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ᯓ 𝘁𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆 𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲

‎ ‎ᰍ  .  ° 𝗐𝖾 𝗅𝗈𝗌𝗍 𝗍𝗁𝖾𝗆 .   ˎˊ˗
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Kiara, JJ, y Mia llegaron a la cochera donde guardaban la Phantom. JJ se adelantó para abrir la puerta del desván deslizándola hacia un lado, revelando una lancha escondida en su interior que aunque no estaba en su mejor estado, para JJ significaba una reliquia familiar.

—Hola, monada —dijo JJ al ver la lancha y se acercó para leer la inscripción del costado—. Una Fórmula 402 SR1 de 1983, la Phantom. La primera que llegó a las Bermudas en menos de 16 horas. ¡Tiene casi cuarenta años, cuarenta! Y sigue siendo la más rápida de Kildare.

Kiara observó la lancha con una ceja levantada, claramente no impresionada. Miraba la Phantom como si no compartiera un ápice de la emoción que sentía JJ. Para ella, sólo era una vieja lancha. Lo único que le importaba era que funcionara lo bastante bien para sacar a John B y a Sarah de los Outer Banks.

—Pues parece una tartana —comentó Kiara con ironía.

—No lo digas delante de ella, puede oírte —le advirtió JJ mirándola con seriedad, como si lo hubiera insultado. Kiara simplemente se limitó a rodar sus ojos—. Digamos que ahora mismo ninguna de las dos podría fumar hierba si no fuera por la Phantom.

—Espero que funcione —susurró Mia.

JJ, que percibió la preocupación de Mia, le sonrió confiadamente mientras se acercaba a la lancha para empezar a deshacer los nudos que la ataban.

—Ya lo creo —respondió JJ—. Corre más que cualquier lancha de la poli.

Mia asintió, aunque viniendo de JJ, no pudo evitar sentir una punzada de duda. Aún así, se acercó a JJ para empezar a ayudarle a deshacer los nudos de la lancha cuando, de repente, se escuchó el sonido de una moto acercándose hacia el garaje. Kiara corrió hacia la entrada, con la esperanza de que fuera Pope.

—¡Pope, por fin! —gritó Kie emocionada.

Pero su sonrisa desapareció cuando vio quién era la persona que realmente se estaba acercando a ellos. Su cuerpo se congeló, y su emoción fue reemplazada por una sensación de malestar. En lugar de Pope apareció Rafe con una expresión fría y amenazante.

—Hola, ¿qué pasa? —dijo Rafe con una sonrisa burlona.

Kiara se detuvo en seco y retrocedió unos pasos con cautela, alejándose del Kook.

—¿JJ? —lo llamó Rafe, y JJ levantó la cabeza, dejando de desatar la lancha—. ¿Cómo estáis? —añadió Rafe, fingiendo amabilidad.

Kiara comenzó a caminar lentamente hacia JJ y Mia, pero por el otro lado apareció Barry, el chico al que le dieron una paliza al tratar de recuperar el oro que les había robado y allanar su casa para quitarle todo el dinero que había ganado vendiendo droga como venganza.

—Vaya, vaya —sonrió Barry, levantando la pistola y apuntando directamente a JJ, que levantó las manos lentamente, tratando de mantener la calma—. No creáis que he olvidado lo que me hicisteis en la cuneta. He venido a por mi puto dinero.

Kiara y Mia compartieron una mirada preocupada, sin embargo, antes de que JJ pudiera responder, Barry lo empujó al suelo con fuerza, haciendo que el Pogue cayera contra la madera del piso. Mia rápidamente corrió hacia él, angustiada.

—¡JJ! ¡Parad! —gritó Mia, pero antes de que pudiera llegar a JJ, Rafe la agarró por la cintura, apartándola bruscamente.

Mia luchó, pataleando y forcejeando para liberarse del agarre de su hermano, pero Rafe era demasiado fuerte para ella. Mientras tanto, Barry comenzó a golpear a JJ en la cara, dejando al Pogue casi inconsciente en el suelo.

—Mia, no venimos a por vosotros —le dijo Rafe con una sonrisa fría mientras la soltaba del agarre—. ¿Dónde está John B?

