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ᰍ . ° 𝗍𝗁𝖾 𝗐𝗋𝖾𝖼𝗄 .ᐟ ˎˊ˗
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A la mañana siguiente, todos se reunieron en la lancha de John B, buscando algo de paz después de aquel día anterior tan intenso, y ¿qué mejor lugar para descansar que sobre el mar?
—Entonces ¿qué pareja prefieres, Stancy o Jancy? —le preguntó Mia a Kiara con curiosidad por saber la respuesta de Kie.
Mia y Kiara estaban sentadas juntas en un lado de la lancha, mientras que John B, Pope y JJ estaban al otro extremo, charlando entre ellos.
—Jancy, definitivamente —respondió Kie sin dudarlo, por lo que Mia sonrió satisfecha con la respuesta.
—Eso mismo digo yo, pero hay gente que prefiere Stancy. Nancy ahora pasa de Steve, él merece algo mejor, aunque antes fuera un capullo —le dijo mientras Kiara asentía de acuerdo.
—Jonathan y Nancy son la mejor pareja de toda la serie y nadie me hará cambiar de opinión —sentenció Kiara.
De repente, un silbido de JJ interrumpió la conversación.
—¿Veis eso? Es un Malibu 24-MXZ, la mejor lancha para deportes acuáticos —les dijo JJ, señalando una lancha que se acercaba a ellos—. La número uno en lujo, calidad y rendimiento. Doscientos mil, fácil.
—Nos equivocamos de padres —murmuró Pope girándose para ver la lancha de más cerca.
—Siento aguaros la fiesta, chicos, pero son Topper y su novia —Kiara, que también vio la lancha, había puesto una sonrisa fingida.
—Mierda, tenía que ser Sarah —susurró Mia.
Rápidamente, Mia tomó la gorra que JJ llevaba puesta y se la puso en la cabeza para poder ocultarse. No podía dejar que Sarah la viera con los Pogues porque sabía cómo se pondría con ella al descubrir que estaba con "las personas que estuvieron a punto de matar a Topper".
—Luego te la devuelvo —le dijo a JJ cuando éste empezó a quejarse por la gorra.
La lancha con Topper y Sarah finalmente se cruzó con la de los Pogues. Sarah les lanzó una mirada de superioridad, pero cuando distinguió a Mia en la lancha de los Pogues tratando de esconderse de ella al lado de JJ, que fue el que tuvo la pistola aquella noche, su expresión cambió rápidamente a una de furia.
—¡No hagas como que no nos ves, zorra! —le gritó Kie, molesta, mientras Sarah se acomodaba bien las gafas de sol y su lancha se alejaba de ellos.
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Los Pogues detuvieron la lancha en el muelle que había frente a la mansión de los Cameron. Mia se despidió de ellos y se dirigió hacia su casa. Allí, abrió a puerta y entró. Pero al girar hacia la sala de estar, se encontró de golpe con su hermana.
—Hey, ¿qué tal? —le saludó Mia tratando de sonar casual, pero cuando vio la expresión molesta en el rostro de Sarah, Mia se extrañó—. ¿Y esa cara?
—¿Desde cuando te juntas con ellos? —le cuestionó Sarah con los ojos entrecerrados mientras se cruzaba de brazos.
—¿De qué estás hablando? —le preguntó Mia frunció el ceño intentando mantener la calma, a lo que Sarah rió sarcásticamente.
—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, Mia —replicó Sarah cortantemente—. Estás saliendo con ellos.
—Vale, en caso de que esté saliendo con "ellos" —empezó a decir Mia, sintiendo que se avecinaba una pelea—, ¿a ti qué más te da?
—¡Esos Pogues casi matan a Topper, Mia, por Dios! —exclamó Sarah, que estaba perdiendo la paciencia.
—Y Topper casi ahoga a John B —repuso Mia sin alterarse lo más mínimo.
—Sí, pero porque John B se estaba peleando con él —le contradijo Sarah.
—¡Pero si empezó Topper! —exclamó Mia, y por primera vez, su voz se quebró por la frustración que la carcomía
Estaba harta de que los Kooks siempre quedaran impunes, como las víctimas de las peleas entre Kooks y Pogues, mientras éstos últimos siempre eran vistos como los villanos, los malos de la historia. Mia sentía que Sarah estaba siendo terriblemente injusta, cosa que hizo que cada vez le costara más controlar su ira.
