ᯓ 𝗳𝗼𝘂𝗿
ᰍ . ° 𝗅𝗂𝗆𝖻𝗋𝖾𝗒 .ᐟ ˎˊ˗
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Mientras se dirgían hacia la biblioteca, JJ, Mia y Kiara trataban de seguir el ritmo de Pope, que iba un poco por delante de ellos con el ceño fruncido.
—¿Estamos jugando al pilla pilla o qué? —preguntó JJ con un tono sarcástico mientras trataba de acelerar su paso para alcanzar al chico.
—No lo sé, pero Pope se está tomando a muerte eso de ir a la biblioteca —respondió Mia, que seguía confusa por el comportamiento de Pope.
Finalmente entraron en la biblioteca. Los tres seguían siguiendo a Pope desde cerca, quien avanzaba con rapidez entre las filas de mesas y estanterías.
—¿Voy a tener que darte con el transportador para que nos digas qué te pasa? —le preguntó JJ, que sin querer, alzó su tono de voz demasiado.
—¡Shh! —la bibliotecaria lo fulminó con la mirada, llevándose un dedo a los labios para que guardara silencio.
JJ rodó los ojos y se encogió de hombros, volviendo a su postura de "chico bueno" para evitar más problemas.
—En serio, Pope, algún día de estos conseguirás que me vuelva loca —le susurró Kiara, tratando de contener su paciencia.
—¿Vas a decirnos ya de qué trata todo esto? —le preguntó Mia algo frustrada.
Finalmente, Pope se detuvo frente a un ordenador libre y se sentó, colocando un sobre encima de la mesa. Miró a sus amigos con seriedad, lo que captó su atención de inmediato.
—Antes me visitó un tio del comité de la beca y me dio esto —dijo Pope, señalando el sobre—. Echadle un vistazo.
JJ cogió el sobre con curiosidad y lo abrió, sacando una carta con una caligrafía en cursiva. Sin embargo, JJ no la leyó en voz alta, sino que se quedó mirándola con el ceño fruncido.
—No leo bien la cursiva —murmuró JJ, entregándole la carta a Mia con una sonrisa apenada.
Mia soltó una risita, tomando la carta y dándole una ojeada rápida antes de comenzar a leer en voz baja.
"𝘌𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘯̃𝘰𝘳 𝘏𝘦𝘺𝘸𝘢𝘳𝘥.
𝘛𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘱𝘳𝘶𝘦𝘣𝘢𝘴 𝘴𝘶𝘴𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢𝘯 𝘦𝘹𝘰𝘯𝘦𝘳𝘢𝘳 𝘢 𝘑𝘰𝘩𝘯 𝘉 𝘙𝘰𝘶𝘵𝘭𝘦𝘥𝘨𝘦.
𝘌𝘴 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘵𝘢𝘭 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘮𝘦 𝘦𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘯𝘶́𝘮𝘦𝘳𝘰 27 𝘥𝘦 𝘒𝘪𝘯𝘨 𝘚𝘵𝘳𝘦𝘦𝘵 𝘦𝘯 𝘊𝘩𝘢𝘳𝘭𝘦𝘴𝘵𝘰𝘯, 𝘢 𝘭𝘢𝘴 20:00 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘩𝘰𝘺. 𝘓𝘦 𝘳𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰.
𝘚𝘢𝘭𝘶𝘥𝘰𝘴, 𝘊. 𝘓𝘪𝘮𝘣𝘳𝘦𝘺"
Los chicos se miraron unos a otros, sorprendidos, mientras Mia volvía a dejar la carta sobre la mesa.
—¿A Charleston? —repitió JJ confuso, mientras Pope asentía.
—Son ocho horas en coche y hay que tomar el ferry —les dijo Pope—. Si queremos llegar, tenemos que salir ya.
—Yo estoy libre —les dijo Kiara.
—¿Exonerar a John B? —preguntó JJ, claramente confundido—. ¿Eso qué significa?
—Que sea quien sea ese tal Limbrey tiene algo que podría demostrar su inocencia —le explicó Mia.
—Entonces, ¿a qué estamos esperando? —dijo JJ, que volvió a alzar la voz sin querer, pero la bibliotecaria lo hizo callar con una mirada aún más severa.
—¿Y qué le digo a mi madre, que me voy a Charleston a media tarde? —les preguntó Kiara—. Si conseguimos algo, esta vez no se lo damos a Shoupe.