—¡No lo sé! —gritó Mia, y sin pensarlo, le dio una bofetada a Rafe con todas sus fuerzas. El sonido del golpe resonó por toda la sala mientras Rafe se tambaleaba levemente por unos instantes, sorprendido.

Aprovechando el momento, Kiara se acercó corriendo hacia Rafe y lo empujó con todas sus fuerzas, haciéndolo caer al suelo. Sin embargo, no tardó en incorporarse de nuevo.

JJ, que seguía en el suelo adolorido por los golpes con la cara algo ensangrentada, observaba débilmente cómo Barry reía levemente. Pero esa sonrisa cesó cuando Kiara se lanzó contra él, empujándolo contra la pared para que dejara en paz a JJ.

—No deberías haber hecho eso —le escupió Rafe a Mia, levantándose lentamente del suelo y encarándola. Sus ojos se clavaron en Mia, pero ella no se apartó de él, sino que le mantuvo la mirada.

—Mataste a Peterkin —le espetó Mia mirándolo directamente a los ojos—. Mira la que has liado, Rafe. Has destrozado nuestra familia.

En ese momento, hubo un silencio en el que Barry y Kiara dejaron de golpearse y fijaron sus miradas en Rafe. Sin embargo, en vez de gritar o golpearla, acorraló a Mia contra la Phantom para luego agarrarla del cuello con sus manos.

—No vuelvas a decir eso —le advirtió Rafe apretando su mandíbula con fuerza—. Lo hice para salvar a papá, lo iban a matar.

—Rafe —jadeó Mia, luchando por librarse de su agarre, pues el aire difícilmente entraba por su garganta.

—¿Dónde está John B? —le gritó Rafe sin soltar el agarre del cuello.

—¡No lo sé! —gritó Mia en un susurro, empezando a desesperarse por la falta de aire.

Justo en ese momento, Pope apareció por detrás de Rafe, empeñando un tubo de metal que utilizó para golpear a Rafe en la cabeza con todas sus fuerzas.

—¡Suéltala! —gritó Pope, furioso.

Rafe se tambaleó, adolorido, soltando a Mia mientras llevaba una mano a su cabeza aturdido. Rafe cayó de rodillas, jadeando por el dolor, pero antes de que pudiera recuperarse, Pope le lanzó otro golpe, esta vez directo al estómago. La furia de Pope era palpable, alimentada por todos los momentos de miedo y humillación que habían soportado por parte de Rafe.

Barry intentó ir a ayudar a Rafe, pero antes de que pudiera hacer nada, JJ lo agarró por el tobillo, tirando de él con fuerzas. Barry cayó al suelo y la pistola que sostenía en sus manos se deslizó por el piso. Sin perder un segundo, Mia corrió hacia la pistola y con una patada, la alejó de Barry, asegurándose de que no pudiera alcanzarla.

—¡Pope, ya vale! —gritó entonces Kiara, llamando la atención de Mia.

Pero Pope no la escuchaba. Pope, el chico que Mia reconocía como tranquilo y sereno estaba perdiendo completamente el control. Cada golpe que le daba a Rafe era más fuerte que el anterior, y a pesar de que el rostro de Rafe cada vez desprendía más sangre, Pope parecía no querer detenerse.

—¡Ya basta, Pope! —le suplicó Mia al ver que su hermano, a penas consciente, seguía recibiendo golpe tras golpe.

Finalmente, Pope detuvo sus golpes. Su respiración estaba entrecortada mientras miraba al Kook con rabia. Sin embargo, agarró a Rafe por la camisa levantándolo al aire y lo mantuvo suspendido por unos segundos. Pero cuando vio lo destrozado que estaba su rostro, acabó soltándolo. Rafe cayó al suelo, inconsciente y con el rostro repleto de sangre.

Mia, a pesar de todo lo que había pasado, no pudo evitar acercarse a su hermano, arrodillándose a su lado. Le temblaban las manos mientras comprobaba que aún respiraba. Era su hermano, después de todo. No importaba lo que hubiera hecho, lo seguía queriendo, y ver su rostro destrozado y cubierto de sangre la llenaba de un sentimiento de culpa que no podía evitar.

Pope, aún de pie, miraba sus manos ensangrentadas con una mezcla de culpa y horror. No era capaz de comprender cómo había llegado a este punto, cómo había dejado que su rabia lo consumiera de esa manera. Kiara, viendo el estado en el que estaba su amigo, se acercó con suavidad.