—Además, tú eres la primera en decir que dejemos esa estupidez entre Kooks y Pogues.
—¡Y lo siguo diciendo! —replicó Sarah levantando su voz—. Pero ellos son diferentes, Mia. Si tienen pistolas, pueden tener cualquier otro tipo de arma, y no quiero que te pase nada.
—No hagas como que te importo —rió Mia con una sonrisa irónica. No podía creer que después de que Sarah la hubiera ignorado por completo durante años, ahora pretendía que Mia se creyera aquello.
—Es que me importas, Mia —insistió Sarah mientras Mia negaba con su cabeza. Su insistencia tan sólo hizo que Mia negara con su cabeza, empezando a perder la paciencia ante Sarah tratando de comportarse como la buena de la historia.
—Sarah, ambas sabemos que te doy exactamente igual —le dijo Mia con frialdad mientras ahora era ella la que se cruzaba de brazos—. Prefieres presumir tu perfecta vida mientras pisoteas la mía o la de Rafe, por ejemplo. Y ahora que por fin estoy rehaciendo mi vida con nuevos amigos, tienes que quitarme eso también, ¿no?
—No sabes lo difícil que ha sido mi vida —murmuró Sarah bajando la mirada al suelo mientras Mia soltaba una risita sarcástica. Sus palabras sonaron débiles, pero no lo suficiente para convencer a Mia.
—¿Tu vida es difícil? —repitió Mia con incredulidad, mirándola como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar—. Sí, ser la princesa de los Kooks y la favorita de nuestros padres debe ser una tortura —rió sarcásticamente mientras Sarah rodaba sus ojos, frustrada por no poder convencer a su hermana—. Sarah, no sabes lo que es vivir un infierno.
—¿Y tú si que sabes lo que es vivir un infierno? —se burló Sarah mientras Mia apretaba su mandibula con remordimiento—. Venga ya, Mia.
—Siempre he sido la sombra de todos, Sarah —empezó a contarle Mia, dolida por lo que le acababa de espetarle Sarah. ¿Es que nunca se había fijado en cómo Mia se había ido apagando durante los últimos años?—. Nadie nunca ha querido juntarse conmigo, pero tú siempre has estado rodeada de amigos. Papá y mamá parece que me odian. Literalmente bajo al salón y ellos se van, como si quisieran evitarme. Mientras tanto, a lo que tú llamas "una vida difícil", es elegir qué vestido vas a ponerte para una fiesta a la que tú has sido invitada y yo no.
—Mia, yo... —empezó a decir Sarah algo avergonzada, pero Mia la interrumpió antes de que pudiera seguir.
—Ya me da igual, Sarah. He aprendido a lidiar con eso, y además, tengo problemas peores que solucionar —dijo Mia en un susurro que tan sólo dejó más preocupada a Sarah—. Así que, si me permites, princesa Kook, me voy a mi cuarto.
Mia, ya sin fuerzas para seguir discutiendo, giró sus talones y se dio la vuelta para subir la escaleras en dirección a su habitación, mientras de fondo, escuchaba a Sarah llamándola, pidiéndole que hablaran las cosas. Sin embargo, Mia siguió su camino ignorándola para cerrarse, como de costumbre, en su habitación.
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Al día siguiente por la tarde, el grupo se reunió en la van de John B para ir a un hotel de lujo en el que JJ había estado trabajando últimamente. Su misión, era utilizar los ordenadores del recinto para buscar las coordenadas que el padre de John B dejó escritas en el mapa, ya que el hotel era uno de los únicos sitios con internet en toda la isla.
John B estacionó la camioneta en el parking del hotel, y antes de que slguien pudiera salir de la camioneta, JJ habló para romper el silencio.
—Vale, estad alerta —les dijo mientras sacaba el arma de su bolsillo—. Estamos en territorio enemigo.
—Ya vale, JJ, guárdala —le ordenó John B, tratando de hacer que JJ guardase de nuevo la pistola. No quería que las cosas se complicaran más de lo necesario, y JJ sacando una pistola definitivamente no era lo que tenía en mente.
Al ver la pistola, Mia levantó sus cejas en señal de incredulidad mientras Kiara rodaba sus ojos con cansancio.
—Hay que estar preparado —se defendió JJ, pero solo recibió miradas escépticas por parte de los Pogues.
