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ᯓ 𝘀𝗲𝘃𝗲𝗻𝘁𝗲𝗲𝗻

‎ ‎ᰍ  .  ° 𝗈𝗇 𝗆𝗒 𝗈𝗐𝗇 .   ˎˊ˗
: 𓏲🐋 ๋࣭ ࣪ ˖࿐࿔ 🌊

—Vamos a repasar el plan —les pidió Kie.

Kiara, Sarah y Mia se encontraban en la van sentadas. Kiara sujetaba un plano en sus manos que representaba el plan que iban a seguir para conseguir el oro.

—Sí, a ver —dijo Sarah, acercándose a Kie para observar el papel mejor. Mia la imitó, haciendo que Kie quedara entre las dos.

—Está a 15 metros y usaremos una cuerda de 30 —comenzó a repasar Kie, moviendo el dedo índice por el plano—. Así que el carrito irá... —Sarah empezó a reír, haciendo que Mia se uniera a ella—... directo a la cámara del oro.

—¿Quién lo ha dibujado? —le preguntó Sarah, tratando de contener la risa tapándose la boca con sus manos.

—¿Tú qué crees? —sonrió Mia burlonamente.

Las tres se giraron para ver, a través de la ventana de la van, a Pope, que estaba ayudando a John B a arreglar la polea. Mia se dio cuenta de que Kiara lo miraba algo atontada, y no pudo evitar sonreír burlonamente mientras le daba un codazo riendo. Kiara, al darse cuenta de que Mia se había dado cuenta, rodó sus ojos no sin antes contraatacar.

—Entonces, cada vez que te pille mirando a nuestro querido amigo JJ atontada también te daré algún codazo —le replicó Kiara, haciendo que Mia abriera su boca indignada en busca de una respuesta, pero como no la obtuvo, Kie rio victoriosa.

—¡Mia! —JJ les interrumpió, y Mia agradeció mentalmente la aparición de su amigo mientras le lanzaba una mirada asesina a Kie—. Espero que funcione —JJ dejó los lingotes oro en el suelo de la van, bajo los pies de las chicas—. No podremos empeñarlo si van marcados.

Mia se inclinó hacia un lado de la van para agarrar un soplete.

—Funcionará —aseguró Mia, observando con una sonrisa impaciente la herramienta.

Rápidamente, Mia se bajó de la van y siguió a JJ hacia un gran recipiente. JJ metió el oro dentro del recipiente mientras Mia se colocaba unas gafas de científico por precaución. Con una sonrisa, Mia encendió el soplete y empezó de derretir el oro. Una vez Mia fundió todo el oro, metió los lingotes sin el símbolo en una bolsa. Los Pogues se subieron de nuevo a la van y condujeron hacia el lugar donde iban a poder empeñar el oro.

—Te has lucido fundiéndolo, doctora Frankenstein —bromeó JJ mientras bajaba de la van una vez John B aparcó el vehículo.

—¿Lo habrías hecho mejor tú? —le replicó Mia con una sonrisa, bajando detrás de él.

—Claro que sí —respondió JJ, ofendido por la pregunta—. Di clases de soldadura.

JJ y Mia se miraron antes de estallar en una carcajada que fue interrumpida por John B.

—Déjame disfrutar —le atacó JJ—. Al menos no eres el que tiene que empeñar esto. ¿Por qué nos ha tocado a nosotros?

—Porque los dos mentís bien —le respondió Pope, y Mia, indignada, le dio un golpecito en el hombro—. Pero entre nosotros, vigila a JJ —le susurró Pope, a lo que Mia asintió mientras trataba de contener su risa.

Con JJ aún quejándose, todos entraron en la tienda de empeños. John B, Sarah, Kie y Pope se dispersaron por toda la tienda, haciendo como que miraban los objetos de los estantes con interés. Por otro lado, JJ y Mia se acercaron al mostrador, el cual era atendido por una mujer.

—Buenas tardes —le saludó Mia tratando de mostrar su mejor sonrisa.

—Buenas tardes —le respondió la señora, devolviéndole la sonrisa.

—¿Compran oro? —le preguntó JJ, yendo directo al grano.

Mia miró mal a JJ de reojo, dándole a entender que no se apresurase.

—Eso dice el cartel, ¿no? —respondió la mujer con obviedad, y la sonrisa amable que antes mostraba en su rostro, había sido reemplazada por un rostro lleno de seriedad.

—Espero que compren mucho —empezó a decir JJ mientras dejaba la mochila sobre el mostrador— porque la dejaré sin habla.

—Veamos, porque pocas cosas me dejan sin habla —contestó la mujer con sarcasmo.

—¿Qué me dice de esta monada? —inquirió JJ mientras Mia dejaba un lingote de oro sobre el mostrador.

—No es de verdad —respondió la mujer mientras empezaba a reír.

