ᯓ 𝗳𝗼𝘂𝗿
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—Digo, es obvio, ¿no? —dijo John B mientras conducía la furgoneta, con la mirada fija en la carretera.
Mia, sentada en la parte trasera de la van, aún sentía la adrenalina recorrer sus venas. Aunque sus manos ya no temblaban, su respiración se volvía irregular al pensar en la suerte que tuvieron al escapar de los dos hombres armados por la ventana. Pero a su alrededor, los Pogues parecían haber olvidado que apenas unas horas antes habían tenido un enfrentamiento, como si se tratara de un problema normal de sus vidas.
—Una reliquia familiar, ¿qué mejor sitio para ocultar un mensaje? —continuó diciendo John B—. Sabía que llegaría a mí.
—Sí, es posible —respondió Kiara desde el asiento de copiloto de manera cautelosa.
Por una parte, no podía decir al cien por ciento de que lo que John B decía era real, pero tampoco quería aplastar sus esperanzas. Pope, sin embargo, no tuvo la misma delicadeza.
—Y también puede que estés fantaseando con teorías descabelladas para, ya sabes, lidiar con la tristeza —intervino Pope, que inmediatamente recibió una mirada fulminante de Kiara, que claramente pensaba que no era el momento para ese tipo de comentarios.
—¿Sabéis como lidio yo con la tristeza? —les dijo JJ con su típico tono burlón inclinándose hacia delante desde la parte trasera de la van, tratando de aligerar la tensión—, con maría de la buena.
—No estoy fantaseando —replicó John B, convencido de que su padre realmente trataba de comunicarse con él—. Mi padre intenta enviarme un mensaje.
—Si te ayuda a tener fe, John B... —comenzó a decirle Kiara con pena, tratando de ser comprensiva.
—Escuchad, no necesito una sesión de terapia —le interrumpió John B poniéndose a la defensiva—. No estoy loco.
—Está bien que se te vaya la pinza... —comenzó a decir JJ, tratando de calmar el ambiente con su característico humor, pero antes de que pudiera terminar, John B le interrumpió, girando su cabeza hacia sus amigos.
—Mira, mi padre desapareció, ¿vale? —le soltó John B, soltando la frustración que contenía por sentirse incomprendido—. Desapareció. No sabéis que es que desaparezca tu ser más querido y no saber qué le pasó; y levantarte cada día preguntándotelo.
El silencio inundó la van. Nadie sabía qué decir. Ninguno de ellos había pasado por lo que John B estaba viviendo, lo que les dificultaba comprender del todo al Pogue.
—Ya hace casi un año, John B —rompió el silencio Kiara tratando de no alterarlo.
—Oye, podrían haberlo secuestrado —bromeó JJ, tratando de aligerar el ambiente de nuevo con otro de sus chistes—. Es perfectamente posible.
—Sí, podrían estar interrogándole en un submarino sobiético o algo así —sugirió Pope siguiéndole la corriente.
—Claro que sí —sonrió JJ—. O en la Atlántida.
—Chicos —les interrumpió Mia y miró a John B—. ¿Cuál crees que es el mensaje?
—Redfield, el faro de Redfield —respondió John B tras suspirar—. Su lugar favorito.
John B aparcó la camioneta al lado del faro y los cinco se bajaron, observando el gran faro frente a ellos.
—Vale, esto es lo que vamos a hacer —comenzó a decir John B tomando el liderazgo y miró a JJ, quien estaba algo distraído jugando con sus manos con una pelota pequeña—. Vas a hacer guardia por si nos pilla alguien.
—Espera, ¿por qué yo? —le preguntó indignado, levantando la cabeza rápidamente.
—Porque no vienes —le contestó Pope, como si la respuesta fuera obvia.
—Pero, ¿por qué? —insistió JJ, molesto.
—JJ, hay variables dependientes e independientes, y tú eres una independiente —le explicó Pope mientras JJ le ordenaba que se callara—. Nunca sabemos qué es lo que vas a hacer.
—Escuchad —les interrumpió John B antes de que la discusión escalara de nivel—. Pope y Mia, os quedaréis con JJ para vigilar, ¿vale? Si nos separamos, nos vemos en casa de JJ.
