ᯓ 𝘁𝘄𝗲𝗹𝘃𝗲
ᰍ . ° 𝖿𝗋𝗂𝖾𝗇𝖽𝗌 .ᐟ ˎˊ˗
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Mia se había sentado en el porche del Chateau con la mirada perdida en el jardín de la casa. Sobre su frente, sostenía un paquete de judías congeladas para aliviar el golpe que se había llevado en la pelea con aquella chica. Aun así, el dolor físico no se comparaba con el nudo en su pecho. Tenía un torbellino de pensamientos en la cabeza que no la dejaban tranquila.
Sin hacer ruido, JJ apareció y se sentó a su lado. No dijo nada al principio, simplemente dejó que el silencio se asentara entre ellos. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, pero JJ nunca había sido bueno aguantando el silencio por mucho tiempo, y ese silencio lo mantenía intranquilo.
—Entonces... ¿esto es lo que hacemos ahora? ¿Sentarnos y no hablar de nada? —rompió el silencio JJ con sarcasmo.
Mia soltó un suspiro y apretó las judías contra su frente.
—¿De qué quieres hablar, JJ? —le preguntó Mia sin mirarlo con una voz cansada.
Él se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas. Dudó unos segundos antes de soltar lo que realmente pensaba.
—De nosotros —soltó—. De cómo en la hoguera... parecía que ya lo habías superado todo. Como si para ti solo hubiera sido algo... pasajero.
Mia dejó caer la bolsa de judías en su regazo, sintiendo un pinchazo en el pecho al oír esas palabras. Finalmente alzó su mirada y sus ojos se encontraron.
—¿Eso es lo que piensas? ¿Que fue algo pasajero? —le preguntó Mia en un susurro lleno de incredulidad.
JJ asintió, aunque evitó mirarla directamente.
—No sé, Mia... Así es como lo sentí. Porque yo... yo estoy estancado. Sigues ahí, en mi cabeza, y no sé cómo seguir adelante. Pero tú... —hizo un gesto vago con las manos— parecías tan tranquila. Como si ya no importara.
Ella negó con la cabeza, dejando escapar una risa amarga.
—No es así, JJ —le negó ella—. No importa cuánto lo intente, sigo sintiendo lo mismo que el primer día. Cada vez que te veo, cada vez que estás cerca... todo sigue ahí.
JJ levantó la mirada, sorprendido por la sinceridad de Mia, pero antes de que pudiera responder, ella continuó.
—Pero eso no significa que sea lo correcto —dijo, y tuvo que hacer una pausa, porque su voz empezó a quebrarse—. Mi vida, JJ... está yéndose al traste. Todo está patas arriba, y no quiero arrastrarte conmigo. No sería justo.
—¿Justo? —repitió él con frustración—. ¿Crees que me importa eso? Mia, no me importa si todo en tu vida se está desmoronando. Yo quiero estar ahí contigo.
Ella negó de nuevo, apretando los labios como si intentara contener las lágrimas.
—No, JJ. No puedes. Porque yo... no soy la persona adecuada para ti ahora. Tal vez nunca lo sea.
El silencio cayó sobre ellos de nuevo, pero esta vez era diferente. Era un silencio pesado en el que ambos querían decirse un montón de cosas pero ninguno sabía cómo. JJ se pasó una mano por su cabello, dejando escapar un suspiro frustrado.
—Vale, entonces... ¿qué hacemos? —le preguntó JJ—. ¿Cómo seguimos adelante?
Mia lo miró con pena.
—Podemos seguir estando juntos, JJ, pero como amigos. Sin malos rollos, sin problemas. No quiero perderte, pero tampoco puedo ser la persona que necesitas ahora.
JJ tragó saliva, sintiendo un nudo en su garganta. No era lo que quería oír, pero tampoco podía obligarla a nada. Finalmente, asintió lentamente.
—Está bien —dijo, aunque su voz era apenas un susurro—. Si eso es lo que necesitas, puedo hacerlo. Pero, Mia... —JJ la miró directamente a los ojos de una manera que Mia no supo descifrar—. Esto no significa que me duela menos.
Ella sonrió con tristeza y asintió, extendiendo una mano hacia él. JJ la tomó, y ambos firmaron así ese tratado de paz entre ambos. Aunque ninguno de los dos quería quedar como amigos, Mia sabía que era lo mejor en aquellos momentos.
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Aquella tarde, todos se reunieron en el Chateau. Los Pogues reían y hablaban entre ellos cuando el sonido de unos pasos llamó la atención de todos. Sarah apareció en el porche. Todos la miraron en silencio sorprendidos por su llegada.
—¿Qué hay, princesa? —le saludó JJ rompiendo la tensión con su habitual tono burlón.
—Buenas —respondió Sarah con un gesto con la cabeza.
Pero John B se cruzó de brazos cuando ambos cruzaron miradas.
—¿No deberías estar en Figure Eight con tus amiguitos del equipo de polo? —Sarah dejó escapar una risita irónica, pero antes de que pudiera responder, John B siguió hablando—. ¿O has roto con Topper?
—Solo somos amigos —contestó Sarah.
—Ah, solo amigos —se rió John B—. Tienes mucho amigos, Sarah.
—Sí, y tú también tienes amigas por ahí —contraatacó Sarah.
Todo indicaba que la pelea iba a escalar a niveles mayores, por lo que Mia, que los había estado observando todo este tiempo con una mezcla de irritación y agotamiento, levantó la mano para interrumpir.
—¿Qué haces aquí, Sarah? —le preguntó Mia.
Sarah giró su cabeza hacia Mia, agradeciendo en silencio que hubiera cambiado el tema.
—He venido por Pope —respondió Sarah mirando al chico—. He encontrado la sala de la isla.