—¿Que no lo es? —le cuestionó Mia—. Mire cuanto pesa o inspecciónelo.

La mujer encendió la luz de la lámpara que tenía sobre ella, y entre risas, empezó a inspeccionar el lingote.

—Tungsteno pintado con espray —comentó, convencida de que se estaban mofando de ella.

—¿Tungsteno, en serio? —dijo Mia, incapaz de creer lo que la mujer acababa de decir.

—¿Se ha fijado en lo suave que es? —le preguntó JJ, incrédulo.

—¿Puedo? —les pidió la mujer para picar una parte del lingote.

—Si, adelante —le permitió Mia.

—Ah, ¿lo ve? —sonrió JJ victoriosamente al ver que el lingote pasaba la prueba y demostraban que decían la verdad.

—Para el carro —le detuvo la mujer antes de que JJ pudiera cantar victoria—. Todavía falta la prueba del ácido.

—Uh... la prueba del ácido —JJ sonrió burlonamente mientras miraba a los demás de reojo con diversión—, mí parte favorita.

La mujer empezó a tirarle ácido al lingote de oro y mostró un rostro asombrado ante el resultado.

—No está chapado ni pintado —concluyó la mujer con un murmuro sorprendido.

—Señora, ya se lo hemos dicho —le dijo Mia con satisfacción.

—Es tan real como yo —insistió JJ.

—Parece como si hubieran intentado fundirlo —comentó la mujer, observando el oro con detenimiento para después alzar la vista y mirar con interrogación a los dos.

—Mi madre —empezó a excusarse JJ—. Tenía unas cuantas joyas por casa y pensó que lo mejor era fundirlo, para "consolidarlo" —dijo haciendo comillas con sus dedos.

—¿Tres quilos? —se sorprendió la mujer—. Eso son muchos pendientes

—Oiga, le seré sincero —le dijo JJ, consciente de que la mujer no se lo había creído—. Es muy duro ver a mi madre deteriorarse con el alzhéimer —se excusó, poniendo su famosa cara con ojitos llenos de pena.

Estuvo observando a la mujer con tristeza durante unos segundos, hasta que finalmente, cedió.

—Ajá... dadme un minuto —les dijo mientras se dirigía a la trastienda.

—Tómese su tiempo —le dijo JJ antes de que desapareciera de sus vistas.

Una vez desapareció, Mia no pudo evitar suspirar, y miró a JJ con una sonrisa divertida que le hizo ponerse algo nervioso.

—Menuda actuación —le dijo Mia entre risas mientras alzaba su mano para chocarle los cinco.

—Aprendí de la mejor —le guiñó un ojo JJ.

—Sí, pero mi nivel no se compara al tuyo —le dijo Mia.

—Venga ya —le dijo JJ incrédulo—. Ninguna actuación se compara a la que tú hiciste con los polis en las marismas —Mia rio, pero era cierto, su actuación aquel día fue merecedora de tres premios por lo mínimo.

Entonces, la señora salió de la trastienda, interrumpiendo la conversación de los jóvenes.

—Bueno... —empezó a decir—, he hablado con mi jefe y esto es lo que os puedo dar.

La mujer escribió una cifra en un papel y se la dio a los dos Pogues. JJ enseguida la cogió y empezó a observarla, indignándose al verla. Mia se puso de puntillas a su lado, y por encima de su hombro pudo ver la cifra.

—¿Cincuenta mil? —dijo con indignación Mia mientras se cruzaba de brazos—. ¿Cree que no estamos informados del precio del oro? —le cuestionó, y es que sí, por la emoción, Mia se había pasado las últimas noches buscando conocimientos básicos sobre el empeño del oro—. Sé que esto vale 140.000 como mínimo.

—Estáis en una casa de empeño, esto no es Zúrich —les recordó la mujer, apoyándose contra el mostrador amenazadoramente—. ¿A caso tengo cara de suiza?

—Hacemos un trato —le dijo Mia, adoptando el mismo rostro amenazante que la mujer—. Noventa mil o nos vamos.

—Setenta, la mitad al precio, y no haré preguntas sobre dónde lo habéis sacado —apostó la mujer, alzando una ceja para ver si convencía a Mia.

JJ miró de reojo a John B, que estaba observando algunos objetos a unos metros de ellos. Él le hizo una seña de que aceptara el trato. Así que, antes de que Mia pudiera replicar para insistir, JJ le asintió a la mujer.

—Dánoslo con bielletes grandes, por favor —le pidió JJ mientras Mia mostraba una mueca de decepción. No estaba de acuerdo con la decisión de John B porque sabía que si insistía más podía sacarle a la mujer al menos diez mil dólares más. Pero en vez de dejarles el dinero sobre el mostrador, la señora siguió observándoles.