Mia asintió mientras observaba como John B y Kie se dirigían hacia el faro.
—Tengo que redactar la memoria para mi beca y quiero reducir mis delitos al mínimo —les dijo Pope una vez los dos Pogues desaparecieron de sus vistas.
—¿Quieres callarte de una vez? —le pidió JJ mientras seguía jugando con la pelotita.
—No le hagas caso, puedo ayudarte si quieres —le ofreció Mia mientras fulminaba a JJ con su mirada, a lo que Pope asintió.
—Sí, genial —aceptó Pope con entusiasmo—. Cuanto antes termine de...
Pero JJ había lanzado la pelota y sin quierer le había dado en la cabeza a Mia. El golpe la aturdió un poco, pero tan pronto como recobró la consciencia, agarró la pelota del suelo y se la lanzó de vuelta a JJ. No pudo evitar sonreír burlonamente cuando la pelota le dio de lleno en la cara.
Durante un tiempo, Pope y Mia siguieron practicando para la beca del chico, pero acabaron uniéndose con JJ para jugar a pasarse la pelotita entre ellos. Sin embargo, antes de que Mia pudiera pasarle la pelota a JJ, una sirena de policía se escuchó.
—Mierda —susurró Pope al ver un coche de policía acercándose a ellos.
Mia agarró la pelota del suelo y los tres se apresuraron a subirse en la camioneta. Pope y Mia se sentaron en la parte trasera de la camioneta mientras JJ subía delante y pisara el acelerador para alejarse lo más rápido del faro.
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—¿Alguien me podría decir por qué hemos venido a un cementerio de noche? —preguntó Mia caminando entre Pope y JJ, iluminando el oscuro camino con su linterna.
—Sí, este sitio da mal rollo —corroboró Kiara, quien se había mantenido todo el camino en silencio, claramente incómoda con la idea de estar en un cementerio en plena noche—. John B, ¿qué hacemos aquí?
John B, que iba al frente, se detuvo por un momento.
—¿Sabéis cuando intentáis acordaros de una canción pero no recordáis quién la canta? —empezó a decir John B mientras todos se agrupaban para escuchar al chico
Mia frunció el ceño, no del todo segura de a dónde quería llegar John B con esa comparación, pero acabó asintiendo de todos modos, al igual que los demás.
—Lo de Redfield —prosiguió John B— todo el tiempo he pensado que era un lugar.
Mia entrecerró sus ojos, intentando comprender lo que trataba de explicarles John B. Estaba interesada en la explicación del chico, pero no pudo evitar sentirse algo nerviosa ante el sonido de las ramas y las hojas crujir bajo sus pies y el fuerte viento resonar a su alrededor.
—Pero no es un lugar —dijo finalmente John B mientras, con su linterna, apuntaba hacia una enorme pared de piedra que había frente a ellos— es una persona.
Mia dirigió su linterna hacia la piedra que John B señalaba, revelando una antigua tumba que tenía el nombre Redfield grabado en la desgastada superficie de la piedra. Fue entonces cuando Mia entendió a lo que se refería John B. No se trataba de un lugar geográfico, sino de una persona, al parecer, familiar de John B.
—Era mi tatarabuela, Olivia Redfield, su apellido de soltera —les explicó John B mientras dejaba la linterna en el suelo—. Ayudadme con la puerta, venga.
Pope inmediatamente se acercó a John B para ayudarle. Entre los dos, se situaron frente a la piedra y empezaron a empujarla, pero ésta no se abrió.
—¿Estás empujando? —le preguntó Pope con la voz entrecortada por el esfuerzo.
—Sí —respondió John B sin dejar de empujar.
Al ver que ellos dos sólos no podían, JJ, que había estado observando desde un lado, se acercó para ayudar y empezó a empujar la puerta con ellos.
—Esta puerta pesará como 300 kilos —murmuró Pope agotado, a punto de rendirse—, no va a ceder.
—No hemos llegado hasta aquí para nada —le replicó JJ, y aunque Pope iba a dejar de empujar, consiguió que siguiera haciendo un esfuerzo más para abrir la puerta.
