★ : quatorze ¡!
Los rayos de luz solar hicieron contacto con el rostro de Bang Chan, quien sufrió de un intenso dolor de cabeza. No había dormido en toda la noche, había sido de esa manera desde hace dos noches, cuando regresó del aeropuerto, y todo el desastre de Minyu se dio a conocer.
Oscuras ojeras adornaban bajo los ojos de Christopher, poco le importaba su apariencia. Y eso en parte era preocupante.
Pero, ¿preocupante para quién? Felix estaba muy enojado, y con mucha razón. Él lo aceptaba, Lee tenía su derecho a estar enojado, y merecía un poco de espacio.
Bang le dio todo el espacio que creyó que su menor necesitaba. No salió de la habitación después de reflexionar sobre el comportamiento, y lenguaje corporal de Felix. No lo quería cerca, y él respetaba su decisión aunque le doliese.
Seguía tendido en la gran cama, sin siquiera hacer caso a rugido de su estómago, que le anunciaba que tenía hambre. Ya se le pasaría en un rato.
A pesar de estar dos días sin dormir, ni comer, sus necesidades era lo menos que transitaban en sus pensamientos reflexivos. Porque ellos estaban inundados en Felix, Felix, Felix.
No encontraba manera de arreglar la situación, a menos que conversaran. Pero el chico no le quería ver ni en pintura, así que dudaba que le escuchase si quiera.
Tal vez era momento para darse un tiempo, ¿no?
El solo hecho de imaginarlo le destrozaba, pero ¿Qué sería diferente de las últimas semanas?
Tal vez Lee conseguiría un hombre mejor que él, así estaría seguro que no le haría daño.
Estaba cien porciento convencido que hay muchos mejores que él.
Chan rió amargo, era tan patético que le provocaba golpearse él mismo.
—Hermano, sé que somos otakus. Pero, se suponía que éramos de los que sí se bañaban —la voz de su amigo con apariencia de zorro es inconfundible.
Estaba a punto de responderle sin ganas hasta que se interrumpió él mismo, gracias a la llegada de una nueva frase.
—Bang Chan, ridículo, levántate de ahí y deja la miseria —y esa voz, eh... ¿qué?
—¿Jamie? —apenas levantó el rostro de las almohadas, dio con Jeongin y la chica mirándole inexpresiva— ¿en serio estás acá?
Yang casi se ríe del estado tonto en el que Chan se encontraba, pero se aguantó, mientras que Park le respondió muy sarcástica— No, es que haz estado tanto tiempo deprimido que hasta ya puedes llevar hologramas a donde se te plazca y entonces Innie me trajo para sacarte de tu tristeza.
Poco le dejaron hablar, cuando el menor presente le tomó de los pies y lo haló fuera de la cama, mientras que Jimin iba al baño de la habitación y colocaba el agua fría en la bañera.
—¿Por qué, y para qué me sacaron del departamento?
Felix estaba siendo arrastrado por Seungmin, -vecino de abajo, y amigo-, Changbin -novio de Seungmin-, y Sana, por todo el centro comercial.
—Porque... te quiero mostrar una tienda de suéteres que conseguí. Está muy bonita, y tienen colores pastel, así como te gustan. Pensé en ti a penas la vi —concluyó Minatozaki, con la vista posada al frente, para evitar tropezar con algo.
—No tengo dinero para comprar.
—Nosotros pagamos —continua Changbin.
—¿y si no quiero un suéter?
—Me interesa poco, igual lo vas a elegir, Felix-ssi —finaliza Kim.
Felix frunció el entrecejo, ¿por qué ese mocoso no le respeta?
En sí, el destino no era una tienda de suéteres, pero aprovechando que ya lo dijeron, Sana los encamina a una tienda que realmente le recordaba a Felix.
Pero el chico se mostró renuente a cooperar en la compra.
—No quiero —se cruzó de brazos.
Los tres acompañantes bufaron por tercera vez en lo que iba de día, y sinceramente Changbin estaba a punto de caer en llanto. Le dolían los pies.
Seungmin, fastidiado con la situación, tomó tres prendas de lana, distintos colores pero del mismo tono pastel, y se encaminó a la caja registradora. Lo último que supieron era que tenían las bolsas en sus manos, y Seungmin arrastraba a su novio con pasos adelantados.
Felix hablaba en serio cuando decía que quería quedarse en el departamento, estaba cansado de todo y aún sentía que debía descansar de todo el estrés que había estado pasando. No había podido desahogarse completamente, y se sentía frustrado consigo mismo.
Ansiaba que todo comenzase a volver a la normalidad.
No estaba seguro de si ahora lo llevarían a casa, pero, supuso que no cuando se detuvieron frente a un establecimiento de comida.
Lee no observaba a su al rededor, simplemente concentraba su mirar en la bolsa antes entregada por Seungmin.