—Bueno, hay una pega —empezó a decir la mujer—. No tengo tanto dinero en efectivo, al menos aquí. Puedo haceros un cheque —ofreció.

—Disculpe señora, pero no, el trato es con billetes —intervino Mia—. En el cartel pone "efectivo a cambio de oro" —empezó a leer el cartel—. Y eso es lo que esperamos.

—Queremos el dinero contante y sonante —añadió JJ, cruzándose de brazos.

—Pues entonces tenéis que ir al almacén. Allí tengo el dinero, ¿os parece bien? —les dijo la mujer. Mia y JJ cruzaron sus miradas para decidir qué hacer, y aunque ir hasta el almacén le daba un mal presentimiento a Mia, era eso o quedarse sin el dinero.

—¿Dónde está ese almacén? —le preguntó JJ, aceptando el nuevo e inesperado trato.

La mujer agarró un pósit del mostrador y con un bolígrafo escribió la dirección del almacén junto con la carretera que los Pogues debían coger para llegar hasta su destino. Así que una vez Mia y JJ tuvieron el pósit en sus manos, abandonaron la tienda seguidos de los demás Pogues. Los seis subieron a la van, y John B, que iba delante, empezó a conducir guiado por las indicaciones que le estaba dando Mia.

—Y... ¿aquí guardan el dinero? —empezó a preguntar Pope, que había estado observando la desierta carretera por la que estaban yendo.

—Eso dice ella —le respondió Mia, que como Pope, estaba algo inquieta por el mal presentimiento que sentía—, pero a mi esto me huele mal.

—Jamás he oído hablar de Resurrection Drive —comentó Sarah, a lo que JJ soltó una risita.

—Porque eres rica —le contestó JJ, a lo que Mia lo miró con expectación; estaba claro que ninguno de los presentes había escuchado ese nombre en toda su vida.

—Tu tampoco lo has oído —contraatacó Kie.

—Gracias —le sonrió Sarah agradecida.

—Aquí no hay más que maleza —dijo Kiara, voltenado su cabeza hacia las malas hierbas que habían a ambos lados de la carretera.

—Esto no me gusta —comentó Mia.

En todo lo que llevaban de trayectoria, no se habían cruzado con ninguna casa, persona o siquiera algún coche, estaba todo desierto. En los quince minutos que llevaban, sólo se habían encontrado con lagos sucios, maleza y basura.

—Que sólo haya eso no significa que... —empezó a decir JJ, pero fue interrumpido por el sonido de unas sirenas detrás de la van.

Mia giró su cabeza hacia la dirección de las sirenas y se sorprendió cuando vio un coche de policías siguiendo la van. Pero ¿qué estaban haciendo en esta carretera si no había nada más que malas hierbas?

—¡Joder, no me lo puedo creer! —exclamó JJ mientras ponía sus manos sobre su rostro con frustración.

—¿Qué hemos hecho? —preguntó Sarah a la vez que giraba su cabeza desde el asiento de copiloto para ver.

—No lo sé, pero será mejor que guardes esto —le pidió Mia a JJ un tanto inquieta, señalándole el oro con su cabeza.

—Tranquilizaos —les pidió Kie, pero no lo consiguió ni de cerca, sino que JJ siguió maldiciendo.

—Odio a los polis —murmuró JJ, pero antes de que pudiera seguir maldiciendo, John B lo interrumpió.

—¿Has traído la pistola? —le preguntó, y todo el grupo lo miró expectante, esperando que JJ respondiera que no la tenía.

—No, ¿vale? —respondió JJ, y todos dejaron ir un suspiro de alivio—. Me dijisteis que la dejara en casa.

—Menos mal —murmuró Kiara aliviada—. Venga, mételo todo en la mochila —añadió, pasándole la mochila a JJ para que metiera el oro y todas las cosas ilegales que llevaba encima antes de que los policías se acercaran a ellos.

—Ya voy, ya voy —dijo JJ mientras empezaba a guardar el oro y la droga con lentitud. Pope, que lo estaba viendo todo con un alto nerviosismo, se agobió y se acercó a JJ, guardando todas sus cosas en la mochila con más rapidez.

—¿Cuánta maría llevas encima? —le cuestionó Kiara con incredulidad—. Escóndela, vamos.

—Ya viene —les indicó Pope, que había levantado su mirada y a través de la ventana había visto al policia acercándose.

—¿No tienen nada mejor que hacer? —se quejó JJ mientras se agachaba para guardar la mochila debajo del asiento, pero el seguro de una pistola desactivándose hizo que levantara su cabeza en alerta.

Todos se giraron para ver de dónde procedía aquel sonido, y aunque Mia temía que aquel ruido realmente fuera una pistola, su temor se cumplió. Un hombre que llevaba un pañuelo negro que le tapaba toda la cara tenía el brazo levantado, apuntando a la cabeza de John B con una pistola.