Pero de repente, justi cuando parecía que sus esfuerzos serían inútiles, una gran serpiente salió repentinamente de uno de los agujeros de la tumba, provocando que John B, Pope y JJ se apartaran de la tumba de un brinco.
—¡Pedazo bicho! —exclamó JJ con fascinación—. Nuestra querida Boca de Algodón. La muerte en la hierba alta.
Entonces, JJ, siendo JJ, decidió que era el momento perfecto para empezar a ladrarle a la serpiente como si fuera un perro, haciendo que todos lo miraran con incredulidad.
—JJ, cállate —le ordenó Kiara, irritada por su comportamiento.
—Despertarás a los muertos, joder —le dijo Pope inquietamente mirando a su alrededor, como si en cualquier momento un muerto pudiera salir de su tumba.
—Les dan miedo los perros, todo el mundo lo sabe —les dijo JJ con obviedad.
Mia no pudo evitar rodar sus ojos con frustración, aunque una parte de ella encontraba ese comportamiento de JJ ligeramente reconfortante, como si sus tonterías le ayudaran a olvidar el miedo que sentía en aquel momento.
—Esperad, esperad —les dijo JJ—. Si hay una, habrán decenas.
—¿Por qué no te callas? —le pidió Kiara inmediatamente con un claro nerviosismo—. Me estás asustando.
Pero JJ la ignoró y empezó a ladrar de nuevo.
—Deja de ladrar a las serpientes —le ordenó John B, cansado la actitud de JJ.
—Sólo quiero asegurarme de que el terreno está despejado de serpientes —se excusó JJ, que captó la orden de John B.
Pope se acercó a John B, apartando a JJ de su camino.
—John B, escucha, no podremos entrar ahí, no se abre —le dijo, tratando de razonar con él—. Deberíamos irnos.
John B permaneció en silencio, no quería rendirse tan pronto, pero sabía que Pope tenía razón.
—Yo cabría —dijo de repente Kiara, haciendo que todos se giraran para verla.
—¿Crees que cabes por ahí? —le preguntó John B acercándose a ella, mientras observaba la estrecha aberturaentre las piedras con esperanza.
—Se trata de tu padre —le dijo Kiara—. Y sinceramente, no me lo creo, pero te mereces saber la verdad, así que lo haré.
—Te acompaño —se ofreció Mia.
—Perfecto —le sonrió Kiara de acuerdo. Sabían que ahí dentro podía haber cualquier cosa, así que era más seguro para Kiara entrar acompañada—. Bien, ayudadnos a subir.
—Yo te aúpo —le dijo JJ a Mia—. Lo he visto en las pelis mil veces, ¿lista?
Mia asintió mientras se acercaba con JJ a la abertura por la que debía entrar.
—Vale, a la de tres —empezó a indicarle JJ, pero Mia ya había apoyado sus pies sobre las manos de JJ y había saltado para entrar por la abertura—. Bueno, a tu aire, ni a la de tres ni nada.
Kiara subió tras ella con la ayuda de John B, y pronto las dos se encontraron dentro. Pope les pasó las linternas de nuevo, así que, con ellas en mano, empezaron a inspeccionar la oscura y fría tumba. Mia paseaba por el agujero iluminando las paredes y el suelo de la tumba, tratando de buscar alguna pista relevante.
—¿Estáis vivas? —se escuchó la voz de John B preguntar desde el exterior de la tumba.
—Por ahora —respondió Kiara.
—¿Habéis encontrado algo? —se oyó la impaciente voz de JJ—. ¿Hay oro?
—De momento nada —respondió Mia.
Kiara, que estaba inspeccionando la parte derecha del agujero, de repente se detuvo. Parecía haber encontrado algo en la pared de la tumba que le sorprendió.
—Mia, ven a ver esto —le dijo en voz baja, con un tono cargado de sorpresa.
Mia se acercó rápidamente a ella, iluminando con su linterna la misma zona. Y cuando vio lo que Kiara había encontradoc su boca de abrió por la sorpresa.
—Oh, Dios mío.
ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲
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