario, a su vez sintiendo como su pene volvía a endurecerse.
-¡Ah! Innie...- Gimoteó al sentir como el nombrado empezaba a mover su dígito sin dudarlo, aún así manteniéndose cuidadoso y atento a cada una de sus expresiones.- Quiero más- No tardó en pedir con su ceño levemente fruncido, arrancándole una pequeña risa al otro ante el corto periodo de tiempo que transcurrió con un solo dedo en su interior.
Aún así hizo caso a su pedido, otro de sus dedos lubricados haciéndose paso en la entrada de Hyunjin. Este gimió en cuenta nueva ante ello, más sonidos saliendo de sus labios ante la sensación de Jeongin haciendo movimientos de tijeras en busca de dilatarlo.
Un último dígito no tardó en unirse a sus movimientos, por lo que ahora tenía tres dedos entrando y saliendo de su novio en un ritmo moderado. Mismo que terminó por acelerar ante las súplicas en alto que este soltaba para que lo hiciera.
-Tan lindo...- Suspiró con encanto, mirando el desastre que estaba hecho Hyunjin aún cuando solo eran sus dedos los que estaban dentro de él.- Mi alfa siempre está tan necesitado por mi- Afirmó sin detenerse, recibiendo a cambio una mirada de ojitos llorosos del otro, los cuales había mantenido cerrados por el placer hasta ese momento.
-Innie, vamos...- Volvió a llamarlo mientras extendía sus brazos, en un amago de querer abrazarlo.- Ya estoy listo, quiero más- Insistió al ver que este no le hacía caso.
Prestándole atención esta vez, sacó sus dedos con algo de brusquedad a propósito, haciendo que el otro se quejase. Se incorporó un poco, aún encima del pelinegro y entre sus piernas abiertas, sonriendo con satisfacción al observar directo al rostro atractivo y jadeante de este.
Alineando su miembro en la entrada contraria con una de sus manos, Jeongin no se hizo esperar más para realizar aquello que ambos querían, empezando a introducirse con lentitud, aún cuando la estrechez que lo iba recubriendo, junto con el alto gemido de Hyunjin, le tentaban a meterse hasta el fondo de una sola estocada. El pelinegro se retorció un poco por la explosión de sensaciones que embargó su organismo, siendo apresado por el cuerpo de su beta a la vez que ambos suspiraban con fuerza, cuando el de cabello rubio se encontró completamente dentro.
Permanecieron en la misma posición por más de un minuto, ambos dejándose envolver en el íntimo ambiente y perdiéndose en las brillantes miradas del otro. Sus rostros estaban a solo centímetros de distancia, con sus respiraciones irregulares dando de lleno en sus caras.
-Y-ya puedes...- Avisó el menor casi sin aliento, el intenso contacto visual con el mayor siendo suficiente como para arrebatarle el aire de aquella manera. No hizo falta que completara su oración, y tampoco fue capaz de hacerlo, pues el otro le había entendido lo suficientemente rápido como para poder quitarle el habla mientras empezaba a moverse.
Primero fue a un ritmo suave, sin prisa alguna, ambos acostumbrándose a la sensación de estar unidos una vez más, esa de la que ni ellos ni sus lobos serían capaces de cansarse. Salía casi por completo del contrario, volviendo a embestir hasta el fondo y arrancándole al alfa altos jadeos, que se combinaban de maravilla con los propios.
Más pronto que tarde la necesidad de sus lobos, y de ellos también en gran medida, opacó a la clásica delicadeza en sus movimientos, usualmente presente al principio de la unión de dos enamorados como ellos. Por lo que Jeongin no tardó en encontrarse a si mismo acelerando el ritmo de sus embestidas, provocando más de aquellos melodiosos sonidos de placer que tanto Hyunjin como él emitían sin inhibición alguna.
-¡Innie!- Gemía su nombre sin cesar, este ya sin contenerse de golpear en su interior a un ritmo completamente acelerado. Poco después un gemido aún más sonoro salió de sus labios con facilidad, pudiéndose comparar fácilmente con un pequeño grito. Aquello hizo al otro sonreír, aún en medio de todas las sensaciones que tenía, pues sabía perfectamente lo que ese sonido significaba.- ¡Ahí! Innie, más- Pidió sin vergüenza alguna, su tono de voz escuchándose parecido a un lloriqueo.
Con su sonrisa desapareciendo, solo para dar paso a una expresión de placer ante la estrechez de las paredes contrarias, Jeongin no se contuvo de cumplir con la petición del pelinegro, embistiendo en la dirección en que sabía que iba a dar con su próstata. La expresión en el rostro de Hyunjin tampoco iba tan desencaminada de la suya, con los labios entreabiertos mientras gemía su nombre junto con un par de obscenas incoherencias.