—Las manos arriba, ahora —empezó a decir el chico, y al no ver una respuesta por parte de ninguno de los Pogues, quienes seguían aturdidos, empezó a gritar—. ¡Levantad las manos ahora mismo! ¡Tú —miró a John B—, sal del coche, rápido!

John B hizo lo que el chico le pidió sin pensárselo dos veces, pero a pesar de que John B obedecía sus órdenes sin decir nada, el chico no bajó el arma en ningún momento.

—¡Que bajen también! —siguió gritándole, y no tuvo más remedio que abrir la puerta a los demás, siendo guiado por el chico apuntándole con el arma—. ¿A qué esperas? ¡Ábreles la puerta!

La primera en bajar fue Sarah ya que la primera puerta que abrió John B fue la del copiloto. Por lo que, perseguido por el chico, John B abrió la puerta trasera de la van.

—¡Salid todos! —esta vez, el chico había adelantado a John B, y estaba apuntando a los Pogues con el arma directamente, cosa que hizo que Mia se pusiera más nerviosa de lo que ya estaba. Así que, con temor e inquietud por lo que podía pasar, los Pogues bajaron de la van uno a uno.

Sin dejar de apuntarlos con la pistola, el chico hizo que los Pogues se juntaran una vez habían salido de la van sin bajar las manos de sus cabezas. Ya habían sido apuntados por pistolas en el pasado, pero creo que ni Mia ni cualquier Pogue se había acostumbrado aún. JJ, que notó la tensión y los nervios de sus amigos, dio un paso adelante, colocándose delante de ellos para protegerlos.

—No tenemos pasta —le adelantó JJ, tratando de hablar con el chico para hacer que bajara el arma y les dejara irse.

Pero no sirvió para nada ya que el chico se puso más nervioso y pasó de apuntar a los Pogues con la pistola a apuntar a JJ directamente.

—¡Cállate! —le gritó el chico.

—¡Vale, vale! —exclamó JJ sin despegar el ojo de la pistola que había apuntando a su entrecejo.

—¡Que te calles, joder, o te vuelo la cabeza! —gritó de nuevo el chico con agresividad, acercando más la pistola a su cabeza. Antes de que JJ pudiera contestar, Mia lo agarró de la mano y tiró de ella, atrayendo a JJ hacia atrás para alejarlo de la pistola—. ¡Al suelo! —les ordenó.

Después de ver cómo había sido capaz de apuntar a JJ a la cabeza desde tan cerca, los Pogues no dudaron ni un segundo en obedecer al chico y tumbarse al suelo.

—¡Todos con la cara contra el suelo!

El chico se acercó con la pistola en alto y le dio unos golpecitos en la espalda a JJ, el cual, estaba tardando más que los demás en obedecerlo.

—¡Que no os pille mirando hacia arriba! —les gritó el chico, que se fue directo a la van para inspeccionarla en busca de algo, y es ahí cuando Mia descubrió que sus sospechas durante todo el maldito camino eran ciertas.

—Es una trampa, chicos —les murmuró Mia, incapaz de levantar la vista del suelo y desobedecer al chico—. Venir hasta la nada... estaba todo planeado.

—Esa vieja arpía nos ha engañado, ¡mierda! —maldijo con frustración JJ, golpeando el suelo con sus puños—. ¡Joder! —exclamó mientras llevaba sus manos a su cabeza con chasco.

—JJ —le llamó Mia con un tono reconfortante, y el Pogue rápidamente giró su cabeza hacia ella—. Todo saldrá bien, no te preocupes —le indicó, y para ayudar a que JJ se tranquilizara, Mia dejó caer su mano sobre su hombro con delicadeza—. Siempre logramos salir de estos apuros, esta vez no será distinto.

Mia odiaba ver a JJ pasándolo mal, y se sentía mal porque siempre era él el que la reconfortaba y Mia nunca tenía la oportunidad de demostrarle que no estaba solo. Por lo que ver como JJ le mostraba una pequeñita sonrisa para indicarle que estaba mejor significaba el mundo para Mia.

—¡John B, no! ¿Qué haces? —el sollozo de Sarah hizo que los dos jóvenes volvieran a la realidad y salieran de la burbuja en la que habían entrado. Ambos buscaron con su mirada al instante qué era lo que estaba pasando para que Sarah empezara a sollozar, y no tardaron en darse cuenta de que John B se había levantado de donde estaba tumbado.

—No te hagas el héroe, tío —le intentó convencer Pope, pero John B lo ignoró.

Sin embargo, lo que hizo fue ir al coche de policía, tratando de no ser visto por el chico enmascarado, y así fue, el chico estaba tan concentrado rebuscando por la van que ni siquiera se percató de que faltaba uno en el grupo cuando bajó de la camioneta de John B.