—Vamos, no hace falta ni que lo digas —le dijo Mia al instante—. Que se quede acariciándose el bigote.
Pope que había empezado a teclear algo en el ordenador mientras JJ, Mia y Kiara hablaban, parecía estar revisando alguna información.
—¿Qué pasa? —le preguntó Kiara al darse cuenta de que Pope estaba leyendo un artículo.
—No estoy seguro, pero creo que el Limbrey de la carta... podría estar emparentado con el capitán del Royal Merchant —dijo Pope casi en un susurro que fue lo suficientemente alto como para que todos lo oyeran.
Mia, JJ, y Kiara lo miraron con sorpresa, sintiendo un mezcla de intriga por la noticia pero nostalgia al escuchar el nombre del Royal Merchant.
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Tras una acalorada discusión en casa, Kiara se escapó de allí, cerrando de golpe la puerta de su habitación y bajando por la ventana sin mirar atrás. Sabía que sus padres no iban a entenderla, y mucho menos cuando le habían anunciado la posibilidad de enviarla a un internado. Sin dudarlo, corrió hasta donde sus amigos la esperaban en el remolque del coche del padre de Pope, sintiendo cómo la ira se apoderaba de ella de pies a cabeza.
—Mis padres siempre se emparanoian con el tema, como si ser Pogue fuera de lo peor —bufó Kiara con frustración.
—Bueno, dicen que en los internados hay buena hierba —comentó JJ con una sonrisa divertida mientras Mia rodaba sus ojos. Kiara, a su lado, negó con su cabeza mientras lo miraba con cara de pocos amigos.
Ahora, los cuatro estaban sentados en el remolque, atrapados en mitad de un atasco para salir de los Outer Banks hacia Charleston.
—No pienso ir a un internado —les aseguró—. Tendrán que secuestrarme, atarme y meterme en una furgoneta.
Mia, que estaba sentada a su lado, se inclinó hacia ella y rodeó sus hombros con su brazo.
—Y si hacen eso, tendrán que enfrentarse a mí primero. No pienso dejar que te vayas, Kie, ¿me vas a dejar aguantar a JJ y a Pope a mí sola? —le preguntó, señalando a ambos chicos.
—Tampoco nos portamos tan mal —respondió JJ, fingiendo ofensa—. Yo digo que, para relajarnos un poco, nos fumemos un buen peta.
Antes de que pudiera decir algo más, Kiara le quitó el cigarro de la mano y tomó una calada. Pope, que hasta entonces se había quedado en silencio mirando la escena, rompió el silencio.
—Oye, ¿alguna ha intentado volver a contactar con John B?
—Como unas veinte millones de veces —suspiró Mia, inclinándose hacia adelante con los codos sobre sus rodillas—. Pero siempre me responde una mujer de un hotel.
—Son muchas veces —comentó JJ.
Ella rodó los ojos, pero asintió, sabiendo que él tenía razón. Sin embargo, Pope volvió a intervenir para centrarlos de nuevo.
—De momento, hay que intentar limpiar su nombre —dijo, y entonces miró el sobre que tenía en sus manos—. Y esta carta es nuestra mejor opción.
Kiara le tendió el cigarro, levantando una ceja con un toque de desafío.
—¿Qué Pope vas a ser hoy? —le preguntó, mirándolo con curiosidad.
—Hoy no, gracias —respondió, levantando su mano en señal de rechazo—. Quiero estar centrado.
Kiara se encogió de hombros y se alejó de nuevo, ocupando su lugar en el remolque mientras exhalaba el humo.
—Vaya, el Pope bueno ha vuelto —comentó Kiara.
—El Pope del club "hay que mantenerse despejado" —murmuró Mia, mirándolo burlonamente—. Pero ahora mismo, ese es el Pope que necesitamos.
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El grupo iba en la destartalada camioneta de Pope, dirección a Charleston, rumbo a la casa de C. Limbrey. La carta había despertado la curiosidad de todos, especialmente de Kiara, quien no podía dejar de darle vueltas.
—Chicos, he leído esto unas mil veces y sigue sin tener sentido —les dijo Kiara, mirando la carta que sostenía fijamente.
JJ, que se estaba acomodando en su asiento, se inclinó hacia adelante.
—Medio Charleston pertenece a los Limbrey —siguió Kiara, frunciendo el ceño—. ¿Qué sabrán los reyes de la ciudad de un asesinato en la isla de Kildare?