—Tranquilo, ya ha pasado —dijo Kiara en un susurro, poniendo una mano en su hombro—. Tenemos que irnos, vamos.

Pope la miró con remordimiento por lo que casi había hecho. Ambos se separaron lentamente, y después de que Mia se alejara de Rafe con un sentimiento de culpa en su pecho al ver a su hermano en aquel estado tan deplorable, comenzaron a preparar la Phantom. Engancharon la lancha al coche, listos para dirigirse al muelle, donde se reunirían con John B y Sarah para preparar su huida.








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Los Pogues habían preparado la Phantom en el muelle, listos para que John B pudiera partir. La lancha estaba cargada de comida y con el depósito lleno de gasolina, pero John B y Sarah aún no habían aparecido, lo que aumentaba la tensión entre ellos, sobretodo porque a lo lejos, el sonido de las sirenas de la policía resonaba en el aire.

—¿Pero dónde están? —preguntó Kiara, rompiendo el silencio claramente nerviosa.

—Vendrán enseguida —respondió Pope, intentando mantener la calma, aunque su tono demostraba todo lo contrario.

Mia estaba cerca de la Phantom, asegurándose de que las cajas estuvieran bien colocadas. Su mente era un torbellino de pensamientos: la desaparición de Sarah, la posibilidad de que los encontraran antes de tiempo, la preocupación por John B.

Entonces, las sirenas que parecían sonar tan distantes empezaron a intensificarse. Un destello de luces azules y rojas apareció al final del camino y el corazón de Mia se disparó.

—Mierda —murmuró Mia, haciendo que su corazón se acelerase.

El coche de policía aparcó lentamente a unos metros de ellos. Los Pogues se congelaron en sus sitios e intercambiaron unas miradas rápidas, todos temiendo lo peor. El tiempo pareció detenerse cuando la puerta del coche se abrió. Sin embargo, de él apareció John B caminando con una sonrisa en el rostro, como si el hecho de haber llegado en un coche policial fuera de lo más normal del mundo.

—No puede ser —rio JJ, incrédulo rompiendo el silencio—. Tiene que ser una broma.

—¿Perdona? —preguntó Mia aún atónita, mirando a John B como si no pudiera procesar lo que estaba viendo.

—Shoupe me lo ha prestado —respondió John B con una sonrisa traviesa mientras se acercaba al grupo.

Kiara dejó escapar una risa de alivio, corriendo hacia él y envolviéndolo en un abrazo.

—Vale, ahora sí me lo creo —dijo Kiara soltando el aire que había contenido.

—No ha sido fácil, pero aquí tienes la Phantom —JJ señaló la lancha—. Corre como si fuera nueva. ¿Estás listo?

—Un momento —interrumpió Mia, haciendo que los Pogues la mirasen confundidos—. ¿Dónde está Sarah?

John B, que aún tenía el brillo en sus ojos, se giró rápidamente hacia Mia, claramente sorprendido por la pregunta.

—¿No estaba con vosotros? —preguntó preocupado.

—Nos separamos, quiso ir a buscarte —le explicó Mia sacudiendo su cabeza—. ¿No está contigo?

—También nos separamos, en las marismas —dijo John B, visiblemente preocupado—. Me dijo que vendría.

—No la hemos visto —añadió Pope.

—Pues no pienso irme sin ella —dijo John B con firmeza. A pesar de la urgencia del momento, no había forma de que dejara a Sarah atrás. JJ, notando la desesperación de su amigo, se acercó a él.

—John B, mírame —le dijo JJ, apoyando sus manos sobre los hombros de John B—. Sé que no te hace gracia irte sin ella, pero no hay tiempo. Tienes bastante gasolina y comida. En cuanto llegues al cabo, sigue todo recto hasta el pantano. Una vez allí, pasa desapercibido. Te quedas un par de semanas y luego cruzas la frontera en Brownsville, ¿me oyes?

John B asintió lentamente aún algo distraído por la ausencia de Sarah. Sabía que JJ tenía razón. La tormenta se estaba acercando y no podía permitirse más retrasos.

—Vamos allá —dijo, subiendo a la lancha, aunque su mente seguía dividida.

Antes de arrancar el motor, John B se giró hacia sus amigos.

