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── 📜 ⋆ ࣪ O3: finale ֶָ֢֪

Es una buena tarde de diciembre.

Minho conduce por la avenida mientras el limpiaparabrisas va de un lado a otro sobre el vidrio, recogiendo a su paso la nieve que cae y estorba en la visión del castaño.

Es la tercera vez que utiliza el auto que Christopher le regaló hace una semana, y Yoon-ah asegura que Minho luce como un niño con juguete nuevo. Es verdad, después de todo, porque la primera vez que lo usó, fue para comprar pan en la panadería que se encuentra a un par de calles de su departamento.

De todos modos, esta vez no va camino a la panadería o algo así. En realidad, se dirige a la farmacia que está a unas cuantas calles de la tienda en la que estaba hace unos minutos comprando ropa para Felix.

Echa una mirada a Felix, quien duerme tranquilo en el asiento para bebés en la parte trasera del auto. El niño luce como un auténtico ángel, y Minho tiene esta presión en su pecho que no lo deja tranquilo, y solo quiere llorar.

Quiere llorar porque se ha liado otra vez. La última semana ha estado sintiendo estas terribles náuseas que no lo dejan comer en paz. Ha estado demasiado tiempo durmiendo por las tardes cuando Felix lo hace, y se levanta muy seguido todas las noches para ir al baño a descargar su vejiga.

Christopher parece estar en otro mundo, porque no ha notado las muecas de asco que Minho le da al pollo, la carne o al huevo cuando van a comer. Minho está bien con eso, porque no le apetece tener a un Christopher curioso hurgando en lo que le sucede. Está cómodo con esa burbuja de preocupación que tiene, o algo así.

Suspira y parpadea para dispersar las lágrimas que cada vez parecen querer salir con más frecuencia. Quizás ha llorado muchas veces la última semana, pero no es tan importante ahora.

Está embarazado, lo sabe.

Ya pasó un mes desde que Christopher regresó a vivir con ellos. Se mudó por completo, y Minho está bien con eso, sobre todo porque Felix parece ser el niño más feliz del mundo desde que su padre duerme en la misma habitación que él todas las noches. Christopher luce diferente también, su rostro se ve más iluminado que antes, llega con una sonrisa en el rostro todas las tardes, y Minho se siente un poco culpable cuando sonríe sin querer hacerlo, porque todo lo que nubla su mente son las noches que estuvo sintiendo un frío terrible por la ausencia de Christopher.

Sabe que Christopher no merece que le oculte tal preocupación, tampoco que Minho finja interés cuando le cuenta su día de trabajo. Sin embargo, lo hace y eso sólo lo hace sentir un poco más culpable.

Perdido en sus pensamientos, no se da cuenta cuando llega a la farmacia, parpadea y cae de nuevo en la realidad. Felix sigue dormido así que opta por ir hasta el autoservicio.

Resulta que hay dos o tres autos esperando antes que el suyo, y tiene que tomar fuerte el volante en sus manos para no perder el control.

"Tranquilo" Se dice él mismo, con la esperanza de que realmente funcione "Será rápido."

Minho odia esperar, así sea un poco, y odia más cuando tiene que esperar en situaciones como estas.

En algún momento, mientras le envía un mensaje de texto a Eunbi, los dos autos parecen haber terminado con su compra y ahora es el turno de Minho. Apenas pisa el acelerador y el auto se mueve lento los pocos metros hasta la ventana grande donde se encuentra el vendedor con una bata de enfermería.

"Buenas tardes. ¿En qué lo podemos ayudar?"

Minho vuelve a ver por el espejo retrovisor al niño. Sigue dormido y no parece dar ningún indicio a despertar pronto.

"Buenas tardes. Necesito dos marcas diferentes de pruebas de embarazo, una de cada una, por favor."

"Un segundo" Anuncia el vendedor, Minho lo ve desaparecer dentro de la farmacia y un minuto después aparece con dos cajas donde se suponen deben estar las pruebas.

Minho se muerde el labio. El vendedor le dice el precio, Minho paga de inmediato, y un minuto después se encuentra saliendo del lugar con una bolsa transparente pesando en el asiento de copiloto.

Aunque no quiere, Minho desvía la mirada a la bolsa cada minuto. Parece estar llamándolo discretamente, y Minho realmente se encuentra demasiado ansioso por darles uso.

