‎ ‎ᰍ  .  ° 𝗐𝖺𝗋𝖽 𝖽𝗂𝖾𝗌 .ᐟ   ˎˊ˗
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—¡Señoras y señores, Ward Cameron, rey de los Kooks, va a ir a la cárcel! —exclamó JJ con entusiasmo mientras alzaba su vaso de plástico lleno de cerveza.

—¡Hasta la vista, Ward Cameron! —añadió Pope, chocando su vaso con el de JJ.

Pope, John B y JJ estaban en el comedor, brindando entre risas y bromas mientras celebraban que por fin Shoupe había aceptado que Ward y Rafe Cameron eran los responsables de la muerte de Peterkin y Gavin.

Desde el porche, Mia los observaba en silencio. Su rostro era inexpresivo, ajeno a la euforia que resonaba desde el comedor. Kiara estaba a su lado, sonriendo ligeramente, mientras Sarah miraba hacia el suelo, sumida en sus pensamientos. Mia suspiró y se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja, intentando disimular el torbellino de emociones que llevaba por dentro.

Kiara las observó a ambas, ladeando la cabeza.

—¿Os arrepentís? —les preguntó Kiara con suavidad, rompiendo el silencio.

—No —respondió Sarah alzando la mirada del suelo.

—Él se lo ha buscado —dijo Mia, aunque sus palabras sonaron más para convencerse a sí misma que a los demás.

—Es vuestro padre, es normal que estéis así —suspiró Kiara apoyando su mano sobre su barbilla—. Es una mierda tener que estar en medio.

En ese momento, el sonido del teléfono de Sarah interrumpió la conversación. Ella lo sacó de su bolsillo y al ver a Topper en la pantalla, se disculpó.

—Perdonad.

Se levantó rápidamente y se alejó del grupo, respondiendo la llamada mientras caminaba hacia la salida del porche.

Entonces, Kiara se giró hacia Mia, mirándola con preocupación.

—¿Seguro que te encuentras bien? —le preguntó, girándose para verla.

Mia apartó la mirada, fijando su vista en sus manos.

—No lo sé, Kie —susurró.

Sarah regresó minutos después con un rostro pálido y con sus manos temblando.

—Topper acaba de llamarme —dijo con la voz entrecortada—. Van a detener a papá. Ahora mismo.

Sin pensarlo dos veces, los Pogues corrieron hacia la van, siguiendo a Sarah y a Mia. Conducían rápido, siguiendo los coches de policía que se dirigían a la mansión de los Cameron.

Mia sentía su corazón golpear con fuerza contra su pecho. Cada segundo que pasaba aumentaba la presión en su garganta, como si le faltara el aire. Sus manos temblaban ligeramente, y apretaba los puños contra sus piernas para intentar calmarse. "No sé si puedo hacer esto", pensaba una y otra vez, pero no había vuelta atrás.

Cuando llegaron, aparcaron la van cerca de la entrada. Mia fue la primera en bajar, observando la gran mansión tras el muro.

—No veo nada —dijo JJ tras el muro, poniéndose de puntillas para lograr ver.

—A la mierda, voy a saltar —murmuró John B.

Con un impulso, John B saltó el muro. JJ se giró hacia Mia, extendiendo su mano.

—Vamos, te ayudo.

Mia dudó un segundo, pero colocó su pie sobre la mano de JJ y este la impulsó. Cayó al otro lado del muro de rodillas, seguida de los demás. Sin perder tiempo, los Pogues corrieron tras los agentes, que se dirigían hacia muelle.

Pero por el camino, una voz familiar los detuvo.

—¡Wheezie! —gritó Mia al divisar a su hermana pequeña.

Mia corrió hacia ella y la abrazó con fuerzas. Sarah llegó segundos después, envolviendo a Wheezie en un abrazo que compartieron las tres. Cuando se separaron, Mia tomó las manos de Wheezie entre las suyas, mirándola con las lágrimas contenidas.

—Mia, ¿qué pasa? —le preguntó Wheezie confundida—. ¿Por qué está la policía?

—Vuelve dentro, por favor —le pidió Mia con una voz suplicante—. Y no salgas.

—¿Qué?

—Te prometo que te lo explicaré todo —le dijo Mia mientras apretaba ligeramente las manos de su hermana—. Pero necesito que te mantengas a salvo.

Wheezie asintió, todavía desconcertada, y corrió hacia el interior de la mansión. Mia dejó escapar una lágrima de sus ojos, pero rápidamente la limpió antes de que los demás la notaran.

