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‎ ‎ᰍ  .  ° 𝖻𝖾𝗍𝗐𝖾𝖾𝗇 𝗍𝗁𝖾 𝖾𝗇𝖾𝗆𝗂𝖾𝗌 .   ˎˊ˗
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El día de la fiesta Kook había llegado. Mia observó su reflejo en el espejo de Kie con una mezcla de desgana y resignación. Realmente, Mia no tenía ganas de asistir a aquella fiesta, pero estaba cansada de escuchar a su padre repitiéndole una y otra vez que asistiera por él, ya que era una noche muy importante para la reputación de la familia.

Habían miles de motivos por los que Mia odiaba acudir a esas fiestas Kook, empezando por la falsedad de los presentes. Eran personas que sólo querían presumir de su dinero, el poder de sus familiar y sus vidas perfectas. Ella no encajaba con ellos, nunca lo había hecho. Sin embargo, con los Pogues había encontrado ese espacio donde podía ser ella misma sin miedo a ser juzgada.

Como Mia aún seguía enfadada con Sarah y Rafe por todo lo que habían hecho anteriormente, Kiara y ella quedaron en casa de la Pogue para vestirse juntas. Aunque ninguna de las dos tenían ganas de acudir a esa fiesta de "idiotas rocachones" como solía llamarlos Kie, sabían que no tenían otra opción.

Kie suspiró, mirándose en el espejo con rechazo.

—Esto es horroroso —le dijo Kiara a Mia, mientras alisaba el vestido lila que llevaba puesto en el espejo. A decir verdad, Kie iba preciosa con su vestido lila y su diadema de flores que llevaba en su cabeza.

Mia, que estaba acabando de peinarse frente el tocador de Kie, la miró por el reflejo y sonrió.

—Te queda genial, Kie —admitió Mia mientras se ajustaba uno de sus rizos—. Quiero decir, mírate, te ves como una princesa.

—Retira eso —le ordenó Kiara haciendo una mueca de indignación, provocando que Mia rodara sus ojos divertidamente—. Y lo dice que la que parece Cenicienta.

—¡Oye! Cenicienta es de las peores princesas —exclamó Mia ofendida, haciendo que las dos estallaran en una carcajada.

Pero Mia no le pudo reprochar nada, ya que iba vestida con un largo vestido azul y una diadema blanca que combinaba con sus zapatos y pendientes. Sin embargo, aunque ese vestido le daba un aire de elegancia que contrastaba con lo incómoda que se sentía, Mia no dejaba de pensar que ese vestido no era para ella. Era una visión idealizada que su padre quería que proyectara para impresionar a sus socios y tratar de esconder la realidad de la familia.

Kiara, observando a Mia en silencio por unos segundos, se acercó a ella con una pequeña sonrisa débil.

—Escucha, hemos tenido unos días de mierda las dos, así que vamos a ir a la fiesta, bailaremos y nos olvidaremos de todo, ¿entendido? —le dijo Kie mientras se acercaba al tocador en el que Mia seguía rizándose el pelo.

—Sí, capitana —respondió Mia, imitando un saludo militar que hizo reír a Kie.

Sin embargo, aunque Kiara trataba de animarla lo mejor que podía, Mia se quedó callada durante unos segundos, manteniendo su vista en su reflejo, observándose detenidamente. No lograba quitarse de la cabeza sus preocupaciones.

Desde el incidente en el trabajo de Heyward, Mia no podía dejar de pensar en JJ. No supo nada de él desde que Shoupe se lo llevó y temía que algo le pasara, porque cada día que Mia pasaba a su lado, se estaba dando cuenta de sus verdaderos sentimientos hacia él. Y es que la incertidumbre la estaba consumiendo por dentro.

"¿Estará bien? ¿Los agentes lo estarán tratando bien? ¿Cuánto tiempo más tendrá que estar encerrado en prisión, separado de ella?" se preguntaba constantemente.

Kiara, que notó el silencio de su amiga, se acercó un poco más a ella y la miró con preocupación.

—¿Estás bien, Mia? —le preguntó Kiara suavemente, sacándola de sus pensamientos.

En aquel momento, Mia quedó helada, sin saber que responder. Aquellas palabras la tomaron por sorpresa.

Normalmente, la gente nunca le preguntaba cómo se encontraba y las pocas veces que se lo habían preguntado, Mia solía sonreír mientras respondía que estaba perfectamente bien, aunque fuera una mentira. Pero en ese momento con Kiara, algo había cambiado. Algo dentro de ella le rogaba que gritara la verdad, que expresara sus sentimientos de una vez por todas. Y con Kie, Mia sentía que , quizás, por una vez, podía tratar de ser honesta sobre cómo se sentía.