Gira en una calle a dos cuadras del (demasiado lujoso) edificio donde vive, cuando su teléfono móvil suena. Desvía la mirada al aparato, que se encuentra junto a la bolsa con su última compra.

Christopher está llamando.

"¿Aló?" Responde desde el manoslibres, demasiado consiente de lo peligroso que puede ser utilizar el móvil mientras conduce.

"Hola, mi amor" Responde Christopher al otro lado de la línea "¿Ya compraste todo lo que Felix necesitaba?"

Minho muerde su labio.

"Sí, compré un montón de ropa y Felix se agotó tanto que está dormido en la parte trasera y, sinceramente, no creo que despierte hasta mañana."

Christopher ríe a través de la línea. Minho no puede evitar sonreír.

"Es un flojo" Ríe ahora con la nariz "Bonito, llegaré un poco tarde hoy, tengo una reunión en la empresa. Llegaré para la cena" Añade lo último rápidamente antes de que Minho pregunte.

Minho tararea mientras presiona aquel botón que Felix consideraba mágico, la puerta del parking del edificio se abre lentamente.

"Está bien, Chris. Oye, cuando llegues... ¿puedes tomar las bolsas del auto? No podré cargar a Felix y las compras a la vez."

"Claro, mi amor, deja la maleta abierta."

Minho muerde su labio viendo otra vez la bolsa.

Resulta que ya se ha estacionado y se ha desabrochado su cinturón de seguridad.

"Lo haré. Te amo."

"Y yo a ti, precioso. Te veo al rato."

Suspira y cuelga.

Ve la hora que indica su teléfono. 15:17.

Es temprano. Se supone que Christopher llegaría en dos horas, quizás en tres si se alarga la reunión. Tiene el tiempo suficiente para todo lo que necesita hacer, incluso le sobra para cocinar algo especial para Christopher.

Minho siente esta ligera presión en la nuca, un dolor que se extiende poco a poco por su cabeza y está seguro de que su migraña comenzará a fastidiar en cualquier momento. Cuando sale del auto para tomar al niño, lo hace con el recordatorio de tomar una aspirina para evitar que empeore el dolor.

Llevar a Felix parece una misión imposible que le lleva más tiempo de lo esperado. Minho se tambalea por todo el estacionamiento hasta llegar a la zona de elevadores, tiene a Felix en sus brazos y el niño parece pesar más cuando está dormido.

De alguna manera sus brazos soportan el peso del niño los treinta pisos que recorre el elevador. En algún momento (cuando Minho cree que va a dejar caer al niño porque sus brazos se encuentran dormidos) el ascensor se detiene en el piso treinta y el castaño casi escapa de la cabina.

Se despide rápido de la señora del piso treinta y uno que cada tanto lo invita a tomar el té, y camina unos diez pasos hasta encontrar la puerta de su departamento.

Suspira cuando se da cuenta que no será fácil abrir la puerta.

Y tiene razón, de todos modos, porque resulta toda una travesía tener que inclinarse y despegar un poco su mano del cuerpo del niño, girar la cerradura, volver a dejar la mano en la cabeza de Felix, y empujar la puerta con la cadera.

Pero por fin ha llegado a casa y se siente mejor cuando respira y todo lo que llena sus fosas nasales es el aroma de Christopher y ese perfume tan exquisito que el mismo Minho le ha rociado esa mañana.

Intenta no olvidarse de la fragancia mientras lleva a Felix hasta su cuna y lo tiende allí dándole un beso en la frente y agregando un suave "te amo, solecito". Decide procrastinar un poco y va hasta la cocina a tomar un poco de agua, quizás se tarda más de lo necesario en el proceso, pero no es importante.

"Todo en orden" Se dice, otra vez.

Toma uno de esos vasos plásticos desechables que sobraron del cumpleaños de Felix, y va hasta la habitación donde ha dejado las pruebas de embarazo sin darse cuenta. Intenta no ser ruidoso y resulta que lo ha logrado cuando sale de la habitación y el niño no se ha movido ni un centímetro de su lugar.

Cuando se dirige al baño, decide que su vejiga aún no necesita evacuarse, entonces vuelve a la cocina y toma un vaso de agua más, para luego ir hasta la sala de estar y sentarse en el sillón de cuero mientras ve la pantalla negra del televisor en la pared.