—JJ, estamos en un maldito hotel —le dijo Mia exasperada mientras abría la puerta de la camioneta y se bajaba. Pope también bajó del vehículo tras Mia y caminó hacia la puerta de copiloto, donde se encontraba JJ.
—Me da que traer un arma a un hotel de cuatro estrellas causará más problemas de los que pueda acabar solucionando —opinó Pope mientras John B sonreía ante aquel comentario.
—Gracias, Pope —le agradeció John B.
Kiara, desde el asiento trasero, se inclinó hacia delante sobre el asiento delantero, claramente exasperada por la actitud de JJ.
—Te juro por Dios que voy a tirar ese trasto al mar —le amenazó Kie con una mirada fulminante. Luego, abrió la puerta y salió del auto mientras negaba con su cabeza con frustración.
John B aprobechó que JJ estaba distraído y le arrebató el arma de las manos, dejándola guardada en un compartimiento del coche antes de que este pudiera protestar.
—Así no se coge una pistola —le recriminó JJ, abriendo de nuevo el compartimiento que había cerrado John B y sacó un carnet—. Olvidaba la identificación, ayudante de camarero.
Cuando todos bajaron del coche, siguieron a JJ por todo el hotel. Entraron en una cocina en la que solo se escuchaban saludos hacia JJ.
—¡Mama L, me alegro de verte! —le saludó JJ a la mujer mientras trataba de robarle algo de la comida que la señora estaba cocinando, aunque no tuvo éxito, porque la mujer le golpeó la mano con la cuchara de madera.
—¡No toques, JJ! —exclamó aquella mujer mientras JJ seguía avanzando con el grupo siguiéndolo detrás.
JJ les llevó por todos los pasillos posibles del hotel hasta que finalmente llegaron a una sala llena de ordenadores.
—¡Por Dios, internet! —exclamó Pope mientras corría hacia uno de los ordenadores—. Te echaba de menos.
—Dejadme mirar, quiero ver a mis modelos de instagram —dijo JJ apartando a Kiara y Mia de su camino para llegar a los ordenadores. Las dos chicas se miraron y rodaron los ojos.
—No hay tiempo para eso —intervino John B, dejando el mapa que había traído sobre la mesa—. Aquí está el mapa.
Pope, que ya había encendido uno de los ordenadores, se acomodó en la silla frente a la pantalla.
—Coordenadas —le pidió Pope y John B enseguida se las dijo.
—34, 57, 30, norte. 75, 55, 42, oeste —dictó John B, observando cómo Pope las escribía—. La plataforma continental —indicó señalando la pantalla del ordenador.
—Si está en las profundidades, adiós a la búsqueda del tesoro —le dijo Pope a Johhn B, quien le pidió que hiciera zoom en la pantalla.
—Está en la parte alta —indicó John B mientras todos miraban el resultado en la pantalla atentamente—. A 275 metros.
—No es mucho —opinó JJ encogiéndose de hombros.
—¿Es factible? —preguntó Kiara y JJ asintió.
—Totalmente factible —respondió JJ.
Mia, con una mueca de intriga, no pudo evitar dudar de la confianza de JJ. Se giró hacia él mientras se cruzaba de brazos.
—¿Y de qué forma se supone que vamos a bajar ahí bajo? —le preguntó Mia, y al segundo, Pope también se giró hacia él.
—Sí, ¿qué harás, ir en tu submarino? —le cuestionó Pope sarcásticamente, arqueando una ceja.
—En el desguace hay un dron con cámara capaz de sumergirse a 300 metros —respondió JJ con una sonrisa de superioridad—. Es justo lo que necesitamos.
—¿Y tu padre le echaría sus sucias manos? —le preguntó John B con escepticismo.
—A mi padre y sus sucias manos los echaron —le informó JJ encogiéndose de hombros—. Supongo que al capitán no le hacía gracia que apareciera ciego —a Mia le dio pena escuchar a JJ decir aquello. Estaba segura de que JJ debía de haberlo pasado mal con un padre tan desastroso—. Pero el dron está allí, en efectos confiscados.
—¿Cuánto decís que hay en el Royal Merchant? —les preguntó Kiara, como si quisiera asegurarse de que realmente valía la pena arriesgarse por la cantidad de dinero.
—Cuatrocientos millones —le respondieron John B y Pope a la vez.