—Sólo estoy preocupada por JJ, no sé nada de él desde que, ya sabes... se lo llevaron —acabó respondiendo Mia sintiendo como su voz se quebraba levemente—. Quiero decir, esta mierda es muy egoísta. Nosotras tenemos que ir a una fiesta de Kooks mientras JJ está encerrado injustamente porque no los detuve cuando quisieron vengarse.

—Sí, es injusto —admitió Kiara dirigiendo su mirada hacia el suelo—. Pero Mia, tú no tenías por qué detenerlos, ambos son conscientes de que lo que iban a hacer les podía traer consecuencias. Supongo que ninguno de los dos se esperaba lo que pasó el otro día —murmuró la última frase—. Pero confía en mí, JJ es como una cucaracha, es fuerte. Seguro que está bien, y va a salir de este apuro como sea.

Mia suspiró, tratando de confiar en su amiga y dejar atrás sus preocupaciones, al menos por una noche.

—Eso espero.








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La fiesta estaba llena de Kooks, una pesadilla para Mia y Kiara.

Mia sabía que no iba a disfrutar demasiado la fiesta, así que vino preparada con un bolso con dentro uno que otro libro y alguna galleta para comer.

Pero antes de escapar de la fiesta, quería pasar un rato con Kiara y Pope, quien había venido a la fiesta como ayudante de su padre. Y cuando Kie y ella lo vieron al fondo, no dudaron en acercarse.

—Disculpe, joven, ¿tenemos que abrir las ostras nosotros? —le preguntó Kie imitando un terrible acento británico.

—Sí, podríamos mancharnos el vestido —le siguió el juego Mia, imitando el pésimo acento inglés que Kie estaba poniendo.

Se escuchó a Pope suspirando antes de girarse, esperando atender a un Kook, y cuando las vio, los tres estallaron en una carcajada.

—Sería una auténtica pena —sonrió Pope mientras formaban un abrazo de tres—. Que acento más malo.

—Sí, hagamos como si nada —dijo Kiara riendo.

Los tres Pogues miraron su alrededor durante unos segundos.

—¿Habíais visto a tantos Kooks juntos? —les preguntó Kie sorprendida.

—He visto un montón de Kooks juntos cuando mi hermano monta fiestas en la piscina —empezó a decir Mia observando la multitud de Kooks—. Pero esto es demasiado.

—Estamos fuera de lugar —comentó Kie con desagrado.

Los tres quedaron en un silencio el cual no duró mucho ya que fue interrumpido por Pope.

—Oye, ¿alguna sabe algo de JJ? —les preguntó con inquietud.

—No sabemos nada —respondió Mia sintiendo cómo sus preocupaciones volvían a apoderarse de ella. Se sentía culpable al estar en una fiesta "divirtiéndose" mientras él debía estar pasándolo mal en comisaría.

—Chicos, le irá bien —les relajó Kie—. Es capaz de sobrevivir, es como una cucaracha.

—Es culpa mía —empezó a decir Pope agarrándose la cabeza con las dos manos estresado.

—No es culpa tuya, Pope —le interrumpió Mia agarrándolo de los hombros para que se relajara—. Topper y Rafe nos atacaron. Casi te matan, ¿recuerdas?

Pero antes de que Pope pudiera decir algo, todos los Kooks empezaron a aplaudir, y por la puerta, apareció toda la familia Cameron. Mia miró a su familia con la boca abierta con una mezcla de dolor y frustración. No le había avisado para que se uniera a ellos, sino que la habían vuelto a ignorar. Mia ya estaba acostumbrada a esa clase de escenas, pero esa familiar sensación de ser ignorada constantemente aún me seguía doliendo.

—Ni siquiera se han dado cuenta de que no estoy con ellos —murmuró Mia llena de frustración.

Tenía ganas de patalear y llorar hasta que alguien por fin comprendiera que era como un fantasma para su familia, invisible.

A su lado, Pope y Kiara la miraron con lástima, pero ninguno de los dos se atrevió a hablar del tema. Los tres Pogues simplemente se quedaron mirando a la familia. Mia con decepción y Pope y Kiara con desagrado.

—Lord Capital y los Explotadores —dijo Kie mirando con repulsión cómo eran alabados por los demás Kooks.

—Con eso va a sacarle un ojo a alguien —comentó Pope con gracia al ver la puntiaguda diadema de Rose.