Decide responder el último mensaje que le ha enviado Eunbi, y en algún momento caen en una conversación sobre como ella está disfrutando tanto el tiempo que Sunoo está en la escuela. Y Minho no puede evitar reírse, quizás porque piensa que su hermana no tiene idea de lo que le puede esperar en unos años cuando su hijo tenga un montón de tareas para el hogar, y sea ella quien tenga que pasar horas enseñándole un montón de cosas que ya olvidó, pero no lo dice, porque no desea arruinar la alegría de su hermana con un comentario tan fuera de lugar.

Y después de veinticinco minutos, Minho siente una ligera presión en su vientre y como su vejiga le pide vaciarse. Entonces vuelve a caer en la realidad y su sonrisa (que su hermana había provocado minutos antes) se borra en un par de segundos.

"Debo hacer algunos arreglos en la casa, Eunbi, te escribo más tarde" Dice en un mensaje de voz que le envía a su hermana mayor, porque no le apetece escribir más.

No espera respuesta alguna, deja su teléfono en el bolsillo del jean sin ver la hora, y va hasta el baño con ambas pruebas de embarazo, el recipiente, y el corazón que late muy fuerte en su pecho al borde del colapso.

Cierra la puerta sin pasar seguro, deja todo sobre el lavamanos, desabrocha su pantalón, lo baja lo suficiente junto a su ropa interior, y toma el vaso plástico y libera todo el líquido en el recipiente. El vaso queda lleno hasta la mitad, es suficiente para Minho, quien termina de arreglar su ropa interior y pantalón, y observa el vaso transparente con una mirada perspicaz y un poco nerviosa.

Sacude la cabeza cuando toma ambas cajetas con las pruebas de embarazo. Destapa una primero, ve las instrucciones y asiente para sí mismo, deja que el delgado aparato toque en fondo del vaso, y vuelve a la otra caja cuando está seguro de que el vaso no caerá. Repite la misma acción con el otro test, y ahora está sentado en el suelo con ambos tests dentro del vaso frente a él.

Se supone que debe esperar diez minutos para obtener resultados, y no para de checar en su teléfono. Cada treinta segundos presiona el botón del móvil y la pantalla se enciende, ve la hora, y vuelve a presionar el botón para que la pantalla vuelva a estar negra.

Han pasado siete minutos y Minho aún no levanta la mirada hasta el vaso, prefiere esperar al último segundo y no adelantarse en absoluto.

16:31.

Han pasado los diez minutos y Minho no tiene el valor suficiente para tomar las pruebas y checar el resultado.

Si tan sólo...

Inhala una cantidad considerable de oxígeno. Exhala con lentitud y los ojos cerrados. Repite el procedimiento un par de veces, y está listo.

Toma ambos test a la vez, cubre con su mano la pequeña pantalla donde se supone debe revelarse el resultado. Muerde sus labios al tiempo que aparta su mano, y ahora ve el resultado en ambas pruebas.

Dos rayitas. Positivo.

"No."

Parece checar una vez más, pero los resultados no han cambiado. Siguen siendo dos rayitas pequeñas en paralelo, una al lado de la otra, que sólo indican un mismo resultado.

Minho niega con la cabeza y deja los test en algún sitio en el suelo. Abre la boca y muerde sus labios cuando un par de lágrimas caen por sus mejillas manchando la piel delicada.

En su mente sólo se repiten una y otra vez las mismas palabras, y no parecen tener un final.

Han pasado segundos, quizás minutos, y Minho no lo nota, sólo está con sus ojitos cerrados muy fuerte y su nariz arrugada soltando jadeos y gemidos pequeños entre lágrimas que casi llenan todo el baño y lo hacen ahogarse en su pena.

No se da cuenta, pero cada lágrima deja escrita en su piel una promulgación divina que marca un futuro ya escrito y del cuál no tiene ninguna escapatoria.

"¿Honnie?"

Es un llamado y viene de la sala de estar.

"¿Minho?"

No puede evitar jadear, y aunque quiere; no puede abrir sus ojos y buscar a Christopher.

La puerta es golpeada dos veces.

"¿Amor?"

Minho ahoga un sollozo y sabe que Christopher lo escucha. La puerta se abre en una fracción de segundo y el castaño parece perder el aliento cuando puede escuchar a Christopher entrar al sitio e ir rápidamente hasta un Minho muy maltratado en la baldosa.