—¿Cuatrocientos millones de dólares? —repitió Kiara incrédula, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
De repente, Pope se levantó de golpe y corrió hacia la puerta, la cual trató de bloquear con su cuerpo en un intento de detener a sus amigos.
—No, ni se os ocurra —negó Pope con su cabeza. Su tono era serio, casi suplicante, pero nadie del grupo estuvo dispuesto a escucharlo.
—¡Pope! Muévete —le ordenó Kiara mientras caminaba hacia Pope y lo apartaba de la puerta con un empujón.
—¿No podemos conseguir dinero de forma legal? —les preguntó Pope sabiendo que sería ignorado por sus amigos, que salían de la sala siguiendo a Kiara.
Mia le dio una última mirada de pena a Pope. Entendía al chico, una beca era díficil de conseguir, y ahora que tenía la oportunidad de su vida, no quería meterse en líos. Pero eran cuatrocientos millones, y Mia sabía que los necesitaba a pesar de ser rica. Estaba convencida de que sus padres no le darían ni un cuarto de su fortuna para que pudiera pagar una universidad o mudarse a Forks. Era su única opción.
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John B conducía la van hacia "efectos confiscados", un depósito de objetos incautados donde se encontraba el deon que buscaban. El viaje se resumía en las quejas de Pope, que no pudo evitar expresar sus dudas acerca de aquella misión.
—No vamos a robar un dron —le intentó convencer John B a Pope por décima vez en lo que iba de viaje—. Sólo vamos a cogerlo prestado.
La cabeza de Pope estaba apoyada contra la ventana de la van, y tenía una expresión llena de resignación y frustración. Soltó un suspiro pesado y desvió la mirada hacia el paisaje que pasaba por la ventana.
—El ser humano es el único animal que no distingue entre fantasía y realidad —citó Pope sin apartar la vista de la ventana, como si estuviera hablando más consigo mismo que con los demás.
—¿Esa frase es tuya? —le preguntó John B, pero Pope negó con su cabeza.
—No, es de Albert Bernstein, pero se aplica a esta historia de la búsqueda del tesoro —respondió Pope mientras soltaba otro suspiro—. En fin, ¿qué creéis que es, fantasía o realidad?
—¿Por qué eres tan raro, Pope? —le preguntó JJ soltando una carcajada. Éste se encontraba sentado entre Pope y Mia, que iban en la parte trasera de la camioneta con él.
Antes de que Pope pudiera replicar, Kiara intervino.
—Es fantasía, pero una posible realidad —opinó Kiara desde el asiento de copiloto.
—Realidad —sentenció John B con seguridad, mientras se giraba a ver a Kie con una pequeña sonrisa de complicidad.
—Realidad virtual —bromeó JJ mientras trataba de encender el porro que tenía en su boca, pero nunca llegó a encenderlo porque Pope se lo arrebató de la boca y lo lanzó por el auto con una mueca de disgusto.
—Mantente despejado —le dijo Pope a JJ, quien lo miraba con incredulidad mientras le reprochaba y de un momento a otro, ambos empezaron a discutir. Mia bufó y se dedicó a mirar a través de la ventana para desconectar del ruido de la pelea.
Finalmente, cuando llegaron a su destino, John B aparcó la camioneta en una zona discreta que se encontraba cerca de "efectos confiscados ".
—¿Sabes cuál es tu problema? —le dijo JJ a Pope mientras bajaba de la camioneta y cerraba la puerta tras él.
—Tú —respondió Pope, lo que hizo que JJ soltara una risa incrédula.
—¡No! —exclamó JJ—. Tienes que relajarte, tío. ¡Siempre estás tenso!
—¡No estoy tenso! —replicó Pope, aunque su postura rígida y el tono nervioso de su voz lo contradecían.
Mia, que ya estaba al borde de explotar su paciencia por la constante pelea, intervino con cansancio.
—Dejadlo ya, por favor —se escuchó la voz de Mia, que tenía una mueca de agotamiento en su rostro al haber estado todo el camino escuchándolos discutir.
—¡Mia, vamos! —le llamó Kiara, que la esperaba en el otro lado de la camioneta.
Antes de que Mia pudiera moverse, JJ dejó de discutir con Pope para detenerla, agarrándola de la mano.
—No te preocupes por lo que pueda pasar, tú puedes —le dijo JJ a Mia, quien se detuvo un segundo para mirarle y esbozó una sonrisa burlona.