—Parece la estatua de la libertad con eso en la cabeza —bromeó Mia haciendo que Pope y Kiara rieran—. Voy a por un vaso de agua —les informó—. No me apetece seguir viendo cómo aplauden a mi padre.

Mia se despidió de Kie y Pope y entró dentro del recinto en el que celebraban la fiesta. Necesitaba alejarse de todos para tomar un poco de aire. Ver a toda su familia junta sin ella sólo le daban ganas de gritar. Si se quedaba a ver cómo eran aplaudidos por todo, seguramente habría acabado montando una escena delante de todos, pero no era algo muy apetecible en aquel momento. Sólo quería desaparecer por un tiempo.

No era capaz de expresar la ira que sentía en aquel momento. Siempre supo que era el miércoles de la familia, al que siempre ignoran, y quería ser capaz de plantarse delante de toda su familia y expresar todo lo que nunca antes les había dicho. Quería poder tener el valor de recriminarle a cada miembro de su familia el daño que le había causado, empezando por su padre.

Pero era Mia, una chica que se consideraba a ella misma débil y cobarde.

Tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban en salir de sus ojos, siguió caminando por el jardín tratando de relajarse, concentrándose en su respiración. Contaba los pasos que daba en su cabeza para mantenerla distraída y miraba el paisaje de la playa anocheciendo que tenía frente a ella.

Cuando creyó que ya había conseguido relajarse, decidió cambiar su marcha de regreso con Kie y Pope.

Así que detuvo su paso, y cuando dio la vuelta, chocó de frente con alguien. Del golpe, Mia estuvo a punto de caer al suelo, pero la persona la agarró del brazo antes de que pudiera caer. Cuando Mia levantó la vista, no pudo evitar poner una mueca de sorpresa al ver a la persona que tenía delante suya.

—¡Dios mío, JJ! —exclamó Mia, y antes de que JJ pudiera reaccionar, Mia lo abrazó con fuerza.

Al instante, Mia sintió las manos de JJ envolviendo su espalda mientras ella escondía su cabeza entre el cuello del chico. Todo el peso de la culpa que la estaba consumiendo desapareció con un chasquido de dedos. JJ estaba de nuevo a su lado sano y a salvo.

—Lo siento, en serio —se disculpó Mia mientras se separaba lentamente del abrazo. Era como si tuviera miedo de que cuando se alejara del todo de JJ, él volviera a desaparecer.

—No es culpa tuya, Mia —le dijo JJ mientras le sonreía débilmente—. La idea fue mía, tuve que asumir el cargo.

Mia levantó su cabeza para verlo, dispuesta a negarle todo, pero cuando lo vio detenidamente, no pudo formular ninguna palabra. JJ tenía la cara llena de moretones y heridas, y luego se fijó en el profundo corte en sus labios. Mia tocó delicadamente la mejilla de JJ, sorprendida por todos los moretones que tenía.

—JJ, ¿qué te ha pasado en la cara? —le preguntó Mia preocupada mientras observaba detenidamente todas las marcas violetas de su cara—. ¿Shoupe te ha hecho eso?

—¿Esto? —JJ señaló su cara con su mano, disimulando todo el dolor con una sonrisa burlona—. Ah, eso... Fue mi padre, no es nada del otro mundo. Cuando pega lo hace bien.

La sonrisa que Mia tenía anteriormente en su rostro había desaparecido por completo, y fue remplazada por un rostro triste y apenado.

—¿Que no es nada del otro mundo? —repitió Mia, como si no fuese capaz de creer lo que acababa de escuchar—. JJ, parece más que un simple golpe.

—No es nada que no haya pasado antes —le aseguró JJ con un tono calmado. Pero Mia llevó su mano a su frente con desespero.

Todo era su culpa.

—Lo siento tanto... No tenías que cargar con la culpa por mi y por Pope —murmuró Mia sintiendo que su respiración empezaba a entrecortarse.

—No es culpa tuya, Mia —trató de converncerla JJ, pero ella negó.

—Sí que lo es —insistió Mia con desespero—. Si hubiese parado a Rafe no nos habrían golpeado con un palo de golf, entonces no le habríamos hundido la lancha a Topper...

—Mia, para —le interrumpió JJ.

—No os habrían pegado la otra noche —siguió sin hacerle caso a JJ—, tampoco te habrían arrestado y...

—¡Mia! —le dijo JJ mientras le agarraba la cara para que le mirase—. John B y yo lo hemos solucionado todo y me han dejado libre... Está todo bajo control...