"¿Qué sucedió? ¿Minho?"

Christopher termina envolviendo al castaño entre sus brazos, Minho toma la esencia de Christopher en un respiro y solloza un poco más fuerte esta vez.

"Ya, por favor, no llores, mi amor. Estoy aquí contigo, no llores más."

"C-Chris."

"Tranquilo" Dice al tiempo que acaricia la espalda de Minho y deja un beso en su cabellera mientras lo calma con un balanceo disimulado que a duras penas se puede percibir.

Minho hipa pareciendo calmar sus sollozos, aún caen lágrimas por sus mejillas y Christopher parece estar un poco más tranquilo. En realidad ninguno de los dos se da cuenta que han pasado unos largos tres minutos abrazados con los ojos cerrados.

"¿Qué sucedió, Honnie?"

Christopher ni siquiera se da cuenta de los tests en el suelo junto a Minho, porque toda su atención está puesta en su amor.

"Chris, yo, de verdad-"

"Hey" Lo llama mientras se aparta de él, ahora ve sus ojos acuosos y lastimados y no puede evitar sentir un pequeño remolino que arrastra a su corazón hacia la profundidad del mar caribe. "Tranquilo, ¿sí? ¿Puedes respirar y decirme que sucede?"

Minho muerde su labio y desvía la mirada hasta las pruebas en el suelo. Como puede levanta su extremidad y termina apuntando al sitio con su dedo índice.

"Ahí."

Christopher sigue la mirada de Minho y se encuentra con dos palos blancos tirados en el suelo. Frunce el ceño y los toma en sus manos.

Minho ve como Christopher eleva ambos objetos y su mirada se suaviza al ver el pliegue donde se muestran los resultados. Abre la boca un poco y alza su mirada hasta el castaño, quien sólo lo observa com miedo y un poco de cansancio en sus irritados ojos.

"Estás- Oh, Dios. ¿Estás embarazado, amor?"

Minho cierra sus ojos y asiente.

"Pero- no, no entiendo, ¿por qué lloras, mi amor?" Christopher deja los tests en el suelo y cubre las mejillas del castaño con sus manos, intenta limpiar las lágrimas pero es inútil, porque se vuelve a crear un camino de nuevas lágrimas que caen una vez más. "¿No quieres esto?"

Minho lo ve a los ojos. Ve todo el bosque que allí se encuentra, junto a una flor llena de interrogantes que desea liberar. También ve la duda, ve la tristeza y la necesidad de que sus oídos sean perpetrados por las palabras que quiere escuchar.

"Yo, yo" Deja sus labios abiertos y parpadea cuando sus pestañas acarician su pómulo húmedo "Christopher, yo no quiero perderte."

"Pero, ¿qué dices, Honnie? Ninguna decisión que tomes hará que me aleje de ti. Nunca, Minho, no me iré de nuevo."

Minho muerde sus labios y niega con la cabeza, desea tanto poder explicarle a Christopher lo que sucede, ser tan honesto con él.

"Vamos afuera, ¿sí?"

Minho niega con su cabeza y vuelve a sollozar.

"Prometeme que no pasará lo mismo. Por, por favor. Dime que no volveré a dudar de ti y no te irás de mi lado."

Christopher frunce sus cejas y sus pupilas parecen dilatarse casi exageradamente.

"¿Qué?"

"Júrame que este nuevo bebé no me llevará de nuevo a ese lugar."

Ese lugar.

Esa inseguridad tan enorme que lo carcomía tan fuertemente en su primer mes después de dar a luz.

El desapego que sentía hacia Christopher y un neonato que lloraba junto a él.

Era ese lugar al que Minho no quería volver, porque no soportaría eso una vez más.

"¿Qué lugar, Minho?"

Y Christopher no lo sabe, nunca lo supo porque Minho calló ese pequeño detalle de su paternidad, quizás por vergüenza a admitir los pensamientos y sentimientos que se apoderaron de él cuando Felix tenía apenas unos días de nacido.

"Prometelo" Suplica con su mano hecha un puño en la camisa del mayor. "No dejarás que te aleje de mi lado."

"No, mi amor, no lo haré. Te amo, ¿sí? A ti, a Felix y a quienquiera que se una a nosotros ahora, ¿está bien?"