—No es por mí por lo que estoy preocupada —respondió alzando sus hombros con indiferencia mientras se giraba para ir con Kie, que la esperaba en la puerta.
—Ni ti priocupis, ti piedis —JJ escuchó detrás de él el murmuro de burla de Pope, por lo que rodó sus ojos mientras su amigo reía.
Cuando Mia y Kiara se juntaron, se adelantaron hacia la puerta de efectos confiscados, en la cual, había un señor dentro de una pequeña casita vigilando la entrada.
—Hola —exclamó Kiara levantando su mano para atraer la atención del hombre.
—¿Puedo ayudaros? —les preguntó el hombre confundido de ver a dos adolescentes en aquel lugar.
—Sí, se ha desinflado una rueda, me preguntaba si podría echarnos una mano —le explicó Kie, fingiendo una sonrisa inocente.
—Sí, claro —accedió el hombre mientras abría la puerta para salir.
—Está tirado —le susurró Mia chocando los cinco con Kie disimuladamente.
Mia señaló el conche que tenía la rueda desinflada al hombre para que pudiera ir a arreglarla.
—Es esta de aquí detrás —le indicó Mia mientras se acercaban—. Creo que debe tener una fuga o algo.
—A lo mejor ha estado parado mucho tiempo —sugirió el hombre, pero la mirada de Mia estaba centrada en la puerta abierta, por la cual, estaban entrando John B, JJ y Pope—. Vale, yo me encargo.
El hombre se agachó y empezó a inflar la rueda del auto.
El plan iba sobre ruedas, tenían al señor entretenido mientras los tres chicos buscaban el dron. Pero como de costumbre, el plan siempre acababa fallando. Los ladridos de un perro que venían de donde estaban los chicos atrajo la atención del hombre.
—¿Oís eso? —les preguntó levantando la cabeza hacia ellas.
—¿Que si oímos qué? —le dijo Kiara, con una sonrisa nerviosa.
—Tebow ha visto algo —indicó el hombre refiriéndose a su perro.
El hombre trató de levantarse para ir a comprobar que todo estaba en orden, pero Mia lo paró.
—¿Quién es Tebow? —le preguntó Mia al señor fingiendo interés, tratando de retenerlo el máximo tiempo posible.
—Es mi perro guardián —respondió el hombre, el cual, se estaba levantando para irse.
—Seguro que es un mapache o algo parecido —insistió Kiara para detenerlo—. No creo que deba preocuparse.
El hombre acabó creyéndolas, aunque aún parecía algo dubitativo. Mia le dio una señal a Kie para que fuera a pinchar otra rueda mientras ella distaía al señor. Aunque después de unos minutos en los que Mia le hacía preguntas al hombre sobre su trabajo o su perro, éste se dio cuenta de que faltaba algo.
—¿Dónde está la otra chica? —le preguntó a Mia, pero antes de que pudiera responder, el hombre empezó a buscar a Kiara.
—¡Eh, espera, vuelva! —exclamó Mia corriendo detrás del hombre, el cual, pilló a Kiara pinchando una rueda.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó el señor confundido.
—Esta rueda también está algo deshinchada —le sonrió Kiara inocentemente mientras se levantaba y guardaba el objeto con el que había pinchado la rueda detrás de ella.
Pero aquello fue demasiado tarde porque el señor se dio cuenta de que aquello era una trampa y empezó a correr para volver a entrar al lugar.
—¡Oiga, espere! —gritó Mia, pero el señor ya había desaparecido de sus vistas.
—Mierda, vámonos —le dijo Kiara y ambas subieron en el auto para alejarse del lugar, rezando para que todo saliera bien para los chicos.
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La camioneta de los Pogues se detuvo delante del "The Wreck", el famoso restaurante de mariscos del padre de Kiara.
—Robar drones abre el apetito —comentó Kie mientras bajaba de la camioneta.
—Lo que daría yo ahora por una cerveza y unas gambas —les dijo JJ exageradamente mientras detrás de él bajaban Pope y Mia intercambiando unas miradas divertidas.
—Dramático —se burló Mia con una sonrisa, justo antes de que JJ se girara rapidamente hacia ella y, con un gesto juguetón, le revolviera el cabello con la mano. Mia frunció el ceño, pero la broma hizo que sonriera de lado—. Bueno, unas patatas fritas no estarían mal —acabó admitiendo Mia, recibiendo una sonrisa victoriosa por parte de JJ.