—Quedaos quietecitos si no queréis que os vuele los sesos —comenzó a decir mientras bajaba de la van con la pistola en alto—. No mováis la puta cabeza, ¿entendido?

El chico se dirigió se coche de policía, donde estaba escondido John B, con el propósito de largarse con el oro. Pero por sorpresa de todos, una vez se escuchó la puerta del coche cerrándose, Mia levantó su mirada, capturando con su mirada el momento en el que John B, que estaba escondido en los asientos traseros del coche, se lanzaba contra el chico y empezaba a golpearlo con la intención de quitarle el arma.

—¡Tengo el arma! —gritó John B, y esa fue la señal para que los Pogues se levantaran de donde estaban tumbados y se dirigieran corriendo al coche al rescate de John B.

El chico, que había perdido toda seguridad que llevaba encima, trató de escapar, bajándose del coche para huir, pero justo en el momento en el que abrió la puerta, recibió un fuerte puñetazo por parte de JJ que hizo que el chico cayera al suelo. Ignorando su estado de aturdimiento por el golpe, el chico se volvió a levantar. Esta vez fue Kie la que se acercó a golpearle y aunque logró su objetivo, el chico la empujó, haciendo que cayera de golpe contra el suelo. Por suerte, John B detuvo al chico antes de que pudiera hacer algo y lo tiró al suelo ante los pies de Sarah.

—¡Tengo el oro! —gritó Sarah, que había recuperado el oro que el chico les había robado.

Con ira, Sarah le dio una patada en el estómago que hizo que el chico se retorciera un poco del dolor en el suelo, pero con el golpe que le dio Mia en la cabeza con la puerta del coche hizo que el chico quedara aturdido en el suelo sin apenas aire para respirar con normalidad.

Aprovechando que se encontraba indefenso, JJ se agachó a su lado y le bajó el antifaz negro que llevaba tapándole el rostro, permitiéndole a los Pogues ver quién estaba escondido bajo la máscara negra.

—Conozco a este desgraciado —les dijo JJ una vez vio el rostro del chico, y parecía enfadado.

—Es un camello —informó Pope, que miraba al chico por encima del hombro de JJ.

—Debe conocer a mi hermano —dijo Sarah.

—Es Barry —murmuró Mia en dirección a Sarah.

—Le vende coca a mi padre —les dijo JJ, y Mia no pudo evitar notar el desprecio en su voz. Pero antes de que alguien pudiera decir algo, JJ le dio un fuerte golpe con la parte trasera de la pistola a Barry en la cara.

—¡JJ! —exclamó John B, sorprendido por el inesperado acto que acababa de cometer JJ. Pero no era el único anonadado, todos estaban expectantes ante lo que acababa de hacer JJ.

—Tío, tranquilízate —le pidió Pope, poniendo su mano sobre el hombro de su mejor amigo para calmarlo.

—Larguémonos —les ordenó John B, pero parecía que JJ tenía otros planes.

El rubio se volvió a acercar a Barry en busca de algo, confundiendo al resto del grupo. JJ empezó a rebuscar por todos los bolsillos de Barry hasta que encontró lo que quería: la cartera del chico. De ella, sacó la identificación de Barry, y tras comprobar algo, miró al grupo.

—Queda una última parada —les indicó mientras empezaba a dirigirse a la van de nuevo.

Pero John B se interpuso en medio de su camino, recriminándole qué era lo que quería hacer, pero JJ lo ignoró, empujando a John B para poder pasar. Los demás no dijeron nada, simplemente siguieron a JJ mientras entre ellos se miraban con preocupación. Y sí, todos estaban pensando lo mismo: JJ estaba actuando diferente, cosa que hizo que todos tuvieran el presentimiento de que esto iba a acabar mal.

—Veamos donde vive este cabrón —murmuró JJ lo suficientemente alto para que el resto lo escuchara.

Los Pogues se miraron entre ellos, sin saber qué hacer. Pero acabaron siguiéndolo hasta la van y seguirle la corriente, al menos antes de que hiciera alguna tontería.

—¡Os vais a acordar de esto! —les gritó Barry, que aún seguía en el suelo tirado por el dolor—. ¡No os podréis esconder de mí, sé perfectamente quiénes sois!

Mia se paró antes de subir en la van para girarse a ver a Barry con preocupación. Sabía que aquel chico era peligroso, había escuchado su nombre varías veces y no eran por cosas buenas. Y ahora que le habían dado una paliza, Mia tenía miedo por lo que les pudiera hacer en un futuro.

—Venga —le dijo Pope, que parecía haber reconocido el estado de preocupación de Mia, ya que ahora mismo, Pope se encontraba igual que ella.

El camino no duró mucho, la zona por la que estaban parecía que estaba al lado de su destino.