Minho no hace más que colgar del cuello de Christopher mientras vuelve a liberar más lágrimas.

"Dime, Honnie, ¿por qué crees que me iría ahora?" Agrega con un ceño fruncido que refleja un poco más de su alma, el dolor quejumbroso de un corazón roto.

"Cu-cuando te fuiste" empieza entre un sollozo quebrado. "Cuando te aparté, descubrí cosas que me avergonzaba admitir. Y, y ahora que te tengo de vuelta, yo, yo."

"Cielo, ¿qué descubriste?"

Su voz es tan suave, Minho se siente tan seguro y por fin ha encontrado el momento, la comodidad para hablar sobre eso que ha callado por tanto tiempo y con lo que se ha sentido tan pesado últimamente.

"Sufrí de, de depresión posparto y, y no quiero, no otra vez."

Christopher presiona sus pulgares en la piel ajena una vez más, unas pequeñas lágrimas se forman en su cuenca, pero no las suficientes como para que fluyan.

"Cómo-"

Minho tiene tiempo suficiente para explicarlo, nueve meses o toda una vida. Ahora puede hacerlo, aunque es demasiado tarde para explicarlo, debe hacerlo.

"El pediatra de Felix lo notó cuando fue su primera cita y vio el desapego que tenía con el niño."

Minho solloza una vez más cerrando sus ojitos.

"¿Por qué no me dijiste, Honnie?"

"Perdóname, Christopher. Lo siento tanto. Siento no haber abrazado lo suficiente a Felix sus primeros meses de vida" Hipa. "Siento no haberlo amantado lo suficiente, pe-pero no sé que ocurría conmigo."

Christopher abre sus labios e intenta hacer que un par de palabras salgan de su garganta, las tiene allí, intentando escapar de la cárcel que son las cuerdas vocales, intentan escapar del ducto y ser libres, pero Christopher las tiene presas y no se da cuenta.

"Amo a Felix, lo amo desde siempre, y ya me he curado, de verdad, lo hice cuando te fuiste."

Niega con su cabeza, un poco herido.

"¿Por qué pasaste por todo eso sólo?"

Minho quizás no soporta un segundo más y deja caer sus lágrimas de nuevo. Con más fuerza, más insistente, incapaz de ver a su amor a los ojos.

"No, no lo sé."

"¿Por qué no me lo dijiste, Honnie?"

Minho negó con la cabeza una vez más.

"Perdóname, Christopher."

De los ojos del mayor caen un par de lágrimas saladas que llevan consigo un centenar de lirios que esparcen su aroma por todo el espacio.

"No, mi amor, perdóname tú por no haberme dado cuenta de lo que sucedía."

Lo envuelve, atrapa su cuerpo en un abrazo lleno de súplicas y discursos de amor que Minho recibe muy bien. Se deja llevar a aquel espacio feliz donde sólo importa cuán enamorados estén el uno del otro, y cuánto amor son capaces de dar a su hijo.

Le abre todo su corazón e intenta cubrir la brecha en el alma de Minho. Lo besa apenas y le asegura que todo estará bien, porque confía en él y está seguro que esto es sólo una mala nota en la canción.

Lo cuida el tiempo suficiente, cae la noche y un agotado Minho sigue aferrado a los hombros de Christopher, y ahora está dormido, con lágrimas secas en sus mejillas y los ojos cerrados cubiertos con una pequeña capa de piel ligeramente levantada. Christopher lo cubre con su manta cuando lo deja caer sobre el edredón y le jura que mañana saldrá el sol y todo estará bien.

Lo estará. O eso espera.

Christopher ve el pequeño cuerpo del castaño envuelto en mantas sobre el colchón, lo observa dormir toda la noche y peina algunos mechones que se escapan de su lugar.

Ve sus pómulos, no tan marcados y delicados. Sus pestañas, largas y pobladas, con unas cejas tan simétricas que parecen perfectas, y unos labios delgados que fueron dibujados a pulso para que se vieran tan perfectos como lo son ahora.

Minho duerme bien, tiene un sueño tan tranquilo, y en el fondo sabe que es por la presencia de Christopher, porque él lo calma y transmite esa energía tan bonita que sólo un amor puro le puede brindar.

"Te amo" Dice Christopher en algún momento antes de cerrar sus ojos y verse arrastrado a los brazos de Morfeo.