—¿Por qué te piden a ti en concreto que vayas? —le preguntó JJ a Pope, que intentaba concentrarse en la carretera.
—"Le ruego que venga solo" —Mia recitó las últimas palabras de la carta con desconfianza—. Eso es muy sospechoso, no me fío.
—Yo me quedé igual cuando lo leí —le indicó Pope—. Creo que es porque...
Pero de repente, un ruido fuerte interrumpió la conversación y el motor de la camioneta comenzó a echar humo.
—¡Venga ya! —exclamó Pope, golpeando el volante.
—Pope, que tengo los pulmones sensibles —le dijo JJ, haciendo una mueca mientras intentaba abanicarse el humo y empezaba a toser dramáticamente.
—Sí, claro, para lo que quieres —bromeó Mia, sacudiendo su cabeza.
Pope, soltando un suspiro, detuvo la camioneta al costado de la carretera mientras se bajaba de ella para evaluar el problema.
—¡Esto va a explotar! —advirtió Kiara, bajándose del coche a toda velocidad.
—Que no cunda el pánico —respondió Pope mientras se acercaba al motor y levantaba la capota, dejando salir aún más humo.
—¿Plan B? —les preguntó Kiara mientras observaba la camioneta cruzada de brazos—. Podríamos usar el transporte público o hacer autostop.
—Sí, es el radiador —le dijo JJ, que se había acercado para echarle un vistazo al motor.
—Mi padre me va a matar —suspiró Pope mientras se llevaba las manos a la cabeza.
—Sí, es muy posible —le afirmó JJ mientras se encogía de hombros al recibir una mirada de "eso no me consuela" de Pope.
Finalmente, Pope llamó a un taller cercano. Para cuando el mecánico llegó y se llevó la camioneta, la noche ya había caído, y el coche estaba siendo remolcado al taller.
Desde la distancia, JJ, Mia y Kiara miraban a Pope discutir con el mecánico, quien parecía empeñado en explicar cada detalle técnico del problema.
—Estamos en mitad de la nada y ese tío se pone a decir: "Hay que averiguar el punto de calibrado antes de tocar la válvula" —murmuró JJ burlón, tratando de imitar la voz del mecánico.
—Me acabas de hablar en chino —le dijo Mia, ladeando su cabeza divertida. Sin embargo, cuando giró su cabeza para ver a Kiara, notó su expresión apagada—. Kie, ¿estás bien?
—A mi madre le preocupa tanto que sea una Pogue que incluso está dispuesta a mandarme a un internado —confesó ésta mientras dirigía su mirada al suelo.
—Bueno, supongo que te pasa por juntarte con quien no debes —comentó JJ, haciendo una mueca que la hizo sonreír ligeramente.
—Pero no pienso ir —se reafirmó Kiara—. Total, ya es tarde. Ya soy quien soy, una Pogue.
—Y a mucha honra —dijo Mia, pasando su brazo sobre los hombros de Kiara con una sonrisa.
—No está tan mal. Mira a nuestro colega de ahí —dijo JJ, señalando a Pope hablando con el mecánico—. Haría lo que fuera por nosotros. Eso es ser un Pogue de verdad.
Kiara miró a Pope, quien se acercaba al grupo, y una sonrisa se le escapó sin querer. Mia y JJ, al darse cuenta, intercambiaron una mirada cómplice. Ambos sabían que había algo entre ellos, aunque Kiara fuera incapacez de verlo del todo.
—Aunque sólo es mi opinión —murmuró JJ lo suficientemente alto para que Kiara lo pudiera oír.
Finalmente, tras arreglar el coche, se pusieron de nuevo en camino hasta que, agotados, aparcaron en un descampado para pasar la noche. Pope se tumbó boca arriba en una esquina del remolque, con la gorra cubriéndole el rostro.
—Buenas noches —murmuró Pope antes de darles la espalda a los Pogues para dormir.
Kiara, tras mirarlo durante unos segundos, se acercó, y antes de recostarse, se inclinó y le dio un beso en la mejilla.
—Buenas noches —le dijo Kiara en voz baja mientras Pope sonreía ligeramente bajo la visera de su gorra.
Desde el otro lado, Mia y JJ, que lo observaban todo con una sonrisa, se acomodaron juntos, abrazados, y poco a poco, el sueño fue venciendo a todos, quedando completamente dormidos en el pequeño remolque.
ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲
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