—Bienvenidos al Páramo del Crack —les dio la bienvenida Sarah.

—Esto me da muy mala espina —comentó Pope, y Mia, que estaba a su lado, no pudo evitar sentirse así. Pero a JJ pareció no importarle el mal presentimiento de sus amigos, y en unos segundos, aparcó en frente de una pequeñita casa

—¿Qué hacemos en casa de Barry? —le cuestionó John B con una ceja alzada con un tono tranquilo, tratando de no alterar a JJ.

—Sólo será un segundo —les indicó JJ antes de abrir la puerta de la van y bajarse de ella, empezando a caminar hacia la casa de Barry.

—¿Adónde vas? —le preguntó John B, que al igual que todo el grupo, no le había quitado la mirada de encima.

—¡Yo soy la justicia! —exclamó JJ antes de entrar a la casa. Pero en vez de dejarlos tranquilos con esa respuesta, lo que logró fue inquietarlos a todos, sobretodo a Mia, que por los nervios, se encontraba en su asiento jugando ansiosamente con sus manos.

—¿A qué ha venido eso? —les preguntó Pope confundido.

—No lo sé, pero creo que alguien debería... —empezó a decir Kie, pero fue interrumpida por John B.

—Sí, ya voy.

—¿Seguro? —le preguntó Mia antes de que saliera de la van—. Trata de ser cuidadoso con lo que le dices.

—Lo seré —le prometió John B, y tras eso, bajó de la van y se dirigió hacia la casa de Barry para hacer entrar en razón a JJ.

Pero con esa respuesta Mia no quedó tranquila porque sabía que cuando John B y JJ se ponían nerviosos entre ellos, siempre acababan tirándose en cara todo tipo de cosas hirientes.

Estar en la van tan sólo hizo que los Pogues se agobiaran, por lo que se acabaron bajando de ella para tomar el aire. Aunque tan sólo unos segundos después de haberse bajado, apareció JJ seguido de John B.

—Bueno, pues salimos a 5.000 cada uno como compensación por la que nos ha liado —anunció JJ mientras salía de la casa de Barry contando el dinero que tenía en sus manos—. Perdón por la tardanza.

—¿Ahora nos dedicamos a robar a camellos? —cuestionó Kiara con molestia, interrogando a John B con su mirada. John B tan sólo le comunicó con la mirada que no pudo lograr convencerle.

—Ese Barry se acabará enterando y vendrá a por nosotros —le dijo Sarah con cautela, tratando de que JJ pudiera recapacitar y devolver el dinero.

—Claro que vendrá —dijo Pope con obviedad, apoyando a Sarah—. No es momento para hacer locuras.

—¿Os ha gustado que os apuntara? —les cuestionó JJ, claramente molesto de que ninguno de sus amigos le estaban apoyando en todo esto.

—Tranquilízate, tío —le dijo John B, que se acercó a JJ y le puso las manos sobre sus hombros. Aunque rápidamente, JJ se deshizo del agarre de John B bruscamente.

—Te ha puesto el arma aquí —le dijo JJ, poniéndole el dedo índice justo en su frente, simulando una pistola.

—Oye, tenemos que ir a por el oro, ¿entiedes? —le dijo John B, que se acercó a JJ—. Dame esta mierda, vamos a devolverla.

John B trató de arrebatarle la bolsa con todo el dinero a JJ, pero antes de que pudiera hacer algún movimiento, JJ lanzó la bolsa al suelo y se lanzó contra John B, agarrándolo de los hombros con las dos manos para empujarlo contra la van.

—¿Te crees muy duro? —le preguntó John B, haciendo que Kiara, Sarah, Pope y Mia compartieran miradas para decidir si intervenir para separarlos o no—. ¿Qué harás cuando venga a por nosotros?

—Un puñetazo, en la garganta —respondió JJ, a lo que John B no pudo evitar rodar sus ojos.

—Pedazo de idea —se rio John B irónicamente.

Ambos quedaron en un silencio en el cual los dos se miraban fijamente, empezando una batalla de miradas. El resto del grupo se miraban entre ellos, inquietos por la situación. Pero este duelo de miradas no duró mucho porque JJ acabó apartándose para agarrar de nuevo el oro.

—No pienso devolverlo —les indicó JJ, dando por finalizada la discusión, decidido a subirse a la van de nuevo e irse del lugar—. ¿Venís o qué? —preguntó al ver que ninguno de sus amigos le habían seguido.

De normal, los Pogues habrían hecho caso omiso a los planes descabellados que JJ había propuesto y lo habrían seguido a pesar de correr el riesgo de acabar perseguidos por hombres con armas, pero esta vez era diferente. Darle una paliza a un camello y luego robarle. A nadie le hacía gracia meterse en ese tipo de compromisos después de escuchar al camello gritar que les conocía e iba a ir a por ellos. Al ver que nadie estaba dispuesto a aceptar el plan, JJ buscó ayuda en la mirada de Mia como último recurso, pero al verse bajo tanta presión a la hora de elegir un bando, Mia acabó apartando la mirada de JJ y se dedicó a mirar a sus pies. JJ terminó soltando un suspiro y se bajó de la van con la bolsa de dinero.