El ambiente solo iba haciéndose más caliente y pasional a cada segundo que pasaba, la habitación impregnada hasta el más recóndito rincón de sus olores naturales, combinados con las inconfundibles feromonas de excitación. Los únicos ruidos que retumbaban en el lugar eran los de sus transpiradas pieles chocando con fuerza, junto al de sus respiraciones aceleradas que seguían mezclándose, gracias a sus rostros que mantenían una casi nula distancia entre si.
-Eres mío- Gruñó el beta con repentina posesión, impulsada por su lobo pero que él también contenía en su interior.-Mi alfa, me perteneces- No se contuvo de seguir recalcando, subiendo una de sus manos, que hasta hace poco se mantenían aferradas a sus caderas, hasta el rostro del aludido para tomarlo con firmeza, juntando sus labios poco después y acallando cualquier cosa que pudiera salir de sus labios en respuesta a sus palabras.
Sus lenguas se encontraban de forma obscena fuera de sus labios entre abiertos, mismos que chocaban de vez en cuando, sus sonidos quedando ahogados en aquel sucio contacto. Era un beso completamente desordenado, pero que acrecentaba todas las placenteras sensaciones que embargaban sus cuerpos de pies a cabeza, y que los tenían cada vez más cerca de la liberación.
- También me perteneces- Hyunjin se separó del fogoso beso solo para gruñir aquello también, su rostro siendo la prueba directa de lo mucho que estaba disfrutando cada una de las embestidas de Jeongin.- Y no sabes cuando deseo marcar... ¡Ah! Oye...- Empezó a confesar con descaro, siendo acallado por una brusca estocada del mayor, que incluso había hecho que su cuerpo se elevara un poco.
El beta sonrió con descaro ante su reacción, dando un par de embestidas como aquella mientras se deleitaba con los casi gritos del otro, que le reclamaba en una falsa molestia lo bruto que estaba siendo.
-Yo también me muero por marcarte, Hyunnie- Correspondió el mayor una vez dejó al otro sin palabras, uniendo sus labios de forma necesitada en cuenta nueva.
-Y-ya estoy cerca, Jeongin tócame- Pidió una vez volvieron a separarse, los movimientos del mayor siendo tan rápidos como erráticos. Este cumplió su pedido, y de allí las sensaciones solo se hicieron más y más intensas para ambos.
Hyunjin prácticamente se encontraba gritando, sus ojos cristalizados y luchando por mantenerse abiertos, aún con todo el placer que por poco y le superaba, el mayor embistiendo en su interior sin piedad alguna, golpeando su próstata una y otra vez mientras masturbaba su miembro con la misma intensidad, su otra mano aferrándose a su cadera a riesgo de dejar marca, la penetrante mirada que le estaba dedicando, todo aquello combinado en un solo momento lo tenía al borde del colapso.
Por un lado no tan desencaminado al del otro, Jeongin gruñía y gemía casi a la misma intensidad del menor, mientras apreciaba la expresión ida del atractivo rostro de este, perdido en todo lo que él le hacía sentir. La sensación de la entrada contraria apretando su polla, con este aferrándose a su espalda y clavándole las uñas de una forma que lo tenía cerca de delirar, ambos estaban pronto a terminar y él lo sabía perfectamente.
Por eso se ubicó con el rostro en el acaramelado cuello del contrario, de tal forma que este podía acceder al suyo propio de igual manera. El pelinegro dejó que se ubicará con sumisión, sintiendo como su boca hormigueaba con intensidad y sus colmillos crecían incluso más que los del otro, al ver la blanquecina carne que se le era ofrecida para marcar.
-Te amo- En un impulso de sus lobos, no pudieron evitar decírselo una última vez, antes de unirse tal y como el destino querían que hicieran, aquellas significativas palabras saliendo de sus bocas con total naturalidad.
Y entonces sucedió; al mismo tiempo, sus dientes se vieron enterrados en la piel de quien amaban con intensidad, formando así el lazo que llevaban años anhelando.
Casi al instante, sus organismos se vieron afectados por un montón de sensaciones en su mayoría conocidas, pero a una magnitud aún más fuerte que nunca habían experimentado. Sus cuerpos sucumbían ante el placer que los embriagó, sintiéndose como si pudieran tocar las estrellas con la punta de los dedos. Sus lobos encontrándose a través del lazo con emoción, mientras fuertes corrientes eléctricas les recorrían de pies a cabeza, con una intensidad que jamás creyeron que fuera posible experimentar.