Mia pestañeó dos veces al escuchar aquello.

—¿Eso quiere decir...? —empezó a preguntar Mia con una pequeña sonrisa asomada en su rostro.

—Volvemos a la búsqueda del tesoro, sí —confirmó JJ devolviéndole la pequeña sonrisa.

Mia miró a JJ con una enorme sonrisa llena de euforia y emoción. El rubio no pudo evitar perderse en su mirada mientras pensaba en la suerte que había tenido de haberla conocido en aquella playa de noche por accidente. Podía decir que Mia se había vuelto una de las personas más importantes de su vida en tan solo pocas semanas.

De repente, JJ sintió que era el momento perfecto para decirle a Mia todo lo que llevaba tiempo queriendo decirle, todas esas palabras que se había guardado por tanto tiempo. Con tan solo ver aquellos ojos, JJ sabía que ella era la persona con la que quería estar.

—Mia... —empezó a decir mientras sentía que sus manos empezaban a temblar levemente.

—Dime —le sonrió Mia sin poder evitar extrañarse por el repentino temblor en la voz de JJ—. Dios mío, JJ, parece que te vas a asfixiar, estás más rojo que el pelo de los Weasley.

Pero cuando Mia se fijó en cómo las manos de JJ estaban temblando, su rostro se volvió más interrogante.

—Vale, JJ, dime a quién tengo que matar —le dijo Mia sin dejar de lado el tono burlesco—. En serio, creo que es la primera vez que...

—Mia, te quiero —le interrumpió JJ sin pensar.

La sonrisa que tenía Mia en su rostro decayó por completo y JJ pudo ver cómo Mia despegaba sus labios para decir algo y los acababa cerrando como si no fuera capaz de hablar. Su rostro, que antes mostraba total curiosidad por la manera en la que JJ se había quedado absorto en sus pensamientos había sido reemplazada por uno de total sorpresa.

Al ver la mirada de Mia, JJ pudo deducir que Mia estaba tratando de buscar las palabras más delicadas para decirle que ella no lo quería de la misma manera que él. Por lo que ahora mismo, el chico se estaba maldiciendo mentalmente por haber sido tan impulsivo.

—Mia, yo... —empezó a decir JJ para tratar de calmar la situación, pero era como si las palabras se hubieran quedado atascadas en su garganta.

Mia estaba petrificada en su lugar, ¿el chico que le gustaba le correspondía? La rubia se maldecía mentalmente por no estar respondiéndole, pero ¿qué se supone que se le debe decir a alguien cuando te dice que te quiere? Había leído muchos libros de romances adolescentes y sabía lo que debía hacer, pero la situación la ponía tan nerviosa que no era capaz de formular ni siquiera un sonido. A juzgar por la mirada de pena de JJ, sabía que se debía estar arrepintiendo por haberle dicho aquello, pero la pobre tenía un lío en la cabeza. ¿Le decía que le quería, un simple yo también o le sonreía?

—JJ, yo... —balbuceó Mia mientras jugaba nerviosamente con sus pulseras.

Pero antes de que pudiera expresar a JJ todo lo que sentía de vuelta y así poder sincerarse con la persona a la que quería, alguien interrumpió la conversación.

—¡JJ, qué sorpresa encontrarte aquí! —exclamó alguien mientras entraba por la puerta.

Mia, exaltada por el susto, giró su cabeza en dirección a la puerta, encontrándose con Rafe acompañado por cuatro Kooks. La chica maldijo mentalmente, ¿por qué Rafe siempre aparecía en los mejores momentos? ¿Era el destino, que quería arruinarle los buenos momentos?

A su lado, JJ dejó salir un suspiro e hizo un ademán de agarrar la mano de Mia para irse, pero antes de que aquello pudiese suceder, Rafe se acercó a JJ y lo agarró bruscamente de la camisa para luego lanzarlo contra la pared. Mia empujó a un lado a Rafe para correr hacia JJ, pero su hermano le dio la señal a uno de los Kooks que lo acompañaban de que la parara, por lo que aquel Kook la agarró con fuerza de la muñeca, apartándola de JJ.

—Sujétalo —le ordenó Rafe a Kelce aprovechando que el Pogue aún se estaba recuperando del impacto contra la pared.

Kelce lo agarró del traje y lo levantó bruscamente del suelo, sujetándolo fuertemente frente a Rafe.

—Típico de ti, cinco contra dos —logró decir JJ mientras retomaba la consciencia.