—¿Qué? —soltó al notar que nadie era capaz de verlo a los ojos.

—Estamos hartos de tus mierdas —se atrevió a decir John B, que parecía que había llegado al detonante que necesitaba la bomba para estallar.

—Ah, mis mierdas —repitió JJ con un tono burlesco.

—Sí, apuntas con pistolas a la gente —intervino Kie, apoyando a John B.

—Actúas como un maldito chiflado —se metió Pope, sorprendiendo a todo el grupo por su aportación contra su mejor amigo.

—Eh, Pope —espetó JJ al ver que su mejor amigo se había puesto de parte de los demás—. Cargué con la culpa por ti —le recordó JJ—. ¿Sabes lo que debo por tu culpa?

—Te lo devolveré —le dijo Pope—, pero no te pedí que lo hicieras.

—Acabo de hacerlo —dijo JJ, haciendo que todos lo mirasen confundidos—. Devolverlo. En este mismo momento, yo solo. ¿Sabéis que? —les preguntó retóricamente—. Sé exactamente lo que voy a hacer: irme por mi cuenta —y tras anunciar aquello, JJ agarró la bolsa de dinero y se marchó a pie, lejos del grupo.

—JJ... —Pope empezó a avanzar hacia JJ para detenerlo, pero John B le agarró del hombro para detenerlo.

—Eh, espera tio —le detuvo John B—. Deja que se marche.

—No —intervino Mia, que hasta ahora, se había mantenido en silencio durante toda la conversación—. Puede que JJ siempre esté actuando impulsivamente, pero siempre lo hace pensando en vosotros. Por más peligroso que sea... ¿y se lo demostráis así? —les preguntó con incredulidad, haciendo que alguno de los Pogues bajaran su mirada hacia sus pies.

—Mia, le acaba de robar a Barry —le dijo Sarah con cautela, tratando de que Mia no se alterase más de lo que ya estaba—. Cuando se entere no parará hasta encontrarnos.

—¡Lo sé, y en eso coincido! —le respondió Mia—. Robarle a un traficante puede que no sea la mejor opción, pero está afectado por lo que acaba de pasar —les explicó con la intención de que empatizaran con JJ—. Nos pasamos semanas tratando de encontrar el dichoso oro para que luego nos metan en una trampa y nos apunten con una maldita pistola.

Todos quedaron en silencio, algunos agacharon sus miradas con sentimiento de culpa mientras que otros seguían aguantándole la mirada a Mia, pero a ella no le importó que no estuvieran de su parte, ella sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal y la actitud de sus amigos frente a esta situación no le estaba gustando.

—Puede que lo que haga no sea siempre lo más seguro, pero todos sabéis que siempre es él el que nos protege y el que nos salva de cualquier lío —les dijo Mia, porque por si no lo recordaban, JJ fue el que asumió la culpa por Pope, el que se atrevió a ir al porche a por la pistola sabiendo que los dos chicos de negro lo podían atrapar y el que siempre está ahí para ayudar a todos.

—Por muy buenas que sean sus intenciones no puede ir apuntando a la gente con una pistola —se atrevió a decir John B—. Si sigue así, acabarán matándonos a todos.

Mia no pudo evitar apretar sus puños con fuerza por la impotencia que le había causado escuchar ese comentario.

—¿Perdón? —le espetó Mia con furia—. ¿Sabes qué es lo que nos matará pronto? La dichosa búsqueda del tesoro —le dijo. Se sentía tan afligida por la situación que acababan de vivir que necesitaba explotar, y aquel comentario de John B fue el detonante para explotar la bomba que Mia llevaba dentro de ella—. El primer día en el que me uní nos persiguieron con una lancha mientras nos disparaban dos hombres de negro, y más tarde, esos hombres asaltaron tu casa con pistolas. Para conseguir ese dichoso lingote de oro, Sarah, Kie y yo fuimos perseguidos por toda la casa por la señora Crain, e incluso tengo heridas en mi frente porque esa vieja me atacó. Y ahora, por conseguir el maldito dinero del oro nos han amenazado con una pistola. Pero, ¿sabéis qué? —les preguntó retóricamente a la vez que empezaba a alzar su tono de voz—. En todas esas ocasiones, JJ ha estado a nuestro lado para salvarnos el pellejo. Pero si mal no recuerdo, tú —miró a John B— desapareciste por uno o dos días, no lo sé, mientras los Kooks nos pegaban una paliza a Pope y a mí, luego también a Kie y a JJ y luego lo arrestaban. Y después de tanto tiempo, aún no has sido capaz de mostrar preocupación por alguno de nosotros —le echó en cara Mia.