Los Pogues se quedaron boquiabiertos sin poder procesar la información que acababan de recibir. En cuestión de pocos segundos, se subieron apresuradamente a la van, dejando el porche vacío.
—Tíos, escuchad —les dijo Pope mientras revisaba el diario que sostenía en sus manos—. El diario dice que la cruz contiene la reliquia más sagrada de la Cristiandad: el manto del Salvador.
—Para que me quede claro —empezó a decir Kiara—, ¿hay un manto sagrado dentro de la cruz?
—Sí, y dice que tiene el poder de curar a los enfermos de cualquier mal.
—"Si alcanzo a tocar aunque sea su manto, me sanaré" —murmuró JJ haciendo que todos se giraran para verlo confundidos—. ¿Qué? Fui a catequesis.
—Eso explicaría por qué Limbrey está tan empeñada en conseguir la cruz —intervino Mia—. Cree que puede curarla.
Kiara se inclinó hacia Pope para observar el diario.
—¿Qué más pone? —le preguntó.
—"Muchos temen que haber robado esta reliquia provoque la venganza de Dios" —leyó Pope mientras Mia asentía lentamente.
—Y al final, Dios sí que se vengó —dijo Mia.
—Mandó un huracán para hundir el barco —añadió Pope—. Solo sobrevivió Denmark.
Cuando llegaron a la casa de Sarah y Mia, el grupo siguió a Sarah por los pasillos hasta una sala al fondo. Sarah abrió la puerta con cuidado, revelando una habitación cubierta de dibujos que formaban el mapa de toda la isla. Mia se quedó sin aliento al entrar. ¿Desde cuándo estaban estos dibujos en esta sala de su casa? Nunca antes los había visto.
—Estoy flipando ahora mismo —les dijo Mia.
Los Pogues se dispersaron por la sala, inspeccionando cada rincón. Mia se acercó a una sección rota del tapiz que ponía "Kildare Island".
—Tíos, es un mapa de toda la isla —anunció John B señalando las paredes.
—Sí, creo que tienes razón porque esto de aquí es Rixon's Cove —JJ señaló un lugar y luego otro—. Y ahí está el faro.
—Chicos, aquí está la parcela nueve y el pozo —les dijo Kiara mientras recorría el dibujo del tapiz con su dedo.
—Si esa es la parcela nueve y eso es Rixon's Cove —empezó a decir John B—, esa es la rompiente de Mase.
—Pope ven —le llamó JJ—. Es la letra de Denmark.
Pope sacó un papel con las notas de Denmark y lo compararon con los dibujos en la pared. Mia observó con atención, y su rostro se iluminó.
—Los dibujos son iguales —les indicó ella.
—¡Denmark, eres un genio! —exclamó Pope—. Él pintó toda la sala.
—Sí, pero la pregunta es por qué —dijo Kiara cruzándose de brazos pensativa—. ¿Qué quiere decirnos?
—Tendrá algo que ver con la llave, ¿no? —preguntó JJ.
—Sí, pero ¿qué? —murmuró Mia.
Un silencio llenó la sala hasta que John B miró a Sarah con curiosidad.
—¿Cómo se te ha ocurrido quitar el papel?
—No he sido yo —negó Sarah—. Ya estaba así.
—Entonces, ¿quién ha sido? —preguntó Kiara.
Antes de que alguien pudiera responder, una voz sonó detrás de ellos.
—Los raritos
Todos se giraron, sobresaltados, para ver a Wheezie parada en la puerta.
—¡Wheezie! —exclamó Mia llevándose una mano al pecho.
—¿A quién te refieres? —le preguntó JJ.
—A esa mujera enferma y su perrito faldero —les respondió Wheezie—. Vinieron anoche preguntando por Rafe.
JJ alzó sus cejas cuando escuchó aquello.
—Espera, ¿rubia y pálida? —preguntó.
—¿Con muletas? —añadió Mia.
Wheezie asintió.
—¿Y qué pasó? —le preguntó John B.
—Estuvieron rebuscando por toda la casa y Rafe me mandó a mi cuarto, pero quería enterarme y escuché todo lo que decían por la rejilla —respondió Wheezie—. Y después hablaron un avestruz besando a un vikingo.
—Un mensaje en clave —murmuró JJ.
—¿Dijeron algo de la cruz de Santo Domingo? —le preguntó Pope.
—Sí, eso es. Y no sé qué de unos ángeles. Los mencionaron un montón.
—¿Unos ángeles? —se extrañó Sarah.
—Son las últimas palabras de Denmark —susurró Pope—. Enterró el tesoro a los pies del ángel. Tenemos que encontrar un ángel en la sala.
Todos se dispersaron por la sala buscando alguna pista. Wheezie se quedó en el centro del salón, mirando a Mia expectante.
—¿Qué pasa? —le preguntó deteniéndola—. ¿Me quieres explicar qué demonios está pasando?
—Es una historia muy larga —le respondió Mia antes de dirigirse hacia el tapiz.
Pero entonces JJ les llamó desde el otro lado de la habitación y todos se acercaron rápidamente a él mientras señalaba el dibujo de un gran árbol.
—Este árbol sigue en Goat Island. ¿Sabéis cómo se llama? —les preguntó JJ.
—El roble del Ángel —murmuró Mia y JJ asintió.
—Eso significia que la cruz está enterrada "al pie del Ángel" —respondió Pope cuando todas las piezas del rompecabezas empezaron a encajar—. Seguro que están allí. ¡Vamos!
Todos se dirigieron hacia la salida, y antes de salir, Mia miró a Wheezie y le sonrió.
—Gracias, Wheezie, te quiero —le dijo y se agachó levemente para darle un beso en la mejilla.
Y con eso, Mia salió de su casa en dirección al roble del Ángel.
ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲
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