Fue inevitable, con la Diosa Luna perfectamente visible a través de la ventana, como el único testigo de aquella unión predestinada, ambos enamorados lograron llegar a un explosivo orgasmo en total sincronía, la esencia de Hyunjin disparándose hacia el abdomen y pecho de ambos mientras la de Jeongin llenaba el interior del contrario. El grito roto que salió de los labios del menor, así como el fuerte gemido de los del mayor, retumbaron en aquella habitación de hotel, donde ambos acababan de hacer el amor aún en contra de lo que la sociedad dictaba, convirtiéndose en uno solo de todas las maneras posibles.
Sus respiraciones aceleradas hicieron eco por un rato más, mientras el de cabello rubio terminaba de salir del contrario para luego dejarse caer a su lado con agotamiento. Giró un poco su cuerpo, sabiendo que Hyunjin había hecho lo mismo, por lo que ahora estaban de costado, sus cuerpos y rostros enfrentándose directamente.
El lazo provocó fuertes emociones que los superaron, ambos podían notarlo por sus movimientos más flojos y agotados que lo acostumbrado después de que tenían relaciones. Aún así, sus miradas brillantes y expresiones satisfechas eran capaces de dejar en claro que no se arrepentían ni un poco de lo que acababa de ocurrir, aquel había sido el momento perfecto para hacerse uno y ambos lo sabían.
-Ahora eres mi alfa oficialmente- Jeongin rompió el silencio minutos después, sonriendo con amplitud y dejando ver sus marcados hoyuelos. Inconscientemente, llevó una de sus manos a la marca propia que pronto cicatrizaría por completo, sobretodo por el hecho de que el menor había lamido esta poco después de hacerla.- Aunque bueno, tu seguirás siendo el que recibe mi polla así que...- Alzó los hombros con humor, recibiendo un golpe de Hyunjin sin fuerza alguna que le hizo reír con ganas, más aún por el hecho de haber notado como este se contenía de sonreír.
-Idiota- Así como también contenía un matiz de alegría en su voz, que inevitablemente quería salir a la luz. Vamos, nada ni nadie iba a ser capaz de quitarle la felicidad que sentía por haber formado un lazo con el beta que amaba, ni siquiera los comentarios estúpidos de este.- Y yo también soy perfectamente capaz de meterte la polla, que no se te olvide que yo soy el alfa- Se regodeó con falsa grandeza, porque si bien no era del todo mentira tampoco es como que haya intentado probarlo alguna vez, su lobo simplemente le impulsaba a dejarse hacer y él no era quien para ir en contra de sus instintos sexuales.
-Como digas- Y el mayor lo sabía perfectamente, por eso le restó importancia a su comentario, haciendo un gesto con un deje de diversión.- Igual me encantan las cosas como están, lo sabes, ¿verdad?- Confesó al tiempo en que atraía al menor hacia él, estrechándolo en un abrazo sin importar que ambos estuvieran pegajosos por la anterior actividad.
-Lo sé- Los dos se sonrieron sin poder evitarlo, el pelinegro correspondiendo el abrazo sin dudar, mientras sus piernas se enredaban entre sí.- A mi también me encanta- Admitió de igual forma lo que ambos sabían.
Unieron sus labios por última vez en un beso tranquilo, lleno de los sentimientos que ambos compartían y eran completamente correspondidos, para luego acomodarse de forma que pudieran dejarse envolver por los brazos de morfeo. Con el sueño que traían encima, no tardaron en quedarse dormidos, sintiendo sus corazones tan cálidos como sus cuerpos abrazados lo estaban, sabiendo que de ahora en más estaban unidos al otro en el mayor de los sentidos. A través de aquel lazo que si bien no era tan fuerte y duradero como el de un alfa y un omega, aún así era más que suficiente suficiente para que pudieran sentir con claridad los sentimientos del otro.
Además, tampoco es como que tengan problema alguno con renovar la marca cada que se les haga necesario.
Está bien, puede que Hyunjin no sea un alfa como los demás, incluso él mismo pensaba que debía poseer algún tipo de extrañeza por tener un lobo al que le gustase dejarse dominar. Pero si algo habían aprendido tanto Jeongin como él, era que todo lo ajeno a ellos se volvía insignificante con lo bien que se sentían estando juntos, sin importar que tan inusual pudiera ser para el resto. No estaban haciéndole daño a nadie con sus preferencias, así como nadie tenía el derecho de cuestionar o criticar la forma en que decidían intimar.
Después de todo, los dos estaban hechos el uno para el otro, lo mucho que disfrutaban de sus peculiares roles en la cama, más allá de las jerarquías sociales, siendo una de las tantas pruebas de aquello.
Y sí, a veces la Diosa Luna podía disfrutar de usar almas entrelazadas de vidas pasadas para formar parejas como Hyunjin y Jeongin; más allá del mismo patrón de alfas y omegas o de dos betas.
Fin.
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