—Eh, chicos —dijo con la voz quebrada—. Siento haberos metido en la boca del lobo con todo lo del tesoro...

—Venga, John B —respondió JJ, sonriendo—. Nos habríamos metido de todos modos, ¿verdad?

John B rió entre lágrimas.

—Sí, tienes razón —admitió, emocionado.

—Y lo hemos hecho juntos —dijo JJ, poniendo sus brazos sobre los hombros de Pope y Mia—. Al estilo Pogue.

—Al estilo Pogue —repitió John B, con una sonrisa de gratitud.

—Vete ya —le instó Kiara, viendo las sirenas acercarse cada vez más.

—Nos vemos en dos meses en México —añadió Pope.

—Si Sarah no aparece contigo, yo cuidaré de ella, John B —le prometió Mia, tratando de aliviar un poco la culpa que él sentía. John B le sonrió, agradecido—. Te queremos.

Los Pogues desataron la lancha, y John B arrancó el motor, alejándose lentamente del muelle mientras sus amigos lo observaban partir. Los cuatro se abrazaron entre ellos, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza recorrer sus cuerpos.

Una vez John B desapareció de sus vistas, Mia notó que Kiara no dejaba de mirar a Pope de reojo, así que tomó la mano de JJ y se apartaron para darles un poco de espacio.

—¿Cómo estás? —le preguntó Mia a JJ una vez se apartaron, dándole un apretón suave en la mano.

—Sinceramente, me siento genial —respondió JJ, mirándola con una sonrisa relajada—. John B por fin estará a salvo.

—Sí —asintió Mia—. Se lo merece.

Se miraron por un momento, compartiendo una sonrisa cómplice. Después de tanto tiempo, iban a estar bien por fin, lejos de todos los problemas. Iban a tener una temporada de paz.

—Te quiero —dijo JJ, inclinándose para darle un corto beso a Mia. Ella sonrió sobre sus labios porque en los peores momentos, JJ siempre sabía cómo hacerle sentir mejor.

Cuando se separaron, se giraron justo a tiempo para ver que Kiara y Pope también se estaban besando. Mia soltó un pequeño grito de celebración, sorprendida y feliz por ellos, mientras JJ reía a su lado.

—¡Por fin! —gritó Mia, emocionada.

Kiara y Pope, ruborizados, se separaron del beso, sonriendo tímidamente. Pero su felicidad no duró mucho. El sonido de varios coches de policía acercándose rompió el momento, y los Pogues supieron que debían huir. Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, los vehículos policiales ya habían llegado al muelle, bloqueando su salida.

Los policías salieron de los coches con las armas en alto, y los Pogues levantaron sus manos al instante.

—Llegamos tarde —dijo Shoupe, bajando del coche patrulla y mirando el muelle vacío—. Se ha ido.








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Los Pogues llegaron al puesto policial, descendiendo de los coches en medio de todo un caos absoluto. Las luces de las patrullas en rojo y azul pintaban el escenario, rodeados de policías y periodistas que no dejaban de hacer preguntas. Todo parecía un espectáculo, pero para ellos, era el momento más crítico.

—Seguid a Plumb hasta la carpa —le ordenó Shoupe a Mia cuando bajó del coche en un tono autoritario pero apurado—. Esperad allí.

Sin decir una palabra, los chicos siguieron al agente, ignorando a los reporteros que intentaban captar alguna respuesta de ellos. El ruido de las cámaras y los murmullos de la prensa era abrumador. Ya bajo la carpa improvisada, Shoupe se dirigió a ellos con severidad.

—Sentaos y no os mováis —dijo uno de los agentes mientras los Pogues acomodaban en las sillas—. Tenemos mucho de qué hablar.

—Vigiladlos —añadió otro oficial mientras se aseguraban de que no se movieran de sus sitios.

En el trasfondo del bullicio, Plumb, un agente mayor, daba órdenes apresuradas a los policías que monitoreaban el área.

—Las marismas, Mansonboro y todas las ensenadas desde Shem Creek hasta Breach están cortadas —informó Plumb con autoridad—. Quiero vigilancia en todos los puntos de acceso. Los atraparemos.

Mientras las palabras de Plumb resonaban en la carpa, JJ tomó la mano de Mia mientras compartían una mirada de preocupación con Kiara y Pope. Todos se sentían impotentes en medio de todo ese caos, observando todo pero no pudiendo hacer nada. Tan sólo les quedaba esperar.