—¡¿y dónde está Yuna?!
El tono alterado y preocupado en sana le causó gracia, su voz es muy tierna pero también demasiado expresiva.
—Es que... —Felix miró al frente, consiguiendo el alto cuerpo de Minho sentado en las mesas exteriores— Ella y Jisung salieron corriendo a una tienda de malteadas, porque se antojaron de algo dulce. Lia salió tras ellos unos minutos después.
—¿y no pudiste detenerlos, idiota? —preguntó Seo, una mueca de burla se hizo presente en su adorable rostro.
Felix frunció el ceño,— Yuna es muy inquieta —mencionó bajo, atrayendo la atención de Minho a él.
—Hola Lixie —sonrió el alto, hasta que sus ojos se convirtieron en dos líneas adorables—. Y si, además, Jisung a veces es como un niño pequeño. Pocas veces le puedo decir que no.
Minatozaki soltó un gran aaawww que hizo sonrojar a Minho.
—Tú deberías ser así —protestó Bin hacia Seungmin, quien se tornó tímido, y rojo.
—Lo siento, bebé. Lo intento, pero... me da vergüenza.
Sana sonrió, concentrándose en las parejas y no en el hecho de que su sobrina está corriendo por el centro comercial con su novia, y un muchacho con hiperactividad.
Sin hacer espera, una mirada entre los tres, Sana, Seungmin y Changbin, sentaron a Felix frente a Minho.
—Ahora, Minho, haz tu parte.
Hwang Hyunjin estaba sentado en el sofá del departamento Bang-Lee, inconsciente de lo que sucedió allí. Con Kkami caminando por el lugar.
Porque él no dejaría a su hijo solo en casa.
Estaba esperando que Jeongin y la amiga de Bang Chan terminarán de colocarlo presentable, y ciertamente se estaba aburriendo.
Llevaba ya un tiempo sentado, y desde que sacaron a Felix se convertían en unas tres horas. ¿Qué tanto están haciendo allí?
El sonido característico de la puerta abriendo inundó la sala, y de repente un Jeongin sonriente, una Jimin ayudando a Bang Chan con rostro de pocos amigos, salieron de la habitación.
Hyunjin se rió, mucho— Estás igual de asqueroso como la última vez que nos vimos, en el aeropuerto.
—Claro que no, ¡está adorable! —protestó Jeongin, con sus brazos en jarra.
Christopher no tenía nada de ropa limpia cuando buscaron que colocarle, las últimas prendas disponibles no le entraban gracias a que eran antiguas, y las pocas que salvaron las tenía puestas en ese momento.
un suéter azul que se amoldaba en su torso marcado, y unos pantalones negros que en su momento le quejaban flojos, ahora estaban bien en sus caderas.
—¿puedes respirar, Chris? —se burla Jamie, tentada a reírse del aspecto de Bang.
Jeongin no entendía, para él, Chan se veía tierno, como un adolescente bien portado. Pero al parecer era el único que lo pensaba.
—Eres muy puro para estos chistes, Innie —le aseguró Hwang.
—¿por qué hacen esto? —finalmente, Christopher toma la palabra.
En el fondo estaba alerta, al pendiente de si Felix aparecía.
—Porque estás terrible.
—... ¿algo que no tenga que ver con mi apariencia, Hyunjin?
—No, te ves delgado, así que... —Jeongin arrastró a Bang Chan en dirección a la cocina— comerás, sino te haré comer.
Chris no entendía como fue que pudo adelgazar tanto, pero, le daba igual. No tenía hambre, y lo hizo saber.
Pero igualmente, fue obligado a comer.
Sus amigos estuvieron con él hasta que cayó la noche, distrayendo mientras hablaban y le intentaban subir el ánimo.
Jeongin le hizo brownies, y Hyunjin lo dejó tocar a Kkami por un minuto. Jamie se excusó que iba al baño, pero en realidad estaba arreglando el chiquero de habitación que se cargaba Bang. Era casi tóxico estar ahí dentro.
Se sintió un poco mejor, pero de igual forma necesitaba conversar con Felix, aún si eso significaba una patada en sus herederos.
Cuando dieron las siete con cuarenta minutos, la puerta principal fue abierta, trayendo consigo un escándalo sorprendente.
—¡Holaaas! —Sana llegó a todo motor, empujando a Felix hacia el armario de suéteres que se hallaba cerca de donde estaba Bang Chan.
Que con ayuda de Hyunjin y Jeongin, también terminó encerrado en el mismo lugar.
—No saldrán hasta que arreglen sus problemas —con un grito, Jeongin cerró con llave el pequeño espacio lleno de telas.
Lo último que escucharon Felix y Chris, fueron los pasos de todos dirigiéndose a la salida, a la par de un último enunciado— ¡Volveremos mañana, temprano!
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