Entonces, los Pogues siguieron su camino hacia el muelle. Cuando llegaron, su encontraron a Ward de pie sobre su barco con una sonrisa, enfrentándose a los agentes que intentaban negociar con él.

—¡Papá! —gritó Sarah corriendo hacia el muelle.

Ward giró la cabeza hacia ellas, con una expresión de sorpresa.

—Chicas —susurró Ward con la voz quebrada.

Los Pogues avanzaron detrás de Sarah y Mia, pasando entre los agentes que al principio dudaron en dejarlas pasar.

—¡Son las hijas De Ward Cameron! —gritó Shoupe, asegurándose de que nadie las detuviera —. ¡Dejadlas pasar!

—¿Qué hacéis aquí? —les preguntó Ward, pero Mia no respondió a aquella pregunta. Dio un paso hacia el borde del muelle con su corazón amenazando con salir de su pecho.

—¡Papá! —exclamó Mia—. ¿Qué estás haciendo?

—¡Shoupe, llévatelas de aquí! —exigió Ward alzando las manos hacia el oficial—. ¡No pueden estar presentes!

—Entrégate y podrás hablar con ellas —le respondió Shoupe, pero Ward negó con su cabeza.

—Chicas, lo siento muchísimo, pero no puedo volver —les dijo Ward, mirándolas fijamente a ambas.

—¡Papá, por favor! —gritó Mia, sintiendo que su voz se quebraba.

Pero Ward no respondió ante su súplica. En su lugar, se movió hacia los controles del barco. Pulsó unos botones, y el ancla comenzó a levantarse mientras el barco empezaba a moverse.

—¡No! —gritó Sarah extendiendo su mano hacia él—. ¿Qué estás haciendo?

—¡Ward, esto no va a acabar bien! —le advirtió Shoupe.

A lo lejos se empezaron a escuchar unas sirenas de unas lanchas que se acercaban. Pronto, esas lanchas aparecieron y rodearon el barco de Ward, dejándolo sin escapatoria.

—¡Papá, no lo hagas! —le suplicó Mia, pero su voz se perdió entre todo el caos.

Ward les dirigió una última mirada con lágrimas en sus ojos.

—¡Os quiero! —dijo antes de desaparecer dentro de la cabina del barco.

Entonces, hubo un rugido de una explosión que partió el aire, una detonación brutal que hizo temblar el muelle. El barco estalló en una lluvia de fragmentos rotos, chispas y llamas que se alzaron al cielo. El estruendo retumbó en los oídos de Mia, que dio un salto instintivo hacia atrás, llevándose las manos al rostro para protegerse de los escombros ardientes.

Durante unos segundos, todo fue caos: el olor del combustible quemado, el calor que llegaba en oleadas, y el resplandor del fuego que devoraba lo que quedaba del barco.

Cuando el ruido empezó a desvanecerse, Mia bajó las manos con cautela. Sus ojos se fijaron en los restos de llamas flotando sobre el agua, viendo cada chispa sin poder asimilar lo que acababa de ver. Su pecho se comprimió, cortándole la respiración por completo.

Su padre estaba muerto. Ahí, entre esas llamas que devoraban su última oportunidad de haber podido hacer las cosas bien.

El nudo en su garganta creció hasta hacerse insoportable. Las lágrimas silenciosas brotaron de sus ojos, deslizándose por sus mejillas. Pero pronto cedió, y los sollozos desgarradores se escaparon de sus labios.

—¡No! —gritó con todas las fuerzas que tenía, su voz quebrándose por el dolor.

Sus piernas flaquearon y cayó de rodillas sobre la madera húmeda del muelle. Un temblor incontrolable recorrió su cuerpo mientras se cubría el rostro con las manos, incapaz de contener la avalancha de emociones que la arrasaban.

JJ, que la había estado observando impotente, corrió hacia ella en cuanto la vio desplomarse. Se arrodilló a su lado y la rodeó con sus brazos, sosteniéndola con fuerza, como si al hacerlo pudiera hacer que todo su dolor cesara por completo.

Acarició su cabello con delicadeza, intentando transmitir un consuelo que sabía que era insuficiente. Su llanto le desgarraba por dentro, y la impotencia se le clavaba como un puñal en el pecho. Quería protegerla, salvarla de ese sufrimiento, pero no había forma de borrar lo que acababa de suceder.

Todo lo que podía hacer era estar ahí, con ella, mientras se desmoronaba en sus brazos. Y así lo hizo, en silencio, sosteniéndola mientras las llamas del barco seguían ardiendo en la distancia, reflejando en el agua el peso de la pérdida de Ward Cameron.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