—Claro que me preocupé —le repuso John B, pero Mia lo interrumpió.

—Pues no lo parece —le comentó Mia mientras se cruzaba de brazos—. Pero, ¿sabéis qué? Creo que voy a tomar el consejo de JJ y me voy a ir por mi cuenta. Disfrutad del oro, porque claramente vale más que una amistad —y tras eso, Mia salió corriendo con esperanzas de alcanzar a JJ.

Y para su suerte, a tan sólo veinte segundos logró divisarlo a lo lejos del camino, por lo que con su mejor esfuerzo, corrió lo más rápido que pudo para alcanzarlo.

—¡JJ! —exclamó Mia, y aunque sabía a la perfección que la había escuchado, JJ ni siquiera giró la cabeza para verle, sino que siguió caminando como si nada.

Por lo que Mia, algo extrañada, se interpuso en medio del camino de JJ, colocándose frente a él para impedirle el paso.

—JJ, escúchame —le pidió Mia, y JJ al verla, no pudo evitar rodar sus ojos con molestia—. Todo esto está ocurriendo por la tensión del momento. Estoy segura de que no iban en serio.

Pero JJ no dijo nada. Mia notó cómo desde que había llegado a su lado, JJ había estado evitando cruzar miradas con ella, cosa que le extrañó.

—Y créeme que te entiendo, sé perfectamente cómo te sientes —siguió diciendo Mia, tratando de hacerle ver a JJ que lo entendía—. Pero creo que podríamos devolver el dinero y vengarnos de otra manera. Podemos denunciar el local o mandar a Barry a la cárcel, o tal vez...

—¿Puedes callarte de una vez? —le interrumpió JJ, haciendo que Mia se callara al instante con confusión.

—¿Qué? —susurró, definitivamente, no se esperaba esa reacción por parte de JJ.

—Parece que nunca te callas y ya me irritas. ¿No tienes nada mejor que hacer que seguirme? —le dijo JJ, y aunque Mia estaba tratando de actuar como si nada, las palabras de JJ le estaban atacando como dagas—. Cuando antes dije que me iba solo iba en serio, y no va a ser diferente por ti.

—Sé que estás enfadado, te entiendo, pero no creo que...

—¡Mia, para! —le gritó JJ, haciendo que Mia pegara un brinco del susto—. No me importa lo que me tengas que decir, ¿vale? Ahora mismo no te necesito, ¿entiendes?

Pero a pesar de todo lo que le acababa de decir JJ, Mia no se apartó de su camino.

—JJ, sé que no es el mejor momento pero si no devolvemos el dinero, Barry no parará hasta encontrarnos —insistió sin dejar de lado su voz tranquila ya que no quería alterar más a JJ y quería hacerlo entrar en razón, pero estuvo muy lejos de conseguirlo, ya que JJ tenía claro que no iba a devolver el oro.

—Aparta, Mia —le pidió JJ, pero Mia no lo hizo—. ¡No te necesito! Lo único que hago cuando estoy contigo es ser arrastrado hacia tus mierdas familiares y emocionales, no hay ni un día en el que no me hayas empujado hacia un problema tuyo, y yo ya tengo suficiente con los míos —le dijo, y Mia no pudo evitar dejar salir de su ojo una lágrima que fue limpiada al instante. Sabía que JJ estaba diciendo esto por el enfado del momento, pero realmente le estaba doliendo escuchar todo aquello—. ¿Tanto te cuesta de entender? ¡Déjame solo! No te necesito, igual que tu padre no te necesita a ti.

Al ver cómo una lágrima se deslizó por la mejilla de Mia, JJ se dio cuenta de lo que le acababa de decir. Trató de acercarse a Mia arrepentido para disculparse, pero al ver que ella dio un paso atrás para alejarse, JJ se detuvo. Al darse cuenta del enfado de Mia, JJ llevó sus manos a su pelo con desesperación. Tras aquello, decidió que para no cagarla más, lo mejor iba a ser que se marchara, así que hizo eso.

Por otro lado, Mia no pudo evitar quedarse en su sitio paralizada, con una ganas enormes de empezar a llorar. ¿Realmente sentía todo eso de ella? ¿Realmente pensaba que era una carga emocional para él? Si era así, no entendía por qué había estado todo este tiempo junto a ella, ayudándola. Y aún menos que en aquella fiesta le confesara sus sentimientos. Pero no sabía por qué se estaba extrañando, porque siempre acababan haciéndole lo mismo. Así que con el sentimiento de haber sido acuchillada en el pecho varias veces, Mia decidió marcharse y dejar de ser, por fin, un estorbo para los demás.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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