Mia, sin dejar de apretar la mano de JJ, miró hacia el horizonte, en dirección al mar, preocupada por la tormenta que se empezaba a asomar en el cielo. Las nubes se volvían cada vez más oscuras y la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. Su mayor miedo era que Sarah estuviera con John B en la Phantom, navegando directos hacia la tormenta y el peligro que aquello les podía suponer.

De repente, las luces de la ciudadque habían estado apagadas durante un buen rato debido a los truenos de la tormenta, se encendieron de golpe.

—Ha vuelto la electricidad —susurró Mia, sin poder evitar maldecir.

Que volviera la luz suponía que las luces del faro volvieran a funcionar, y podía causar que la lancha de John B fuera descubierta.

Entonces, un grito distante atrajo la atención de todos.

—¡Son ellos!

—¡Están allí!

Mia apretó aún más la mano de JJ cuando su predicción se cumplió. Su respiración se aceleró al oír esas palabras que había temido estos últimos minutos. John B y Sarah habían sido capatdos de nuevo y estaban a punto de ser atrapados justo cuando estaban tan cerca de escapar.

—Es la Phantom —murmuró JJ, confirmando lo inevitable—. Son ellos.

La lluvia comenzó a caer a cántaros, incluso filtrándose a través de la carpa y empapando a los Pogues, que observaban con nerviosismo la persecución de John B y Sarah.

Los policías intentaban contactar con la Phantom por radio, pero antes de que pudieran obtener respuesta, Ward Cameron apareció en la escena. En cuanto vio a Mia, su rostro mostró un destello de alivio y rápidamente se acercó hacia ella para abrazarla, pero Mia dio un paso atrás, empujándolo con fuerza.

—No te acerques a mí —espetó con furia.

Ward intentó avanzar de nuevo, pero JJ se interpuso entre ambos, empujando a Ward con más decisión.

—Te ha dicho que no te acerques —le dijo JJ, pero antes de que la situación escalara, los policías intervinieron, separando a JJ de Ward y obligándolos a sentarse nuevamente.

Con una expresión fría, Ward se acercó a la radio para tratar de hablar con John B como último recurso.

—¿John B? —dijo Ward, pero no obtuvo respuesta—. John B, sé que estás ahí y puedes oírme. Si de verdad quieres a mi hija, da la vuelta ahora mismo. Estás navegando directo hacia la tormenta y no sobrevivirás.

Un pesado silencio cayó sobre la carpa, solo roto por el golpeteo de la lluvia.

—John B, por favor —continuó Ward, con un tono más suave—. Arreglaremos todo, te lo prometo. Pero vuelve, trae a Sarah de vuelta con vida.

Mia miraba la escena mientras trataba de retener todas las lágrimas que amenazaba con salir de sus ojos. Su mente se repetía las mismas preguntas una y otra vez. ¿John B volvería? ¿Lograrían convencerlo? Entonces, la radio emitió un sonido seguido de la voz del Pogue.

—Ward Cameron, ¿me oyes?

—Sí, sí, estoy aquí —respondió Ward, inmediatamente, agarrando de nuevo el micrófono de la radio.

—Mataste a mi padre —espetó John B con un grito—. Y me acusaste de un asesinato que no cometí.

Un silencio incómodo inundó la carpa. Los policías intercambiaron miradas entre ellos expectantes ante las declaraciones de John B. Mia, dejando escapar la lágrimas de sus ojos, miró a su padre con una mezcla de lástima por que se descubriera la verdad pero con esperanza de que esto podía significar que los policías por fin creyeran que John B estaba contando la verdad.

—¡Me lo has quitado todo! —continuó John B con una voz quebrada por la rabia—. Pero aquí sigo, y juro por Dios, Ward, que algún día volveré y me llevaré lo que es mío. Así que escúchame bien: voy a por ti.

Finalmente, la radio se apagó. Otro silencio sepulcral cayó sobre todos mientras Ward permanecía sentado inmóvil con los ojos fijos en el aparato.

Mia se sentía rota por dentro mientras aún seguía mirando a su padre con lágrimas en sus ojos. Su corazón estaba dividido en dos. Una parte se aferraba a la imagen perfecta que siempre había tenido de su padre, pero la otra le mostraba la verdad, que Ward era un asesino.