—Yo me comería cualquier cosa —comentó Pope mientras cerraba la puerta del auto tras él.
Los cinco caminaron hasta entrar en el restaurante, el cual, estaba casi vacío al ser tan tarde. El padre de Kiara, que estaba detrás de la barra, les dedicó una sonrisa al ver a su hija y a Mia, pero su expresión cambió en cuanto notó a los tres chicos detrás de ellas.
—Esperad un momento —les dijo Kiara antes de caminar hacia su padre.
Los cuatro le hicieron caso y fueron a una esquina del restaurante, claramente intimidados ante la mirada del padre de Kie. Mia se dio cuenta de cómo los tres chicos miraban hambrientos los platos, y cuando Mia se percató de que el padre de Kiara aún los seguía mirando, les dio un codazo para que de comportaran. Aunque la verdad, Mia se arrepintió de haberles llamado la atención. En vez de saludar con la mano al padre de Kiara como haría cualquier persona normal, JJ hizo el símbolo de la paz con sus manos mientras John B y Pope sonreían torpemente. Mia, sintiendo la vergüenza apoderarse de ella, se llevó la mano a la y soltó un suspiro.
—Sentaos —les dijo de repente Kiara y la boca de Mia se abrió por completo mientras los tres chicos corrían para tomar asiento en una mesa libre.
Había jurado que el padre de Kiara se negaría a darles comida gratis después de aquella desastrosa presentación, pero para su sorpresa, les invitó a sentarse.
—¡Toma ya! —exclamó JJ emocionadamente mientras se dejaba caer en una de las sillas.
Y después de unos pocos minutos, su mesa estaba llena de comida, y los cinco comían como si no hubieran comido en años. Mia comió tanto que tuvo que negarse a otra ronda de pizza gratis, y empezó a lanzarle la patatas que le sobraban en el plato a JJ, que tenía que atraparlas con la boca. Pero el juego pronto escaló en una guerra de patatas volando por toda la mesa, en la que Pope intentaba esquivarlas sin mucho éxito.
Entonces, una de las canciones favoritas de Mia empezó a sonar por los altavoces del restaurante. Sin poder contenerse, Mia agarró una cuchara y la usó como si fuera un micrófono para empezar a cantar la canción mientras hacía unos pasos de baile terribles que hicieron que Kiara y John B estallaran en carcajadas.
Kiara sacó al centro del restaurante a John B, formando una pista de baile improvisada. Mia, agotada de tanto bailar, estuvo a punto de dejarse caer sobre la silla cuando sintió que alguien la agarraba de la mano. Mia alzó su mirada, encontrándose a JJ frente a ella, que la miraba con una sonrisa divertida.
—¿Te apetece bailar? —le preguntó alzando una ceja de manera juguetona mientras Mia sentía que sus mejilla se volvían rojas al instante.
—Por qué no —sonrió ella mientras era guiada por JJ al centro de la pista de baile.
Mia rió al ver los ridículos pasos de baile que hacía JJ, y ella jugó a imitarlos durante un tiempo. No podía quejarse, sus pasos de baile también eran pésimos, pero se dio cuenta de que estaba pasando un agradable tiempo con JJ. Durante toda su vida lo había visto como una persona demasiado caótica y problemas para ella, pero estaba descubriendo que esa faceta de él le empezaba a gustar.
JJ, por su parte, tenía una gran sonrisa en su rostro mientras observaba a Mia cantando aquella canción con todas sus fuerzas. E imaginar que aquella chica misteriosa a la que nunca le había prestado atención antes, ahora se estaba volviendo en una de las personas más cercanas a él en tan sólo pocas semanas.
Pero entonces, Mia se detuvo un momento extrañando a JJ, y cuando ella le señaló a Pope, el chico lo entendió al instante. Pope estaba comiendo mientras miraba tristemente a Kiara y John B bailando. Rápidamente, Mia y JJ tiraron del brazo de Pope y, pesar de sus quejas, le obligaron a bailar con ellos. Pope intentó resistirse, pero se rindió cuando Mia y JJ empezaron de una lado hacia otro, logrando que el chico pudiera pasar un buen rato.
Cuando todos acabaron agotados de tanto bailar, se despidieron del padre de Kiara y salieron del restaurante. Sin duda, a pesar de todo lo que estaba pasando en la vida de Mia, esta había sido la mejor noche que había tenido en toda su vida.
ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲
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