—¿Te importaría no hablar? Es de mala educación interrumpir —le dijo Rafe burlonamente mientras calentaba su mano para golpearlo—. Tienes la cara hecha un cuadro —comentó cuando se dio cuenta de todos los moretones y heridas que tenía JJ en el rostro—, cada vez te pareces más a tu padre.

Ante aquel comentario, JJ le escupió con ira en la cara. Pero antes de que Rafe pudiera golpearlo como respuesta, las luces de la sala empezaron a encenderse y apagarse. Confundidos, todos se giraron en busca de alguna explicación razonable, encontrándose con un guardia de seguridad jugando con las luces.

—Caballeros, ¿hay algún problema por aquí? —les preguntó el hombre mientras se acercaba a ellos. Al verlo, Kelce soltó a JJ, empujándolo lejos de él.

—Disculpe, no, no pasa nada, sólo... —empezó a decir JJ pero acabó deteniéndose por unos segundos—. La verdad es que sí, sí que pasa... Se trata de un delito de allanamiento... —informó JJ, haciendo que todos los Kooks, incluyendo Mia, lo miraran confundidos—. Dé el aviso. Una falta de respeto por la propiedad privada. Estoy cometiendo infracciones de todo tipo, pero estos jóvenes caballeros...

JJ se acercó a Kelce, pero antes de que pudiera hacer algo, el Kook lo empujó.

—No me toques —le susurró con repulsión.

—...me han pillado y están a punto de sacarme de aquí. Y es lo que debería hacer usted —JJ levantó sus manos, exponiendo sus muñecas como si de verdad esperara que lo esposaran—. Aquí me tiene.

—Venga —el señor de seguridad agarró a JJ y lo guió hacia la salida.

Pero antes de que JJ pudiera salir por la puerta, miró a los Kooks con superioridad.

—¡Que os divirtáis, supernenas! —les gritó antes de ser empujado hacia la salida por el guardia.

Mia hizo su mejor esfuerzo al tratar de no reír al ver la cara de Rafe. Pero aprovechando que el Kook que la estaba sujetando estaba distraído, Mia le pisó el pie y huyó cuando el chico empezó a quejarse por el dolor.

Cuando Mia salió fuera, la escena de los Kooks abriéndole paso al guardia, que empujaba a JJ, tan sólo provocó que la ira ardiera dentro de ella. Entre algunos de los invitados que se echaban hacia atrás para que pasara JJ, vio a Kiara junto a sus padres. Rápidamente, Mia corrió hacia ella mientras trataba de pensar en un plan para ayudar a JJ.

—Eh, tío, que puedo andar yo solito, tengo piernas —le dijo JJ mientras trataba de alejar al guardia de él para poder caminar con más comodidad—. Oh, señor Dunleavy, veo que ya tiene su bebida, bien, me alegro mucho, déjeme probarla.

JJ agarró la copa de vino de aquel Kook y le dio un trago mientras el hombre le recriminaba. Aunque el guardia no tardó mucho en volver a empujarlo para que se fuera de la fiesta lo antes posible.

—¡Todo el mundo tranquilo, que no cunda el pánico! Ya se encargan los profesionales —exclamó JJ mientras apartaba las manos del guardia con un manotazo—. ¡Rose, pareces la estatua de la libertad! —gritó cuando la vio hablando con Ward al lado de la mesa de comida.

—¡Suéltalo ahora mismo, no puedes echarlo así! —exclamó Kie cuando el guardia pasó por delante de ella. La Pogue tuvo que ignorar todas las frías miradas de los Kooks y a sus padres pidiéndole que se mantuviera en silencio.

—¡Le hemos invitado a la fiesta! —exclamó Mia siguiéndole el royo a Kie, haciendo que todas las miradas ahora estuvieran sobre ella—. Soy socia de este club.

JJ aprovechó para empujar al guardia lejos de él. Se acercó a Mia y le agarró de la mano para llevarla lejos de la multitud con él.

—Reunión obligatoria en Rixon's Cove, chicas —les informó JJ—. Pope, tú también.

Mia, que seguía a JJ hacia la salida, no pudo evitar mirar de reojo el lugar en el que se encontraban su padre y Rafe. Ambos la miraban con rechazo, Ward preguntándose qué había hecho mal para criar una hija tan desagradecida. Pero Mia no iba a dejar que su padre controlara más su vida.

Ella corrió con JJ mientras era seguida por Kie y Pope. Los cuatro Pogues reían mientras corrían para juntarse con John B mientras oían de fondo los murmuros de menosprecio de todos los Kooks.

¿Pero qué importaba? Eran unos Pogues, y su misión era pasárselo bien.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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