Miró expectante a los agentes mirándose entre ellos desconcertados con la esperanza de que creyeran a John B y tomaran acciones contra Ward, aunque eso significara perderlo para siempre.

—Hemos perdido la señal —dijo uno de los agentes, rompiendo el silencio.

—Esos chicos siguen ahí fuera, no dejéis de buscarlos —les ordenó Shoupe antes de girarse hacia Ward—. Y tú, quédate aquí. Tenemos mucho de qué hablar.

Los Pogues se pasaron la siguiente hora observando a los policías ir y venir, pero sin recibir ninguna información concreta sobre el estado de John B y Sarah. Mia no podía evitar sollozar en silencio mientras agarraba la mano de JJ con fuerzas. La impotencia y el miedo la estaban consumían. Sarah estaba perdida en medio de una tormenta, y cada minuto que pasaba sin noticias era una tortura para Mia.

Finalmente, tres agentes se detuvieron frente a ellos y los Pogues rápidamente se levantaron con esperanzas de obtener alguna noticia.

—¿Los habéis encontrado? —les preguntó Pope inmediatamente.

—No —respondió Shoupe, bajando la mirada hacia el suelo.

—¿Han escapado? —Kiara preguntó con esperanza de que todo hubiera salido bien, pero Shoupe simplemente siguió mirando al suelo, incapaz de dar una respuesta a los Pogues.

—Los hemos perdido —dijo finalmente con un hilo de voz—. Lo siento.

El mundo de Mia se detuvo. Su hermana había desaparecido en mitad de la tornenta y la sola idea de esa incertidumbre retumbaba en su mente sin descanso. Sintió que el aire se volvía espeso a su alrededor, casi imposible de inhalar, formando un nudo en su pecho. No podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Cómo que perdido? —estalló Pope, llevando sus manos a su cabeza con desespero—. ¿Qué significa eso?

—Se han metido en una tormenta tropical, Pope —explicó Shoupe evitando la mirada del chico.

Mis sintió que sus piernas empezaban a temblar, negándose a sostenerla de pie.

—¿Han muerto? —preguntó Mia en apenas un susurro que mostraba la súplica por escuchar un "no". Pero el silencio fue la única respuesta que obtuvo.

—No lo sabemos —dijo Shoupe, mirando a los Pogues con pesar.

El nudo en el pecho de Mia que se había formado había provocado un dolor en ella que cada vez se intensificaba más.

—¡Los habéis empujado a la tormenta! —gritó JJ, lanzándose hacia Shoupe con furia—. ¡Te voy a matar!

Los agentes intervinieron rápidamente, separando a JJ de Shoupe antes de que las cosas empeoraran. Pero todo ese bullicio de boces que se escuchaba de fondo empezó a convertirse en un eco lejano para Mia. Su alrededor parecía empezar a difuminarse debido a las lágrimas que retenía en sus ojos que finalmente acabó liberando.

Las piernas de Mia empezaron a temblar con más fuerza, haciendo que tuviera que volver a sentarse para no caer desplomada al suelo. Aún estaba asimilando la noticia —aunque incierta— de que su hermana había fallecido entre la tormenta.

Los padres de Kiara y Pope llegaron poco después, abrazando a sus hijos con fuerza, tratando de consolarlos. Mia los observó, dándose cuenta de que tanto ella como JJ se habían quedado solos en esto, sin padres a los que recurrir. Ninguno de los dos tenía a nadie que los sostuviera en ese momento. Mientras el padre de JJ estaba ocupado con las drogas, el padre de Mia estaba siendo interrogado por los policías por las recientes declaraciones de John B.

Ambos se abrazaron, tratando de encontrar ese consuelo que tanto buscaban en el otro. JJ podía notar cómo el cuerpo de Mia temblaba ligeramente contra el suyo, por lo que envolvió su espalda con sus brazos con más fuerza, acercándola más a él.

—No han sobrevivido —susurró Mia con un hilo de voz, mientras escondía su cabeza en el pecho de JJ, que acariciaba su cabello con delicadeza.

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire cuando fueron seguidas por un silencio que tan sólo era roto por la tormenta que se había llevado a John B y Sarah por delante.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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