꒰📜꒱

Minho abre sus ojos con un poco de pesadez. Parpadea un par de veces y gira su cabeza para ver la hora en el reloj. Es temprano, al parecer, y no le importa cerrar sus ojitos una vez más, y duerme un par de minutos hasta que un rubio lo interrumpe con una voz ronca y adormilada.

"Amor."

"¿Nhm?"

Minho siente un par de manos posarse en su vientre, Christopher parece buscar más contacto, entonces se acerca hasta volver a juntar sus pieles.

"¿Hoy no tenemos cita con la señora Jung?"

Minho abre un ojo, voltea su rostro y se encuentra con el de Christopher un poco a oscuras por las persianas cerradas.

"¿Hoy? ¿A qué hora?"

Christopher es parece pensarlo, aún con sus ojos cerrados un poco inducido en el sueño.

"A las diez."

Minho gira su cuerpo y ahora está pecho a pecho con Christopher.

"No quiero ir, quiero dormir."

Es lo mismo todos los sábados en mañana.

Christopher le recordaría a Minho que deben ir con la señora Jung, la psicóloga que ahora trata a Minho, o, en su defecto, que deben asistir al consultorio del doctor Park, para los chequeos y ecos del castaño.

Ahora Minho tiene tres meses de embarazo y está demasiado emocionado con su embarazo, piensa en eso mientras se levanta de la cama luego de que Christopher desapareciera por la puerta para preparar el desayuno, porque al parecer se ha perdido en sus pensamientos y ha pasado más tiempo del que cree.

Le echa un vistazo a la cuna, donde Felix duerme como un auténtico angelito con sus pestañas largas acariciando sus pómulos y los labios rojos entreabiertos dejando a la vista unos dientecitos de los que Minho se siente orgulloso.

Toca su vientre y suspira porque está feliz, y porque sabe que esta será de las últimas sesiones que tendrá con la psicóloga, sencillamente porque ha avanzado demasiado y la mujer considera que ya Minho es capaz de manejarse sin ayuda psicológica, y que ha superado con éxito las pequeñas secuelas que el alejamiento de Christopher y la situación con Felix le dejaron.

Muerde sus labios cuando ve a Christopher tanteando en la alacena buscando todo lo que necesita para cocinar, sonríe y camina lento y perezoso hasta el baño.

Recuerda que la próxima semana tendrá trece semanas de embarazo y, por fin, podrá saber el sexo del bebé, y se siente ansioso, como si fuera la primera vez. Sabe que Christopher también lo está, por la manera en la que deja su nariz en el vientre del castaño y suspira con una sonrisa en sus labios, o por cómo masajea el vientre de Minho que apenas ha comenzado a hincharse.

Está feliz, y está bien, todo gracias a la ayuda de la señora Jung y el acompañamiento de Christopher.

Suspira cuando abre la puerta del baño y cierra cuando entra al lugar, pasea la mirada por el lugar y cierra los ojos.

No puede creer que Christopher lo ha ignorado. Otra vez.

"¡Christopher! Santos cielos, Christopher. ¡Cuántas veces tendré que pedir que bajes la tapa del inodoro después de usarlo!"

Escucha la risa silenciosa que Christopher deja salir desde la cocina.

"¡Lo siento!" Dice el mayor de regreso "¿Encontraste la nota en el espejo?"

"Tonto" Lo dice en un susurro para que Christopher no lo escuche, observa el espejo y ve este post-it rosado pegado en el vidrio.

Minho regaña a Christopher todos los días al menos tres veces. Pero no importa, porque hasta en sus regaños deja una pizca de amor y le hace saber a Christopher cuánto lo quiere.

Se aman, claro que sí, y no importa cuánto tiempo pase, lo seguirán haciendo por el resto de sus vidas.

El castaño toma el post-it, lo despega, lee la perfecta letra del rubio y reconoce de inmediato esa canción que a Christopher tanto le gusta, pero descubre que la ha modificado un poco:

Esposo y padre de dos, te amo cada día más y más. No quiero despedirme, sólo quiero abrazarte esta noche. Estoy orgulloso de que lleves mi nombre, y rezo a Dios que te mantenga a salvo mientras estoy afuera.

C.

fin.

ֶָ֢֪𔓘

esperen un pequeño epílogo ^^

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